Del 26 de septiembre de 2024 al 16 de febrero de 2025, las salas del Palazzo Pallavicini de Bolonia acogerán una exposición dedicada a la fotografía de Tina Modotti(Udine, 1896 - Ciudad de México, 1942), máximo exponente de la fotografía y el activismo político en la primera mitad del siglo XX.
Organizada y realizada por Chiara Campagnoli, Deborah Petroni y Rubens Fogacci de Pallavicini s.r.l., junto con el Comité Tina Modotti, la exposición, comisariada por Francesca Bogliolo, se propone recorrer, a través de una refinada selección de un centenar de obras y de algunos preciosos documentos, la historia humana de una mujer valiente e inconformista, que supo interpretar los sentimientos de su tiempo, elaborando una poética de la verdad precursora de valores humanos capaces de trascender los límites del espacio y del tiempo.
Independiente, libre, moderna, Tina Modotti combinó su amor por el arte y la verdad con su ardor político, que guió sus opciones y acciones como militante, con el deseo de contribuir a la creación de un mundo mejor. En continuo diálogo con artistas e intelectuales a lo largo de sus periodos expresivos, Modotti desarrolló un lenguaje fotográfico de tono intimista, capaz de indagar en las contradicciones de la realidad para penetrar en su secreto lirismo. El conjunto de las instantáneas expuestas en la muestra revela, de entrada, una nueva forma de observar la realidad, participando de la fugacidad de sus instantes: el recorrido articulado a lo largo de las salas quiere invitar al observador a dialogar con su propia concepción personal del tiempo, a veces inmóvil y asombrado, a veces fugaz y huidizo.
Lo que emerge con fuerza es una Tina feliz y libre (feliz porque es libre), como ella misma escribió a Weston en abril de 1925: una mujer con un intelecto vivo y una sorprendente capacidad de introspección, cuya naturaleza polifacética parece capaz de guiar sus decisiones. Dividida en seis secciones, la exposición pretende mostrar al público las infinitas facetas de una fotógrafa que fue capaz de descuidar la estética para dedicarse a la ética, desarrollando un código visual elocuente y personal, que tomó forma y evolucionó en muy poco tiempo y que, sin embargo, fue capaz de dejar una huella indeleble en el patrimonio histórico y fotográfico de la primera mitad del siglo pasado. El diálogo continuo con las fotografías de Edward Weston, reverberación de un denso intercambio de correspondencia entre los dos artistas, narra la obsesión de Tina por la calidad fotográfica y su deseo, reiterado en una declaración de 1929, de registrar objetivamente la vida en todos sus aspectos.
Numerosas fotografías biográficas, impregnadas de fuerza narrativa, incluyen los rostros de algunas personalidades conocidas de la época y de la dimensión artística en la que Modotti sumergió su alma y encontró su inspiración: el fotógrafo y su mentor Edward Weston, los artistas Diego Rivera y Frida Kahlo, la actriz Dolores del Río, el periodista revolucionario Julio Antonio Mella, el político Vittorio Vidali. En la perspectiva de un activismo apasionado y sincero, Tina utilizó el medio fotográfico como una prolongación de su propio ojo, un instrumento de investigación y denuncia social, con una coherencia expresiva capaz de trascender el arte para entregarlo como un regalo a la vida, esa vida que, según sus propias palabras, luchaba constantemente por dominar el arte.
Una verdadera metamorfosis de la vida en arte, que encuentra su transposición fotográfica en las famosas calas y delicadas geometrías expuestas, que Tina intenta convertir en abstracción para preservarlas en la memoria, dejando de lado los elementos superfluos para alcanzar, con fervor, el núcleo del sentimiento. La intensidad de la pasión que guía la mano y el ojo de Tina se encuentra en los rostros y las manos de los mexicanos, protagonistas de toda una sección, testigos de un deseo de cambio y de una conciencia necesaria, que en su visión se convierten en iconos de la posibilidad de redención social.
Vida, arte y revolución: éstas son las palabras clave de los planos que captan los símbolos de la lucha de clases, los trabajadores, las mujeres del pueblo, las asambleas, los detalles. Intensas son las instantáneas de las mujeres de Tehuantepec que, caminando veloces por la naturaleza, hablan del deseo de Tina de buscar en una sociedad antigua una nueva verdad y un sentido poético que se convirtieran para ella en inagotable linfa creativa; austeras, en este sentido, son las miradas de los niños, que parecen penetrar en el objetivo en un intento de llegar al alma de la fotógrafa.
Cierra la exposición, por último, una selección de retratos de Tina, entre ellos algunos de los que ella calificó de inmortales, realizados por Edward Weston. Al observarlos, parece oírse el eco de las palabras de Federico Marín, que la describía como “una belleza misteriosa, desprovista de vulgaridad [...], pero no alegre, sino austera, terriblemente austera. Ni melancólica, ni trágica”.
La fascinación y el misterio permanecen intactos hasta nuestros días, ya que las palabras escritas en sus cartas, su peculiar mirada, su atrevida experimentación, sitúan a Tina Modotti entre las más grandes intérpretes de la realidad de la condición humana, captada en sus infinitas facetas. El carácter envolvente de sus tomas, derivado de una empatía innata con sus sujetos, se convierte en una voz capaz de narrar al espectador la infinita variedad del mundo y, al mismo tiempo, su universalidad.
Para más información, visite el sitio web oficial del Palazzo Pallavicini.
Bolonia, el Palazzo Pallavicini dedica una exposición a Tina Modotti |
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