Caravaggio y Goya comparados en una exposición en Roma, en los Museos Capitolinos. Se titula Goya y Caravaggio: Verdad y rebelión el proyecto expositivo que compara la Buona ventura de Caravaggio (Michelangelo Merisi; Milán, 1571 - Porto Ercole, 1610) y el Parasole de Francisco Goya (Fuendetodos, 1746 - Burdeos, 1828), obra que tras veintitrés años desde su única aparición en la capital (en la Galleria Nazionale d’Arte Antica, del 18 de marzo al 18 de junio de 2000) regresa a Roma. La llegada del lienzo, una obra maestra temprana (fechada en 1777) de Goya, es fruto de la política cultural de intercambio de obras de arte que la Superintendencia Capitolina mantiene desde hace tiempo con importantes instituciones museísticas italianas e internacionales. El museo prestatario es el Museo Nacional del Prado de Madrid, que cedió el cuadro de Goya a cambio de L’Anima Beata de Guido Reni, que los Capitolinos prestaron para la exposición Guido Reni que se celebrará en el Prado del 28 de marzo al 9 de julio de 2023.
La Parasole de Goya se expondrá en la Sala Santa Petronilla de la Pinacoteca Capitolina y, como estaba previsto, se colocará junto a la Buona Ventura (1597) de Caravaggio, con la intención de enriquecer el recorrido del visitante y ofrecer al público nuevos elementos de reflexión sobre los grandes temas de la historia del arte. El proyecto expositivo pretende poner de relieve cómo los dos grandes artistas se hicieron intérpretes magistrales de la sociedad de su tiempo y cómo la describieron, introduciendo en su lenguaje figurativo revolucionarias innovaciones iconográficas y estilísticas.
Las similitudes son muchas, según los Capitolini: ambos lienzos pertenecen a la actividad juvenil de los dos artistas, en ambos los protagonistas son una mujer y un hombre, ambos representan con “verdad” una escena de la vida cotidiana de la sociedad contemporánea y, por último, ambos revelan esos síntomas de “rebeldía” contra los condicionamientos iconográficos y estilísticos impuestos por las costumbres y reglas académicas de su tiempo. Una “atrevida comparación entre dos obras tan distantes en estilo y tiempo”, la define el instituto (las dos obras distan unos 180 años), “pero cada una anuncia el paso a una nueva época: si Caravaggio puede ser considerado el primer pintor moderno, Goya fue en cambio el primero de los ’románticos’ y el que abrió el camino hacia el arte contemporáneo”. La iniciativa está promovida por Roma Capitale, Assessorato alla Cultura, Sovrintendenza Capitolina ai Beni Culturali y los aparatos didácticos están comisariados por Federica Papi y Chiara Smeraldi. Organización a cargo de Zètema Progetto Cultura.
El Quitasol, título español del cuadro, es uno de los cartones preparatorios realizados por Goya para el ciclo de tapices destinados a decorar el comedor del Palacio del Pardo de Madrid, residencia de caza de los Príncipes de Asturias: el futuro rey Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma. El boceto fue entregado por Goya a la Real Fábrica de Santa Bárbara el 12 de agosto de 1777 y el propio artista lo describe así en el albarán de entrega: “representa a una niña sentada en un banco, con un perrito y con un niño a su lado que le hace sombra con una sombrilla”. A la sencillez del tema corresponde una absoluta libertad de invención, ya no se trata de temas de caza o de composiciones alegóricas como quería la tradición nórdica flamenca, sino de escenas y figuras inspiradas en el mundo real y en la sociedad española contemporánea. La joven protegida por la sombrilla, objeto de gran moda en el siglo XVIII, es en realidad una maja, es decir, una mujer del pueblo, que lleva un vestido elegante y opulento a la moda francesa, como se hacía en España los días de fiesta. La mujer se muestra en toda su belleza ante el joven majo vestido con atuendo típico madrileño y ante el público al que parece dirigir una mirada coqueta. Todo contribuye a hacer de la escena un juego de seducción: los vivos colores de sus ropas, el pequeño perro acurrucado en su regazo, el sutil juego de luces y sombras que la sombrilla crea en el rostro de la doncella. La luz y el color son sin duda los principales protagonistas del cuadro y revelan el conocimiento que Goya tenía de la pintura antigua, en particular de la pintura renacentista veneciana, pero no sólo. Si la influencia de Tiépolo y de la pintura francesa es evidente en la ligereza del cuadro, la interpretación profundamente realista, el tema de la seducción, la técnica pictórica con el color extendido directamente sobre el lienzo con la preparación dejada en trazos visibles, así como los efectos de luz obtenidos con el uso de la luz y de la luz. así como los efectos de luz obtenidos con el blanco de plomo y el vivo juego de miradas casi harían pensar que el ojo del maestro español también se posó por un momento en la Buona Ventura de Caravaggio cuando éste llegó a Italia unos seis años antes (1770-1771) y residió en Roma, donde frecuentó la Scuola del Nudo de Campidoglio en cuya famosa galería ya se conservaba la Buona Ventura.
La exposición puede visitarse durante el horario de apertura de la Pinacoteca Capitolina: todos los días de 9.30 a 19.30 horas (la taquilla cierra una hora antes). La entrada es gratuita y está permitida a los poseedores de entradas para los Museos Capitolinos y a los poseedores de entradas para las exposiciones que alberga, según las tarifas vigentes. Entrada gratuita con la tarjeta MIC. Información: www.museicapitolini.org; www.museiincomuneroma.it
Roma, Caravaggio y Goya comparados en una exposición en los Museos Capitolinos |
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