La gran fotografía de Robert Doisneau se expone en Rovigo


En Rovigo, el Palazzo Roverella acoge una exposición dedicada a Robert Doisneau con 130 fotografías del 23 de septiembre al 30 de enero de 2022.

Del 23 de septiembre de 2021 al 30 de enero de 2022, la fotografía de Robert Do isneau (Gentilly, 1912 - Montrouge, 1994) volverá a ser protagonista de una exposición: esta vez, las instantáneas del maestro francés llegarán a Rovigo, al Palazzo Roverella, donde está programada la exposición Robert Doisneau, comisariada por Gabriel Bauret. Junto con Henri Cartier-Bresson, Doisneau está considerado uno de los padres fundadores de la fotografía humanista francesa y del fotoperiodismo callejero. Con su objetivo, capta la vida cotidiana de los hombres y mujeres que pueblan París y su banlieue, con todas las emociones de los gestos y situaciones en que se ven envueltos.

Esta exposición en el Palazzo Roverella abarca su obra sin distinciones cronológicas ni criterios de género o tema, flanqueando fábricas, mostradores de bistró, porteros, ceremonias, clubes de jazz, escuelas o escenas callejeras en general. Ya se trate de una fotografía de encargo o del resultado de su libre deambular por París, vemos surgir un estilo impregnado de una forma mentis particular, que también se trasluce en sus escritos y en los pies de foto; un estilo que mezcla encanto y fantasía, pero también una libertad de expresión no muy alejada del surrealismo. Si el estilo es el hombre (como dice Buffon), del mismo modo la fotografía se identifica con algunos de sus temas para expresar una especie de inquietud o melancolía.



Gabriel Bauret propone una historia contada a través de 130 impresiones de sales de plata en blanco y negro procedentes de la colección del Atelier Robert Doisneau de Montrouge. Fue en este atelier donde el fotógrafo imprimió y archivó sus imágenes durante más de cincuenta años, y fue allí donde falleció en 1994, dejando un legado de casi 450.000 negativos. La de Doisneau es una narrativa ligera e irónica que guiña el ojo con simpatía a la gente. Que incluso se implica con ternura cuando fotografía a amantes y niños.

“Lo que intentaba mostrar era”, recuerda el artista, “un mundo en el que me sintiera bien, en el que la gente fuera amable, en el que encontrara la ternura que esperaba. Mis cuadros eran como una prueba de que este mundo puede existir. Me gusta la gente por sus debilidades y defectos. Me llevo bien con la gente corriente. Hablemos. Empezamos a hablar del tiempo y poco a poco llegamos a las cosas importantes. Cuando les fotografío, no es como si estuviera allí examinándoles con lupa, como un observador frío y científico. Es algo muy fraternal, y está muy bien iluminar a esas personas que nunca están en el punto de mira. El fotógrafo debe ser como un papel secante, debe dejarse penetrar por el momento poético. Su técnica debe ser como una función animal, debe actuar automáticamente”.

Doisneau nació en 1912 en el barrio parisino de Gentilly. Su formación como fotógrafo comenzó con un aprendizaje en el taller de un fotógrafo publicitario. Pero su atención pronto se trasladó a los barrios obreros de París y la banlieue, imágenes que empezaron a aparecer en revistas a través de la agencia Rapho, de la que fue uno de los miembros más importantes. Después, la guerra le empujó a ponerse a disposición de la resistencia para dar una nueva identidad a los buscados. Tras la Liberación, aparecen algunos reportajes para “Vogue” y en el 49 el libro realizado en colaboración con su socio, el célebre escritor Blaise Cendrars, La Banlieue de Paris, primera síntesis de las numerosas historias en imágenes que dedicaría a este mundo. Doisneau describe su vida cotidiana, componiendo un relato visual en el que se mezclan una profunda humanidad y una nota de humor, siempre presentes en su obra.

La gran fotografía de Robert Doisneau se expone en Rovigo
La gran fotografía de Robert Doisneau se expone en Rovigo


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