Del 23 de noviembre de 2023 al 6 de abril de 2025, Villa Mussolini de Riccione acogerá por primera vez en Italia una exposición dedicada a dos grandes maestros de la fotografía moderna, Jacques Henri Lartigue (Courbevoie, 1894 - Niza, 1986) y André Kertész (Budapest, 1894 - Nueva York, 1985). La exposición, comisariada por Marion Perceval y Matthieu Rivallin, está promovida por el Ayuntamiento de Riccione y organizada por Civita Mostre e Musei, en colaboración con diChroma Photography y Rjma Progetti Culturali.
Este evento representa una oportunidad para descubrir el universo creativo de dos artistas que, a través de trayectorias personales distintas, han relatado la vida cotidiana con sensibilidad e intensidad. Con más de 100 instantáneas, entre imágenes famosas e inéditas, la exposición Jacques Henri Lartigue y André Kertész. Maestros de la fotografía moderna compara a los dos fotógrafos, considerados fundamentales en la evolución de la fotografía moderna. Para John Szarkowski, director histórico del Departamento de Fotografía del MOMA de Nueva York, Jacques Henri Lartigue es “el precursor de toda creación interesante y viva realizada durante el siglo XX”, mientras que Henry Cartier Bresson consideraba a Kertész su maestro: “hagamos lo que hagamos, Kertész lo hizo primero”.
El fotógrafo francésJacques Henri Lartigue es conocido por sus vívidas imágenes que celebran la ligereza y la belleza fugaz de la vida, capturando momentos de alegría y despreocupación. En contraste, el húngaro André Kertész destacó por un enfoque más reflexivo e introspectivo, captando juegos de sombras, luces y geometría urbana que revelan la intimidad y complejidad de la vida moderna.
La exposición se divide en cuatro secciones temáticas, precedidas de una introducción biográfica, en las que se analizan los temas centrales de la obra de ambos fotógrafos. Las imágenes van desde la introspección y la observación de la metrópolis de Kertész hasta la celebración de la energía y la espontaneidad típicas de las tomas de Lartigue. Los visitantes podrán admirar las imágenes de Lartigue que evocan la atmósfera de la Belle Époque parisina y las obras de Kertész que retratan poéticamente las ciudades de Budapest, París y Nueva York. Este diálogo visual entre las obras de los dos maestros pone de relieve tanto las afinidades como las diferencias de su mirada, ofreciendo al público un análisis del “siglo corto” a través de dos perspectivas fotográficas complementarias.
Los visitantes pueden hacer uso de una audioguía, incluida en el billete de entrada, disponible en italiano e inglés, para explorar en profundidad cada sección de la exposición. Además, la exposición se acompaña de un volumen editado por Silvana Editoriale, que constituye una herramienta más para profundizar en las obras y visiones de estos dos gigantes de la fotografía.
Jacques Henri Lartigue y André K ertész nacieron el mismo año y ambos abarcaron casi todo el siglo XX. Lartigue nació en el seno de una familia francesa acomodada, gracias a la cual tuvo una cámara fotográfica de niño. Es un artista que se expresa a través de la fotografía, pero también de la pintura y la escritura. Judío de origen húngaro, Kertész empezó a fotografiar muy joven. Se trasladó a Francia en 1925. Su éxito con la prensa y la crítica fue inmediato, pero en 1936 se trasladó de nuevo, esta vez a Estados Unidos.
Durante el periodo de entreguerras podrían haberse cruzado en París, pero no se vieron por primera vez hasta 1972 en Nueva York, donde habían expuesto en el Museo de Arte Moderno (MoMA) en 1963 y 1964 respectivamente. Las dos exposiciones supusieron un punto de inflexión en las carreras de ambos, marcando para Lartigue el inicio del reconocimiento internacional e institucional y para Kertész el redescubrimiento de su obra tras dos décadas más problemáticas. Además, las dos exposiciones identifican a ambos como precursores de la modernidad visual de la primera mitad del siglo XX y pioneros de la fotografía moderna.
A Lartigue se le describe como un fotógrafo aficionado y a Kertész como el inventor del fotoperiodismo, su obra posee una estética única. Lartigue es considerado un maestro de la instantánea, a menudo fotografiando su entorno vital, caracterizado por una sofisticada extravagancia y un cosmopolitismo despreocupado. Su mantra es la búsqueda de la felicidad. Kertész es un maestro de la fotografía reflexiva, protagonista de lo que se considerará “fotografía humanista”. Su firma estilística está ligada a los aspectos más sencillos de la vida cotidiana, con tonos íntimos y líricos.
Ni Lartigue ni Kertesz tomaron nunca el camino “fácil” del reconocimiento. Desarrollaron su actividad con la mayor libertad, al margen de los grandes movimientos artísticos. Desde los años 70, estas dos personalidades independientes, aunque nunca formaron parte de una escuela ni crearon su propia corriente artística, son consideradas modelos a seguir. Para ambos, los últimos años están marcados por exposiciones, publicaciones y encuentros. Sus trayectorias son similares y sus obras, que beben de las mismas fuentes, son capaces de dialogar. Famosos por razones diferentes, incluso antagónicas, ambos se convierten en puntos de referencia para los jóvenes artistas. Invitados a los Encuentros de Arles, son recibidos como maestros. Continúan, además, fotografiando, volviendo sobre sus pasos o explorando nuevos caminos con la idea de un juego puramente visual.
A pesar de su éxito, los dos nunca dejaron de experimentar. Autodidactas, pioneros de la fotografía moderna, cada uno ha construido su obra a su manera, siguiendo caminos paralelos o divergentes, pero siempre, sistemáticamente, al margen de las corrientes principales, siempre “un paso al lado”. Ambos han dotado a sus fotografías de una dimensión intemporal que explica su interés siempre renovado. Figuras singulares de la historia de la fotografía, ambos artistas han realizado esta paradoja: sin ascendencia artística directa, sin haber participado en una corriente, se han convertido en modelos adorados y monstruos sagrados de la historia de la fotografía.
Riccione dedica una exposición a dos grandes maestros de la fotografía moderna: André Kertész y Jacques Henri Lartigue |
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