Milán, la intimidad de Adolfo Wildt expuesta en Studio Guastalla

Studio Guastalla Arte Moderna e Contemporanea presenta hasta el 31 de enero de 2023 en su sede de Milán una colección de obras de Adolfo Wildt (unos cuarenta dibujos entre estudios preparatorios de monumentos y pergaminos con oro y algunas esculturas en mármol y bronce) destiladas en largos años de investigación a través de generaciones. De hecho, algunos fueron heredados por los bisabuelos Belforte de Ettore y Silvia Guastalla, que en 1922 abrieron Bottega d’Arte en Livorno, una de las primeras galerías italianas, donde expusieron repetidamente obras de Adolfo Wildt en exposiciones colectivas y en una muestra individual en 1930. Acompañando a los dibujos que han permanecido en la colección familiar desde entonces, Studio Guastalla presenta cartas autógrafas de Adolfo y de su hijo Francesco, que actuaba como su secretario, dirigidas a Gino Belforte en aquella época, relativas a cuestiones estéticas y económicas. Otras muchas obras se han ido reuniendo a lo largo de los años, principalmente a través del contacto directo con los herederos de Wildt, y algunas proceden de particulares y galerías de arte.

A pesar de la coincidencia de la inauguración de esta exposición, cien años después de la apertura de la Bottega d’Arte, para celebrar un siglo de presencia de la familia en la escena artística italiana, la exposición pretende ser un estudio contemporáneo, no anticuario, de la obra de un artista fiel a un ideal del arte como búsqueda de la idea y no del contenido, de la pureza y no de la verosimilitud, de la abstracción y no del sentimiento. Wildt nos habla con tanta urgencia, cien años después de la creación de sus obras, porque el suyo es un arte mental, abstracto y tremendamente atormentado. Mario Sironi, su coetáneo que en gran diversidad le amó y comprendió, escribió en 1931, con motivo de la muerte del artista, una hermosa necrológica en "Il Popolo d’Italia“, en la que plasmaba el sentido de su ”frenética aspiración hacia esa misma maravilla fatal, espléndida e impasible" de los escultores barrocos.

Pocas veces un maestro ha sido capaz de transmitir a sus alumnos el núcleo profundo de su propia visión del mundo, dejándoles entonces libertad para encontrar su núcleo más auténtico, como hizo Wildt con Lucio Fontana y Fausto Melotti, sus discípulos en laAcademia de Brera. Pero cada vez que miramos nuestro dibujo de Cristo crucificado, no podemos evitar pensar en un corte de Fontana, con ese signo afilado, diagonal, sin vacilaciones. Y en el dibujo Mi dolgon fanciullo (en la imagen), dedicado a Margherita Sarfatti y a su supremo dolor, el de la muerte de un hijo, vislumbramos, en esa cruz formada por dos finas líneas que se cruzan, el modelo de las construcciones aéreas de Melotti. El arte de Wildt es intemporal porque es emblemático, nunca complaciente, nunca fácil. Y esa agudeza de la verdad no puede ser imitada, sino sólo hecha propia y transformada en algo igualmente agudo y verdadero, por quienes tienen la capacidad. Cada uno con su manera diferente de mostrar el dolor del mundo, desnudo, sin velos, sin hipocresía.

Entre las obras se encuentran algunas esculturas importantes como Fides, realizada por Wildt en mármol en 1906 por encargo de su mecenas prusiano Franz Rose, que le apoyó durante años mientras le orientaba hacia una mirada nórdica y centroeuropea. El rostro del joven tiene una corona de espinas y los ojos asombrados vueltos hacia arriba de quien ha confiado su fe al cielo y se pregunta por el misterio de esa confianza. La escultura fue creada inmediatamente antes de esos tres años de grave depresión que el propio Wildt describió como “noche mental”, al final de los cuales, tras esculpir y destruir obsesivamente, el artista emergió en su madurez estilística. A esa crisis siguió un periodo de “retorno” al clasicismo, en parte atestiguado por el retrato que Wildt hizo en 1918 del pequeño Augusto Solari como parte de la Exposición Salvadenaio, promovida por Toscanini para animar a los niños italianos a recaudar ahorros para los huérfanos de guerra. Los ganadores debían recibir un retrato de un artista famoso de la época, y el niño Augusto Solari debía ser retratado en mármol por Wildt, que realizó cuatro ejemplares de la escultura. Esta de la exposición (que procede de los herederos de Wildt y fue expuesta en 1930 en la Bottega d’Arte cedida por el propio Wildt), impecable en su estado de conservación, muestra por un lado la suavización de aquellos años en el estilo de WIidt en comparación con el dramatismo de sus obras anteriores, la clara referencia a los bustos del siglo XV de Desiderio da Settignano, y al mismo tiempo las referencias al fitomorfismo Art Nouveau en las volutas del cabello, así como esa “exquisita delicadeza hasta la tortura” señalada por Margherita Sarfatti que confiere al retrato un tono desapegado, glacial, de ermitaño funerario.

Entre los numerosos dibujos, algunos de los cuales ya habían sido publicados en los años veinte y treinta en los Bollettini di Bottega d’Arte, los catálogos mensuales que la galería livornesa editaba para dar a conocer su actividad al públicotambién un boceto para un monumento en el que el conservador, Mirko Agliardi, encontró el proyecto para una escultura funeraria en el Cementerio Monumental de Milán, hasta ahora inédito, del que documentos de archivo certifican la autoría de Wildti.

Para más información, visite el sitio web oficial de Studio Guastalla Arte Moderna e Contemporanea.

Milán, la intimidad de Adolfo Wildt expuesta en Studio Guastalla

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