El Castello del Buonconsiglio de Trento acogerá, del 3 de julio al 25 de octubre de 2021, la primera exposición dedicada a una gran pintora del siglo XVI-XVII, Fede Galizia (documentada en Milán desde 1587 - Milán, después de 1630), artista de origen trentino cuya biografía puede situarse junto a la de otras grandes mujeres de la época como Sofonisba Anguissola y Artemisia Gentileschi. Fede vivió principalmente en Milán: el traslado de Trento a la ciudad lombarda de la familia Galizia, originaria de Cremona, debió de producirse siguiendo la estela de su polifacético padre, Nunzio Galizia, artista él mismo, implicado en los campos de las miniaturas, los trajes y accesorios, así como en la cartografía. Fede (nombre programático de la Europa de la Contrarreforma) alcanzó un gran éxito entre los mecenas de la época, hasta el punto de que obras suyas llegaron a la corte imperial de Rodolfo II de Habsburgo antes de 1593 por mediación de Giuseppe Arcimboldi.
Los estudios del siglo XX, especialmente italianos pero no sólo, han dado especial relieve a la actividad de Fede como pintor de naturalezas muertas, origen de este exitoso género. La exposición, comisariada por Giovanni Agosti y Jacopo Stoppa, y titulada Fede Galizia. Mirabile pittoressa, pretende recorrer toda la carrera de Fede Galizia para reconsiderar el perfil del artista, que pintó sobre todo retratos, pero también retablos, destinados a lugares que eran todo menos locales (Montecarlo y Nápoles, por ejemplo). A día de hoy, no existe un repertorio completo de los numerosos testimonios literarios que celebran, en verso y en prosa, los dones de Fede Galizia, que se entrelazará con un registro documental completo, que se preparará para la ocasión. Así pues, la exposición aspira a responder, mediante la presentación de las obras del artista y las oportunas comparaciones, a varias preguntas: ¿Por qué fue tan popular Fede Galizia? ¿Cuáles son las razones de su éxito en la época en que vivió? ¿En qué medida influyó su condición de mujer? ¿Cómo cambia la apreciación de una obra de arte entre el largo ocaso del Renacimiento y el mundo actual?
La exposición muestra unas ochenta obras entre pinturas, dibujos, grabados, medallas y libros antiguos. Además de obras de pintores de la misma época, como Plautilla Nelli, Sofonisba Anguissola, Lavinia Fontana y Barbara Longhi, habrá obras de Giuseppe Arcimboldi, Bartholomeus Spranger, Giovanni Ambrogio Figino, Jan Brueghel y Daniele Crespi, procedentes de los museos italianos más importantes, como la Pinacoteca di Brera y el Castello Sforzesco de Milán, los Uffizi de Florencia, la Accademia Carrara de Bérgamo, el Palazzo Rosso de Génova, la Fondazione Cini de Venecia, la Galleria Borghese de Roma, así como algunos préstamos internacionales: del Muzeum Narodowe de Varsovia, del Ringling Museum of Art de Sarasota, del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, así como de algunos coleccionistas privados.
“En la secuencia de grandes exposiciones del Castello del Buonconsiglio dedicadas a artistas trentinos que encontraron la fama en otros lugares (como Alessandro Vittoria), pero también a artistas que también encontraron grandes episodios decorativos aquí en Trentino (por ejemplo, Dosso Dossi y Battista Dossi, Romanino, Marcello Fogolino)”, dice Laura Dal Prà, directora del Castello del Buonconsiglio, “faltaba un homenaje y tributo a una figura que siempre ha sido considerada una artista trentina, ya que era hija de un artista trentino, Nunzio, y tenía sus raíces en Lombardía. Fede Galizia es una figura ejemplar de la cultura trentina del Antiguo Principado Episcopal. No es una musa inspiradora de grandes hombres, sino una protagonista y creadora de su propia existencia y de sus opciones artísticas, que se cuenta con razón entre las grandes pintoras de los siglos XVI y XVII, a las que se dedica también en este momento una exposición sobre las damas del arte en Milán. Se trata, pues, de una figura importante, cuya biografía es compleja, y sobre la que los comisarios han trabajado muy bien para restituir con precisión y grandes novedades el perfil y la profundidad de esta artista y de su padre”.
Faith Galicia, Judith con la cabeza de Holofernes y el siervo Abra (Sarasota, Ringling Museum of Art) |
Fede Galizia, Noli me tangere (Milán, Pinacoteca di Brera) |
Fede Galizia, Querubín sentado (Milán, Veneranda Biblioteca Ambrosiana) |
Giuseppe Arcimboldo, Traje para una mascarada (Florencia, Gabinetto Disegni e Stampe degli Uffizi) |
La exposición se divide en nueve secciones. La primera se titula Quando anche le donne si misero a dipingere (Cuando también las mujeres empezaron a pintar). Introducida por la gran historiadora del arte Anna Banti, esta sección trata de la aparición de las pintoras en el periodo de la Contrarreforma, entre el amateurismo y la profesión (desde las que empezaron a pintar como complemento de una educación humanística hasta las que fueron hijas del arte, pasando por las monjas que pintaban por devoción: se exponen obras de las hermanas Anguissola, Lavinia Fontana, Barbara Longhi y sor Plautilla Nelli). Los casos abordados constituyen un prólogo a la experiencia de Fede Galizia. “Para hacer un recuento de la singularidad del oficio del personaje durante el siglo XVI y las primeras décadas del XVII”, explica Jacopo Stoppa, “comenzamos con una sección en la que hemos intentado traer algunas obras de artistas femeninas famosas para ver cómo esta singularidad, es decir, el hecho de que hubiera pintoras en el siglo XVI, abarcaba un abanico tan amplio de posibilidades: Las hubo que, como Sofonisba Anguissola, fueron artistas para completar una formación humanística, y las hubo en cambio hijas del arte como Lavinia Fontana y Barbara Longhi, que en cambio buscaron un camino más ligado a los encargos incluso fuera de su propia ciudad: se trata de dar un poco el espejo de lo que era la profesión de pintora en aquella época, es decir, en las últimas décadas del siglo XVI, cuando Fe empezó a introducirse en esta profesión, que para ella se convertiría en una verdadera profesión”.
A continuación pasamos a la segunda sección, Trento: el Concilio de Tr ento (1545-1563), en particular, constituye una ocasión inédita y sin parangón para dar a conocer el principado episcopal de Trento en la Europa de la época. En esta sección se exponen obras que reproducen las sesiones del Concilio, que contribuyen al carácter fecundo e internacional del ambiente cultural trentino del que procedían Nunzio y Fede Galizia. Testigo de los vínculos de este último con la ciudad de origen de su familia es una representación del “beato” Simonino da Trento, que atestigua el hecho de que Fede seguía manteniendo relaciones con su ciudad. La tercera sección, Milán, se adentra en la ciudad en la que Fede dio sus primeros pasos y recorre la historia de Nunzio Galizia, inscrito aquí ya en 1573 (Fede, en cambio, está inscrito aquí desde 1587 y es célebre precisamente en Milán por su labor como pintor). La exposición pretende dar cuenta de la configuración de la ciudad, a través de la vista de Milán realizada por Nunzio en 1578 (una de las primeras vistas de la ciudad, y la primera a vista de pájaro), al final de la llamada “peste de San Carlo”, que había visto desplegar los esfuerzos sin límites del arzobispo Carlo Borromeo. La versatilidad del artista trentino le vio involucrado de diversas maneras en el mundo de la moda y el espectáculo, en un contexto en el que no faltaron contactos con la corte imperial. Mientras tanto, el principal mecenas del talento del joven Fede es el milanés Giuseppe Arcimboldi.
Continuando, la cuarta sección, Miniaturas y retratos, traza la historia del género en el que destacó Nunzio Galizia, a saber, la miniatura, que no llegó a su fin con la aparición de la imprenta durante el siglo XV y en el siglo XVI conoció un suntuoso ocaso. Así pues, a Nunzio Galizia se le observa ante todo con el ojo de la época: es un miniaturista cuya actividad se desarrolla en particular en Milán, pero también en Turín, para la corte de los Saboya. La exposición presenta, pues, algunos ejemplos de la miniatura lombarda del siglo XVI, desde códices iluminados hasta retratos. Destacan en la sección dos retratos, pintados por Fede Galizia, enmarcados en un rico marco elaborado por su padre, que encuentra comparaciones en algunos frontispicios de ediciones impresas, en las que intervienen célebres artistas, desde Fiammenghino hasta Cerano. La quinta sección, Judiths, gira en torno a la Judith del Museo Sarasota de Florida, firmada y fechada en 1596: se trata de un tema que Fede Galizia aborda varias veces, en algunos casos incluso reproponiendo la misma imagen (es el caso del cuadro, fechado en 1601, de la Galería Borghese). La recopilación de varios ejemplos permite comprobar los grados de autografía, dentro de una producción que no rechaza (y éste es también el caso de los bodegones) la serialidad. En estos Judiths, que abundan en la producción de Fede y constituyen una particularidad suya, emerge el gusto del artista por la representación de trajes y joyas, que debe entenderse también a la luz de las dotes de modista de su padre Nunzio. Continuando, llegamos a la sección número seis, A scuola dal Correggio e dal Parmigianino (En la escuela de Correggio y Parmigianino): la pintura de Correggio, fallecido en 1534, es una referencia prioritaria para Fede, que estudia sus obras (especializándose en la particularidad de copiar las obras del artista de Parma), empezando por las del contexto milanés (en particular laOración en el jardín, hoy en Apsley House, Londres, pero que entre los siglos XVI y XVII estuvo en Milán en las ricas colecciones del marqués Pirro Visconti Borromeo). Fede, sin embargo, no se limitó a reproducir laOración en el Huerto: también copió la Zingarella (hoy en Capodimonte) y la Virgen del Canasto (hoy en la National Gallery de Londres), envidiando en estas imágenes de Correggio una impronta devota y sentimental. Parmigianino también está en el centro de sus intereses, como demuestra la Santa Catalina de la colección de los príncipes Borromeo.
Las últimas secciones profundizan en el arte de Fede Galizia. La séptima, titulada Un célebre retratista, se centra en las personalidades que Fede Galizia inmortalizó desde muy joven y que la hicieron apreciada como retratista en toda Europa. El retrato de Paolo Morigia, en la Pinacoteca Ambrosiana, jesuita y autor (entre otros) de un libro sobre la nobleza de Milán, se expone en el Duomo poco después de su ejecución, entre 1592 y 1595. Fede Galizia también se especializó en retratos, ejecutando retratos de importantes personajes públicos. Así, Ludovico Settala, el médico de la peste manzoniana, Federico Zuccari, el pintor de la Idea, e Ippolita Trivulzio, princesa de Mónaco, se muestran en esta galería ideal. La sección Sobre los altares presenta el Noli me tangere, hoy en la Pinacoteca de Brera, que entre los cuadros restantes de la producción sacra de Fede Galizia fue el más admirado por los viajeros del pasado, pero, curiosamente, es también quizá el más alejado del gusto moderno. La minuciosidad con la que se describen las flores del primer plano, que recuerdan la producción contemporánea de bodegones, los gestos calibrados y la exquisita ejecución de los ropajes, vistos a través del telescopio de la época, deben devolver a Fede su fama en el Milán de finales de los siglos XVI y XVII. Fama que debió llevarle a realizar también un cuadro, con San Carlos, destinado a Nápoles, y a participar en la decoración de esa antología de la pintura lombarda (y de otros lugares) del siglo XVII que es la iglesia milanesa de Sant’Antonio abate, iglesia a la que el artista legaría parte de sus bienes a su muerte. La diferencia que separa a Fede Galizia de otros artistas de la época reside precisamente en el hecho de que el pintor de origen trentino también se dedicó a encargos para altares o iglesias en general. Finalmente, llegamos a la última sección, Cómo captar la vida silenciosa: Fede Galizia se aventura en un género nuevo, introducido quizá en Milán, hacia mediados de la última década del siglo XVI, por un pintor de la tradición de Leonardo, a saber, Giovanni Ambrogio Figino. Pero sería la Canestra de Caravaggio perteneciente al cardenal Federico Borromeo (debía de ser 1607) la que cambiaría las cartas sobre la mesa, y Fe intentaría medirse, entre temas y variaciones, con el nuevo rumbo de la pintura, inventando composiciones diferentes. Pero no fue la única que pintó frutas y flores.
Fede Galizia, Alzata con ciruelas, peras y una rosa (Bassano del Grappa, colección particular) |
Nunzio Galizia y Fede Galizia, Marco con retratos de Jacopo Menochio y Margherita Candiani (Colección particular) |
Fede Galizia, Retrato de Paolo Morigia (Milán, Veneranda Pinacoteca Ambrosiana) |
Fede Galizia, Copa de vidrio con melocotones, membrillos, flores de jazmín y un saltamontes (Colección particular) |
Fede Galizia, Bandeja de mel ocotones (Colección particular) |
La exposición se ha creado para profundizar en la historia de Fede Galizia, una artista femenina, lo que permite desarrollar un tema muy candente en la actualidad y sobre el que sigue despertando interés desde muchos frentes. Se trata de una artista a la que ya se han dedicado dos monografías, pero nunca una exposición monográfica: la idea era, por tanto, crear una exposición que intentara, dice el comisario Giovanni Stoppa, “contar la historia de este personaje no proponiendo una revalorización abstracta en términos cualitativos, sino tratando de entenderla dentro de la Europa de su tiempo, porque éste es el rasgo que realmente impresiona”: un artista que se presenta con una astuta operación de ascenso a las más altas esferas de la cultura europea de la época, hasta el punto de que algunas de sus obras consiguieron llegar antes de 1595 a las colecciones de Rodolfo II de Habsburgo. Fede Galizia es, por tanto, un artista cuyo éxito nos resulta difícil descifrar hoy en día, ya que el éxito que tuvo en el siglo XX está relacionado principalmente con el tema del bodegón, por lo que Fede Galizia se convierte en una especie de perchero en el que se ensartan tantas naturalezas muertas tempranas. En cambio, hemos intentado hacer una operación, desde este punto de vista, muy radical, es decir, limitarnos sólo a las que podrían ser piezas seguras: por tanto, es una exposición que no tiene nada de expansionista desde el punto de vista del catálogo del artista, es una exposición que trata de situar la figura de este personaje y de su padre, que es esencialmente el deuteragonista de la exposición, en un contexto que sea plausible y que evalúe no sólo las obras de arte en términos de pura pintura (porque si las evaluáramos en términos de pintura, probablemente el botín que nos llevaríamos a casa no sería excepcional), sino en términos culturales, porque desde este punto de vista se trata de un fenómeno extremadamente singular".
Fe Galicia. Mirabile pittoressa fue concebida por un grupo de trabajo encabezado, por un lado, por el Castello del Buonconsiglio y, por otro, por un grupo de alumnos de Giovanni Agosti y Jacopo Stoppa, por lo que también fue concebida como un evento de formación, una característica que tienen en común las exposiciones de los dos comisarios lombardos: “una forma de crecer”, afirman, “una escuela de método, una forma de entender la investigación, orientada no a una valorización abstracta o demasiado concreta de la obra de arte en términos mercantiles como a veces sucede, sino a la comprensión de los fenómenos culturales”.
Trento acoge la primera exposición sobre Fede Galizia, gran pintor de los siglos XVI-XVII |
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