Una exposición en Carpi sobre Berengario da Carpi, el médico del Renacimiento


En los Musei di Palazzo Pio de Carpi, del 14 de septiembre al 16 de diciembre de 2018, se inaugura la exposición 'Berengario da Carpi. El médico del Renacimiento'.

Del 14 de septiembre al 16 de diciembre de 2018, la exposición Berengario da Carpi. Il medico del Rinascimento, toda dedicada a la figura de Berengario da Carpi (seudónimo de Jacopo Barigazzi, Carpi, c. 1460 - Ferrara, 1530), gran protagonista de la medicina renacentista, médico de papas y príncipes como Lorenzo de’ Medici. La exposición, comisariada por Manuela Rossi y Tania Previdi, pretende presentar a esta importante figura de la época con un recorrido de pinturas, grabados, dibujos, libros antiguos y manuscritos.

La exposición de Carpi, a través de la figura de Berengario, pretende relatar un mundo en el que la ciencia, el arte, la política, los acontecimientos personales y universales se fundían en los hombres que lo vivieron. En su campo de especialización, Jacopo Barigazzi (él mismo hijo de cirujano y formado estudiando en la Universidad de Bolonia, donde se licenció en 1489, y en la que también enseñó entre 1502 y 1527) fue capaz de modernizar y desarrollar una disciplina, como la medicina y la cirugía, conduciéndola hacia nuevos horizontes de investigación. Durante sus años boloñeses, en los que profesó la práctica de la cirugía y perfeccionó las técnicas operatorias, Jacopo publicó en 1521 Commentaria cum amplissimis additionibus super Anatomia Mundini, el primero de tres volúmenes fundamentales en la historia de laanatomía y la medicina, que hizo que la disciplina diera un salto considerable en el conocimiento y la representación del cuerpo humano y que, por primera vez, lo presentaba como nunca se había visto, gracias a extraordinarias ilustraciones xilográficas, haciendo que cualquiera que hojeara sus libros descubriera la imagen de un corazón, la columna vertebral, el aparato reproductor femenino, el esqueleto, los músculos, las venas y el cerebro.



La gran intuición de Berengar residía en haber comprendido el valor de la forma visual, de la ilustración, en los libros de anatomía. Se trataba sobre todo de un valor didáctico, que iba unido a un enfoque diferente del estudio de la medicina y de la anatomía: ya no se trataba sólo de la relectura de los antiguos, sino de un conocimiento directo que pasaba por la práctica de las disecciones y que había que “traducir”, para los estudiantes en primer lugar, pero también para los artistas, como el propio Berengar tuvo ocasión de afirmar.

Entre 1522 y 1523, Jacopo Barigazzi publicó las Isagoge, dos ediciones de un breve silogio de los Commentaria, que tuvieron inmediatamente un gran éxito y fueron reproducidas, en vida de Berengar y hasta bien entrado el siglo XVIII, en decenas de tiradas posteriores. Alcanzada la cima de su fama, Berengar fue requerido por las cortes más importantes de la época, hasta el punto de convertirse en cirujano de tres papas y de tratar, por invitación del papa Clemente VII, a Giovanni dalle Bande Nere, herido en batalla en una pierna, o a Lorenzo de Médicis, alcanzado en la cabeza por una bala de arcabuz. Entre sus recetas más conocidas figura un ungüento que se creía prodigioso y que, tras añadirle mercurio, se convirtió en un eficaz antisífilis, pero con enormes y letales efectos secundarios.

El recorrido expositivo, dividido en tres secciones, comienza con un análisis del contexto cultural y académico que, entre finales del siglo XV y mediados del XVI, caracterizó las polis boloñesas y venecianas, en particular Padua. El redescubrimiento de textos clásicos antiguos caracterizó este periodo y los médicos que se alternaban en las cátedras reproponían y comentaban, a veces traduciendo directamente, textos fundamentales para el estudio del arte de la medicina, hasta entonces desconocidos para la mayoría. En este contexto se sitúa Berengar, que comenzó a proponer correcciones a ciertos errores anatómicos encontrados en las descripciones proporcionadas por Galeno gracias a las autopsias y disecciones que realizó de cuerpos humanos. Esta primera sección presenta volúmenes impresos como el Fasciculus medicinae del médico alemán Johannes de Khetam, el De humanis corporis fabrica del anatomista flamenco Andrea Vesalio y el Canon medicinae Avicennae, así como dibujos, xilografías e instrumentos quirúrgicos de la época.

Introducida por el retrato de Jacopo, pintado por un pintor emilianense anónimo, la exposición prosigue con la parte, verdadero fulcro de la muestra, en la que a través de documentos, volúmenes y obras de arte se reconstruye la figura de Berengario da Carpi en toda su complejidad, revelando un carácter que bien representa al hombre italiano del Renacimiento. Su vinculación con la corte de la familia Pío de Carpi le llevó a frecuentar y relacionarse con personajes eruditos e ilustrados como Aldo Manuzio, tutor de Alberto III Pío. El estudio de textos griegos y clásicos antiguos (los volúmenes de la biblioteca de Giorgio Valla, que había adquirido, entre los que se encontraban numerosos manuscritos médicos de Galeno e Hipócrates, habían llegado a la biblioteca de los Pio) iba de la mano del interés científico de Berengar, que creció en una familia de médicos en la que se transmitían los secretos de los ungüentos y emplastos eficaces, así como su interés por el arte y la historia antigua, gracias al cual se interesó por elarte y la historia antigua, gracias a lo cual pudo captar la belleza y el valor del fragmento de mármol del busto de Nerón de la época romana hallado bajo tierra en Bolonia, presentado de nuevo en la exposición con una instalación holográfica, realizada por el Museo Arqueológico Cívico de Bolonia y el Departamento de Ingeniería de laUniversidad de Bolonia, que repropone el modo en que Berengar solía exponerlo en su casa, o el San Juan en el Desierto pintado por Rafael, que le perteneció como copia, y expuesto en la versión xilográfica, grabada por Ugo da Carpi. En esta sección también se pueden admirar algunos preciosos manuscritos sobre temas médicos del siglo XV, procedentes de la biblioteca de Alberto Pío, los volúmenes impresos de Berengario y raros informes médicos firmados por el propio médico de Carpi.

La exposición se cierra idealmente con una serie de dibujos, gráficos y pinturas que tienen como tema principal esqueletos, cuerpos y cabezas humanas, de autores como Leonardo da Vinci, Antonio Pollaiolo, Domenico Campagnola, Giovanni Jacopo Caraglio, y muchos otros. Las ilustraciones de los volúmenes de Berengario delatan la mano de un artista; en ellas reconocemos modelos iconográficos que remiten, en algunos casos, a la escultura antigua, pero más a menudo a iconografías en las que la antigüedad es retomada y adaptada al gusto que los artistas de las zonas de Emilia y Lombardía, pero también del centro de Italia, imponían en aquellos años. Es el caso de los esqueletos de cuerpo entero, que recuerdan los tipos representados en las danzas macabras de la segunda mitad del siglo XV, donde también se encuentra el esqueleto “desollado”, grabado por ejemplo por Marco Dente a principios del siglo XVI con formas y posiciones similares a la figura de la Commentaria y presente en la exposición.

Horario de visita: martes y miércoles de 10.00 a 13.00 h, de jueves a domingo y festivos de 10.00 a 13.00 h y de 15.00 a 19.00 h. Lunes cerrado. Entradas: tarifa completa 8 euros, reducida 5 euros. Catálogo APM Edizioni. La exposición ha sido concebida y producida por el Ayuntamiento de Carpi - Musei di Palazzo dei Pio, con el patrocinio del Alma Mater Studiorum-Universidad de Bolonia, el Instituto Ortopédico Rizzoli de Bolonia, en colaboración con la Universidad de Padua, el MUSME (Museo de Medicina) de Padua, el Museo Arqueológico Cívico de Bolonia, con la contribución de la Fondazione Cassa di Risparmio di Carpi y el IGEA Carpi.

Imagen: Pintor de la escuela emiliana, Retrato de Berengario da Carpi (siglo XVII; óleo sobre lienzo, 74 x 54 cm; Carpi, Musei di Palazzo dei Pio)

Una exposición en Carpi sobre Berengario da Carpi, el médico del Renacimiento
Una exposición en Carpi sobre Berengario da Carpi, el médico del Renacimiento


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