Una forma poco habitual de promocionar una película: una exposición. Ocurre este verano en el cine Quattro Fontane de Roma, donde la proyección de Mil y una, la película premiada en Sundance 2023, va acompañada de la exposición Harlem, un teatro mágico, comisariada por Mattia Morandi y Umberto Pastore, promovida por Lucky Red y organizada por Creation. La exposición muestra fotografías del director Stefano Lodovichi que documentaron el barrio neoyorquino de Harlem, en los lugares donde se narra la película. ¿Por qué esta elección inusual? ¿Qué relación existe entre exposición y película? ¿Pueden llevarse bien el cine y las exposiciones? Hablamos de estas y otras cuestiones en la entrevista con los dos comisarios, Morandi y Pastore.
R. Promocionar una película a través de una exposición es una operación poco habitual. ¿De dónde surgió esta idea?
MM-UP. La idea surgió de una reunión entre Lucky Red y Creation. Hablamos de cómo podíamos promocionar una película y, al mismo tiempo, crear un evento “colateral” con identidad propia que pudiera dirigirse a un público selecto. Una exposición es un acontecimiento autónomo en sí mismo, con su propia lógica de comunicación, diseñado para difundir contenidos culturales. La exposición Harlem, un teatro mágico no sólo pretendía ser un evento colateral, sino un verdadero momento de crecimiento para el espectador, creando indirectamente una conexión ideal y emocional con la película. La localización en este sentido es de gran importancia, las fotos se exponen en el Cinema Quattro Fontane de Roma y esto refuerza la idea de la fusión entre el espacio fílmico y la fotografía.
La exposición, se lee en la presentación, pretende ofrecer al público una experiencia cinematográfica enriquecida por un momento cultural insólito: una exposición fotográfica dedicada a los mismos lugares narrados en la película. ¿Cómo se ha estructurado la exposición?
Las veinticuatro obras seleccionadas y agrupadas por núcleos temáticos en el espacio del vestíbulo ofrecen al público la posibilidad de vivir, junto a la proyección, una verdadera prolongación de la película, un acontecimiento dentro del acontecimiento gracias al cual puede profundizar en el conocimiento de uno de los barrios más fuertemente impresos en el imaginario colectivo, Harlem, protagonista de la película. Las imágenes fueron elegidas y concebidas como un viaje itinerante que restituye fragmentos de espacios urbanos y de humanidad, dando vida a un relato veraz, sin pulir, desprovisto de exaltaciones sensacionalistas.
¿Por qué cree que es importante ofrecer al público de cine la oportunidad de explorar los lugares narrados a través de una exposición fotográfica?
Los vínculos entre el cine y la fotografía son muy fuertes, uno nunca existiría sin el otro. La diferencia entre la imagen fija y la imagen en movimiento es enorme en términos de percepción, emoción y concepto, pero ambos lenguajes llevan décadas contagiándose mutuamente. En nuestro caso, algunos de los lugares emblemáticos de la película aparecen durante unos instantes en segundo plano, pensemos en el Apollo Theater, uno de los clubes de música más famosos del mundo, conocido por haber acogido a grandes artistas afroamericanos como Ella Fitzgerald, Billie Holiday, James Brown, Michael Jackson y The Jackson 5, por citar sólo algunos. Hay dos fotos de Rucket Park, el campo de juego más famoso de la historia del baloncesto y del baloncesto callejero; fotos del Hotel Theresa, lugar de encuentro de todos los grandes músicos de jazz, políticos, así como intelectuales y activistas de los derechos civiles. Las notas de Duke Ellington y Count Basie resonaban en sus salones, mientras que sus habitaciones acogían a figuras históricas como Muhammed Ali. Las fotografías nos permiten “dar una vuelta por el barrio” y detenernos en los lugares que lo han convertido en icónico.
¿Cómo ha sido trabajar con Stefano Lodovichi?
Conocemos a Stefano como director. Muchos grandes directores han nacido fotógrafos, grandes fotógrafos han sido directores, y esto también lo encontramos en la figura de Stefano Lodovichi, director y fotógrafo. En él residen diversas habilidades técnicas, fruto de su trabajo, y una estética que va desde el enfoque documental a la fotografía de calle. Dialogó con nosotros con gran humildad, captando los consejos que consideramos fundamentales en el ámbito curatorial para potenciar sus tomas. También para respetar el lugar de la exposición, propusimos a Stefano crear composiciones fotográficas y ampliaciones. Esto es desestabilizador para cualquier fotógrafo porque significa cuestionar el enfoque de la toma única para concentrarse en el conjunto, que tiene otro nivel de interpretación. Hubo un intercambio de ideas muy fructífero que desembocó en la concepción del gran muro negro que se levanta evocando la forma del barrio neoyorquino visto desde arriba. No todos los fotógrafos se prestan a ciertos enfoques curatoriales, más estrictamente exhibicionistas, él sí lo hizo y el resultado, en nuestra opinión, es de gran impacto visual.
¿Qué relaciones se establecen entre cine y exposición? ¿Cómo cree que el público que vea la película podrá orientarse con las fotografías y viceversa?
El cine ya no puede concebirse al margen de las artes contemporáneas, que constituyen un conjunto lingüísticamente complejo, que incluye no sólo la pintura y la escultura, sino también el vídeo, la fotografía y la memoria cinematográfica. Gracias a la exposición, el público tendrá la oportunidad de observar a las personas y lugares emblemáticos del barrio neoyorquino a través de las imágenes fijas de las tomas de Stefano Lodovichi. Después, podrá reconocerlos “en movimiento” dentro de la película del director A.V. Rockwell. Las 24 fotografías expuestas representan así una pequeña prolongación temporal de la proyección.
¿En qué criterios se basó la selección de las fotografías? ¿Y cómo están repartidas en la exposición?
Hubo dos enfoques que nos llevaron a la selección de las instantáneas: la perspectiva del fotógrafo de calle, que capta rostros y momentos cotidianos con planos impactantes, y la mirada del fotógrafo documental, que muestra la realidad con una técnica limpia y lineal, casi aséptica, sin interferir en el presente. La convergencia de estas dos visiones ha creado un retrato visual único y atractivo.
En los últimos años, el cine se ha considerado un competidor directo de los museos y las exposiciones a la hora de elegir cómo pasar el tiempo libre. ¿Es realmente así?
No creemos en la competencia entre diferentes formas de arte; sin embargo, es innegable que las salas de cine han perdido muchos espectadores en los últimos años. Más que una supuesta competencia con museos y exposiciones, en esta tendencia han influido la evolución digital y el crecimiento de las plataformas de streaming, que han cambiado la forma de consumir contenidos cinematográficos.
Ante estos datos, ¿cuál es para ustedes la estrategia para que la gente vuelva a vivir la experiencia única del cine?
Creemos que no hay una receta única para afrontar este reto. Se puede utilizar la palanca del precio de las entradas, ofreciendo promociones o tratando de optimizar el momento del estreno de las nuevas películas, o, como demuestra esta experiencia con Lucky Red, se puede trabajar en proyectos que conviertan el visionado de una película en un verdadero acontecimiento colectivo.
¿Cómo?
Con injertos artísticos capaces de transformar el visionado de una película en un acontecimiento especial, quizá mediante la creación de proyecciones temáticas, encuentros con directores o actores, exposiciones, selecciones musicales, crossovers y otras iniciativas que impliquen activamente al público. Estamos convencidos de que, centrándonos en la experiencia del público y en la creación de eventos atractivos, podemos seguir entusiasmando y fascinando a los espectadores, devolviéndoles la emoción de la gran pantalla.
¿Está satisfecho de esta colaboración con Lucky Red?
Muy satisfechos. La operación llevada a cabo en el Cinema Quattro Fontane de Roma es un ejemplo virtuoso de cómo dos formas de entretenimiento pueden coexistir y potenciarse mutuamente sin correr el riesgo de vivir uno de los momentos como colateral al evento principal. Para concluir, ¿puede decir a nuestro público tres razones para visitar la exposición y ver la película? Mil y una es una película extraordinariamente bella y conmovedora, y la exposición consigue amplificar aún más su percepción. Ambas nos embarcan en un auténtico viaje por uno de los barrios más emblemáticos de Nueva York, ofreciéndonos una experiencia íntima y envolvente.
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.