Se presenta en la GAMeC - Galleria d’Arte Moderna e Contemporanea di Bergamo, del 4 de octubre de 2018 al 6 de enero de 2019, la exposición Black Hole. Arte y materialidad entre lo informe y lo invisible, exposición inaugural de un ambicioso ciclo dedicado al tema de la materia, concebido por Lorenzo Giusti y desarrollado junto a Sara Fumagalli, con el asesoramiento científico del físico Diederik Sybolt Wiersma y la participación de BergamoScienza. Black Hole pretende activar un diálogo con la historia de los descubrimientos científicos y tecnológicos y una comparación con el desarrollo de las teorías estéticas, y dirige su mirada a la obra de aquellos artistas que han investigado el elemento material en su valor más intrínseco. En concreto, la exposición pretende relatar la dimensión de la materia como elemento original a través de tres representaciones distintas: la de quienes han mirado al elemento material y concreto como entidad original, precedente o alternativa a la forma; la de quienes han interpretado la naturaleza humana como parte de un discurso material más amplio; y la de quienes, en el proceso de penetración en la materia, han ido a las profundidades, a los confines de la propia materialidad, captando su dimensión infinitesimal y energética. Para ello se presenta una selección de obras desde el siglo XIX hasta nuestros días, que ilustran esta dialéctica que oscila entre la materialidad de lo informe y la materialidad de lo invisible.
La exposición se divide en tres secciones: Sin forma, Hombre - Materia e Invisible. En la primera sección, las obras, partiendo de las adquisiciones de la ciencia y de su difusión (así como de su influencia en los artistas), intentan evitar la representación de lo natural utilizando materiales, tanto tradicionales como insólitos, no como elementos a moldear con la intención de crear nuevas formas, sino en virtud de su valor intrínseco, de su presentación como “elementos en sí mismos”. En el origen de este camino se encuentran las investigaciones de Jean Fautrier, con sus concreciones de color estratificado, y de Lucio Fontana, con sus Naturalezas de materia grabada que, penetrada y lacerada, se convierte en obra de arte. Una línea de investigación que continúa, entre otros, con las superficies grumosas de Antoni Tàpies entretejidas con grietas y laceraciones, la densidad bituminosa de Combustioni y Cretti de Alberto Burri, también presente en las primeras obras de Piero Manzoni, y, décadas más tarde, las Big Clays “sin forma” de Urs Fischer, las estatuas “goteantes” de Cameron Jamie y las etéreas abstracciones agrietadas de Ryan Sullivan.
La segunda sección se centra en cómo la naturaleza que impregna el universo define también la naturaleza humana. Así, dentro de un recorrido articulado y transversal, se comparan obras de autores de distintas generaciones, marcadas por un fuerte componente material y al mismo tiempo por una presencia más o menos manifiesta delelemento antropomórfico. Se trata, pues, de obras en las que el cuerpo humano es ante todo un “cuerpo material” y en las que la figura, insinuada o descompuesta, se convierte en el vehículo de una visión integrada del mundo, sostenida por el principio mismo de la materia. Las síntesis plásticas de Auguste Rodin y Medardo Rosso, con sus imágenes de rostros y cuerpos que emergen de bloques indistintos, constituyen un precedente histórico significativo para la investigación de una serie de artistas que, bajo formas diferentes, han hecho converger el discurso sobre la materia y la investigación sobre el hombre dentro de una misma visión creativa. Ejemplo de ello es Alberto Giacometti, con sus figuras “atrapadas”, así como el escultor suizo Hans Josephsohn, con sus características cabezas monolíticas, aprisionadas dentro de bloques de materia compacta. El rostro y la materia, puramente pictóricos, regresan en las primeras pinturas informales de Enrico Baj, en las Damas de Jean Dubuffet de principios de los años 50, así como en las obras de Karel Appel y Asger Jorn, miembros históricos del grupo Co.Br.A., caracterizadas por el uso de colores vivos, pinceladas violentas y figuras humanas distorsionadas. Estos maestros de la modernidad están flanqueados por obras de artistas contemporáneos, desde William Tucker, con sus aglomerados de materia a medio camino entre la roca y el cuerpo humano, hasta Florence Peake, con sus esculturas informales, resultado de performances colectivas en las que cuerpo y materia parecen buscar una síntesis dinámica.
La tercera y última sección investiga en cambio los aspectos más ocultos de la materia, invisibles a nuestros ojos, en diálogo con la dimensión atomística y subatómica. El punto de partida de un discurso evolutivo que encuentra amplio desarrollo en los lenguajes contemporáneos son las célebres Tessiturologies de Jean Dubuffet, visiones microscópicas en primer plano de un “elemento material” genérico, del que se restituye visualmente la idea del incesante enjambre interno. Una búsqueda que encuentra eco en las explosiones de “luz-materia” de Tancredi Parmeggiani, o en las composiciones de los artistas del Movimento Arte Nucleare (fundado en 1951 por Enrico Baj y Sergio Dangelo, a los que se añadió, un año más tarde, Joe Colombo), que reelaboraron en forma visual las sugestiones provocadas por la explosión de la bomba atómica al final de la Segunda Guerra Mundial. De la posguerra a la contemporaneidad, los artistas crean nuevas imágenes de lo que las teorías científicas sugieren, pero que las palabras y las ilustraciones no consiguen describir. La noción clásica de “materia”, válida desde el nivel familiar de los objetos visibles hasta el nivel molecular y atómico, se desvanece hasta los niveles subatómicos, abarcando el concepto de energía. Así, en estrecha colaboración con los Laboratorios Nacionales Gran Sasso (uno de los institutos de investigación más importantes del mundo para el estudio de los neutrinos), Jol Thomson crea un diálogo entre ciencia y arte, investigando los territorios de lo material desconocido, lo intangible y lo no óptico. En esta línea de investigación se mueven también las performances de Hicham Berrada, que invitan al espectador a experimentar directamente las energías y fuerzas que emergen de la materia, y los Fotogramas de Thomas Ruff, cuyas composiciones abstractas surgen de la conciencia de la existencia de un universo microscópico, más allá de la dimensión tangible de las cosas.
La exposición se enriquece con un denso calendario de actos colaterales y un catálogo que incluye ensayos de Lorenzo Giusti, Sara Fumagalli, Alex Bacon, Mathieu Copeland, Anna Daneri, Heike Eipeldauer, Eva Fabbris, Chiara Gatti, Elio Grazioli, Luigia Lonardelli, Giorgio Mastinu, Fabiola Naldi, Alessandra Pioselli y Kari Rittenbach. Para más información, visite el sitio web de la GAMeC.
En la foto: izquierda, Alberto Burri, Cretto (1973; Città di Castello, Fondazione Palazzo Albizzini Collezione Burri). Derecha, Alberto Giacometti, Lotar II (1964-65; Suiza, colección privada).
La profundidad de la materia entre Burri, Giacometti, Rodin y Rosso, una gran exposición en la GAMeC de Bérgamo |
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.