El Palazzo Roverella de Rovigo acogerá del 25 de febrero al 25 de junio de 2023 la exposición Renoir e Italia, comisariada por Paolo Bolpagni y promovida por la Fondazione Cassa di Risparmio di Padova e Rovigo, con el Ayuntamiento de Rovigo y la Accademia dei Concordi.
El impresionismo, que le había fascinado, empezó a dejar de convencerle. A los 40 años, Pierre Auguste Renoir (Limoges, 1841 - Cagnes-sur-Mer, 1919) decide volverse hacia el gran arte italiano. En 1881 inicia su Grand Tour personal para estudiar a los maestros del Renacimiento.
Hacia finales de la década de 1870, Renoir se vio sacudido por una profunda inquietud creativa, que le llevó a embarcarse en un viaje a Italia en 1881: un recorrido que comenzó en Venecia, donde el artista quedó fascinado por Carpaccio y Tiépolo (ya conocía a Tiziano y Veronés, a quienes admiraba y estudiaba en el Louvre), y continuó con breves paradas en Padua y Florencia, hasta llegar a Roma. Aquí se sintió abrumado por el poder de la luz mediterránea y desarrolló una admiración por los maestros renacentistas, especialmente Rafael, cuyos frescos de la Villa Farnesina apreciaba por su admirable “sencillez y grandeza”.
Otra etapa de su viaje fue el golfo de Nápoles, donde Renoir descubrió las pinturas pompeyanas y quedó cautivado por la belleza de la isla de Capri y las obras maestras antiguas expuestas en el museo arqueológico. Finalmente llegó a Palermo, donde conoció a Richard Wagner y lo retrató en una obra que se hizo famosa.
La exposición pretende recorrer el periplo italiano de Renoir y, sobre todo, indagar en sus consecuencias revolucionarias.
“Fusionando la lección de Rafael y la de Jean-Auguste Dominique Ingres, el pintor recupera un dibujo agudo y una atención a los volúmenes y a la monumentalidad de las figuras, en el signo de una síntesis que, como se preveía, enucleaba una forma personal de clasicismo, mientras las tendencias dominantes se desviaban hacia el Postimpresionismo por un lado y el Simbolismo por otro”, subraya el comisario.
También a través del hilo conductor del relato biográfico de su hijo Jean, famoso cineasta, la exposición se centra en esta fase de la producción de Renoir: desde el viaje a Italia hasta las obras de su vejez. Haciendo hincapié en la originalidad de un arte que no se quedaba atrás en absoluto, sino que constituía uno de los primeros ejemplos de ese “clasicismo moderno” que más tarde perseguirían muchos pintores de los años veinte y treinta, en particular en Italia, como pondrán de relieve las comparaciones, algunas insospechadas, que podrán verse en las salas del Palazzo Roverella.
“Pintando en un poderoso estilo neorrenacentista, en el que los tonos cálidos y brillantes tomados de los últimos Tiziano y Rubens, así como de los dieciochescos Fragonard y Watteau, se combinaban con referencias a una iconografía mítica y clásica”, señala Bolpagni, “Renoir anticipó la ’vuelta al orden’: un aspecto de su producción que no ha sido suficientemente enfocado desde esta perspectiva, ya que lo que superficialmente apareció a muchos como una involución fue, en realidad, una premonición de gran parte de la pintura que se desarrollaría entre las dos guerras”.
Fue la música, más que la pintura, lo que marcó la infancia de Pierre-Auguste Renoir. Ingresó en el coro de la iglesia de Saint-Sulpice y cantó bajo la dirección del gran compositor Charles Gounod, que creía firmemente en las posibilidades vocales del niño. Sólo más tarde descubrió la pintura en plein air, que le condujo al impresionismo, la etapa de Renoir más conocida por el gran público. En realidad, fue una etapa más bien corta, caracterizada también por una cierta disparidad de opiniones con Monet, Pissarro y Degas.
Para superar cualquier crisis llegó el viaje a Italia.
Para más información: www.palazzoroverella.com
Imagen: Pierre-Auguste Renoir, Retrato de Adèle Besson, detalle (1918; óleo sobre lienzo, 41 x 37 cm; Besançon, Musée des Beaux-Arts et d’Archéologie)
No sólo impresionismo: en 2023 en Rovigo una exposición sobre Renoir y su viaje a Italia |
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