Presentamos una interesante entrevista realizada por Sara Valverde para Descubrir el Arte con motivo de la trigésimo cuarta edición de la feria de arte contemporáneo ARCO de Madrid, que tuvo lugar del 25 de febrero al 1 de marzo. La traducción es mía. Aquí está el enlace al original. ¡Disfruten de la lectura!
Un año más, galerías, coleccionistas, conservadores, directores de museos y ciudadanos de todo el mundo se dieron cita en los pasillos del complejo IFEMA de Madrid para descubrir la creación artística contemporánea. Pero una feria de arte como ésta también sirve de escaparate para sondear las direcciones que tomará el arte contemporáneo en los próximos años. Descubrir el Arte entrevistó a la superintendente de la colección ARCO, Estrella de Diego, y a la crítica de arte y ensayista Dolores Jiménez-Blanco, para recabar opiniones sobre algunas cuestiones significativas de la feria.
Con la ruptura de cánones y el vuelco del concepto tradicional de belleza, ¿qué valores definen hoy la calidad estética de una obra contemporánea?
DOLORES. Es una pregunta bastante difícil de explicar, sobre todo cuando en la creación contemporánea no existe una definición ni de arte, ni de belleza, ni de calidad. Quizá un criterio al que referirnos es si en una obra se percibe una narrativa o una idea clara, transmitida de tal manera que la comunicación entre la obra y el espectador sea efectiva. También hay que tener en cuenta algo que es imposible de cuantificar, que apela a la sensibilidad de cada uno y produce satisfacción estética.
ESTRELLA. En mi opinión, el criterio de calidad estética no existe hoy, los cánones han muerto y yo diría que la calidad se confiere según la obra y el ojo del espectador. Ciertamente, el hecho de que unos conservatorios elijan cuadros diferentes a los de otros depende de muchos factores. Sin embargo, como decía Gombrich, no sabemos lo que es el Barroco, pero sí sabemos que no es el Renacimiento, y con eso quiero decir que siempre hay un “no sé qué” que dice que esto es bueno y lo otro no; es un criterio puramente intuitivo.
¿En qué momento América Latina pasó de ser una periferia de la vanguardia artística a convertirse en su centro neurálgico?
ESTRELLA. Hace tiempo que América Latina es el centro de la vanguardia. Europa e incluso Nueva York ya no son lugares cruciales ni para la producción ni para la compra-venta. Incluso diría que ahora las galerías y el mundo del arte están mirando a su alrededor para consolidarse en otros lugares. En cuanto a la presencia latinoamericana en la feria ARCO, es una suerte con la que la feria cuenta desde hace muchos años; hasta que apareció la feria Art Basel de Miami, ARCO era el referente del arte latinoamericano. Este año, Colombia como país invitado es muy interesante porque ha sido de los últimos países en resurgir y justamente ahora posee lo que no hay en Europa: ayudas y subvenciones a la creación cultural.
DOLORES. América Latina siempre ha estado presente en la feria ARCO, quizá de una manera menos evidente o menos obvia. E incluso en museos como el Reina Sofía en los años 90, bajo la dirección de José Guirao, ya había una línea clara de trabajo con el arte latinoamericano. Quizá la diferencia es que antes estaba menos extendido y ahora hay un boom.
Ola Vasiljeva, vista por última vez entrando en el Biltmore |
Y respecto a la presencia de mujeres artistas en ARCO, ¿por qué sigue siendo tan minoritaria en el año 2000?
DOLORES. Todavía sentimos las consecuencias de los años de desigualdad. Y nada más reciente que el caso del nuevo gobierno griego para demostrarlo; quieren hipotéticamente hacer una nueva política y cambiar el paradigma europeo y resulta que el ministerio está formado por doce hombres y ninguna mujer.
ESTRELLA. Exacto, y en 2015, encima, las mujeres ganan menos que los hombres: no hemos conseguido casi nada. Y el arte, como reflejo del mundo actual, también ha introducido este preconcepto. Se nota claramente en ARCO, donde el problema no está en el director ni en ningún cargo en particular, sino que es una cuestión general; galeristas, coleccionistas y también conservadores deben hacer un esfuerzo por sacar a la luz a las mujeres artistas a la hora de elegir las obras.
¿Qué nuevos perfiles de coleccionista han surgido con géneros como el videoarte?
DOLORES. Hoy en día el coleccionismo ha cambiado, en el sentido de que ya no se trata de aspirar a una obra sólo para contemplarla, sino que ahora el coleccionista acompaña al artista en muchas ocasiones en el proceso de producción. Le ayuda en su camino e intenta insertarse en su biografía. Un ejemplo evidente es la Colección Jozami (expuesta el año pasado en el Museo Lázaro Galdiano), en la que los Jozami, la pareja de coleccionistas, comparten con los artistas la experiencia de producir videoarte; incluso tienen un papel creativo a la hora de decidir cuál es el mejor soporte para reproducir el vídeo. Uno de los momentos culminantes del coleccionista actual es exponer su colección, y es como poner al desnudo los propios criterios de elección de las obras.
ESTRELLA. El cambio de paradigma es evidente, sobre todo cuando el coleccionista se plantea cómo exponer el vídeo, ya que se difunde mucho por internet. Es un enfoque diferente que empezó a desarrollarse a finales de los ochenta y principios de los noventa, y que poco a poco va ganando importancia. Además, hay que tener en cuenta que el coleccionismo privado tiende cada vez más a ser público. Quizás, el problema en España con respecto a algunas colecciones públicas radica en que han estado secuestradas durante 40 años en medio del progreso de la modernidad; no se ha comprado lo que se hubiera querido adquirir, por lo que hoy no tendríamos estas carencias, como es el caso de Picasso. Además, la gente empezó a coleccionar videoarte por la misma razón que compraba fotografía en los años 70-80; son obras más baratas y modernas.
¿Está cambiando la cultura en general, y el arte en particular, con el momento de transición política y social?
ESTRELLA. Creo que el cambio ha sido “Uno y tres martillazos” (nota del editor: título de una obra de Joseph Kosuth), las exposiciones de hoy no son tan diferentes, ni tan atractivas (parafraseando el título de la obra de Cristina Garrido en la exposición #Generación2015 de La Casa Encendida). No creo que haya habido un cambio radical; seguimos volviendo a las ideas de los años sesenta y setenta. Y esto no quiere decir que no haya artistas interesantes, pero creo que somos más postconceptuales. Por ejemplo, el testimonio está de moda, pero ya lo estaba a finales de los años cincuenta. En mi opinión, uno de los problemas fundamentales es que muchas veces el discurso expositivo sirve de parapeto para proyectos evitables; se argumenta bien algo que quizá como obra no es tan interesante. Pero a lo mejor estoy equivocado, no lo sé.
DOLORES. Estoy de acuerdo con Estrella, parece que hay muchos cambios, pero en realidad ni uno solo. Hemos llegado a un punto fijo y aquí seguimos moviéndonos, aunque todavía se tiende más a unir arte y vida, como proponían las vanguardias, para estar más cerca de la gente; a pesar de ello, el público nunca entendió este arte y de hecho sigue esa tensión entre el espectador y la obra de arte contemporánea. Con esto volvemos al principio de la conversación: depende de la obra y del espectador, pero no todo vale, siempre hay un “algo” que hace que una obra se distinga.
La entrevista termina con un pronóstico positivo sobre ARCO; la ligera mejora de las circunstancias ha levantado el ánimo del sector artístico.
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