El Museo Bailo recorre todas las etapas de la producción de Arturo Martini en una exposición


El Museo Luigi Bailo de Treviso acoge hasta el 30 de julio de 2023 la exposición "Arturo Martini. Obras maestras', basada en la extensa colección del artista trevisano que alberga el museo.

Hasta el 30 de julio de 2023, el Museo Luigi Bailo de Treviso acoge la exposición Arturo Martini. Obras maestras, comisariada por Fabrizio Malachin y Nico Stringa, organizada por el Ayuntamiento de Treviso y los Museos Cívicos. La exposición pretende rendir homenaje al gran escultor tre visano Arturo Martini (Treviso, 1889 - Milán, 1947), a quien se atribuye el impulso del renacimiento de la escultura italiana del siglo XX. 75 años después de su repentina muerte, la ciudad de Treviso le recuerda por la contribución que Martini hizo al arte véneto, italiano y universal. El año 2023 es también un año simbólico en la historia de la valorización y musealización de Martini en Treviso: es el 90º aniversario de la compra de la gran terracota Venus de los Puertos (1933) y el 30º aniversario de la compra del colosal grupo pétreo Finale, Adán y Eva. Esta última compra fue posible gracias a la participación de miles de trevisanos en la recaudación de fondos que condujo a la adquisición.

El público puede recorrer todas las etapas de la producción artística del escultor trevisano. También es una oportunidad para que los estudiosos formulen un nuevo punto de vista sobre los estudios Martini, destacando el papel y la modernidad de Martini en la escultura europea del siglo XX. Gracias a laamplia colección de sus obras en el Museo Bailo, que datan desde la producción temprana del artista hasta sus años de madurez, Arturo Martini es siempre protagonista.
La exposición se desarrolla en un itinerario diseñado no en sentido cronológico, sino para realzar las distintas obras maestras, situándolas en los espacios físicos más adecuados para albergarlas, teniendo en cuenta también sus grandes dimensiones. A continuación se yuxtaponen, muy a menudo por primera vez, con obras del mismo tema de su juventud o de su madurez artística, favoreciendo una exposición por ejes temáticos. Así, por ejemplo, el bronce Hijo pródigo estará flanqueado por el yeso bidimensional de 1913-14 y la terracota de su madurez, o el Tobiolo con el boceto que lo inspiró y el Tobiolo de su madurez. Una segunda interpretación del itinerario sigue unalínea temporal ideal en la investigación escultórica de Martini, desde los primeros experimentos juveniles hasta las grandes obras en bronce, desde las obras maestras de la “temporada del canto” (las terracotas) hasta los mármoles y los resultados extremos de los años cuarenta. La exposición fue también la ocasión de realizar algunos trabajos de restauración. El Hijo Pródigo, la Novia Feliz, el Ciclo Blevio y el Sagrado Corazón, por citar sólo algunos, fueron objeto de trabajos de mantenimiento.



El recorrido expositivo se divide en cinco secciones: comenzando por la sección permanente que el Bailo reserva al escultor (visita imprescindible para conocer la formación y la rápida evolución de Martini), una sala presenta la figura de Arturo Martini, sus primeros trabajos y su formación. Recorremos los años de su aprendizaje, marcado por la influencia de maestros como Giorgio Martini (padre del ya famoso Alberto) y Antonio Carlini, de quien aprendió las técnicas del moldeado; ejemplo de esta experiencia es el asombroso Retrato de Fanny Martini, pero también Armonías, el Retrato Antonio Scarpa. Entramos así en la temporada más prolífica del gran escultor trevisano. Poco después, de hecho, se celebran las primeras exposiciones en Treviso y Venecia, donde Martini tiene la oportunidad de presentar sus obras y obtiene sus primeros premios (Equilibrio/contrabajista, Il poeta/Libero pensatore). Y después le seguimos en sus viajes, estímulo para afrontar nuevos horizontes y nuevos lenguajes internacionales: la larga estancia en Múnich y la influencia de París. Nuevos horizontes que muestran sus frutos en la producción de los años previos y durante la Primera Guerra Mundial, caracterizada por el uso de todas las formas de expresión. Las esculturas, con obras de yeso y hormigón como Maternidad y Alegoría del Mar y Alegoría de la Tierra (por su tamaño colocadas en el claustro de la planta baja), se vieron flanqueadas por su importante experiencia gráfica y cerámica, para la que colaboró con el horno Gregorj. Encontró en el propietario, Gregorio Gregory, un mecenas y apoyo que le guió en su experimentación técnica, marcando profundamente la sensibilidad del escultor, que encontró en ese material la plenitud plástica e interpretativa que culminaría, en sus años de madurez, en obras vigorosas y poderosas.

La segunda sección continúa centrándose en sus grandes obras maestras. Como en la exposición de 1967, en la inauguración se colocarán el León de Monterosso - Quimera, y ese Hijo Pródigo que fue elegido como manifiesto de la exposición. La disposición física del museo permite reservar cada sala para un enfoque preciso en torno a una sola obra maestra. En la sala reservada a la Mujer nadando bajo el agua, el bronce preparatorio se expondrá por primera vez junto al mármol, mientras que la tecnología multimedia dará la ilusión de estar bajo el agua. Una sala estará dedicada a la comparación entre La Pisana y Donna al sole: dos desnudos de mujer que son una expresión sublime de ese torbellino de sensualidad y gracia, audacia y encanto, que tanto cautivó y hechizó a Martini. Y de nuevo Tobiolo, obra aclamada unánimemente en Milán, Venecia y París. Publicada en la portada del Corriere della Sera el 17 de mayo de 1935, la obra marcó una especie de consagración en la carrera de Martini. El Tobiolo con un pez en las manos se yuxtapondrá al Tobiolo “Gianquinto” posterior, que presenta un enfoque iconográfico innovador, en la línea de los resultados de la Tuffatrice y el Pugile in riposo. Luego está la monumental Novia feliz de 1930, presentada por primera vez en la Quadriennale de Roma y nunca más expuesta durante más de treinta años: un gesto de exultación espontánea en un estallido de formas, ornamentos, hinchamientos para subrayar la alegría y el júbilo. Otras salas estarán dedicadas a otras obras maestras monumentales, como El bebedor, Muchacho sentado (algunas de las grandes terracotas de Martini, de una rara fuerza expresiva), La vigilia. No faltan obras inéditas, como el monumental Sagrado Corazón (3,20 metros de altura). El yeso, modelado en 1929 cuando estaba en Monza para la iglesia de Vado Ligure, fue rechazado por considerarlo incongruente con respecto a los cánones tradicionales del arte sacro: celosamente conservado por el artista en su casa-museo, se expondrá por primera vez. Otro yeso de grandes proporciones es La novia feliz. Apareció por primera vez en la I Quadriennale de Roma, y es un derroche de adornos, encajes y telas hinchadas. Casi como para celebrar la última gran exposición monográfica, la de 1967, el célebre Tito Livio (el mármol se encuentra en el atrio del Liviano de Padua) estará presente: se expondrá gracias al molde realizado para aquella exposición de Treviso: el molde de escayola recuperado y restaurado se colocará por primera vez junto a su boceto preparatorio. La tercera sección, en cambio, estará enteramente dedicada a las mayólicas (entre otras, el museo expondrá el Pequeño belén en mayólica policromada). Sólo en apariencia son obras menores: en realidad, expresan toda la tenacidad y curiosidad con las que el artista experimentaba con todos los materiales posibles y sirven de taller para posteriores reelaboraciones, dando testimonio de su adhesión al movimiento “Valori plastici” de Mario Broglio. Se reservará una sección especial a esta producción, en particular a las piezas únicas modeladas y alicatadas en mayólica en el ILCA de Nervi y expuestas en la exposición personal de Monza. Se trata de una novedad en la producción de Martini: piezas únicas, notas, frente a la producción en serie que había caracterizado los anteriores diseños para Labò y Trucco, o Gregorj. Es la afirmación del escultor-ceramista que crea obras propias, rompiendo con la “dependencia” de la lógica industrial. Son obras maestras en las que no faltan la invención, la armonía e incluso la ironía. Entre ellas, la Mujer tumbada, La fuga de los amantes, El explorador, La visita al prisionero, Los bandoleros, hasta llegar a la serie de los animales donde destacan algunas pinceladas contrastadas. Junto a los encargos monumentales, Martini también realizó obras de menor formato. La reflexión sobre la Antigüedad, tras su visita a Nápoles, le llevó a Blevio, en el lago de Como, para realizar en pocas semanas una serie de obras maestras en yeso, donde el estudio de la construcción y el movimiento de la figura conducen a soluciones antitéticas a las monumentales. Investigación y experimentación, en obras como Centomestrista, Muerte de Safo, Salomón, Laocoonte, Violación de las Sabinas, Susana y Amazonas asustadas, que en la tercera sección permiten relatar la constante investigación del artista, capaz de inspirarse continuamente y de reelaborar su obra de forma totalmente personal.

Vista del claustro sur con la Venus de los Puertos y el grupo de Adán y Eva
Vista del claustro sur con la Venus de los Puertos y el grupo de Adán y Eva
Arturo Martini, La Nena (c. 1929; terracota)
Arturo Martini, La Nena (c. 1929; terracota)
Arturo Martini, León de Monterosso/Chimera (1933; tierra refractaria)
Arturo Martini, León de Monterosso/Chimera (1933; terracota)
Arturo Martini, Tobiolo (1933; bronce)
Arturo Martini, Tobiolo (1933; bronce)

La cuarta sección está dedicada alMartini pintor. Dibujo, gráfica y pintura son las huellas de una investigación paralela y complementaria a la escultura, evidente en los queramógrafos (término que inventó para las impresiones a partir de matrices de “hojas” de arcilla) de los años de Ca’ Pesaro y en la gráfica “neomedieval” de temas religiosos, a la que también se dedica una sección de la exposición permanente. Esta sección acogerá más de treinta pinturas nunca antes presentadas en una exposición que revelan un aspecto bastante nuevo de Martini.

Concluirá el itinerario la quinta sección titulada La maturità nei capolavori del Bailo (La madurez en las obras maestras del Bailo): una sala dedicada a los experimentos extremos de Martini en el sentido cubista (entonces inéditos en Italia). Una selección de obras maestras, como Scomposizione di toro, Cavallo allo steccato, Atmosfera di una testa, representan la fase que desembocará en la crisis de Martini en torno a la “escultura lingua morta”. En las salas situadas al este del claustro, en correspondencia con el jardín renovado, se puede admirar la sección monográfica dedicada a los años de madurez de Arturo Martini, con una sorprendente selección de obras maestras. Las primeras salas están dedicadas a Los bronces de los años veinte, Pequeños plásticos y relieves de los años veinte, Dibujo, Gráfica y Pintura: aquí se pueden admirar obras fundamentales que testimonian el ferviente coleccionismo trevisano traducido en múltiples legados al Museo. Es a la luz del claustro, en un espacio silencioso y suspendido, donde se desarrolla una de las obras maestras más poéticas de Martini, La Venus de los Puertos, en una dimensión que tiene que ver con el sentido de la espera, la soledad y el aburrimiento encerrados en el desnudo melancólico de una mujer a la espera del “Amor”. Adquirida por el Ayuntamiento en 1933, es una de las grandes terracotas realizadas en el periodo comprendido entre finales de los años veinte y principios de los treinta y constituye el periodo de mayor inspiración del artista, en el que fusionó formas clásicas (desde el arte etrusco y griego hasta el de los maestros de los siglos XIII y XIV) con nuevos conceptos plásticos. La visita termina en el claustro, donde se pueden contemplar elAdán y la Eva.

También se expone una escultura nunca vista, que ha permanecido protegida durante más de ochenta años, casi oculta tras su única aparición en la Cuadrienal de Roma, en 1939, en la casa museo de Vado Ligure. Se trata del Legionario Herido, realizado por Arturo Martini en 1936-37 (en escayola), a más tardar en 1938 en mármol. “La obra”, explica el conservador Fabrizio Malachin, “se inscribe en ese clima de entusiasmo que siguió a la guerra de Etiopía, cuando la recién encontrada paz era también portadora de expectativas de nuevos encargos públicos. Hay todavía un sabor retórico en ese legionario representado sentado, con las piernas separadas y los brazos levantados, mientras se venda el brazo: ¡poderoso ese gesto, entre la cólera y la impotencia, llevado a una dimensión monumental y que recuerda, en el detalle de la venda estirada en el espacio, lo que Antonio Canova había hecho en Dédalo e Ícaro con el alambre de hierro!”. “La presencia de esta obra en la exposición -dicen los comisarios- nos permite adentrarnos en una década fundamental de la actividad artística de Arturo Martini, la comprendida entre mediados de los años treinta y los cuarenta, con sus pasiones políticas. Esa mirada hacia arriba, hacia el futuro, parece, además, anticipar una búsqueda que desembocaría en Palinuro: un mármol dedicado al partisano Primo Visentin, conocido como ’Masaccio’, muerto en Loria el 29 de abril de 1945, que se conserva en el Palacio del Bo de Padua. Si el Legionario expresa en esa mirada elevada la aspiración a un futuro mejor, el mismo concepto se exalta en el Palinuro, donde no hay retórica, sino que prevalece el ”concepto“, como se esforzaba continuamente Antonio Canova: el monumento celebratorio no debe centrarse en una apoteosis del personaje a conmemorar, sino destacar un concepto ligado a él. Y aquí nos encontramos en el ámbito de la consecución de la ”Liberación“ gracias a la acción de numerosos héroes. Es el primer monumento a la lucha partisana en Italia, a esa Liberación del nazi-fascismo que Visentin no vio, ya que fue asesinado pocos días antes de la liberación final, mientras intimaba la rendición a un grupo de alemanes que huían”. “Legionario y Palinuro, distantes en sensibilidad, ejemplifican sin embargo la extraordinaria capacidad de Arturo Martini para narrar a través de imágenes con gran fuerza: iconos de distintas épocas y momentos creativos”. “El primero incluye importantes encargos públicos. Por ejemplo, el altorrelieve para el Palacio de Justicia de Milán diseñado por Marcello Piacentini data de 1937. Su relieve sobre la ”Justicia corporativa“ estaba flanqueado por visiones de la Justicia bíblica y romana, ilustradas por Arturo Dazzi y Romano Romanelli. Esta obra es rica en significados alegóricos interpretados en clave mítica, más expresiva que simbólica y, por tanto, poderosa y poética: un juicio universal laico con la Justicia sentada como Juez entre escenas bíblicas con Adán y Eva y el Hijo Pródigo, es decir, entre los grandes temas hechos famosos precisamente por sus grandes grupos esculpidos unos años antes (presentes en la exposición). Los esfuerzos físicos exigidos por esta gran obra marmórea dieron lugar a una larga convalecencia y le abrieron las puertas a una nueva forma de expresión, la pintura, que experimentó inicialmente en Burano, donde el sentimiento y la poesía prevalecen en obras que vieron al Martini pintor posicionarse entre la joven generación en clave fuertemente expresiva. Pero nuevos encargos le llevaron de nuevo a Milán, donde sus obras fueron solicitadas para el Arengario de la Piazza Duomo de Milán sobre el tema de la historia de la ciudad. Lejos de la Giustizia Corporativa, el relieve se aplana con efectos de talla primitiva que le permiten alejarse de la retórica facilona y acercarse a formas útiles para la narración. Debido a las sospechas derivadas de sus numerosos encargos públicos (la Atenea para la Universidad La Sapienza de Roma, el Tito Livio para el Liviano de Padua, el bajorrelieve Pegaso para el Palacio de Correos de Savona, la Victoria en la Oficina de Correos de Nápoles, etc.), el artista fue depurado en 1945. ”Legionario y Palinuro“, concluyen Malachin y Stringa, ”son así un ejemplo de cómo Martini no puede clasificarse en esquemas rígidos: un artista que supo aprovechar las oportunidades, ciertamente, pero sin negarse nunca a sí mismo. Del mismo bloque de mármol salieron, por ejemplo, el Tito Livio y (de una gran astilla resultante) la Mujer nadando bajo el agua, ambas documentadas en la exposición. Más que una obra monumental acorde con la época, Tito Livio es un héroe romántico con esa actitud meditativa, mientras que en obras como Mujer nadando bajo el agua Martini alcanza cotas absolutas: esa escultura sin cabeza, donde exaspera el concepto de espacio, se cuenta entre las obras más importantes del siglo XX y restablece la primacía de la escultura italiana en Europa".

Para más información: https://www.museicivicitreviso.it/

Arturo Martini, Leda y el cisne (1929; Finale Stone)
Arturo Martini, Leda y el cisne (1929; piedra Finale)
Arturo Martini, I briganti (1929-1930; mayólica decorada)
Arturo Martini, Los bandidos (1929-1930; mayólica decorada)
Arturo Martini, legionario herido (1936-37)
Arturo Martini, Legionario herido (1936-37)
Arturo Martini con Palinuro
Arturo Martini con Palinuro

El Museo Bailo recorre todas las etapas de la producción de Arturo Martini en una exposición
El Museo Bailo recorre todas las etapas de la producción de Arturo Martini en una exposición


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