Será un verano bajo el signo de la gran fotografía que Turín se dispone a vivir. CAMERA - Centro Italiano per la Fotografia presenta la exposición más esperada de su programa de exposiciones 2025: una retrospectiva dedicada a Alfred Eisenstaedt (Dirschau, 1898 - Oak Bluffs, 1995) , maestro indiscutible del fotoperiodismo del siglo XX. La exposición se inaugurará el 13 de junio y permanecerá abierta hasta el 21 de septiembre, ofreciendo al público italiano una selección de 150 fotografías, muchas de ellas inéditas, para redescubrir uno de los rostros más famosos de la fotografía mundial. Treinta años después de su muerte y ochenta años después de la icónica toma del beso en Times Square, J Day in Times Square, CAMERA rinde homenaje al autor que relató el siglo XX con un lenguaje visual capaz de oscilar entre la crónica, la poesía y la ironía.
“Cuando hago una fotografía”, decía Alfred Eisenstaedt, “intento captar no sólo la imagen de una persona o de un acontecimiento, sino también la esencia de ese momento”.
La exposición, comisariada por Monica Poggi, es la primera gran retrospectiva dedicada a Eisenstaedt en Italia tras la celebrada en 1984. Es una oportunidad para recorrer todo el arco creativo de un autor que atravesó casi un siglo de historia con su cámara. De la Alemania de los años 30 a los Estados Unidos de la posguerra, de los retratos de las grandes personalidades del siglo XX a los reportajes en Italia y Japón, Eisenstaedt captó la vida con una mirada a la vez divertida e investigadora.
La exposición de Turín ofrece la oportunidad de descubrir sus primeros trabajos en Alemania, entre ellos el inquietante retrato de Joseph Goebbels, y de explorar las múltiples caras de su talento, plasmado en un vasto repertorio de retratos, reportajes e imágenes de fuerte impacto visual.
Nacido en 1898 en Dirschau, Prusia Occidental (actual Polonia), Eisenstaedt se acercó a la fotografía en su adolescencia, gracias a una Kodak Nr. 3 que le regaló un tío. En la década de 1920 trabajó como fotógrafo independiente y en 1929 publicó sus primeras imágenes en el Berliner Illustrirte Zeitung. El ascenso del nazismo y las leyes raciales le obligaron a exiliarse: en 1935 emigró a Estados Unidos, donde encontró una nueva patria y una extraordinaria oportunidad profesional. Al año siguiente empezó a trabajar para la recién fundada revista Life, que le convertiría en uno de sus principales fotógrafos. A partir de ese momento, su objetivo documenta la sociedad estadounidense con una mirada participativa, irónica, a veces lírica, sin renunciar nunca al rigor de la investigación periodística.
Entre los momentos más intensos de la exposición se encuentran los famosos retratos de Eisenstaedt de figuras icónicas de su época. Sophia Loren, Marlene Dietrich, Marilyn Monroe, Albert Einstein, J. Robert Oppenheimer: son sólo algunos de los protagonistas que el fotógrafo supo retratar con extraordinaria intimidad. Su enfoque nunca es invasivo ni espectacular. Al contrario, construye una relación sutil y profunda con sus sujetos, traduciendo su esencia a través de la luz, la expresión y el contexto. Lejos de los tonos celebratorios, Eisenstaedt prefiere investigar la dimensión humana y cotidiana, incluso en las personalidades más famosas.
Dos secciones de la exposición están dedicadas a los reportajes europeos realizados por Eisenstaedt antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial y a los reportajes italianos de posguerra. En estas obras, el autor observa los cambios económicos y sociales que se están produciendo, prestando especial atención a los detalles del paisaje urbano. En Italia, por ejemplo, documenta el impacto de las nuevas vallas publicitarias en las perspectivas visuales y el imaginario colectivo. Sus fotografías, en este sentido, son herramientas críticas que reflexionan sobre la actualidad, incluso a través de los signos más discretos y marginales.
El estilo de Alfred Eisenstaedt se sitúa en la estela de la gran tradición documental estadounidense, pero amplía sus límites gracias a un lenguaje visual personal y abierto a la contaminación. En sus tomas conviven el rigor periodístico y la sugerencia pictórica. Algunas imágenes dedicadas a bailarinas clásicas, por ejemplo, evocan las atmósferas decimonónicas de Edgar Degas, mientras que otras obras se acercan a la imaginería del surrealismo europeo, con construcciones irónicas y alienantes. Esta duplicidad es una de las claves de su éxito: Eisenstaedt sabe ser a la vez cronista y poeta, testigo y narrador, observador e intérprete.
Eisenstaedt siguió fotografiando hasta los años ochenta, abarcando décadas cruciales en la historia del siglo XX. Su larga carrera es un testimonio vivo del poder de la fotografía como herramienta de narración, análisis y belleza. Tras una vida transcurrida entre redacciones, viajes, reuniones e imágenes, el fotógrafo falleció en 1995, a los 97 años, en su casa de vacaciones de la isla de Martha’s Vineyard. Hoy, treinta años después de su muerte, la exposición de CAMERA recupera el retrato vivo y complejo de un autor que hizo de la fotografía un arte de la presencia y la memoria.
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Eisenstaedt se expone en Turín: 150 instantáneas para contar la historia del fotógrafo del beso en Times Square |
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