Las plazas de Jesolo se transforman en un museo del siglo XX. Aquí se exponen esculturas de Manzù, Messina, Pérez


Del 21 de junio al 30 de septiembre de 2019, las plazas de Jesolo acogerán la exposición 'MMP Manzù Messina Pérez', comisariada por Alberto Fiz.

Jesolo aspira a convertirse en una de las capitales de la gran escultura del siglo XX este verano de 2019. Gracias a un proyecto de la Asociación Cultural FAIarte en colaboración con el Ayuntamiento de Jesolo, las plazas de la ciudad veneciana acogen desde junio hasta el 30 de septiembre de 2019 ocho esculturas monumentales de tres grandes artistas del siglo XX: Giacomo Manzù (Bérgamo, 1908 - Roma, 1991), Francesco Messina (Linguaglossa, 1900 - Milán, 1995) y Augusto Pérez (Messina, 1929 - Nápoles, 2000). La exposición de los tres artistas, titulada MMP Manzù Messina Perez, está comisariada por Alberto Fiz, uno de los críticos de arte más importantes de Italia, y forma parte del proyecto expositivo titulado Tempi interessanti per la nostra storia (Tiempos interesantes para nuestra historia), bajo la dirección artística de Andrea Vizzini.

Las obras permanecerán en Jesolo durante tres meses: entre otras, el público tendrá la oportunidad de admirar el Gran Cardenal sentado de Manzù, una obra de bronce de más de dos metros de altura, el Adán y Eva de Messina, en granito rojo, y La Notte (Edipo y Esfinge), una puerta de bronce negro de Pérez de casi cuatro metros de longitud. El Gran Cardenal ofrece al público uno de los temas más conocidos de Manzù: el de los cardenales, que sigue siendo la vertiente más reconocible de su investigación, hasta el punto de que quizá haya eclipsado otros aspectos de su producción. Son figuras solemnes que impresionaron a Manzù de joven cuando, en 1934, asistió a un oficio religioso en la basílica de San Pedro de Roma: a partir de ese momento, el tema de los cardenales entró en su arte y nunca lo abandonó. Son obras que investigan el volumen y la forma, pero también la relación del cuerpo con el espacio, la religiosidad y la retórica de la escultura oficial. Adán y Eva de Messina es un tema que entra dentro de una vena muy frecuentada por el escultor siciliano: en este caso, Messina reelabora por completo la iconografía tradicional, subvirtiéndola, y representando a los dos progenitores uno al lado del otro, abrazados, como amantes que miran hacia el cielo, meditando sobre el presente. Con su La Notte (Edipo y Esfinge), Pérez alcanza en cambio altas cotas de dramatismo con una obra que introduce al observador en el interior de su arte, en una especie de caverna donde cada elemento abre un escenario de infinitas posibilidades que envuelven el destino de la escultura con implicaciones históricas y mitológicas. “La puerta”, escribió el propio Pérez sobre esta obra, “se convirtió en un laberinto”. Edipo y la Esfinge se ven a sí mismos e incluso a la puerta".



Giacomo Manzù, Cardenal (bronce, 140 x 100 x 300 cm)
Giacomo Manzù, Cardenal (bronce, 140 x 100 x 300 cm)



Francesco Messina, Adán y Eva (granito, 200 x 150 cm)
Francesco Messina, Adán y Eva (granito, 200 x 150 cm)



Augusto Pérez, La noche (Edipo y la esfinge) (bronce, 350 x 134 x 274 cm)
Augusto Pérez, La noche (Edipo y la esfinge ) (bronce, 350 x 134 x 274 cm)

Alberto Fiz ha seleccionado obras de gran fuerza expresiva, capaces de establecer un diálogo profundo con el espacio público y, al mismo tiempo, de crear una relación íntima entre ellas, en un recorrido que pretende ser insólito. Inusual también porque el proyecto pretende establecer un puente con la Bienal de Venecia: el título del proyecto, Tiempos interesantes para nuestra historia (que ve una articulación posterior, inaugurada el 14 de julio con la exposición, de nuevo en las plazas de la ciudad, de esculturas de dos artistas contemporáneos, Giacinto Bosco y Bruno Lucchi, comisariada por Boris Brollo), se hace eco del Mayo vives tiempos interesantes de la quincuagésimo octava edición de la Exposición Internacional de Venecia. En la que, en el pasado, los tres artistas protagonistas participaron en Jesolo. La exposición del Lido es, por tanto, también una ocasión para repasar los últimos acontecimientos del arte contemporáneo en Italia.

“Nuestra historia artística reciente”, subraya Alberto Fiz, "es objeto de un intenso debate caracterizado por una actitud más bien esquizofrénica que oscila entre el olvido y la recuperación rutilante. En este último caso, basta recordar el reciente éxito de Carol Rama en Italia o la verdadera adoración de la nonagenaria Yayoi Kusama, que se ha convertido incluso en un fenómeno social. En cuanto al histórico evento veneciano, Manzù, Messina y Pérez han sido, en diferentes años, aclamados protagonistas. Hubo una ocasión en la que estuvieron presentes al mismo tiempo: fue la edición de 1956, en la que Manzù y Messina expusieron en solitario (una edición en la que también expusieron Arnaldo Pomodoro, Pietro Consagra y Emilio Greco, que obtuvo el primer premio de escultura), mientras que el entonces joven Augusto Pérez, de 27 años, fue admitido por concurso con su gran Mujer en bicicleta, de yeso perdido. Casi de la misma edad que Messina y Manzù, Pérez más joven que ellos, admirador de Manzù, los tres artistas están unidos por una figuración inquieta y un replanteamiento global de la imagen que rehúye cualquier forma de complacencia fácil". El objetivo es, pues, permitir una relectura de la obra de Manzù, Messina y Pérez en un contexto inédito y desprejuiciado.

Pero el proyecto también pretende situar a Jesolo en el centro de las reflexiones sobre el arte, ofreciendo a una zona conocida por su belleza paisajística y su turismo puramente balneario la oportunidad de dialogar con el arte contemporáneo. La intención es rediseñar la imagen de la ciudad “a través del encuentro con el arte”, subraya Vizzini, “que ocupa diversos lugares y crea un ’nuevo y diferente’ con respecto a las emociones y la experiencia personal”. Jesolo, además, no alberga museos, por lo que los organizadores del evento han pensado en convertir sus plazas en museos. "Manzù, Messina y Pérez -continúa explicando Vizzini- estamos acostumbrados a admirarlos en los museos. Francesco Messina, por ejemplo, en el Hermitage de San Petersburgo tiene salas dedicadas a unas 40 obras de escultura y otras tantas de obra gráfica; Giacomo Manzù en Nueva York, frente a la sede de la ONU, expone su última gran realización, una escultura de bronce de 6 metros de altura. Pérez, está representado en numerosos lugares públicos, entre ellos la Galería de la Academia de Bellas Artes de Nápoles y en el Parque de Esculturas. Artista controvertido y recluso, fue catalogado por la crítica como uno de los cinco mejores artistas italianos, junto con Alberto Burri, Mario Schifano, Emilio Vedova y Piero Guccione. Sin embargo, cuando se exponen al aire libre, pueden crear una especie de inseguridad. La civilización occidental ha olvidado que cubrirse está ligado a un sentido de moralidad religiosa. De ahí que el desnudo tienda a ser reconocido únicamente por su connotación sexual, privando al espectador de captar la belleza y la perfección de la naturaleza. Los desnudos de Manzù, Adán y Eva de Messina en granito rosa, así como el centauro de Pérez y la puerta de Edipo, aparecen en una inquietante esfera psicofreudiana. La representación del mundo, incluso en sus expresiones más extremas, es un canto a la naturaleza, de modo que si el significante libera el entusiasmo todo aparecerá bello y digno de asombro, superando todas las dificultades".

Para contemplar las obras no existe un recorrido preestablecido: al contrario, el público puede crear su propio itinerario a través de las obras y podrá así descubrir, calle tras calle, plaza tras plaza, las esculturas de los tres grandes artistas. “Es una invitación a alejarse del exterior para volver al interior”, concluye Vizzini. “La relación con el exterior tiene aspectos que van más allá del yo, alcanzando lo universal y lo mítico. El arte es un microcosmos a través del cual es posible dialogar con todas las disciplinas: economía, teología, filosofía, sociología, todo en un solo gesto. Mostrar la magnificencia de la energía, sus apasionantes posibilidades, es un medio para aceptarse plenamente a uno mismo y salir del caparazón del propio ego interactuando con el mundo exterior. El arte no es lujo, ni consumismo, ni materialismo, como muchos pretenden, sino intensidad; las obras viven a través de quien las contempla”.

Las plazas de Jesolo se transforman en un museo del siglo XX. Aquí se exponen esculturas de Manzù, Messina, Pérez
Las plazas de Jesolo se transforman en un museo del siglo XX. Aquí se exponen esculturas de Manzù, Messina, Pérez


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