Del 21 de septiembre de 2018 al 6 de enero de 2019, la exposición Meravigliose avventure. Historias de viajeros del pasado, un itinerario (¡hay que decirlo de verdad!) que recorre las experiencias de viaje entre los siglos XV y XIX con pinturas y esculturas, pero también textos ilustrados pertenecientes al rico patrimonio de la Biblioteca Estense Universitaria, así como artes decorativas y material etnográfico, cedidos por importantes institutos como el Museo Antropológico Universitario de Florencia y los Museos Cívicos de Módena.
Comisariada por Martina Bagnoli y Annalisa Battini, la exposición ofrece al público diversos testimonios de viajes del pasado, como los informes anuales de los misioneros y los libros publicados por mercaderes, clérigos, embajadores y eruditos a la vuelta de sus viajes, que representaban testimonios de inigualable valor para el conocimiento de pueblos y mundos aún poco conocidos en Occidente. Los viajeros del pasado no sólo quedaban impresionados por las costumbres y tradiciones de los pueblos que visitaban, o por los monumentos y cortes que visitaban, sino también por las características naturales de los lugares y sus rasgos culturales: de hecho, muchas descripciones se detenían en la descripción de ritos religiosos y lenguas. También habrá espacio para profundizar en las figuras de grandes viajeros como Jean de Mandeville, Giovan Battista Ramusio, Matteo Ricci, Athanasius Kircher y Carsten Niebhur, Francesco Gemelli Careri, Sybilla Merian y muchos otros, cuyos relatos y estudios ayudaron a los gobiernos europeos a tener una relación más confidencial con el resto del mundo. La exposición se complementa también con material audiovisual.
La exposición se divide en seis secciones. La primera está dedicada a las peregrinaciones a Tierra Santa, documentadas ya en el siglo IV, pero cuyas relaciones permanecieron durante mucho tiempo envueltas en un halo de aproximación, al menos hasta el auge del poder marítimo de Venecia, que estableció un sistema fiable de conexiones navales entre la ciudad y Palestina, lo que provocó un aumento del número de peregrinos y, en consecuencia, de testimonios. Entre ellos figuran, por ejemplo, la Guía del viaje a Tierra Santa de Francesco Petrarca o el Tractato de le piu maravegliose cosse de Jean de Mandeville o el Informe de peregrinación de Niccolò III d’Este.
Las demás secciones se dividen por continentes o regiones. Comenzamos por Oriente Próximo, con el que se intensificaron los intercambios culturales a partir de la segunda mitad del siglo XV: mientras los pintores y grabadores italianos eran llamados a la corte por el sultán Mohamed II para realizar retratos y obras de arte de diversa índole, mercaderes y embajadores frecuentaban Constantinopla para establecer nuevas relaciones económicas y diplomáticas o consolidar las ya existentes con los conquistadores turcos. La información que estos viajeros proporcionaron a través de libros de viaje, a menudo ilustrados, circuló rápidamente por Europa, convirtiéndose en importantes fuentes documentales para conocer la cultura y la vida cotidiana de aquellos lugares y propiciando también el descubrimiento de obras maestras arqueológicas como Palmira o el castillo de Alepo. Continuamos con la tercera sección, dedicada aÁfrica, un continente sobre el que los relatos eran menos frecuentes. A diferencia de las regiones septentrionales, que habían formado parte integrante del Imperio Romano, y de las occidentales, exploradas por los portugueses, las zonas interiores de África, incluso en el siglo XVI, seguían siendo en gran parte desconocidas. Etiopía siguió considerándose el hogar más probable del fabuloso Sacerdote Janni, el gobernante cristiano al que tributan no menos de setenta y dos reyes, hasta que la literatura de viajes rebajó su importancia. Con las cada vez más frecuentes embajadas a la corte etíope, la región empezó a adquirir rasgos más precisos y realistas. Una vez más, gran parte de la información fue difundida por los jesuitas a través de las cartas anuales enviadas a Roma y las diversas obras sobre la historia y la cultura etíopes que se publicaron principalmente durante el siglo XVII. Entre los relatos más interesantes sobre la evangelización destaca la Historia Aethiopica del orientalista alemán Hiob Ludolf, que vivió en el siglo XVII y también fue autor de una Gramática etiópica. A partir de mediados del siglo XVII, las actividades de evangelización llevadas a cabo por los capuchinos en África se intensificaron: la labor del misionero Giovanni Antonio Cavazzi da Montecuccolo, que pasó casi veinte años en el Congo a mediados del siglo XVII, forma parte de la Missio antiqua. En su Istorica descrittione de’ regni Congo, Matamba et Angola, el autor se sirvió de las experiencias adquiridas durante su larga estancia en esas regiones, completándolas con información procedente de los archivos capuchinos.
La cuarta sección se centra enExtremo Oriente: los primeros en aventurarse en aquellas lejanas tierras no fueron mercaderes, sino misioneros franciscanos que, alentados por la pax mongólica, intentaron difundir allí el cristianismo. En este contexto destaca la figura de Matteo Ricci, cuyo retrato se recoge en la Descrizione della Cina (“Description geographique historique, chronologique, politique, et physique de l’empire de la Chine et de la Tartarie chinoise”), junto a Adam Schaal y Ferdinand Verbiest, otros dos misioneros franciscanos. El éxito de la misión del monje veneciano inauguró una larga temporada de intercambios científicos, ricamente documentados por textos con imágenes de instrumentos de medición matemática. La exposición menciona también la India, de donde se importaban sobre todo especias y piedras preciosas. Goa y Calicut eran los puertos más frecuentados, no sólo por portugueses y holandeses, y sus nombres se repiten con frecuencia en los libros de viajes, desde elItinerario de Ludovico de Varthema hasta el Libro de Odoardo Barbessa, publicado en las Navigationi et viaggi de Ramusio, que recogía el valor de las piedras preciosas del sur de la India y Ceilán y el precio de las especias en el mercado de Calicut. El comercio de especias también abrió el camino al gusto por las artes decorativas asiáticas, que estimuló una moda “a la china” que inspiró el mobiliario y la vajilla europeos. También despertó gran interés entre viajeros y eruditos la antigua civilización de la India, documentada en la obra de Athanasius Kircher, que publicó una descripción del alfabeto sánscrito y la primera transcripción que apareció en Occidente de los textos del Padre Nuestro y el Ave María, que le proporcionó el misionero Heinrich Roth. La medicina oriental también despertó gran interés. El potencial farmacopeico de muchas plantas indias fue descrito en elHortus Indicum Malabaricus, enriquecido con bellos grabados.
A continuación pasamos a la sección sobre América, que se abre con una primera edición, extremadamente rara, de la carta que Colón escribió a la familia real española anunciando el descubrimiento del nuevo continente. Se trata de un documento de importancia fundamental para comprender la actitud de los europeos ante el Nuevo Mundo. Colón se muestra a la vez fascinado por la belleza de los lugares y las poblaciones míticas que encuentra, pero al mismo tiempo sus palabras insinúan las depredaciones que los europeos occidentales traerán a estas tierras. Las noticias extraordinarias sobre este mundo desconocido no tardaron en multiplicarse a través de los informes de diversos exploradores y, durante el siglo XVI, incluso las tierras de los caníbales, identificadas con Brasil, se abrieron paso en los mapas. Fueron sobre todo Hans Staden, hecho prisionero por los tupinambà brasileños, con los que convivió durante nueve meses, y Jean de Lery quienes proporcionaron descripciones detalladas de la vida y costumbres de esta etnia. Los ornamentos de estos pueblos atrajeron a los coleccionistas occidentales, empezando por el milanés Manfredo Settala, en cuya Wunderkammer se exhibían la capa emplumada del rey tupinamba o los brazaletes y bonetes murrucúes. La exposición también destaca la apasionante aventura de Maria Sybilla Merian. En una época en que los viajes científicos eran aún desconocidos, a diferencia de los viajes comerciales, una expedición científica dirigida por una mujer parecía casi increíble. Privada de financiación, debido en parte al escepticismo con que los posibles partidarios veían esta empresa, Merian partió hacia Surinam para estudiar el origen y la reproducción de los insectos. En 1701, Sibylla Merian regresó a su país con una importante serie de dibujos y bocetos en pergamino, en los que siguió trabajando con vistas a su publicación cuatro años más tarde bajo el título Le metamorphosi degli insetti del Suriname (“Dissertatio de generatione et metamorphosibus insectorum Surinamensium”).
La exposición concluye con una muestra de obras de arte que reflejan el intercambio entre culturas, técnicas y materiales que alimentaron los viajes y la exploración. Es el caso de bodegones con objetos exóticos como símbolo del lujo y la cultura de sus propietarios, como en el bodegón de Cristoforo Munari con violín, fruta y copas, con cerámica china y un bucchero de México. Algunas de las obras expuestas también presentan elementos híbridos, como marfiles devocionales transportados de Oriente a Occidente, que representan a San Juan Bautista o a la Virgen. En la Sala Campori de la Biblioteca Estense Universitaria, en la segunda planta del Palacio de los Museos, se expondrá también una valiosa selección de mapas geográficos y atlas. La exposición, Cartografía entre el Viejo y el Nuevo Mundo, es fruto de la colaboración entre las Gallerie Estensi, la Fondazione Cassa di Risparmio di Modena y la Università degli Studi di Modena e Reggio Emilia, donde la comisaria Sara Belotti es actualmente investigadora en el Departamento de Estudios Lingüísticos y Culturales. La exposición destacará algunos de los documentos cartográficos más prestigiosos e importantes que posee la Biblioteca Estense, entre ellos la famosa Cosmografia de Ptolomeo. Se trata de un códice, realizado para Borso d’Este, que además de su valor artístico tiene un profundo significado histórico y científico, ya que puede considerarse entre los primeros “atlas” conocidos que, recuperando los conocimientos astrológicos y geográficos de la Antigüedad tras siglos de olvido durante la Edad Media, sirvieron de modelo para los mapas realizados a partir de los siglos XV y XVI. Nadia de Lutio y Erica Vecchio, bibliotecarias de la Biblioteca Estense, colaboran en la exposición.
Horario de visita: todos los días, excepto los lunes, de 8:30 a 19:30 horas. Domingos de 14 a 19:30 h. Entradas: 10 euros tarifa completa, 5 reducida (incluye visita a la Galería Estense y a la Biblioteca Estense). La exposición Meravigliose Avventure irá acompañada de un catálogo publicado por Franco Cosimo Panini Editore. Para más información, visite el sitio web de la Galería Estense.
En la foto: Elefantes etíopes, Módena, Biblioteca Estense Universitaria
Las maravillosas aventuras de los viajeros del pasado, entre los siglos XV y XIX: la exposición en la Galería Estense |
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