En París, el Louvre abre sus puertas a una gran exposición dedicada a Cimabue, figura clave de la historia de la pintura occidental. Programada del 22 de enero al 12 de mayo de 2025, la exposición está comisariada por Thomas Bohl y cuenta cómo, entre 1280 y 1290, el artista florentino marcó un punto de inflexión epocal, rompiendo con la tradición bizantina e introduciendo una representación más natural del mundo, los objetos y los cuerpos. La exposición tiene su origen en dos acontecimientos clave: la restauración de la Maestà, a menudo denominada cuna de la pintura occidental, y la adquisición en 2023 de la Derrota de Cristo, una tabla descubierta en Francia en 2019 y reconocida como tesoro nacional.
Estas dos pinturas restauradas en 2024 constituyen la pieza central de la exposición, que reúne unas 40 obras para ilustrar la extraordinaria innovación de Cimabue. El artista florentino revolucionó el lenguaje pictórico abandonando las rígidas convenciones iconográficas bizantinas para experimentar con una nueva profundidad espacial, un modelado más suave de las figuras y una narrativa visual más atractiva. Hasta entonces, las imágenes sagradas se habían pintado según esquemas tradicionales, con figuras estilizadas carentes de realismo anatómico. Cimabue, en cambio, buscó dar tridimensionalidad a los cuerpos y una intensidad de expresión nunca vista hasta entonces, allanando el camino a Giotto y Duccio.
La exposición recorre el contexto artístico en el que trabajó Cimabue, entre Florencia, Pisa y Asís en la segunda mitad del siglo XIII. En aquella época, el arte seguía fuertemente influido por los iconos bizantinos, considerados imágenes sagradas producidas sin intervención humana. La Cruz de San Ranierino de Giunta Pisano y la Madonna Kahn son ejemplos emblemáticos, con figuras estilizadas y proporciones idealizadas. Cimabue rompió con esta tradición al introducir elementos ilusionistas y un enfoque narrativo más dinámico.
El corazón de la exposición es la Majestad del Louvre, obra monumental que testimonia la voluntad de Cimabue de humanizar las figuras sagradas. El cuadro muestra a la Virgen en un trono vista desde un ángulo de perspectiva innovador, mientras que la restauración ha revelado detalles ocultos como el brillo de los pigmentos de lapislázuli y las influencias artísticas de Oriente. El marco decorado con motivos pseudoárabes y la tela del trono sugieren un diálogo entre el arte occidental y el bizantino e islámico.
Otro tema central de la exposición se refiere al taller de Cimabue y su influencia en los maestros posteriores. Aunque no existen documentos seguros, se cree que Cimabue fue maestro de Giotto y que influyó en Duccio di Buoninsegna. La comparación entre la Madonna di Crevole de Duccio y la “Maestà” de Cimabue pone de relieve las similitudes en el modelado de los rostros y el uso de la luz para crear transparencias. Con Cimabue, el arte se convierte en un campo de experimentación continua, donde la investigación estilística y la innovación ocupan un lugar central.
Otro punto culminante de la exposición es el díptico de Cimabue, del que el Louvre reúne por primera vez tres paneles, los únicos conocidos, conservados en la National Gallery de Londres y en la Frick Collection de Nueva York. La Burla de Cristo se distingue por su vivacidad narrativa y su representación de la indumentaria contemporánea, reflejo de la influencia del pensamiento franciscano, que promovía una espiritualidad más cercana a la vida cotidiana. La obra anticipa la Maestà de Duccio y representa una importante encrucijada en la historia de la pintura gótica. La exposición se cierra con un extraordinario testimonio de continuidad artística entre Cimabue y Giotto: el gran fresco San Francisco recibe los estigmas. Esta pintura, realizada por el joven Giotto para la misma iglesia que albergaba a la Maestà, demuestra cómo el legado de Cimabue fue recogido y desarrollado por su discípulo, que llegaría a renovar la pintura italiana.
A la muerte de Cimabue, en 1302, el testigo del cambio ya había pasado a Giotto y Duccio, que marcarían definitivamente el rumbo del arte occidental. Sin embargo, esta exposición del Louvre pretende devolver a la figura de Cimabue el lugar que merece: el de un pionero, un innovador capaz de reescribir las reglas de la pintura e inaugurar una nueva era visual.
En el Louvre, la gran exposición de Cimabue con numerosas obras maestras |
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