Con motivo de la exposición de Antonio Ligabue, que se abrirá al público el próximo 25 de marzo en el Castillo Aragonés de Conversano, del 1 al 12 de marzo se podrá visitar en el Palazzo Bonaparte de Roma la exposición Van Gogh. Obras maestras del Museo Kröller-Müller, un diálogo inédito entre dos autorretratos de los dos célebres artistas.
Una confrontación concebida por Francesco Negri para rendir homenaje al trabajo de su padre Sergio, experto en Van Gogh, durante su vida.
Puede resultar difícil imaginar afinidades, o incluso simples puntos de contacto, entre dos autores tan diferentes: mientras que Van Gogh está dotado de un espíritu superior que le lleva más allá de la realidad y en su arte se detecta una matriz literaria, Ligabue antepone sus instintos a la naturaleza e inicia un diálogo convulso y furioso con el color.
Es precisamente en eluso del color, en lainquietud que les invade y en ese desajuste personal que sólo consiguen superar pintando donde hay que buscar las razones de la tangencia entre ambos artistas, más allá de la técnica pictórica y de lo que representaban en el lienzo.
En una carta a su hermana Willemien, Vincent escribía: “Cuanto más feo, viejo, enfermo y pobre me vuelvo, más deseo redimirme haciendo colores brillantes, bien pintados y resplandecientes”, y lo mismo puede decirse de Ligabue, cuya alma asfixiada por el dolor se libera de las pesadillas que lleva dentro, entablando un diálogo convulso y furioso con el color, creando obras maestras de un arte primitivo e instintivo y de una brutalidad sin filtros.
Van Gogh y Ligabue, excluidos de una sociedad creada por los hombres, comparten una soledad sin asideros que sólo puede evitar la desesperación a través de la pintura. Por ello no es de extrañar, como documenta esta comparación, que ambos sientan la necesidad de reproducir su imagen una y otra vez, como para demostrar su existencia en un mundo que les ha marginado y con su mirada penetrante dirigida hacia el espectador.
Los dos artistas están unidos por una misma soledad desesperada, un estado generado por la desilusión de creer en la bondad de la naturaleza; ambos ven el universo tal y como es y pintan su brutalidad sin filtros.
Dos artistas que, aunque de forma diferente, con su propio lenguaje y sus propias obras fueron igualmente capaces de penetrar en el alma.
Imagen: Izquierda, Antonio Ligabue, Autorretrato con gorra de motociclista (1954 - 1955; óleo sobre tabla de faesita, 80 x 70 cm; Colección particular); derecha, Vincent van Gogh, Autorretrato (París, abril - junio de 1887; óleo sobre cartón, 32,8 x 24 cm) © Kröller-Müller Museum, Otterlo, Países Bajos
Autorretratos de Van Gogh y Ligabue en una comparación sin precedentes en el Palacio Bonaparte |
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.