La Fondazione Trussardi organiza la primera antología institucional del joven Diego Marcon


El talentoso Diego Marcon, en alza tras la Bienal de Venecia del año pasado, llega a su primera exposición antológica institucional: la Fondazione Trussardi de Milán, en la sede del Teatro Gerolamo, acoge "Dramoletti", del 5 al 30 de junio.

En Milán, la Fondazione Nicola Trussardi, para celebrar su vigésimo aniversario (“nómada”, suele precisar: de hecho, la Fundación no tiene sede permanente), propone una exposición del 5 al 30 de junio, con la que continúa su proyecto de “museo móvil” llevado a cabo por Beatrice Trussardi y Massimiliano Gioni, y en la que vuelve al lugar donde empezó todo. Así, del 5 al 30 de junio de 2023, la Fondazione Nicola Trussardi presentará Dramoletti, la primera exposición antológica institucional en Italia de Diego Marcon (Busto Arsizio, 1985), uno de los artistas italianos más interesantes y apreciados de la última generación, que no ha dejado de crecer, especialmente tras su participación en la Bienal de Venecia del año pasado. Para esta nueva incursión, la Fondazione Nicola Trussardi ha elegido como sede el Teatro Gerolamo, un teatro para marionetas que se ha hecho famoso como “la piccola Scala” por sus dimensiones en miniatura y sus finos detalles arquitectónicos, diseñado en el siglo XIX por Giuseppe Mengoni, el mismo arquitecto de la Galleria Vittorio Emanuele, y el mismo lugar en el que comenzó la andadura itinerante de la Fondazione Nicola Trussardi hace veinte años, con la instalación Short Cut (2003) de Elmgreen y Dragset. Famoso por los espectáculos de marionetas de los hermanos Colla, redescubierto en la posguerra por Paolo Grassi y relanzado en los años setenta por Umberto Simonetta, el Teatro Gerolamo conserva recuerdos de cuentos de hadas y atmósferas encantadas que encuentran una inquietante simetría en las obras de Diego Marcon.

Con sus películas, vídeos e instalaciones, Marcon construye misteriosos dramas de cámara en los que se mueven marionetas, niños y criaturas suspendidas entre lo humano y lo posthumano. Mezclando melodrama y efectos especiales, Marcon imagina una nueva humanidad sacudida por profundas dudas morales y atrapada en acciones angustiosas que se repiten sin fin. Instaladas en este teatro-cabina, las obras de Marcon giran sobre sí mismas como bailarinas en una hipnótica caja de música, evocando los micromundos de Joseph Cornell, las fantasías de Carlo Collodi y Lewis Carroll, y los llamados “dramoletti” de Thomas Bernhard, de quien toma su título la exposición.



La exposición se inaugura en el vestíbulo central del teatro con una nueva presentación de Ludwig (2018), una animación digital en la que un niño -a bordo de un barco a merced de una tormenta- canta una de las arias de ópera típicas de Marcon, en este caso interpretada con la colaboración del Coro de Voces Infantiles de la Accademia Teatro alla Scala. Iluminado por la luz de una cerilla y envuelto en la oscuridad de la bodega iluminada por repentinos relámpagos, Ludwig recita una extraña canción de cuna en la que declara su cansancio y su deseo de desaparecer para siempre. El título, la banda sonora y la impactante escenografía del teatro parecen evocar la figura de Luis II de Baviera, el llamado Rey Loco, que dedicó su vida y sus finanzas a construir castillos y fantasías arquitectónicas temerarias y a apoyar los sueños de Richard Wagner, a quien también financió el teatro de Bayreuth. Declarado demente y depuesto a causa de su excentricidad y sus disparatados gastos, Luis murió ahogado, pero acabó encarnando el mito de una existencia consagrada al arte más allá de toda razón. Retratado por Luchino Visconti en su película homónima y admirado también por Walt Disney, que eligió el castillo de Luis como modelo para Disneylandia, puede que Luis de Baviera no tenga nada en común con el niño de Marcon, pero su vídeo evoca atmósferas en las que realidad y delirio se mezclan en tramas complejas y peligrosas, dignas de la locura del Rey Loco.

Una tensión similar -suspendida entre realidad y alucinación, entre sinceridad y simulación- regresa en la obra Il malatino (2017), instalada en la planta inferior del Teatro Gerolamo. En este corto de animación, un niño febril lucha por respirar en la cama. El título y el rostro demacrado del protagonista recuerdan a personajes de la literatura victoriana o del Libro Cuore, inmersos en recuerdos de pandemias recientes y lejanas.

En los espacios de las galerías y la galería, Marcon instaló Untitled (Head falling) (2015), una serie de proyecciones de película de 16 milímetros sobre las que dibujó -coloreando y grabando directamente la película- retratos de rostros y cabezas que parecen dormirse.

En la sala situada al final de la escalera, Marcon escenificó el drama de La habitación de los padres (2021), una obra presentada en la Bienal de Venecia en la que los actores llevan máscaras modeladas a su semejanza, pero convertidas en monstruosas por la ausencia de expresión. La impasibilidad de las figuras contrasta con la violencia de la narración y la melodía de la banda sonora que hace aún más alienante este misterioso fragmento de teatro de la crueldad en salsa grand guignol. Un poco más allá, junto a las marionetas que actúan en el teatro, una serie de bocetos de camas vacías alude quizás a otra pérdida o al final de la infancia.

De ésta y de las demás obras de la exposición emerge un mundo habitado por criaturas que mezclan lo natural y lo artificial en complejas combinaciones, todas ellas igualmente inquietantes. Los de Marcon son nuevos monstruos: sustitutos, replicantes, inteligencias más o menos artificiales, que no difieren demasiado de los que han poblado la historia de la literatura durante siglos -marionetas, muñecos, golems, Frankenstein, robots... Las marionetas de ordenador, las cabezas de celuloide y las máscaras de látex de Marcon son los nuevos avatares de un genio posthumano que busca desesperadamente en lo plástico y lo digital un rastro de verdad. En esta búsqueda, Marcon descubre que lo humano se esconde en lo defectuoso, lo oscuro, el exceso, lo patológico e incluso lo maligno, y que el arte tiene quizás la ingrata tarea de doblegar la tecnología hacia la bajeza de lo humano.

La exposición de Diego Marcon en el Teatro Gerolamo forma parte de una serie de importantes proyectos expositivos llevados a cabo desde 2003 por la Fondazione Nicola Trussardi, bajo la presidencia de Beatrice Trussardi y la dirección artística de Massimiliano Gioni. Para más información, visite la página web de la Fondazione Nicola Trussardi.

Imagen: Diego Marcon, Ludwig, 2018. Instalación en el Teatro Girolamo. Fotografía de Marco De Scalzi. Cortesía de la Fondazione Nicola Trussardi, Milán.

La Fondazione Trussardi organiza la primera antología institucional del joven Diego Marcon
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