La Galería de los Uffizi acoge del 2 de noviembre al 19 de diciembre una exposición contra la violencia hacia las mujeres. Se trata de Lo Sfregio(La cicatrización), una muestra que reúne las obras de la joven artista salernitana Ilaria Sagaria (Palomonte, 1989) con una obra maestra de Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598 - Roma, 1680), el busto de Costanza Piccolomini Bonarelli, restaurado para la ocasión por Maura Masini. Bernini, amante de Costanza Bonarelli, marcó a la mujer en un acto de celos: con la obra maestra, cedida por el Museo Nazionale del Bargello, los Uffizi pretenden dar voz a un drama intemporal dialogando con los planos de Ilaria Sagaria que retratan poéticamente el dolor y la soledad de las víctimas de los ataques con sustancias corrosivas.
El extraordinario busto de Costanza Piccolomini Bonarelli, esculpido en mármol por Gian Lorenzo Bernini para rendir homenaje a su amada, cuyo rostro fue desfigurado más tarde en un acto de celos, y las instantáneas contemporáneas del ciclo Il dolore non è un privilegio (El dolor no es un privi legio) de Ilaria Sagaria, dedicado a las mujeres desfiguradas con ácido, con el rostro invisible y vendado, son las obras que pretenden entablar un diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo. La desfiguración, expuesta en la segunda planta de la Galería de los Uffizi (en los espacios entre las salas Leonardo y Miguel Ángel), comienza con el busto de mármol de Bernini (fechable en 1637-1638), donde el escultor retrata a la mujer con naturalidad e intimidad: la blusa abierta, el peinado ondulado, el chasquido del cuello, la boca entrecerrada como para sugerir un diálogo. A finales del verano de 1638, Bernini, tras descubrir la relación de Costanza con su hermano Luigi, loco de celos, hizo borrar el rostro de la mujer. Bernini fue perdonado y continuó su brillante carrera sin consecuencias, mientras que Costanza fue encarcelada en un monasterio durante cuatro meses. Después volvió con su marido, Matteo Bonarelli, con el que montó un floreciente negocio de esculturas: en ella se reconoce hoy un emblema de la capacidad de redención que se encuentra en tantas víctimas de la violencia, a las que las fotografías de Ilaria Sagaria, dedicadas a las mujeres que han sufrido ataques con ácido, dan voz líricamente. La serie de instantáneas El dolor no es un privilegio recuerda de hecho cómo el crimen sufrido por Costanza se reedita hoy en los casos aún más atroces de ataques con ácido. Los rostros de las víctimas son atacados, como entonces, con sustancias corrosivas que queman la piel y erosionan huesos y cartílagos, condenándolas a un calvario físico y psicológico.
Precisamente para hablar de este tema de tanta actualidad dieron su testimonio en la presentación de la exposición Filomena Lamberti, víctima de la violencia con ácido y testimonio de la asociación Spaziodonna de Salerno, Petra Filistrucchi, vicepresidenta del centro antiviolencia Artemisia de Florencia, y Jaf Shah, director ejecutivo de Acid Survivors Trust International. También asistieron a la iniciativa la directora de los Museos Bargello, Paola d’Agostino, el miembro del consejo de administración de los Uffizi Valdo Spini, la comisaria de la exposición Chiara Toti y la propia fotógrafa Ilaria Sagaria.
“La violencia ácida -afirma Ilaria Sagaria- es un fenómeno global que no está vinculado a la etnia, la religión, ni siquiera a la posición social o geográfica. Aunque también se han registrado casos de agresión contra hombres, sigue siendo una forma de violencia con mayor impacto en las mujeres. Además de la brutalidad física causada por un acto inhumano, hay que afrontar el trauma psicológico: pérdida de identidad, depresión y aislamiento. Tras la fase de hospitalización, se ven obligadas a pasar largos periodos encerradas en casa y, aunque puedan salir, se niegan a mostrarse en público y a enfrentarse a la mirada de los demás. Guardan sus espejos y sus fotografías, eliminando todo lo que pueda mostrar lo que eran antes y en lo que se han convertido después, convirtiéndose así en prisioneros de una casa privada de memoria y de identidad. A través de sus testimonios, reconstruí una narración, una puesta en escena fotográfica que pudiera restituir estos momentos sin espectacularizar su dolor, centrándome en el aspecto psicológico y en el concepto de identidad”.
“Con motivo de la exposición”, subraya Eike Schmidt, director de los Uffizi, “el busto de Costanza Piccolomini Bonarelli ha sido sometido a una restauración financiada por las Galerías Uffizi: la obra puede así apreciarse plenamente de nuevo, gracias a este acto simbólico de reparación, sin embargo, contra los daños del tiempo. En la exposición, la contemplamos no sólo como una obra maestra de uno de los más grandes escultores barrocos, sino que se nos invita a reflexionar sobre la atroz violencia de los fuertes contra los débiles. Y a meditar sobre el indecible dolor de la supervivencia”.
Una exposición contra la violencia hacia las mujeres en los Uffizi. Protagonistas Bernini e Ilaria Sagaria |
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