Del 8 de octubre al 4 de diciembre de 2021, la Galería Bottegantica de Milán acogerá la exposición Il giovane Boccioni (El joven Boccioni), que investigará la producción temprana de Umberto Boccioni (Reggio Calabria, 1881 - Verona, 1916) a través de una selección de obras de 1901 a 1909. Numerosas exposiciones han investigado la figura y la obra de Umberto Boccioni en las últimas décadas. Pocas, sin embargo, son las que han recorrido con rigor científico la etapa juvenil y formativa del artista, en la que el estudio del pasado va unido al deseo irrefrenable de conocer el presente y experimentar con el futuro. La exposición con la que la Galería Bottegantica inaugura la temporada de exposiciones 2021 está, por tanto, dedicada a este periodo.
Comisariada por Virginia Baradel, en colaboración con Ester Coen y Niccolò D’Agati, la muestra propone, como ya se había anticipado, una selección de obras ejecutadas por Boccioni entre 1901 y 1909, años en los que el joven Boccioni afianzó su vocación artística a través de experiencias de estudio en Roma, Padua, Venecia y Milán, intercaladas con la importante estancia en París en 1906 y el posterior viaje a Rusia. La influencia de las diversas corrientes figurativas europeas y el interés por la tradición clásica y renacentista afloraron repetidamente en las obras de la época y encontraron, sobre todo en la producción gráfica, un laboratorio válido para el análisis experimental, la invención y la verificación estilística que Boccioni llevó a cabo paralelamente a la pintura. El signo, a veces entretejido en una densa retícula de claroscuro, o perentorio y deformante, o deshilachado y pulverizado, acompaña las fases de la evolución pictórica de Boccioni: de la impronta de Giacomo Balla a la desmaterialización luminosa que siguió al “descubrimiento” de las obras divisionistas de Giovanni Segantini y Gaetano Previati.
Es precisamente a la obra sobre papel a la que la exposición dedica especial interés a través de una selección de dibujos que abarcan los años de aprendizaje del joven Boccioni. Un primer núcleo de obras de impronta escolástica, que se remonta a la época en que fue alumno de Giacomo Balla y asistió a escuelas de pintura y de dibujo de desnudo en Roma, está flanqueado por otro núcleo, más copioso y diversificado, de obras de los años inmediatamente posteriores, en las que el trazo se vuelve más seguro a la hora de plasmar precisas visiones arquitectónicas, curiosos retratos (algunos de los cuales rozan la caricatura) y figuras humanas de extrema síntesis formal. En conjunto, estas hojas documentan un aprendizaje de estudio insistente y articulado, cuyo objetivo es adquirir una maestría en la representación de volúmenes en perspectiva, pero también de fisonomías y movimientos (estudiados o cogidos al vuelo) del cuerpo humano en el espacio: aspectos comunes en la época a muchos artistas modernos. Los ejemplares del museo también pertenecen a este periodo de aprendizaje.
Otro aspecto en el que se centra la exposición se refiere a las pinturas al temple comerciales que Boccioni pintó en estos años por motivos sobre todo económicos, pero que, sin embargo, deben considerarse un importante campo de entrenamiento en su maduración artística y en su conocimiento de la modernidad, tanto por los temas abordados como por las soluciones compositivas y cromáticas adoptadas. El afán por aprender y perfeccionar sus habilidades artísticas también caracteriza el periodo veneciano del artista, durante el cual experimentó (bajo la dirección del pintor Alessandro Zezzos ) con la técnica del grabado.
La exposición concluye (al igual que la formación del artista) con el traslado de Boccioni a Milán en septiembre de 1907. Su interés por las obras de Giovanni Segantini y Gaetano Previati, que había admirado unos meses antes en la Bienal de Venecia y en París en octubre, orientó al joven hacia la búsqueda de un estilo capaz de conciliar la modernidad positivista con el idealismo, aunque los problemas económicos le obligaron a aceptar encargos menos cualificados en el campo de la ilustración y el cartelismo. Aunque aspiraba a la sublimidad de Previati, su producción pictórica coetánea se plasmó en pequeñas vistas de paisajes lombardos que, no obstante, demuestran una excrecencia de la textura impresionista aún presente en los lienzos del periodo veneciano. Decididamente más experimentales son los logros en el campo del retrato, donde el pincel se vuelve febril en su urgencia por plasmar en el lienzo la singularidad de un rostro, una expresión o un personaje como en Ritratto di scultore (Retrato de escultor ) y en Il cavalier Tramello (El caballero Tramello ) de 1907.
En la exposición, estos temas se evidencian en bellas obras que comienzan con La madre malata (La madre enferma) de 1908 y terminan con La Madre de la colección Ricci Oddi. Otras documentan el paréntesis simbolista de 1908-1910, que encuentra su desenlace más desgarrador y esotérico en El luto. Igualmente interesantes son los bocetos para el cartel de la Exposición de Pintura y Escultura promovida por la Famiglia Artistica de Brunate (mayo-junio de 1909): una síntesis perfecta de los diversos rasgos estilísticos de Boccioni hasta la fecha, desde el Divisionismo, pasando por las pinceladas amplias y sintéticas de matriz postimpresionista, hasta el Simbolismo. Acompaña a la exposición un catálogo, publicado por Bottegantica edizioni, con contribuciones de Virginia Baradel, Ester Coen y Niccolò D’Agati, y un registro de los dibujos y témperas editado por Niccolò D’Agati.
Imagen: Umberto Boccioni, Veneriamo la madre (1907-1908; óleo sobre tabla, 27 x 56 cm)
Una exposición en Milán investiga al joven Boccioni, antes del Futurismo |
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