Bolonia, el Museo del Cubo acoge los cuadros de Maurizio Bottarelli, "el último de los naturalistas


Del 13 de junio al 29 de septiembre de 2023, Cubo, el Museo Empresarial del Grupo Unipol en Bolonia, presenta la exposición de Maurizio Bottarelli "Disperdere il limite" (Perder el límite): un corpus de pinturas donadas al patrimonio artístico del Grupo Unipol por el artista emiliano.

Disipar el límite es el título de la exposición de Maurizio Bottarelli (Fidenza, 1943) organizada en CUBO, el Museo Corporativo del Grupo Unipol, que presenta un corpus de pinturas donadas al patrimonio artístico del Grupo Unipol por el artista emiliano, definido por el gran crítico e historiador del arte Francesco Arcangeli como “el último de los Naturalistas”. Programada del 13 de junio al 29 de septiembre, la exposición, comisariada por Pasquale Fameli, tiene lugar en las dos sedes de Porta Europa y Torre Unipol de Bolonia. La exposición resume las etapas más representativas de la trayectoria creativa de Bottarelli y ofrece la oportunidad de poner de relieve las relaciones que el propio artista estableció con autores y corrientes artísticas contemporáneas nacionales e internacionales.

Maurizio Bottarelli, testigo de un “tormento ideal”, retomando las palabras de Arcangeli, ha elegido el CUBO Business Museum de Unipol como lugar para valorizar su producción, reconociendo en los valores fundacionales del Museo -memoria, protección, compartir y futuro- los principios que subyacen también a su propio legado. Toda la producción de Bottarelli, caracterizada por una continua experimentación con materiales pictóricos que configuran paisajes y atmósferas de fuerte intensidad, surge de una profunda reflexión sobre la condición humana, que se expresa a través de tres temas esenciales: la cabeza, el desnudo y el paisaje.



La exposición se inaugura en Porta Europa con la Cabeza de 1962, en la que se puede leer el desarrollo de su investigación al mostrar el primer plano de un sujeto deformado por el tormento existencial, en concordancia con los temas y estados de ánimo del movimiento informal europeo, en particular los de Jean Dubuffet, Jean Fautrier, o su compatriota Pirro Cuniberti. La cabeza es un modelo que Bottarelli reitera a lo largo del tiempo, como demuestran también las dos Cabezas de 2012, realizadas en técnica mixta con papel de alquitrán: son imágenes desgastadas y corroídas de identidades indefinidas. Las dimensiones de todas estas pinturas, excesivas frente a las convenciones del retrato, sugieren que cada cabeza representa un lugar, una topografía del sufrimiento. Y es del motivo de la cabeza del que Bottarelli extrae directamente el del paisaje, entendido no como representación de un escenario natural, sino como exploración del sujeto humano.

En la fase más madura de la carrera de Bottarelli se observa, de hecho, cómo el paisaje adquiere el valor de una metáfora existencial, emanación del conflicto entre el individuo y el mundo. El tormento aflora en obras como Desnudo de 1964, desarrollo deliberadamente inacabado de una figura ajena, nacida de la fecundación del núcleo informal, un cuerpo monstruoso y elegante modelado bajo la influencia de Francis Bacon y Graham Sutherland. El tema del desnudo también permite a Bottarelli abordar la criticidad de la condición existencial, destilada esta vez en un sujeto ambiguo, incapaz de adquirir una identidad definida. Es una solución que se repite varias veces en la carrera del artista, como atestigua también el Desnudo de 1996, una figura encogida que intenta escapar del estrecho espacio que se le ha asignado. Los cuerpos ajenos y monstruosos abandonan así los espacios para revelar sus estructuras; son lugares fríos, industriales, severamente construidos, que aluden a la finitud física de cada individuo.

Este sentido de la fugacidad se desprende también de las dos obras Sin título de 1986, muros inmóviles, pero esta vez desconchados, imperfectos, atrapados en una oscuridad que ya no es la de un interior poco iluminado, sino la de un paseo nocturno solitario.

A continuación, la exposición pasa a analizar la fase más madura de la investigación de Bottarelli, entre finales de los años setenta y principios de los ochenta, en la que se produce un retorno al paisaje, entendido siempre como metáfora existencial, y la reapertura de un espacio romántico, en el que se percibe una mirada al naturalismo de William Turner y Gustave Courbet, destinada a reafirmar el dramatismo de la condición subjetiva frente a las fuerzas de la naturaleza. Pertenecen a este periodo obras como Paisaje islandés (1991), Imagen clave (1992), Tasmania (2005).

El camino se perfecciona en Porta Europa donde expone Sin título de 1972, bautizada jocosamente por Arcangeli comoel "Nerón", uno de los mayores ejemplos de esta fase de investigación, quizás la obra que debe considerarse la más representativa, si tenemos en cuenta que el mismo crítico habría querido exponerla en el Pabellón Italiano de la Bienal de Venecia del mismo año, dedicada a la alternancia Opera o comportamento.

Catálogo publicado por CUBO Unipol. Para más información: www.cubounipol.it

Bolonia, el Museo del Cubo acoge los cuadros de Maurizio Bottarelli,
Bolonia, el Museo del Cubo acoge los cuadros de Maurizio Bottarelli, "el último de los naturalistas


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