Del 22 de marzo al 30 de julio de 2023 se podrá visitar en el Mudec - Museo delle Culture de Milán la exposición Dalí, Magritte, Man Ray y el Surrealismo. Obras maestras del Museo Boijmans Van Beuningen, que presenta más de 180 obras entre pinturas, esculturas, dibujos, documentos y objetos de la colección de uno de los museos más importantes de los Países Bajos, el Museo Bojimans Van Beuningen de Rotterdam, en diálogo con algunas obras de la Colección Permanente del Museo delle Culture.
El comisariado de la exposición corre a cargo de la historiadora del arte Els Hoek, conservadora del museo, con la colaboración de Alessandro Nigro, profesor de Historia de la Crítica de Arte en la Universidad de Florencia, responsable en particular del fil rouge de la exposición, dedicado a la relación entre el Surrealismo y las culturas autóctonas.
Fue el 1 de diciembre de 1924 en París cuando el poeta André Breton publicó su colección de prosas “Poisson Soluble”, cuya introducción se convertiría en el Primer Manifiesto del Surrealismo, inaugurando oficialmente la más onírica de las vanguardias del siglo XX. Los surrealistas pretendían explorar la psique humana más allá de los límites impuestos por la razón, expandir la realidad más allá de sus fronteras físicas, acceder a una dimensión más plena de la existencia que denominaron surrealidad. Una visión -la común a todas las manifestaciones surrealistas- que critica duramente la racionalidad consciente y libera el potencial imaginativo del inconsciente para alcanzar un estado cognitivo de “surrealidad”, en el que la vigilia y el sueño están presentes y se reconcilian de forma armoniosa y profunda, creando a menudo imágenes nítidas y reales pero yuxtaponiéndolas sin ninguna conexión lógica. Además de la liberación del individuo, para la que se remitían principalmente a las ideas del psicoanálisis freudiano, los surrealistas perseguían también el ideal de una liberación de la sociedad en sentido político, adoptando posiciones progresistas y anticolonialistas.
Queda claro, pues, cómo el Surrealismo no fue sólo un estilo, un movimiento artístico, sino más bien una actitud, una forma alternativa de ser y de concebir el mundo, un pensamiento radicalmente nuevo que transformó la vida de sus miembros.
El Museo Boijmans Van Beuningen posee una colección de arte surrealista única y mundialmente conocida, que incluye a artistas como Salvador Dalí, Max Ernst, René Magritte y Man Ray. El museo hace la crónica de todo un movimiento artístico no sólo exponiendo sus obras, sino también profundizando en las técnicas, estilos y materiales con un enfoque vertical, reflejando así los métodos de trabajo y las ideas de los artistas asociados al movimiento. Además de pinturas, objetos y obras sobre papel, la colección incluye numerosos libros raros, publicaciones periódicas y carteles de importantes artistas y escritores surrealistas.
El Boijmans comenzó a coleccionar arte surrealista a principios de la década de 1960. A partir de entonces, la colección no sólo se limitó al periodo histórico del movimiento (que abarca desde la década de 1920 hasta los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial), sino que se fue enriqueciendo con obras de arte contemporáneo surgidas de ideas inspiradas en el movimiento o creadas por artistas con una poética que puede definirse como surrealista.
La decisión de comisariar una exposición para la Mudec dio lugar a una selección de la colección, con especial atención alinterés de los surrealistas por las culturas autóctonas. Su crítica de la
cultura y la sociedad occidental industrializada les llevó a buscar modelos alternativos. Esta búsqueda llevó a Breton y a sus seguidores a estudiar y coleccionar objetos etnográficos, que pasaron a formar parte del horizonte conceptual del movimiento. Se presta especial atención al examen en profundidad de los temas fundamentales en los que se centró la investigación surrealista: el sueño, la psique, el amor y el deseo, un nuevo modelo de belleza... A través de obras de artistas famosos y menos conocidos, publicaciones y documentos históricos, la exposición ofrece al público una visión de 360 grados del universo surrealista.
La amplia selección de obras maestras presentadas en la exposición pretende dar a conocer al visitante las principales premisas y motivaciones de los surrealistas: utilizando objetos encontrados, técnicas automáticas o prácticas lúdicas, los artistas intentaban excluir la esfera de lo racional con la esperanza de crear una conmoción poética que cambiara el mundo. Las seis secciones presentan el mundo del Surrealismo en los campos artísticos más diversos: pinturas, obras sobre papel, publicaciones y objetos, esculturas. Cada sección está introducida por una escultura clave o un objeto icónico, que habla al visitante evocando el tema de la sección, y por una cita, que cuenta y recuerda al público cómo el Surrealismo fue también un manifiesto filosófico, un pensamiento poético, una mirada encantada sobre una realidad “otra”.
La primera sección, “Una revolución surrealista”, contiene una serie de obras maestras que introducen al espectador directamente en el mundo del Surrealismo. El surrealismo no es un estilo, sino una actitud. Por eso hablamos de una “mentalidad” surrealista, que se expresa en diferentes estilos y disciplinas artísticas. Un momento introductorio al mundo del Surrealismo, donde junto al folleto original del Manifiesto del Surrealismo de André Breton, publicado en París en 1924, se puede admirar el icónico sofá con forma de labios de Dalí (Mae West Lips Sofa, de 1938). La segunda sección,"Dadaísmo y surrealismo", muestra los orígenes dadaístas del surrealismo, con obras y publicaciones de Kurt Schwitters, Tristan Tzara y Francis Picabia. Presenta a tres artistas dadaístas que desempeñaron un papel importante en el grupo surrealista: Max Ernst, Man Ray y Marcel Duchamp. Se exponen, entre otras obras, Cadeau (Negrita) de Man Ray o la Caja en una maleta (De ou par Marcel Duchamp ou Rrose Selavy) de Duchamp, de 1952. La tercera sección, “La mente soñadora”, recuerda cómo los surrealistas estuvieron muy influidos por las ideas de la psiquiatría y el psicoanálisis de su época (Sigmund Freud, Pierre Janet, Carl Gustav Jung). Los artistas exploraron el inconsciente y evocaron mundos oníricos, en una perfecta fusión de psicología y arte. En este sentido, la sección investiga especialmente la visión artística de Salvador Dalí. Dalí se interesó por Freud y también pintó paisajes oníricos, pero con el tiempo se dio cuenta de que su técnica pictórica era demasiado lenta y las imágenes se volvían conscientes. En consecuencia, desarrolló su “método paranoico-crítico”, que de hecho le llevó a crear imágenes multiinterpretables y “estratificadas”. En esta sección se expone su Venus de Milo con cajones, de 1936.
La cuarta sección, “El azar y lo irracional”, se centra en los distintos métodos utilizados por los surrealistas para acceder al inconsciente. Desde los juegos de azar hasta el collage, el frottage, la escritura y el dibujo a partir de la corriente de conciencia. Algunos artistas buscaron medios y maneras de alucinar o utilizaron experiencias psicóticas en sus obras. Una de las obras maestras más importantes de esta sección es Figura sentada de Eileen Agar. En 1928, Eileen Agar conoció a André Breton y Paul Éluard en París. Al mismo tiempo, los fósiles y huesos de criaturas prehistóricas del Jardin des Plantes la fascinaban con su ingenioso diseño abstracto. A partir de ese momento, Agar combinó en su obra estructuras de animales antiguos, plantas y algas con el mundo aéreo de su imaginación, tratando de acercar de nuevo la cultura occidental a la naturaleza.
La quinta sección, “Deseo”, reúne obras que -de forma más o menos explícita- tratan sobre el amor y el deseo (sexual). Los surrealistas exploraron su sexualidad para acceder a zonas que la sociedad burguesa había reprimido hacía tiempo. Un ejemplo es la Venus restaurada de Man Ray, que se encuentra en la exposición. Como muchos otros surrealistas, Man Ray se sumergió en un mundo embriagador de amor y deseo, practicando el amor libre y fotografiando a mujeres de las formas más sensuales. Man Ray también estaba fascinado por el fetichismo erótico y las novelas sadomasoquistas del Marqués de Sade, que veía como una verdadera expresión del deseo reprimido. En su obra de 1936, Man Ray “devuelve” a la diosa del amor su verdadero ser.
La sexta y última sección, “Extrañamente familiar”, comienza con Los cantos de Maldoror: en esta novela gótica del siglo XIX, la belleza se describe como “el encuentro fortuito de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disección”. Los artistas surrealistas tomaron esto como credo, creando belleza mediante combinaciones insólitas y comparables entre sí. Como nos cuenta, entre otros, el cuadro de Meret Oppenheim Bajo la reseda, presentado en esta sección. Oppenheim se trasladó a París a los dieciocho años y rápidamente se convirtió en un miembro importante del grupo. Este cuadro no parecería surrealista per se, si no fuera porque el título procede del libro de culto surrealista Las canciones de Maldoror. Es en este libro donde se cuenta cómo las resedes, pequeñas plantas que crecen por todas partes en Europa, se utilizan para describir el tipo de pudor tras el que los seres humanos ocultan su verdadera y malvada naturaleza.
Dentro de la exposición, una sección especial explora la compleja relación entre el surrealismo y las culturas del sur global (término utilizado en los estudios poscoloniales para referirse a los países que en su día se identificaron como “en vías de desarrollo”). Esta relación constituye un hilo conductor de muchos de los protagonistas del movimiento, empezando por el líder André Breton, que descubrió de niño el arte de la época llamado “primitivo” y más tarde se convirtió en un importante coleccionista del mismo.
Para los surrealistas, el interés por las culturas autóctonas no era sólo un interés estético o coleccionista, sino que constituía uno de los temas principales del movimiento.
En particular, los surrealistas sentían predilección por los objetos etnográficos norteamericanos y oceánicos, que les parecían más fantásticos y poéticos que los africanos (ya culturalmente connotados por su conexión con el cubismo anterior), y dotados de valores mágicos y ancestrales que armonizaban bien con la poética del movimiento, que además de los sueños se interesaba por los estados de trance y los poderes mediúmnicos. Los artefactos de las culturas autóctonas también se integraron en el concepto de lo “maravilloso”, una de las categorías fundadoras del movimiento que garantizaba el acceso a la dimensión de la surrealidad, esencial para la liberación del individuo y su liberación de las convenciones de la sociedad. Estos artefactos, en su total impermeabilidad a las convenciones miméticas occidentales, parecían encarnar también otro concepto clave del movimiento, el de “belleza convulsiva”, no entendida por tanto como equilibrio y armonía, sino como tensión distópica entre dos polaridades opuestas generadoras de energía.
Esta sección de la exposición recorrerá algunos momentos destacados de la relación entre los surrealistas y las culturas autóctonas, desde las exposiciones de los años veinte en la Galerie surréaliste hasta el documento condenatorio de la Exposición Colonial de 1931, pasando por laetnografía subversiva de George Bataille hasta la Exposición de objetos surrealistas en la Galerie Charles Ratton (1936), que puso de relieve la afinidad entre “objetos encontrados”, objetos surrealistas y objetos etnográficos. También se analizará el papel desempeñado por los artefactos no occidentales en la poética de algunos de los protagonistas del movimiento, como Max Ernst y Man Ray. Por último, se examinará la relación de los surrealistas con México, país que André Breton ya había visitado en 1938, quedando fascinado por él, y que a partir de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un centro de referencia para el Surrealismo junto con Nueva York.
Ciudad de México acogió en 1940 otra importante “Exposición Internacional del Surrealismo” (tras las de Santa Cruz, Londres y París), en la que las obras expuestas, entre ellas el famoso cuadro de Frida Kahlo Las dos Fridas, estaban flanqueadas por objetos precolombinos del artista mexicano Diego Rivera. En la capital mexicana se instaló una colonia de artistas que gravitaban en torno al surrealismo y al arte fantástico y visionario, entre ellos Leonora Carrington, Wolfgang Paalen, Alice Rahon, Remedios Varo, Gordon Onslow Ford y César Moro. La proximidad a la cultura indígena desempeñó un papel muy importante para estas personalidades. Por último, el olfato visionario de uno de los mayores coleccionistas de obras surrealistas, Edward James, encontraría un hogar en México, donde se expondrá su famoso “retrato” pintado por René Magritte, La reproduction interdite (1937).
La sección se llevará a cabo gracias a una serie de obras de arte surrealista del Museo Boijmans Van Beuningen, prestadas especialmente para el enfoque de las culturas no occidentales, que entrarán en diálogo con una selección de piezas de las importantes colecciones del Mudec. De este modo será posible recrear, también gracias a la presencia de material documental y multimedia, aquel intercambio directo entre obras de arte y objetos etnográficos que había caracterizado muchas iniciativas surrealistas. Gracias a la riqueza y variedad de las colecciones del Mudec, será posible presentar objetos procedentes de las culturas autóctonas de referencia para los surrealistas, con especial atención a las de Oceanía y América. El foco de atención se centrará también en las colecciones del museo milanés, que prestará también para la ocasión importantes artefactos actualmente almacenados y no visibles al público, entre ellos un notable núcleo perteneciente al coleccionista milanés Alessandro Passaré.
Las secciones de la exposición se enriquecen con un dispositivo multimedia que completa el marco de la narración que caracteriza cada apartado. Se proyectarán clips de películas de época que revisitaron la poética surrealista, contribuyendo a la formación en la sociedad de una nueva forma de acercarse a la realidad: desde obras maestras como Entr’acte (1924), cortometraje de René Clair basado en un guión de Francis Picabia con varios dadaístas (que más tarde se hicieron surrealistas), hasta Spellbound , de Alfred Hitchcock, de 1945.
La exposición abre el lunes de 14:30 a 19:30, el martes, miércoles, viernes y domingo de 9:30 a 19:30, el jueves y sábado de 9:30 a 22:30. Entradas: precio completo 16 euros, precio reducido 14 euros. Para más información: www.mudec.it
Imagen: Salvador Dalí, Couple aux têtes pleines de nuages (1936; óleo sobre panel; Rotterdam, Museum Boijmans Van Beuningen). Foto: Jannes Linders © Salvador Dalí, Fundación Gala-Salvador Dalí by SIAE 2023
Milán, una gran exposición sobre el surrealismo con obras maestras de Holanda en el Mudec |
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