Los colores y las emociones en libertad de Joan Miró llegan a tres ciudades de Apulia, concretamente a Gioia del Colle, Casamassima y Turi, con motivo de la exposición Miró. Quelques Fleurs pour des Amis, del 22 de diciembre de 2019 al 26 de abril de 2020, en el marco de la operación Opere fuori contesto. La exposición podrá visitarse respectivamente en el Palazzo Monacelle de Casamassima, en el Palazzo San Domenico de Gioia del Colle y en la Iglesia de Sant’Oronzo de Turi.
En la exposición, el público podrá ver litografías de Quelques Fleurs pour des Amis, el libro del artista impreso en 1964. La colección contiene láminas que Miró quiso dedicar a seres queridos y amigos, entre ellos Eugène Ionesco, Max Ernst, Pierre Matisse, Nina Kandinsky y muchos otros. La exposición de Miró se puede visitar con una entrada única para las tres sedes y está organizada por la empresa Sistema Museo, gestora del SAC Ecomuseo di Peucetia y promovida por los ayuntamientos de Gioia del Colle, Casamassima y Turi.
La exposición pretende ser un itinerario por la creatividad de Miró y la extrema poética de su arte surrealista. Formas, colores y ese extraordinario alfabeto de signos creado por el Maestro catalán revelan su visión del arte, vivida con curiosidad y versatilidad. Una flor y una dedicatoria: así se compone esta serie de Miró. Sus colores típicos (amarillo, rojo, azul, verde) se combinan en forma de trazos marcados que alternan con marcas negras más claras.
En 1959, Yvon Taillandier había reunido una serie de declaraciones-entrevistas de Joan Miró, que fueron publicadas en 1963 en una única colección por la revista XXe Siècle, bajo el título Je travaille comme un Jardinier. La obra se adornó con litografías originales del artista y posteriormente se tradujo a numerosos idiomas. Miró pensó inmediatamente en regalar un ejemplar de la obra a un círculo íntimo de amigos, acompañado de una acuarela con su propia dedicatoria ad personam. Los beneficiarios fueron editores, artistas, autores y personalidades del mundo del arte como Max Ernst, Nina Kandinsky, Patricia y Pierre Matisse, Fernand Mourlot y Aimé Maeght.
Las 32 acuarelas se reunieron al año siguiente en un volumen único editado por Eugène Ionesco, en transposición litográfica (1964). Para la ocasión, Miró realizó la portada y el frontispicio con dos grabados impresos por Fernand Mourlot, mientras que Fequet y Baudier fueron consultados para la parte tipográfica, nombres que vuelven a aparecer en el recorrido expositivo de las tres ciudades. Admirando estas obras, se entra en una experiencia de atmósferas únicas: ante esa expresión compositiva de signos, líneas y colores, se desciende al plano de las emociones. La imaginación del espectador es continuamente cosquilleada en una perspectiva que lo abarca todo.
“Ver trabajar a Miró, es regocijarse, sentir la felicidad de la creación y no saber si pinta, si dibuja, si construye, si dice, si canta”, escribió Eugène Ionesco.
Seguir el camino de las dedicatorias en Quelques Fleurs pour des Amis representa la singularidad de este ciclo de obras. Las imágenes son las del Labyrith de la Fundación Meaght en Saint-Paul de Vence, donde las esculturas monumentales de Miró en Artigas adornan un territorio de calles que se entrecruzan, anchas avenidas y callejones sin salida, o una red de finos hilos que conectan puntos del espacio de otro modo dispersos. Una red o un lienzo sobre el que Miró se mueve como un ágil insecto. Pero no una construcción cerrada, sino un complejo que sabe diluirse en encuentros, colaboraciones, amistades. Dedicatarios con destinos y distancias diferentes, figuras que han ocupado lugares centrales o más marginales en la reconstrucción de la trayectoria artística de Miró. Una red que emerge por destellos e ilumina un “hacer arte” hecho de vínculos duraderos o apariciones esporádicas. Además de artistas, editores, impresores, comerciantes, historiadores y críticos aparecen en las dedicatorias y encuentran voz en la exposición a través de biografías especiales y vínculos con el artista catalán.
Una búsqueda que no termina en el ámbito de esta espléndida publicación; sucede, pues, descubrir un “retrato” de Dorothea Tanning publicado en XXe Siécle (revista fundada por Gualtieri di San Lazzaro) e impreso por Jean Célestin en elAtelier Mourlot o El maravilloso livre L’Issue Dérobée (1974) de Jacques Dupin ilustrado por Miró e impreso por Fequet et Baudier o el catálogo Sculpture in Ceramic by Miró and Artigas (1956) ilustrado por el artista catalán para la exposición en la Galería Pierre Matisse de obras de Miró y Artigas e impreso por el Atelier Maeght. Figuras que aparecen todas en las dedicatorias del ciclo de obras de la exposición.
Las obras de Miró se presentan como juegos rápidos y atrevidos, las flores se deconstruyen en sus componentes elementales y se insertan en el sistema de signos que Miró ha construido a lo largo de los años. Eugène Ionesco escribió: “Pueden suceder aventuras sorprendentes y llegar a estos puntos, a estos círculos, a este punto que se convierte en una línea recta, una curva, una circunferencia, una estrella, un ser, un mundo”.
Sólo el medio litográfico podía conceder la libertad de alternar entre el signo, la pincelada, el boceto, el fondo. El espacio nunca está lleno, sino que la blancura de la hoja acoge la desintegración de la figura que se reafirma en la compacidad de la composición. Cada panel es un jardín danzante que enlaza la tierra y el cosmos, una criatura que se abre al observador en la evanescencia de las formas.
Fuente: comunicado de prensa
Los colores de Joan Miró llegan a Apulia. Sus litografías expuestas en tres lugares |
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