Del 30 de noviembre de 2018 al 13 de enero de 2019, el Museo Diocesano ’Carlo Maria Martini’ de Milán acoge la exposición Antonio Campi. La restauración del retablo de Santa Maria degli Angeli de Milán, que pretende presentar al público la monumental obra maestra de Antonio Camp i (Cremona, 1524 - 1587), que representa a Santa Catalina siendo visitada en prisión por la emperatriz Faustina, pintada en 1584, y que acaba de ver finalizada una importante obra de restauración llevada a cabo en el Palazzo Creberg por la restauradora Delfina Fagnani (Sesti Restauri) y financiada por la Fundación Credito Bergamasco. La gran pintura, de cuatro metros por cinco, se expondrá en el Museo Diocesano antes de ser devuelta a su hogar, la iglesia de Santa Maria degli Angeli de Milán.
La obra fue ejecutada, junto con un colgante que representa el martirio de la santa, para decorar la capilla de la familia Porzia Landi Gallarati en Santa Maria degli Angeli: en el interior de la capilla había también otras obras como el retablo del teatro de Gaudenzio Ferrari, hoy en la Pinacoteca de Brera. La escena pintada por Campi representa simultáneamente dos episodios diferentes de la Legenda aurea de Jacopo da Varazze: la visita de la emperatriz Faustina a Santa Catalina de Alejandría en prisión y la de los ángeles. La hagiografía cuenta que la joven Catalina se enfrentó al emperador Majencio para intentar convertirlo: Majencio, incapaz de responder por sí mismo a los argumentos de la santa, envió a quince filósofos a Alejandría, pero Catalina consiguió convertirlos. El emperador, enfurecido, la encerró en prisión, donde fue curada milagrosamente por figuras angélicas. Una noche, Faustina, esposa de Majencio, acompañada de Porfirio, capitán de la guardia, y de su séquito, fue a visitar a la joven a la cárcel. Allí, asombrados por la visión de los ángeles rodeados de una luz sobrenatural, todos los espectadores se convirtieron al cristianismo.
El cuadro del artista de Cremona se caracteriza por un uso extraordinario e innovador de la luz. La ambientación nocturna de la escena favorece, como ya había sugerido Rafael en la Liberación de San Pedro pintada al fresco en las Estancias Vaticanas, la introducción de tres luces diferentes: la natural (de la luna), la artificial (de la lámpara y la antorcha) y la sobrenatural (de los ángeles y el santo). La unificación de dos episodios diferentes (la visita de la emperatriz y, al mismo tiempo, la llegada de los ángeles) favorece los efectos luminísticos, que permiten revelar lentamente la compleja estructura arquitectónica, hábilmente diseñada también desde el punto de vista de la perspectiva. Los destellos de luz, de hecho, inducen al ojo a continuar desde el primer plano hasta la lejana logia que se vislumbra al fondo.
La obra causó tal revuelo entre sus contemporáneos que Paolo Lomazzo la criticó duramente en sus Rime de 1587, dedicándole un soneto titulado Contro un pittor moderno. Roberto Longhi era de una opinión totalmente distinta a principios del siglo XX: “Naturalizar, fenomenalizar esas luces y sus contrastes era la única manera de sentar, aunque se quisiera toscamente, las bases de un nuevo asombro pictórico, las bases del estilo de macchia [...]. A Campi le parece ahora más meritorio saber derrocar la proyección sombría de la reja carcelaria sobre el suelo, en el luminoso espacio abierto, que producir en ”luz universal“ alguna nueva carga de músculo académico [......] multiplica las ilusiones de luz y de controlume; de luz desde arriba y desde abajo, pero siempre cercana, oblicua, nítida, modelando las formas cada vez más audazmente hasta el rostro sometido del joven portador, iniciando ese ahogamiento de los contornos que se reprocharía erróneamente a Caravaggio”(Quesiti caravaggeschi: I precedenti, 1928-29). Según Longhi, este cuadro fue de hecho un modelo esencial para Caravaggio que, precisamente en 1584, entró en el taller milanés de Simone Peterzano: “no se encontraría una composición, una máquina luminosa de la que Caravaggio demuestre haberse nutrido más que de ésta de Campi, y por dos veces: primero, muy joven, en la Vocación de San Mateo, después, de hecho finalmente, en la Decapitación del Bautista en Malta”.
En cuanto a la restauración, Delfina Fagnani explicó que, durante los cinco meses de trabajo en la obra, “se llevaron a cabo investigaciones científicas preliminares, como es habitual, de las que surgieron inmediatamente datos muy interesantes sobre la técnica pictórica utilizada por Antonio Campi para crear esta gran obra: la tela de soporte con trama de rombos, el diseño preciso del decorado, la paleta sorprendentemente rica y variada. Datos que más tarde, durante las largas y repetidas fases de limpieza del manto pictórico (la última restauración se remonta a hace un siglo), se reflejaron directamente tanto en la recuperación general de una paleta de colores todavía fuertemente del siglo XVI, como en la notable modernidad de las representaciones pictóricas de cada uno y preciso de los detalles que Antonio Campi investiga y exalta con decidida atención y divertida jovialidad”.
La exposición puede visitarse en el horario de apertura del Museo Diocesano de Milán: de martes a domingo de 10.00 a 18.00 h. Cerrado los lunes (excepto festivos), última entrada a las 17.30 h. Entradas: tarifa completa 8 ¤, reducida grupos 6 ¤, reducida escuelas y oratorios 4 ¤. Para más información: www.museodiocesano.it.
En la foto: Antonio Campi, Santa Catalina visitada en prisión por la emperatriz Faustina (1584; óleo sobre lienzo, 400 x 500; Milán, iglesia de Santa Maria degli Angeli).
Exposición en Milán sobre la restauración de la monumental obra maestra de Antonio Campi que, según Longhi, inspiró a Caravaggio. |
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