Música para ver. Una exposición en Forte dei Marmi recorre la carrera de Carlo Nangeroni


Una amplia retrospectiva con ochenta obras realizadas entre 1949 y 1999, en Forte dei Marmi, recorre la carrera de Carlo Nangeroni, interesante abstraccionista italoamericano.

Del 7 de agosto al 12 de septiembre de 2021, en el Forte Lorenese de Forte dei Marmi, tendrá lugar la exposición Carlo Nangeroni . Abstracción: música para ser vista, una retrospectiva sobre Carlo Nangeroni (Charles John Nangeroni; Nueva York, 1922 - Milán, 2018) comisariada por Valerio Dehò y realizada en colaboración con elArchivo Carlo Nangeroni de Milán. Promovida por el Ayuntamiento de Forte dei Marmi, la exposición presenta más de ochenta obras de Carlo Nangeroni, pintor y escenógrafo estadounidense de origen italiano, fechadas entre 1949 y 1999. Además de un importante núcleo de pinturas, en su mayoría acrílicos, pero también óleos sobre lienzo y acuarelas, hay tres esculturas, realizadas especialmente para la exposición bajo licencia del archivo y el proyecto del artista, colocadas en la plaza Garibaldi.

El recorrido expositivo comienza con un autorretrato de 1949, todavía en lenguaje figurativo, y llega hasta la abstracción de finales de los años noventa, documentando la decisiva transición estilística y poética en la obra del autor. Alumno de Mauro Reggiani, uno de los padres de la abstracción en Italia, Nangeroni desarrolló un estilo pictórico propio en el que el lenguaje de la música, con sus ritmos, pausas y repeticiones, representaba el modelo de referencia. La forma del círculo se hizo esencial en él cuando comenzó a abandonar la figuración y más tarde el informalismo y el color a finales de los años 50, por una forma de abstracción construida sobre cadencias y reiteraciones.



En Mutaciones, Interferencias, así como en Elementos en movimiento, de los que pueden verse ejemplos en la exposición, lo que se aprecia es su pintura en una visión minimalista pero abierta al color, a la variación, a la creación, como desarrollo de temas similares a los musicales. El elemento circular fue utilizado como un módulo repetido en formas y secuencias siempre cambiantes, como notas en un pentagrama visual. “La obra de Carlo Nangeroni”, explica el comisario Valerio Dehò, “se ha desarrollado con una coherencia y una capacidad extraordinarias para articular en el ritmo, en la composición de la obra y en la estructura visual un lenguaje propio en el que la esencia de la música se convierte en algo capaz de moverse a través de la mirada. Aunque en la obra de Nangeroni se pueden rastrear consonancias con el mundo de la investigación artística entre principios de los sesenta y finales de los setenta, su pintura se sitúa en una perspectiva personal: ”No tengo nada que fundar, construir, para hacer mis cuadros, me dejo guiar por el instinto", ha escrito el artista sobre su obra.

Las razones de su particular enfoque en el variopinto sistema artístico de aquellos años residen en su capacidad para participar en el mundo del arte sin ningún tipo de implicación “ideológica” o de grupo. Asimismo, desde un punto de vista formal, parece querer evitar las formas esquemáticas en el proceso de formación de sus obras. El espacio de sus lienzos o de los extraordinarios papeles de acuarela es riguroso, como un pentagrama en el que pueden arremolinarse las moléculas visuales. Con otros artistas activos en las décadas de 1960 y 1970, especialmente en la zona de Lombardía, comparte también ciertas elecciones formales, pero nunca renuncia a la creación como proceso de descubrimiento e invención libre de condicionamientos ideológicos. Hasta los años 90, se limitó a utilizar el color para dar valor y fuerza a las estructuras visuales y a los ritmos musicales.

La exposición va acompañada de un volumen publicado por NFC Edizioni, con un texto crítico de Valerio Dehò.

Carlo Nangeroni nació en Nueva York en 1922, en el seno de una familia de emigrantes lombardos. Regresó a Milán durante su adolescencia, donde asistió a la Escuela de Arte de Brera, donde fue alumno de Mauro Reggiani. De regreso a Nueva York en 1946, asistió al estudio del escultor Alexander Archipenko, y entró en contacto con los protagonistas de la Action painting, como Willem de Kooning y Franz Kline. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1949 en la Circulating Gallery of Paintings de Nueva York. Durante esos años, pintó con una orientación expresionista abstracta y participó en la escenografía y puesta en escena de obras teatrales. En la década de 1950 comenzó a participar en exposiciones colectivas y a trabajar en una serie de obras casi monocromas en relieve luminoso. En 1958 colaboró en un proyecto publicitario titulado The Chrisalis de Salvador Dalí para una empresa farmacéutica que producía los primeros tranquilizantes. Ese mismo año regresa a Milán para dedicarse exclusivamente a la pintura, donde conoce a artistas como Piero Manzoni, Lucio Fontana y Emilio Scanavino. Comienza a exponer en solitario. En los años 65, 73 y 86 fue invitado a la Quadriennale de Roma y en el 72 participó en la Bienal de Venecia de gráfica. Desde los años 80 experimenta con el cromatismo iridiscente mediante combinaciones de líneas de colores. Hasta 2004 fue profesor en la Scuola Politecnica di Design de Milán. Sus obras se encuentran en colecciones de Estados Unidos (incluida la colección de arte contemporáneo de la Universidad de Nueva York), Francia, Alemania, Suiza e Italia, entre ellas la Galleria d’Arte Moderna de Turín.

Para más información, visiteforte.com.

Música para ver. Una exposición en Forte dei Marmi recorre la carrera de Carlo Nangeroni
Música para ver. Una exposición en Forte dei Marmi recorre la carrera de Carlo Nangeroni


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