Una exposición enteramente dedicada a Pietro Consagra (Mazara del Vallo, 1920 - Milán, 2005), uno de los más grandes escultores abstractos del siglo XX: es la que la Colección Giancarlo y Danna Olgiati de Lugano inaugura del 12 de septiembre de 2021 al 9 de enero de 2022, continuando el trabajo de investigación y presentación de su colección. La retrospectiva, comisariada por Alberto Salvadori en colaboración con el Archivo Consagra, nace como una continuación natural del largo conocimiento, la fuerte amistad, las intenciones compartidas y el amor por el arte de los dos coleccionistas con el artista siciliano, así como de su deseo de celebrar el centenario de su nacimiento, que se cumple en 2020.
Titulada Pietro Consagra. El tema no puede ser más importante: se trata de la primera exposición dedicada al artista en una institución pública suiza. La relación dialéctica con el otro, en el centro de su investigación (desde la serie Colloqui, de 1952), la frontalidad de la visión y sus cambiantes interpretaciones, y el tema de la ciudad como lugar de pensamiento y relación con la experiencia, constituyen el núcleo del proyecto expositivo y de la obra de Consagra presentada en la Colección Olgiati.
La exposición, que recorre la obra del artista desde los años cincuenta hasta principios de los setenta, pone de relieve cómo su aportación no era en realidad formal, sino que se orientaba hacia una participación, incluso crítica, en la sociedad en la que vivía y trabajaba. Las sesenta y cuatro obras exp uestas atestiguan cómo, de manera germinal primero y consolidada después, Consagra mantuvo siempre en el centro de su investigación un fuerte enfoque sobre el valor del hombre y del arte, con el fin de construir una sociedad mejor. Consagra es uno de los raros artistas del siglo XX que ha tocado todos los aspectos de la creación artística: pintó, esculpió, diseñó, creó joyas, muebles y arquitectura urbana; experimentó con diferentes técnicas sobre numerosos materiales, y escribió extensamente, con refinada vis polémica. La síntesis conceptual de este camino se aprecia en el título de una de sus obras, en hormigón armado, realizada en Sicilia en la desembocadura de una fiumara seca, La materia poteva non esserci, (La materia puede no estar), como para reiterar lo importante que era el camino que desde la idea pasa por el concepto y termina en la relación dialógica con la comunidad. Todos los materiales eran buenos para él; no distinguía en su ser artista y hacer arte por uno de ellos, no prefería la relación con la materia para fines relacionados con la búsqueda de la forma.
El tema de la frontalidad, que persistió en su obra, excluía los problemas escultóricos tradicionales y temas como el volumen y la masa, que son las características principales del objeto. Se exponen algunos de los Coloquios más importantes y una selección de las obras fundamentales de los años 50 en hierro, bronce, acero y madera quemada, así como numerosos hierros transparentes. Los Coloquios abrieron la temporada interminable del gran tema conceptual en el que la forma libre y fantástica creaba presencia, la palabra clave para entrar en el mundo de Consagra. Ningún proceso de mímesis, ninguna persistencia de lo real, sino un eco que va creando formas en sus esculturas dirigiéndonos hacia esa humanidad presentada en la más simple y compleja de sus relaciones. Los Coloquios habitan el espacio, su condición existencial y no el marco. Son una forma ecológica, una presencia en un entorno. La investigación interior realizada sobre la madera quemada, el hierro y el bronce ha ido siempre acompañada de una técnica soberbia. Una técnica, combinada con un hábil uso, de un medio potencialmente agresivo y, sin embargo, cuando se utiliza como lo hizo Consagra, tan fuertemente expresivo y poético como el soplete.
Los hierros transparentes se presentan, pues, como una imagen de dos caras, que ya no respeta el trazado cuadrangular y está dominada por una línea curva que se rompe y se vuelve a unir continuamente. Los hierros se mueven por un ritmo interior apremiante, a veces frenético, y por movimientos ligeros que el color hace gráciles, por tonos imaginativos, no naturalistas. La relación entre el signo y el dibujo sigue siendo fuerte, como demuestra en la exposición la presencia de varios ejemplos, entre ellos preciosos guardapolvos del archivo del artista. Los hierros transparentes constituyen un espacio original, germinal, donde el arte reacciona a las formas de la naturaleza y a su contemplación con su propia artificialidad.
Pietro Consagra, New York City (1962; bronce y acero, planchas cortadas, fundidas y soldadas, 171 x 105 x 29 cm). Foto: Paolo Vandrasch |
Pietro Consagra, Homenaje a Paisiello (1955; bronce, fundición esmerilada de piezas individuales y soldadura, 69 x 72 x 6 cm; Lugano, Colección Privada). Foto: Maniscalco |
Pietro Consagra, Hierro transparente Turquesa II (1966; hierro pintado, placas cortadas, dobladas, soldadas y pintadas, 60,7 x 44,7 x 9 cm; Lugano, Colección Privada). Foto: Claudio Abate. |
Pietro Consagra, Giardino viola (1966; hierro pintado, 130,5 x 143,5 x 0,5 cm; Lugano, Museo d’arte della Svizzera italiana, Deposito dell’Associazione ProMuseo). Foto: Alexandre Zveiger. |
Pietro Consagra, Ciudad frontal. 40 embryonic buildings (1968; latón y acero, placas cortadas, soldadas y pulidas, 21 x 225 x 100 cm; Milán, Archivio Pietro Consagra). Foto: Paolo Vandrasch. |
“El arte es la alternativa, no el refugio de la naturaleza”, dijo Consagra. “El arte ya no es un servicio del Poder, es una forma de vida, una meta un ejemplo, una ayuda. La naturaleza sólo puede absorbernos, aislarnos, sacarnos del bucle, mantenernos en el fracaso, en la frustración de las relaciones humanas. Cuanto más puede aparecer la naturaleza como un probable asilo, más corre la ciudad hacia la ruina humana. Si nos refugiamos en la naturaleza, llevamos con nosotros las armas destructivas de la ciudad actual y diseminamos la corrupción de nuestro sentido del bien. No debemos ir hacia la naturaleza mientras que sí debemos ir hacia la ciudad”. Desde los años sesenta, Consagra era consciente de que la naturaleza no podía ser una coartada, un refugio ideal, un lugar que mitificar o definir como deseable, siguiendo la narrativa actual sobre el valor de los pequeños pueblos y el llamado campo en su sentido de lugar de refugio o inocencia mítica.
Es fundamental volver a partir de la ciudad como el lugar del hombre más experimentado y extendido, entonces como ahora cada vez más. He aquí La ciudad frontal de 1969. Con motivo de la exposición en Lugano, se presentará en su totalidad, con la línea fundamental del horizonte, colocada por el artista en la exposición de la Galleria dell’Ariete en 1969, determinando la posición del hombre en relación con el paisaje creado por el artista/arquitecto/urbanista. Un signo, un gesto con rasgos humanistas, para una definición urbana del contexto. Una concretización de emociones e ideas que encuentran en la ciudad la referencia más significativa a la complejidad del entrelazamiento de los modos de vida individuales y colectivos, a la proyección física de los poderes políticos y económicos. Tras la experiencia americana y el encuentro con las grandes arquitecturas de Sullivan, Wright y otros adalides del modernismo, Consagra con este tema no declara una propuesta de artista excéntrico y autoritario, sino que se enfrenta a un problema real que ha crecido con el tiempo hasta convertirse en permanente: las múltiples, en su mayoría frustrantes y conflictivas, relaciones del hombre con el espacio urbano, además de las debatidas desde tiempos inmemoriales, relativas al necesario e inmediato impacto social. Consagra también trae a este ámbito un tema fundamental relativo a la forma de existir en la ciudad: el progresivo desprendimiento de nuestra identidad de las nuevas construcciones que transforman y dictan el espacio de vida citadino, llevando a las personas a un estado de resignación general. La ciudad frontal es el signo de la consideración intelectual, pero también del apego afectivo al espacio urbano. En su libro de 1969 La città frontale (La ciudad frontal), Consagra escribió que “las ciudades se han vuelto resentidas, pero no por la contaminación, que es un mal remediable, sino por la invasión de una arquitectura que permanecerá implantada, indestructible ”.
También se expondrán por primera vez tres láminas pintadas, parte de un núcleo más amplio producido por el artista entre finales de los años sesenta y los setenta. Ejemplos de un trabajo íntimo y personal sobre un material pobre y cotidiano, transmiten un eco de lo que hacían los jóvenes artistas de la época. Un gesto de política doméstica en el que nunca falta la representación de su idea de la escultura. El catálogo de la exposición contiene ensayos inéditos de estudiosos y grandes arqueólogos como Mario Botta que han analizado diferentes temas relacionados con la producción del artista. En su texto, Lara Conte aborda elementos fundamentales de la obra de Consagra como el color y la frontalidad en una relación dialógica e histórica con otros artistas de su generación y posteriores; Andrea Cortellessa se centra en Consagra como escritor, autor de numerosos ensayos, libros y una autobiografía de gran éxito Vita mia; Paola Nicolin hace público un estudio sobre las hojas pintadas y la importancia de estas obras en la producción del artista también con respecto al contexto histórico en el que fueron creadas. Mario Botta presta su presencia al libro con un recuerdo de su larga relación y entendimiento con el artista y, por último, Alberto Salvadori trabaja sobre el tema de la Ciudad Frontal y su actualidad. El libro ha sido publicado por la editorial Mousse y editado por Alberto Salvadori. Para más información, visite la página web de la Colección Giancarlo y Danna Olgiati.
En Lugano, una de las mayores exposiciones sobre Pietro Consagra, maestro de la escultura abstracta
Del 12 de septiembre de 2021 al 9 de enero de 2022, la Colección Olgiati de Lugano (Suiza) acoge una de las mayores exposiciones jamás realizadas sobre Pietro Consagra, el gran maestro de la escultura abstracta del siglo XX. Se titula “La materia podría no haber estado allí”.
Una exposición enteramente dedicada a Pietro Consagra (Mazara del Vallo, 1920 - Milán, 2005), uno de los más grandes escultores abstractos del siglo XX: es la que la Colección Giancarlo y Danna Olgiati de Lugano inaugura del 12 de septiembre de 2021 al 9 de enero de 2022, continuando el trabajo de investigación y presentación de su colección. La retrospectiva, comisariada por Alberto Salvadori en colaboración con el Archivo Consagra, nace como una continuación natural del largo conocimiento, la fuerte amistad, las intenciones compartidas y el amor por el arte de los dos coleccionistas con el artista siciliano, así como de su deseo de celebrar el centenario de su nacimiento, que se cumple en 2020.
Titulada Pietro Consagra. El tema no puede ser más importante: se trata de la primera exposición dedicada al artista en una institución pública suiza. La relación dialéctica con el otro, en el centro de su investigación (desde la serie Colloqui, de 1952), la frontalidad de la visión y sus cambiantes interpretaciones, y el tema de la ciudad como lugar de pensamiento y relación con la experiencia, constituyen el núcleo del proyecto expositivo y de la obra de Consagra presentada en la Colección Olgiati.
La exposición, que recorre la obra del artista desde los años cincuenta hasta principios de los setenta, pone de relieve cómo su aportación no era en realidad formal, sino que se orientaba hacia una participación, incluso crítica, en la sociedad en la que vivía y trabajaba. Las sesenta y cuatro obras exp uestas atestiguan cómo, de forma germinal primero y consolidada después, Consagra mantuvo siempre en el centro de su investigación un fuerte enfoque sobre el valor del hombre y del arte, con el fin de construir una sociedad mejor. Consagra es uno de los raros artistas del siglo XX que ha tocado todos los aspectos de la creación artística: pintó, esculpió, diseñó, creó joyas, muebles y arquitectura urbana; experimentó con diferentes técnicas sobre numerosos materiales; escribió mucho, con refinada vis polémica. La síntesis conceptual de este camino se aprecia en el título de una de sus obras, en hormigón armado, realizada en Sicilia en la desembocadura de una fiumara seca, La materia poteva non esserci, (La materia puede no estar), como para reiterar lo importante que era el camino que desde la idea pasa por el concepto y termina en la relación dialógica con la comunidad. Todos los materiales eran buenos para él; no distinguía en su ser artista y hacer arte por uno de ellos, no prefería la relación con la materia para fines relacionados con la búsqueda de la forma.
El tema de la frontalidad, que persistió en su obra, excluía los problemas escultóricos tradicionales y temas como el volumen y la masa, que son las características principales del objeto. Se exponen algunos de los Coloquios más importantes y una selección de las obras fundamentales de los años 50 en hierro, bronce, acero y madera quemada, así como numerosos hierros transparentes. Los Coloquios abrieron la temporada interminable del gran tema conceptual en el que la forma libre y fantástica creaba presencia, la palabra clave para entrar en el mundo de Consagra. Ningún proceso de mímesis, ninguna persistencia de lo real, sino un eco que va creando formas en sus esculturas dirigiéndonos hacia esa humanidad presentada en la más simple y compleja de sus relaciones. Los Coloquios habitan el espacio, su condición existencial y no el marco. Son una forma ecológica, una presencia en un entorno. La investigación interior realizada sobre la madera quemada, el hierro y el bronce ha ido siempre acompañada de una técnica soberbia. Una técnica, combinada con un hábil uso, de un medio potencialmente agresivo y, sin embargo, cuando se utiliza como lo hizo Consagra, tan fuertemente expresivo y poético como el soplete.
Los hierros transparentes se presentan, pues, como una imagen de dos caras, que ya no respeta el trazado cuadrangular y está dominada por una línea curva que se rompe y se vuelve a unir continuamente. Los hierros se mueven por un ritmo interior apremiante, a veces frenético, y por movimientos ligeros que el color hace gráciles, por tonos imaginativos, no naturalistas. La relación entre el signo y el dibujo sigue siendo fuerte, como demuestra en la exposición la presencia de varios ejemplos, entre ellos preciosos guardapolvos del archivo del artista. Los hierros transparentes constituyen un espacio original, germinal, donde el arte reacciona a las formas de la naturaleza y a su contemplación con su propia artificialidad.
“El arte es la alternativa, no el refugio de la naturaleza”, dijo Consagra. “El arte ya no es un servicio del Poder, es una forma de vida, una meta un ejemplo, una ayuda. La naturaleza sólo puede absorbernos, aislarnos, sacarnos del bucle, mantenernos en el fracaso, en la frustración de las relaciones humanas. Cuanto más puede aparecer la naturaleza como un probable asilo, más corre la ciudad hacia la ruina humana. Si nos refugiamos en la naturaleza, llevamos con nosotros las armas destructivas de la ciudad actual y diseminamos la corrupción de nuestro sentido del bien. No debemos ir hacia la naturaleza mientras que sí debemos ir hacia la ciudad”. Desde los años sesenta, Consagra era consciente de que la naturaleza no podía ser una coartada, un refugio ideal, un lugar que mitificar o definir como deseable, siguiendo la narrativa actual sobre el valor de los pequeños pueblos y el llamado campo en su acepción de lugar de refugio o inocencia mítica.
Es fundamental volver a partir de la ciudad como el lugar del hombre más experimentado y extendido, entonces como ahora cada vez más. He aquí La ciudad frontal de 1969. Con motivo de la exposición en Lugano, se presentará en su totalidad, con la línea fundamental del horizonte, colocada por el artista en la exposición de la Galleria dell’Ariete en 1969, determinando la posición del hombre en relación con el paisaje creado por el artista/arquitecto/urbanista. Un signo, un gesto de rasgos humanistas, para una definición urbana del contexto. Una concretización de emociones e ideas que encuentran en la ciudad la referencia más significativa a la complejidad del entrelazamiento de los modos de vida individuales y colectivos, a la proyección física de los poderes políticos y económicos. Tras la experiencia americana y el encuentro con las grandes arquitecturas de Sullivan, Wright y otros adalides del modernismo, Consagra con este tema no declara una propuesta de artista excéntrico y autoritario, sino que se enfrenta a un problema real que ha crecido con el tiempo hasta convertirse en permanente: las múltiples, en su mayoría frustrantes y conflictivas, relaciones del hombre con el espacio urbano, además de las debatidas desde tiempos inmemoriales, relativas al necesario e inmediato impacto social. Consagra también trae a este ámbito un tema fundamental relativo a la forma de existir en la ciudad: el progresivo desprendimiento de nuestra identidad de las nuevas construcciones que transforman y dictan el espacio de vida citadino, llevando a las personas a un estado de resignación general. La ciudad frontal es el signo de la consideración intelectual, pero también del apego afectivo al espacio urbano. En su libro de 1969 La città frontale (La ciudad frontal), Consagra escribió que “las ciudades se han vuelto resentidas, pero no por la contaminación, que es un mal remediable, sino por la invasión de una arquitectura que permanecerá implantada, indestructible ”.
También se expondrán por primera vez tres láminas pintadas, parte de un núcleo más amplio producido por el artista entre finales de los años sesenta y los setenta. Ejemplos de un trabajo íntimo y personal sobre un material pobre y cotidiano, transmiten un eco de lo que hacían los jóvenes artistas de la época. Un gesto de política doméstica en el que nunca falta la representación de su idea de la escultura. El catálogo de la exposición contiene ensayos inéditos de estudiosos y grandes arqueólogos como Mario Botta que han analizado diferentes temas relacionados con la producción del artista. En su texto, Lara Conte aborda elementos fundamentales de la obra de Consagra como el color y la frontalidad en una relación dialógica e histórica con otros artistas de su generación y posteriores; Andrea Cortellessa se centra en Consagra como escritor, autor de numerosos ensayos, libros y una autobiografía de gran éxito Vita mia; Paola Nicolin hace público un estudio sobre las hojas pintadas y la importancia de estas obras en la producción del artista también con respecto al contexto histórico en el que fueron creadas. Mario Botta presta su presencia al libro con un recuerdo de su larga relación y entendimiento con el artista y, por último, Alberto Salvadori trabaja sobre el tema de la Ciudad Frontal y su actualidad. El libro ha sido publicado por la editorial Mousse y editado por Alberto Salvadori. Para más información, visite la página web de la Colección Giancarlo y Danna Olgiati.
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Pietro Consagra, Homenaje a Paisiello (1955; bronce, fundición esmerilada de piezas individuales y soldadura, 69 x 72 x 6 cm; Lugano, Colección Privada). Foto: Maniscalco
Pietro Consagra, Hierro transparente Turquesa II (1966; hierro pintado, placas cortadas, dobladas, soldadas y pintadas, 60,7 x 44,7 x 9 cm; Lugano, Colección Privada). Foto: Claudio Abate.
Pietro Consagra, Giardino viola (1966; hierro pintado, 130,5 x 143,5 x 0,5 cm; Lugano, Museo d’arte della Svizzera italiana, Deposito dell’Associazione ProMuseo). Foto: Alexandre Zveiger.
Pietro Consagra, Ciudad frontal. 40 embryonic buildings (1968; latón y acero, placas cortadas, soldadas y pulidas, 21 x 225 x 100 cm; Milán, Archivio Pietro Consagra). Foto: Paolo Vandrasch.
En Lugano, una de las mayores exposiciones sobre Pietro Consagra, maestro de la escultura abstracta