El Museo de los Pilotes del Lago de Ledro, fundado en Trentino en torno al yacimiento de pilotes de la Edad de Bronce declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, celebra este año sus primeros 50 años de historia y se prepara para conmemorar el acontecimiento. La reivindicación Ledro 50. Dove la preistoria è più blu (Donde la prehistoria es más azul ) recuerda el antiguo vínculo entre las poblaciones de pilotes y la cuenca lacustre que en 1929 devolvió a los habitantes de Ledro y al mundo entero un pueblo suspendido sobre más de 10.000 pilotes. Para celebrar su medio siglo de existencia, la sucursal satélite del MUSE - Museo de las Ciencias de Trento ha preparado un completo calendario de eventos que animarán las orillas del lago de julio a septiembre con conciertos, visitas nocturnas y actividades “paleolíticas”.
El museo, un animado centro cultural capaz de hacer “pop” incluso la prehistoria, de abrir nuevas redes de relaciones dentro y fuera del territorio y de relatar la vida cotidiana en la Edad del Bronce con lenguajes siempre nuevos, ha sido completamente renovado en 2019, obteniendo la certificación de ecosostenibilidad LEED® de nivel “ORO”. El museo ofrece, entre reconstrucciones y restos originales del poblado de pilotes (2.200-1350 a.C.), un viaje en el tiempo para descubrir a nuestros antepasados prehistóricos. Para más información , visite el sitio web del Museo de los Pilotes del Lago de Ledro.
El Museo de los Pilotes del Lago de Ledro se fundó el 24 de septiembre de 1972 como antiquarium, es decir, como contenedor y expositor de objetos para proteger el yacimiento arqueológico descubierto en 1929 cuando se bajó el nivel del lago para las obras de conexión de la central hidroeléctrica de Riva del Garda. Inesperadamente, apareció en la orilla sur una extensión de más de diez mil pilotes, prueba de uno de los mayores yacimientos prehistóricos descubiertos en Italia en aquella época, y uno de los más importantes -aún hoy- de Europa. El descubrimiento tuvo inmediatamente una gran resonancia. Los primeros muestreos de excavación tuvieron lugar ya en 1929, mientras que la campaña de excavación más extensa fue la dirigida por Raffaello Battaglia en 1937, que exploró un área de aproximadamente 4.000 metros cuadrados2 y sacó a la luz más de 12.000 pilotes y numerosos hallazgos. Posteriormente, el yacimiento fue objeto de nuevas investigaciones con el fin de reconstruir la estratigrafía, interpretar la estructura del asentamiento y recuperar otros materiales también con fines museográficos. El interés fue tan grande que provocó la llegada de numerosos visitantes que empezaron a frecuentar la zona arqueológica no sólo por curiosidad, sino también por una oportunidad de ganar dinero: a menudo se organizaban auténticas “cazas del tesoro” para recoger recuerdos o vender hallazgos a turistas y aficionados. Ni siquiera la creación de un servicio de vigilancia puso fin a este proceso de expolio, por lo que, gracias también a la concienciación de la administración municipal, a partir de mediados de la década de 1950 se empezó a plantear la construcción de un edificio museístico frente a la zona arqueológica. El objetivo era doble: por un lado, salvaguardar el contexto arqueológico y actuar como elemento disuasorio para quienes quisieran adentrarse en la zona de los hallazgos; por otro, realzar el yacimiento y ofrecer un atractivo cultural.
Gracias también al interés del Museo Tridentino di Scienze Naturali, actual MUSE, el proyecto definitivo fue elaborado por el arquitecto veneciano Marcello Piovan. Las obras fueron realizadas casi exclusivamente por artesanos y empresas locales, mientras que el trazado fue supervisado por el entonces director del Museo Tridentino de Ciencias Naturales, Gino Tomasi, y el profesor Bernardino Bagolini. El museo se inauguró el 24 de septiembre de 1972 y, tras su apertura, se contrató al primer custodio, Pietro Risatti, que vivió en un pequeño piso junto al museo hasta su jubilación. La idea de construir el museo al aire libre junto al yacimiento arqueológico fue apoyada y propuesta desde el principio, elemento que llevó a Ledro a tener, como pocos, una posición privilegiada entre los yacimientos de pilotes de la Unesco. También había un fuerte deseo de considerar sin fisuras la relación entre edificio, paisaje, artefactos y visitante: el edificio se presentaba como un gran “escaparate de escaparates” que no planteaba barreras visuales y se relacionaba directamente con el entorno y el yacimiento arqueológico. Al mismo tiempo, se comprendió la importancia del espacio exterior, hasta el punto de que se planificó una reconstrucción de la zona arqueológica, restaurando los postes y creando un sistema de pasarelas. A esto hay que añadir la toma de conciencia, cuyo mérito corresponde al entonces director del Museo Tridentino de Ciencias Naturales, Gino Tomasi, de que sólo responsabilizando al territorio, invirtiendo en un signo tangible que pudiera ser utilizado por todos, se podía pasar de la separatividad a la participación, reconociendo así el derecho de los territorios a cuidar su propio patrimonio cultural e identificarse con él.
En la segunda fase, el museo experimenta más cambios y la atención se desplaza cada vez más del objeto arqueológico al visitante y a la relación con el territorio. La actividad que más representa este momento de transición es la primera merienda prehistórica. Otoño de 1995: los alumnos de secundaria de Bezzecca entran en el museo con un enfoque diferente, el de aprender haciendo, para adquirir una nueva forma de conocer y revivir el pasado. Comienzan así las primeras actividades de arqueología imitativa para escolares y turistas, que posicionan a Ledro tanto como la rama meridional de un sistema de “museos al aire libre” en Europa central, como de modelo pionero a nivel nacional, por la forma en que aborda el mundo de la didáctica, el entretenimiento educativo y la hospitalidad. Ledro se presenta como un museo pequeño y este factor ha constituido en realidad una oportunidad: por un lado ha estimulado la búsqueda de nuevas actividades para enriquecer la visita, por otro ha permitido un contacto más directo con el público. El éxito fue tal que pronto surgió la necesidad de contar con nuevo personal y nuevos espacios para mejorar la oferta educativa y la recepción de las clases. En 2001 se inauguró Ledrolab: el Ayuntamiento de Molina rehabilitó y puso a disposición del museo un edificio que llevaba tiempo sin utilizarse, transformándolo en un espacio para acoger a los colegios. Después, en 2006, el nacimiento de la aldea reconstruida marca un nuevo punto de inflexión: cada vez se hace más hincapié en la emoción y la sorpresa con actividades basadas en la narración y el entretenimiento educativo, como el Festival de la Aldea y la Prehistoria Viviente.
Por último, en 2018-2019, el museo se sometió a una profunda renovación que modificó y renovó tanto sus espacios interiores como exteriores. El proyecto, que es el resultado de al menos una década de “actividades preparatorias” consistentes en proyectos preliminares, grupos de discusión, recopilación de preguntas frecuentes de los visitantes y atención a las formas en que los visitantes “utilizan” el museo, responde a la necesidad de alinearse, desde un punto de vista estructural, con la vivacidad expresada en las actividades territoriales, en la creación de redes nacionales e internacionales y en la aplicación de estrategias culturales y económicas. La restauración del edificio, la adición del nuevo bloque de vidrio (que amplía los espacios a un total de 421 metros cuadrados) y la construcción de una nueva estructura de pérgola en el exterior son el resultado de un ajuste estructural necesario, que proporciona nuevos espacios para conferencias, conciertos, actividades educativas y exposiciones temporales, y crea así un nuevo entorno no sólo para los objetos, sino también para las personas.
Comienza con el festival de verano Palafittando, que llega a su 26ª edición: el programa -un rico carnet de más de 150 eventos- se centra en las celebraciones del 50 aniversario que animarán el verano de Ledro. A partir del sábado 9 de julio, las orillas del lago de Ledro -pequeña joya de los lagos del Trentino de la que han surgido los restos originales de viviendas de la Edad de Bronce- y sus alrededores, salpicados de lugares de interés histórico, arqueológico y naturalista que conforman la Rete Museale Ledro (ReLED), cobrarán vida con eventos musicales, visitas guiadas (en italiano y alemán), talleres “biodiversos” y profundizaciones históricas y científicas. La inauguración oficial de Palafittando 2022 se confía al regreso de los Palafittiadi: tras dos años de parón debido a la pandemia, el sábado 9 de julio a las 14.00 horas volverán las Olimpiadas de la Prehistoria, desafíos prehistóricos de tiro con arco, trabajo de la arcilla y tejido. El puente de mediados de agosto será el punto álgido de las celebraciones del 50º aniversario con un doble evento: el domingo 14 de agosto a las 22.00 horas se celebrará Máquina del Tiempo - Prehistoria sobre el agua, un espectáculo con pantallas de agua y entrega de premios del concurso ¡Gane una noche en una pila! El lunes 15 de agosto, a las 14.30 h, está programada una gran búsqueda del tesoro prehistórico para las familias.
De nuevo, la Piazza Preistoria, el animado espacio al aire libre del museo inaugurado en 2020, ofrece un entretenido programa de encuentros los domingos por la tarde de julio y agosto, con las voces de científicos, expertos y artistas. Comienza el domingo 17 de julio a las 14.30 horas con actividades temáticas y profundizaciones sobre los 175 años de la carretera Ponale; a las 21.00 horas se dará espacio a la música con “Fiat Lux”, un concierto y videoarte con Jemm MusicProject y Silvio Motta. Las citas posteriores incluyen, el 18 de julio, la “Era del Rock” con un concierto a las 21.00 h de Radio Galena; el 7 de agosto talleres y música en directo a partir de las 14.30 h y a las 22.00 h visita nocturna al museo; el 21 de agosto, tras las actividades en el museo, salida al Arboreto del Arco para la “Sinfonía Verde” con la Orquesta Vegetal. El domingo 24 de agosto, a las 14.30 h, gran final con el dúo “Sogni dell’Adige”.
El museo abre todos los días: de marzo a junio: de 9.00 a 17.00 h; de julio a agosto: de 10.00 a 18.00 h; septiembre: de 9.00 a 17.00 h. Entrada general: 4,50 euros - Entrada reducida: 3,50 euros - Entrada familiar: 4,50 euros / 9 euros (1 o 2 padres con menores). Gratuito para menores de 14 años.
No sólo actividades expositivas y eventos. Desde hace unos diez años, el Museo de los Pilotes ha puesto en marcha una temporada de investigación que ha arrojado nueva luz sobre el poblamiento prehistórico del valle de Ledro. En 2011 se descubrió el yacimiento de gran altitud de Pozza Lavino (Tremalzo - 1800 metros), que remonta la primera frecuentación de la zona a hace unos 10.000 años; desde entonces se han descubierto una docena de nuevos yacimientos en el fondo del valle. Esto no significa que se haya abandonado la atención sobre los extraordinarios materiales hallados desde 1929 en el yacimiento de pilotes: las investigaciones realizadas en los últimos cinco años se han centrado en algunos de ellos. En la actualidad, hay cuatro líneas de investigación que están siendo estudiadas por investigadores del museo de Ledro y colegas que trabajan en la “casa madre” del MUSE.
Uno de los últimos proyectos es Il pane di Ledro (El pan de Ledro): el museo, la Universidad de Trento, la Asociación de Panaderos de la Provincia de Trento y la Cámara de Comercio se han puesto “a la mesa” para analizar un pan de 4.000 años de antigüedad. Los análisis microscópicos permitirán comprender la composición de este pan y reproducir, con la Escuela de Arte Blanco de Rovereto, la antigua receta, para dar nueva vida a este alimento y crear un alimento... ¡sin edad!
En estos momentos, los investigadores del MUSE de Trento están analizando microscópicamente los rastros (huellas dactilares) dejados en una bola de arcilla cocida accidentalmente hace 4.000 años, para conocer el sexo y la edad del autor. Después, analizando la composición química de esta arcilla cocida, será posible identificar probablemente las fuentes de aprovisionamiento. Luego está el proyecto Bears&humans - A new tale of bears and humans in Trentino throughout Prehistory: en Ledro el corpus de restos faunísticos cuenta con decenas de miles de hallazgos, que en los últimos años han sido reorganizados y recatalogados por los investigadores de MUSE, también para compensar la diáspora que los ha llevado a diversos museos e instituciones italianas a lo largo de los años. Recientemente, el análisis se ha centrado en los restos de osos pardos. Hallazgos únicos en el mundo, como los cráneos y las mandíbulas perforadas, permiten trazar la evolución de la relación entre el hombre y los osos del Trentino, desde recurso económico durante la prehistoria antigua hasta interlocutor simbólico en la comunidad agropastoral de Ledro hace 4.000 años. Una relación especial parece unir a la comunidad que ocupaba las orillas del lago con este animal.
Por último, con el proyecto Génesis. Desde el presente hasta los distintos orígenes, se está investigando la historia del poblamiento del valle de Ledro mediante el estudio del ADN. El proyecto, actualmente en curso, tiene como objetivo último reconstruir la historia genética del valle de Ledro, a través de dos fases principales de trabajo: la recogida de 100 muestras de ADN de individuos actuales de Ledro (fase 1) dará lugar a la extracción de ADN mitocondrial para crear un perfil genético capaz de definir el haplogrupo al que pertenece cada individuo y la historia genética relativa (por línea materna). La segunda fase del estudio (que concluirá en 2023) se centrará en la colección antropológica de Ledro, que está a la espera de ser estudiada en profundidad para evaluar la cronología exacta y reconstruir los perfiles genéticos de al menos un habitante del poblado de pilotes de hace 4000 años.
“Este importante aniversario del Museo de los Pilotes del Lago de Ledro”, subraya Stefano Zecchi, presidente del MUSE, “representa no sólo la gran y virtuosa red museística del MUSE en la zona, sino también la excelencia de un testimonio histórico y cultural de valor universal, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es una expresión prestigiosa del papel de los museos, no sólo como espacios de preservación de la historia y la civilización, sino también de narración y diálogo continuos, en relación con los usuarios contemporáneos. El Museo Ledro es a la vez un lugar de conocimiento, memoria y experiencia emocional, inmersiva, cognitiva y educativa. Un Museo ’vivo’: un lugar de hallazgos arqueológicos para una comparación con nuestra visión del mundo, hoy, entre pasado, presente y futuro”.
“Celebrar los 50 años del Museo del Palafito”, afirma Alberta Giovannini, Directora Adjunta y Jefa de las Oficinas Territoriales del MUSE, “no sólo significa desandar las etapas de un viaje para revalorizar un Patrimonio de la Humanidad, sino que también es contar la historia de un museo que ha buscado continuamente la sinergia con la comunidad en la que se encuentra y de la que es centro cultural y atracción turística. Con el tiempo, esta relación virtuosa con el territorio ha desarrollado una verdadera red de realidades culturales, ReLED, de la que el Museo Palafitte es el fulcro. Programas rigurosos en sus contenidos pero vivos en sus métodos, han sido capaces de atraer no sólo a estudiantes sino también a miles de visitantes de toda Italia y del extranjero, gracias al trabajo de un personal entusiasta que ha llevado con profesionalidad al museo a ser un lugar de encuentro, comunicación y, sobre todo, experiencia. Como institución, MUSE se ha esforzado por dotar al Museo del Palafito de la autonomía adecuada para poner en práctica una estrategia de diálogo con la comunidad local y, al mismo tiempo, poner a su disposición el poder científico y comunicativo de una realidad relevante para realzar el valor intrínseco del lugar. En un lugar donde se investiga el pasado, pervive el deseo de mirar hacia un futuro de crecimiento continuo”.
“El Museo de los Pilotes del Lago de Ledro”, explica Donato Riccadonna, director del museo, “en sus primeros cincuenta años ha pasado por varias fases, cambiando varias veces de ropaje pero, en esencia, permaneciendo siempre él mismo. Esta vida proteica ha puesto de relieve su extrema ductilidad y resistencia, y se puede argumentar con razón una aparente paradoja, a saber, el carácter contemporáneo de un museo que cuenta la historia de la prehistoria. Con el tiempo, también se ha convertido en un modelo de organización de una red de museos que no es una institución nueva, y esto tiene lo increíble en un mundo que no deja de producir nuevas instituciones y reglas dictadas no por hombres sino por algoritmos. ¿Y qué decir de un centro de investigación que mira al mundo situado en un pequeño valle de montaña, donde se conjugan cultura y economía? Tal vez, al final, el secreto de nuestro orgullo esté en esta palabra: ”trabajo".
El Museo de los Pilotes del Lago Ledro cumple 50 años: numerosos actos para celebrarlo |
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