Dos meses después de que se anunciaran los nombres de los ganadores, se han desvelado las cuatro obras galardonadas en la edición de 2018 (la cuarta) del Premio Henraux, concedido anualmente a escultores que se han distinguido por su trabajo en mármol. Este año, los premios han recaído en Francesco Arena, David Horvitz y Diego Marcon, y se ha otorgado una mención especial al colectivo Anto. Milotta - Zlatolin Donchev.
Francesco Arena presentó Metro cubo di marmo con metro lineare di ash, una obra muy representativa de su trayectoria artística, en la que un material noble como el mármol se enfrenta a un material prosaico y volátil como la ceniza de puro. Esta obra surge directamente de la investigación del artista en Henraux. En particular, Arena quería centrarse en los enormes bloques de mármol, tan absolutos en su arcaica simplicidad, y convertirlos en el punto de partida de su obra. El mármol es una imagen de la perdurabilidad en el tiempo, un tiempo geológico en el que desaparece la existencia individual, mientras que la ceniza es una imagen de lo impermanente que es la existencia humana. La obra es la unión de dos líneas temporales diferentes, la de la piedra y la del hombre, millones de años por un lado y décadas por otro.
David Horvitz, con su obra Tentatively Untitled, busca la fragilidad, no la solidez, en el mármol. La escultura posee una sensación de permanencia, pero nada dura e incluso el mármol, según el artista, no es más que el residuo de un océano comprimido por el tiempo. Horvitz quería dispersar un bloque de mármol que identificó en una cantera en la cima de una montaña, reduciéndolo a fragmentos que el público pueda llevarse consigo. La escultura no desaparecerá sino que se dispersará, destinada a la fugacidad de la imaginación y la memoria, como la historia de un soldado americano de origen japonés muerto en la Segunda Guerra Mundial, que Horvitz reactiva a través de dos fotografías que lo conmemoran tanto en Los Ángeles como en Pietrasanta.
La obra de Diego Marcon, Ludwig, es la “materialización en mármol” de un niño realizada a partir de un modelo en 3D, un pequeño monumento a la fragilidad y ambivalencia de la vida. En la obra de Marcon, la figura del niño juega un papel decisivo a la hora de generar sentimiento y empatía. Es una figura vulnerable, que sobre todo estimula la compasión, activando el deseo de “cuidar”. Al mismo tiempo, la infancia es una condición que todos los adultos han experimentado, pero que vuelve a ser ajena y misteriosa cuando se supera.
Por último, Anto. Milotta - Zlatolin Donchev han propuesto Libro di vetta (Libro de cumbres), un proyecto site-specific inspirado en el monte Altissimo e invirtiendo la idea de Miguel Ángel sobre la materia y el arte, convirtiendo la montaña en escultura cuando la propia escultura contiene la montaña. Los artistas abordan la compleja relación entre el hombre y la naturaleza, a través de un proyecto nacido de la observación morfológica del territorio y de la reflexión sobre los procesos que definen su paisaje. Libro di Vetta es una escultura suspendida en el vacío. Entrar en el interior de la cantera es como acceder a un lugar de culto. No es casualidad que para Milotta y Donchev una zona de las Cervaiole reciba el sobrenombre de Catedral, porque es un espacio vacío excavado en el corazón de la montaña que transmite una sensación de grandeza y también libera energía a través de la reverberación y la acústica. La cima suspendida no es más que una visión: la visión pura de un mundo metafísico e irreal.
Las obras fueron evaluadas por un jurado compuesto por Edoardo Bonaspetti, crítico de arte, Presidente del Jurado, asistido por Ilaria Bonacossa, Directora de Artissima, Eike Schmidt, Director de la Galería de los Uffizi, Roberta Tenconi, conservadora de la Fundación Pirelli HangarBicocca y Andrea Viliani, Director de Madre, Museo de Arte Contemporáneo de Donnaregina.
“El Premio Fondazione Henraux”, explica Edoardo Bonaspetti, “es un proyecto ambicioso y articulado destinado a desarrollar la investigación en torno al potencial del mármol. Las propiedades de este material no sólo están relacionadas con la escultura en el sentido tradicional, sino con ámbitos innovadores del pensamiento y la creación. En un contexto único de tecnología y artesanía, los artistas de esta edición tuvieron la oportunidad de confrontarse con una realidad productiva que combina la cultura digital y los valores de la artesanía secular. En un proceso de contaminación para toda la empresa, los artistas ensayaron aplicaciones y lenguajes expresivos en diálogo entre distintas disciplinas, enriqueciendo competencias y modelos alternativos”.
En la foto, las obras ganadoras del Premio Henraux (de izquierda a derecha, Francesco Arena, David Horvitz, Diego Marcon y Anto. Milotta - Zlatolin Donchev)
Premio Henraux 2018, las esculturas ganadoras |
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