Florencia: exposición dedicada a los belenes de Maria Lai en el Museo Novecento

Hasta el 28 de marzo se puede visitar la exposición L’anno zero (Año cero), instalada en el nuevo espacio expositivo del Museo Novecento de Florencia, denominado Sala. Comisariada por Sergio Risaliti, la muestra está dedicada a Maria La i (Ulassai, 1919 - Cardedu, 2013), una de las artistas italianas más importantes del siglo XX, centrándose en particular en los belenes de terracota, piedra, tela y madera, uno de los temas más queridos por la artista, que ya estuvo presente en Florencia en la exposición monográfica Maria Lai. Il Filo e l’infinito, exposición que le fue dedicada la pasada primavera en el Palazzo Pitti.

Con sus belenes, Maria Lai (que en el curso de su larga vida se ha dedicado con constancia a una investigación enteramente personal de la delicada poesía de la existencia) capta la esencia misma de la pobre imagen del nacimiento del Mesías y de la adoración de los pastores y de los Magos tomada del Evangelio, y fija el año de su nacimiento con un título emblemático: Año Cero. El comienzo de la historia y el vértigo del símbolo se sitúan en la encrucijada entre la fábula y la epopeya, entre la tierra y el cosmos, entre lo humano y lo divino. De las manos de Maria Lai salen pobres artefactos construidos con sabiduría ancestral, pequeños monumentos al deseo de paz y fraternidad que hablan ante todo a la infancia, diminutas escenografías que reproducen el mundo entero, la historia, los sueños y las utopías que perduran diseminados por toda la tierra, entre los pueblos. Cada belén es una nueva invención que nunca se repite y renueva la matriz original, esa trama evangélica que reproduce siempre una experiencia de acercamiento a lo sagrado, a la manifestación de Dios entre nosotros. “Amo el belén”, dijo el artista, “como experiencia de algo que, cuanto más indago en lo inexpresable, cuanto más encuentro la verdad, más infantil e ingenuo me vuelvo y más renazco”.

El belén es ante todo para la infancia, esa época de la vida que sabemos que nunca terminó y nunca se cumplió. El pequeño mundo del belén permanece siempre a caballo entre la fábula y el cuento, entre el hecho milagroso, único e irrepetible, y el suceso cotidiano que siempre se repite: un niño nace en un cuchitril pero es el rey del mundo, y su madre, una hermosa muchacha casada con un carpintero, lo dio a luz virgen. El orden normal de los acontecimientos humanos se refleja en un designio superior. Este eco, esta resonancia en la historia de lo sagrado es lo que nos fascina del pesebre. Pero es un sagrado que habla en el lenguaje de la fábula, para asombro de los niños, y éste es su poder afabulatorio y en cierto modo mágico, encantador.

Giovanni Papini escribió “que sin infancia no se hace posible el verdadero sentido de la cosmicidad y no se da poesía sin canto cósmico”. No es casualidad que en el centro del espacio perspectivo del belén haya un niño y en la parte superior una estrella. Son dos trayectorias de la mirada, la de la infancia y la del cosmos, que Maria Lai sigue siempre en su recorrido artístico y poético. Ha vuelto a él a lo largo de los años con una constancia y una dedicación que nos dicen cómo, desde su punto de vista, ese tema era un paradigma abierto, desde el que empezar a contar verdades sencillas sobre la existencia humana y la sed de infinito, sobre la vida y la oscura presencia de lo desconocido, sobre la amistad y la compasión, sobre preguntas y verdades ancestrales.

Pensando el belén en términos seriales, pero practicándolo con la mirada de la infancia poética, Maria Lai va más allá de la fría ejecución conceptual para entrar en el mundo de la imaginación pura, el de la afabulación figurativa, cruzando la antropología y la metafísica, la fábula y la teología. En sus obras, la sencillez lírica del lenguaje de la poeta, la dicha musical del soliloquio místico, acogen y amplifican en sentido profético su voz fuerte, esencial, política, que registra las grandes luchas y las pequeñas revoluciones, los miedos y las penas, las guerras fratricidas y los colapsos planetarios.

Maria Lai escribió: “Amo el belén por la actualidad de sus migraciones hacia destinos improbables”, asignando a la frágil imaginería en terracota y piedra, tela y madera, una función política que no se expresa con el tono retórico de la ideología, sino con las palabras sencillas y por ello verdaderamente originales de la cultura arcaica.Hay muchas otras declaraciones de Maria Lai con las que la artista quiso afirmar su amor por el belén y motivar sus razones: “Amo el belén porque, como el arte, es el vasto aliento de un viaje”, o “amo el belén porque, como el arte, dialoga con el infinito” y contemplando uno de sus pequeños teatros cósmicos, en el que los personajes viven inscritos en una porción de infinito, imaginamos el camino recorrido por los migrantes María y José, el de un cometa en el cielo, la historia de un dios que bajó a la tierra. Un viaje iniciático que es también el de la imaginación y la mirada, el de la vida interior y el de la esperanza de un mundo diferente: “Me encanta el belén porque nos reúne en torno a la esperanza de un mundo nuevo”. La fascinación que emana del belén capta la dimensión arquetípica de su puesta en escena o de su arquitectura escenográfica: “Amo el belén porque, en la oscuridad de la noche, se convierte en un vientre, en un refugio”, o, “Amo el belén porque en el espacio de un tabernáculo contiene ángeles y estrellas, rebaños y pastores, tragedias y profecías”. Maria Lai transforma recuerdos y experiencias personales en imágenes universales, tradiciones y rituales populares de su tierra en un lenguaje artístico universal e internacional: “Me encanta el belén porque se propone a todas las lenguas del mundo” y “Como el arte, el belén también tiene la posibilidad de infinitas interpretaciones personales”.

Para más información, llame al +39 055 286132 o envíe un correo electrónico a info@muse.comune.fi.it o visite www.museonovecento.it.

En la foto: uno de los belenes de Maria Lai

Florencia: exposición dedicada a los belenes de Maria Lai en el Museo Novecento

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