Dante y d’Annunzio, este es el título de la exposición que se inaugurará el sábado 18 de septiembre en el museo “d’Annunzio segreto” de la Vittoriale degli Italiani de Gardone Riviera, abierta hasta el 31 de diciembre de 2021.
La exposición, organizada en colaboración con la Istituzione Biblioteca Classense de Rávena, pretende relatar episodios de la relación entre el Vate y el Poeta Supremo a través de objetos únicos. La exposición se enmarca en las celebraciones del primer centenario de la Vittoriale (1921), que cae en el año del séptimo centenario de la muerte de Dante (1321). El comisariado corre a cargo de Giordano Bruno Guerri, presidente de la Fondazione Il Vittoriale degli Italiani, y Benedetto Gugliotta, jefe de la Oficina de Protección y Valorización de la Biblioteca Classense.
La Biblioteca Classense custodia los recuerdos de Dante en Rávena, la ciudad donde Dante Alighieri encontró refugio en la última parte de su vida y donde murió en 1321. 1321 y 1921, setecientos años de la muerte del Poeta Supremo y cien de la Vittoriale: dos fechas importantes que unen a dos figuras fundamentales de la historia y la cultura italianas. Pero 1921, año del sexto centenario de Dante, fue también el año en que Gabriele d’Annunzio, desilusionado por la desastrosa conclusión de la empresa Fiume y en desacuerdo con la Italia gubernamental y oficial, orquestó su personal homenaje a Dante desde su villa de Cargnacco, en el lago de Garda. Invitado de honor por el alcalde de Rávena, el vate se negó en el último momento, pero envió a la ciudad tres sacos llenos de laurel en tres aviones pilotados por aviadores de la escuadrilla Carnaro: uno de ellos le había acompañado en el famoso vuelo sobre Viena en 1918. Los humildes sacos de yute fueron decorados por Adolfo De Carolis con estrellas de la Osa, guirnaldas y, sobre todo, el lema Inclusa est flamma(la llama está dentro), dictado por d’Annunzio. Los sacos llevaban, además del laurel como signo de gloria e inmortalidad, una llama simbólica destinada a alimentar la que ardía en la tumba de Dante. El vate establecía así un paralelismo entre la llama de Rávena y la del templo de Apolo en Delfos, corazón de la nación griega en la época clásica.
Los sacos, junto con otras muchas reliquias, pertenecen a las colecciones Dante del Ayuntamiento de Rávena, gestionadas originalmente por la Biblioteca Classense. Otras obras que llegarán a la Vittoriale son un boceto de Guido Cadorin para la decoración de temática dantesca de la iglesia de San Francesco (1921), dos álbumes manuscritos con las firmas de los visitantes de la tumba de Dante y del Classense -entre ellas las de d’Annunzio y Eleonora Duse- y una edición de Francesca da Rimini dedicada y donada a la ciudad en 1902. La Vittoriale enriquecerá la exposición con la xilografía del Adriacus dantesco encargada por el poeta a Adolfo De Carolis, el busto de Alighieri realizado por el escultor Onorio Ruotolo y donado por los Italianos de Nueva York, el material documental e impreso de los Archivos y Bibliotecas de la Vittoriale, incluido el manuscrito Per la dedicazione dell’antica Loggia fiorentina del grano al novo culto di Dante, los borradores y notas para la Francesca da Rimini; la edición monumental de la Commedia ilustrada por Amos Nattini y la impresa por Leo S. Olschki en 1911, con motivo de las celebraciones del cincuentenario de la Unificación de Italia.
“D’Annunzio revela el fortísimo vínculo y sentido de lo común que sentía con Alighieri en una nota, también expuesta”, explica el presidente de la Vittoriale, Giordano Bruno Guerri, “en la que el poeta de Alcyone afirma que la poesía italiana comienza con 200 versos de Dante y -tras un largo intervalo- continúa en mí”. Gabriele d’Annunzio consideraba a Dante un “pariente”, como Miguel Ángel, por afinidad y grandeza artística. Era su manera de honrar al Poeta Supremo, a quien quiso enviar, con motivo del sexto centenario de su muerte, tres sacos de laurel de la Vittoriale. Me alegra especialmente el regreso temporal a la casa de d’Annunzio de esos sacos, que honraremos con laurel recién cosechado en nuestro parque".
“Rávena se configura ya entre finales del siglo XVIII y principios del XIX como la capital del dantesco, es decir, de ese verdadero culto laico dedicado al Poeta”, afirma Benedetto Gugliotta, co-comisario de la exposición. “Numerosas fueron las personas que quisieron dejar huella de su paso por la tumba de Dante firmando los libros de visitas que entonces se colocaban dentro de la tumba, y entre ellas también d’Annunzio en 1901 y 1902. Pero fue en 1921 cuando, aunque ausente de las celebraciones del Secentenario de la muerte de Dante, a las que había sido invitado de honor, el Vate produjo una ”performance“ original y memorable. La contribución de Adolfo De Carolis fue decisiva: los sacos de laurel, en este sentido, son el fruto tangible del encuentro entre dos genios”.
Imagen: Adolfo De Carolis - Gabriele d’Annunzio, sacos votivos con hojas de laurel (1921; Rávena, Biblioteca Classense, Colección Dantesca).
Una exposición en la Vittoriale rinde homenaje a Dante y d'Annunzio, figuras fundamentales de la cultura italiana |
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