Beatrice Pediconi vive y trabaja en Nueva York. Su formación se desarrolló entre París, en la Universidad de La Villette, y Roma, donde se licenció en Arquitectura en 1999 por la Universidad “La Sapienza”. Su obra se ha mostrado en exposiciones internacionales como: Presences, Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo, Roma (2023), Cinema Ephemera, Central Brooklyn Public Library, NY, (2020); NUCLEUS/Imagining Science, Groningen, Países Bajos (2017); Sequences VII, Real Time Art Festival, Reikiavik, Islandia (2015); Ensembles, Quand la Maison Européenne de la Photographie Collectionne, Les Rencontres d’Arles, Francia (2015); Sin título 2009, Macro Museo di Arte Contemporanea, Roma (2015); 9’/Unlimited, Collezione Maramotti, Reggio Emilia (2013); The Polaroid Years, The Frances Lehman Loeb Art Center, Vassar College, Nueva York (2013); The Edge of Vision, Schneider Museum of Art, Ashland, Oregón (2012). Sus obras forman parte de las colecciones de numerosas instituciones públicas y privadas, como la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo (Roma), la Maison Européenne de la Photographie (París), la Lucid Art Foundation (San Francisco), el MACRO (Roma), la Videoinsight Art and Science Foundation (Turín) y la Collezione Maramotti (Reggio Emilia). Entre las diversas residencias artísticas en las que ha participado se incluyen: Djerassi Resident Artists Program (Woodside, California) (2019); Yaddo Artist’s Residency (Saratoga Spring, Nueva York) en 2018.
GL. Para la mayoría de los artistas, la infancia representa la edad dorada en la que empiezan a aparecer los primeros síntomas de cierta propensión a pertenecer al mundo del arte. ¿Fue ése también su caso?
BP. Mis recuerdos de infancia son muy borrosos, por desgracia. Más tarde, durante mi adolescencia, mostré un interés creciente por la filosofía, una disciplina que me enseñó el poder del pensamiento y su relevancia en la investigación de un significado más profundo sobre la vida, y la existencia -ambos aspectos que han vuelto desde entonces en mi trabajo como artista. De joven, me sentía como una extraterrestre, en un mundo que no reconocía; mi miopía, y las gafas graduadas que llevaba, representaban una carga, una barrera, y, al mismo tiempo, la posibilidad de ampliar mi visión partiendo de un “déficit”, de una carencia. A partir de ahí, tal vez, surgió mi interés por la fotografía, o por algo que me diera la posibilidad de deformar las imágenes, transformarlas en otra cosa, para demostrar que la realidad puede ser el resultado de un punto de vista y de una mirada de reojo sobre las cosas: la realidad nunca es sustancial, lo que nos rodea puede tener otra esencia.
¿Qué estudios ha realizado?
Vengo de una familia de arquitectos y compositores de orquesta; me habría gustado estudiar en la Academia de Bellas Artes, pero mi padre no me lo permitió, argumentando que habría sido mejor cursar una carrera universitaria. Encontramos una solución de compromiso estudiando arquitectura en la Universidad “La Sapienza” de Roma. Me encantaban todas las asignaturas relacionadas con el dibujo y se me daban especialmente mal las asignaturas científicas. Me encantaba la fase creativa del diseño, pero ya entonces me asustaba la relación que un arquitecto tiene que mantener con los clientes públicos para realizar sus proyectos. Durante mis estudios, empecé enseguida a trabajar en fotografía arquitectónica como ayudante de la fotógrafa Giovanna Piemonti, publicando en revistas para pagarme los estudios y el alquiler.
¿Hubo algún encuentro importante durante su formación?
Muchas personas a lo largo de los años han sido relevantes; dos encuentros en particular: el que tuve con Giulio di Gropello y el que tuve con Marilena Bonomo me abrieron a nuevas experiencias y caminos vitales. Cuando conocí a Giulio di Gropello, un gran visionario que entre finales de los noventa y el año 2000 fue uno de los coleccionistas más activos de Italia y del extranjero, fue para fotografiar su colección privada. En aquellas ocasiones, Giulio me habló, con infinita pasión y pericia, de la vida de los artistas y de las obras de su colección, describiendo su contexto con todo detalle. Su entusiasmo me sobrecogió hasta tal punto que me impulsó a continuar mi investigación artística personal, llevándola a cabo paralelamente a mi estudio y trabajo como fotógrafo. En 2000, mi encuentro con Marilena Bonomo -mi primera galerista- marcó el inicio de un auténtico periodo de transición. La primera vez que la vi, le mostré dos series, Oltre y Corpi Sottili. Oltre consta de fotografías de arquitectura italiana, relacionadas entre sí -lo antiguo con lo moderno y lo contemporáneo- para crear una visión transversal de la imagen y el tiempo, anticipando así, también por la elección del título, el comienzo de una nueva investigación. Con la serie Corpi Sottili (Cuerpos delgados), en cambio, la tinta china, soltada en agua y fotografiada, me permitió iniciar una reflexión sobre lo transitorio y lo invisible, llevándome a lo opuesto, y en marcado contraste, de lo que había fotografiado hasta entonces. Creo que fue en la transición entre la naturaleza estática de la arquitectura y el movimiento efímero de los trazos de tinta en el agua lo que más le impactó. En 2004, Marilena comisarió mi primera exposición individual en el Castello Svevo de Bari con la serie Oltre (Más allá), mostrando al público la profunda convicción que me impulsaba hacia la investigación experimental. Recuerdo muchas conversaciones sobre lo decidida que estaba a cambiar, a alejarme de la zona de confort y a asumir el riesgo de hacerlo. Aproveché la oportunidad y, en 2006, presenté la serie Corpi sottili (Cuerpos delgados ) en su galería de Bari. Fue un éxito.
¿Qué papel juega el azar, si es que juega alguno, en lo que usted hace?
Como en la vida, el azar es un elemento con el que hay que contar en la práctica artística: puede ser decisivo y señalar un camino a seguir. El agua, el medio que siempre utilizo en mi trabajo y que es la base de mi proceso creativo, es el medio a través del cual llego a la obra final aceptando un cociente aleatorio, imposible de controlar por completo. Los pigmentos de color disueltos en agua, así como las emulsiones fotográficas trabajadas en contacto con el agua -mediante una técnica peculiar que he puesto en práctica en los últimos años- implican un aspecto de imprevisibilidad que combino con mi atención a la naturaleza móvil y efímera tanto de la existencia como de la imagen. Gracias al azar, el signo se muestra como una epifanía: este aspecto es quizá lo que más me sorprende cada vez que me sumerjo en el proceso.
Si tuviera que describir su proceso de trabajo, ¿qué palabras utilizaría?
Mi investigación indaga en la naturaleza móvil, inestable, frágil y transitoria de la existencia a través de la representación de imágenes fluctuantes generadas por un proceso de transformación de la materia imposible de controlar por completo. La obra final es el resultado de una serie de acciones en las que se utilizan diferentes técnicas (pintura, dibujo, vídeo y fotografía) de forma sucesiva y poco convencional. Una investigación que se mantiene siempre en equilibrio y se niega a encajar en una categoría precisa. El agua es el medio a través del cual se manifiesta este proceso.
¿Cómo elige los materiales con los que trabaja?
La elección de los materiales depende mucho de lo que quiero representar y de la idea que quiero transmitir. Al mismo tiempo, la elección viene dictada por la posibilidad concreta de encontrar los propios materiales; por eso, a veces también me interesan la reutilización y la recuperación. El vidrio, por ejemplo, es un material que me fascina y con el que me gustaría empezar a experimentar pero, al vivir en Estados Unidos, siento que debo posponerlo: colaborar con una fábrica de vidrio de Nueva York me parecería absurdo cuando pienso en los profesionales y artesanos de Europa que han alimentado la historia y la tradición de un material cotidiano tan fascinante. El vidrio me atrae por su fragilidad inherente, así como por el poder del fuego que interviene en su proceso de producción. Trabajar con vidrio, y por traducción con fuego, sería un poco como trabajar con agua: un proceso mutante y en movimiento.
El agua es tal vez el elemento más importante de su obra, aunque es el que desaparece dejando huellas muy claras de su presencia, ¿qué le fascina de este elemento?
El impulso inicial de trabajar con este elemento surgió como respuesta a un trauma personal, en un momento en el que hice del agua -a través del proceso creativo- un elemento curativo. El agua está en el origen de la vida en nuestro planeta y tiene para mí una fuerte connotación simbólica que, en mi investigación, pasa por la reflexión sobre la condición humana y su fugacidad. Me intriga que sea un elemento móvil, capaz de hacernos imaginar formas flotantes y ligeras, las mismas que cobran vida en mis obras precisamente con un proceso que parte del agua para crear un nuevo universo de signos variables.
¿Le interesa la idea de ligereza en lo que hace?
Ligereza significa, por definición, agilidad, facilidad, rapidez de movimiento. Una pluma es ligera, como la luz es un gas, del mismo modo que un tejido fino. Estas propiedades pueden buscarse y recrearse a través del signo, dando a la obra una característica interna de fluidez, de movimiento grácil. Si mis obras consiguieran transmitir una sensación de ligereza en el espectador, eso ya sería un gran logro para mí. Lo que pretendo es transmitir un mensaje de esperanza y apertura que contrarreste el estado de división, pérdida y profunda crisis que define nuestro presente; quizá en estos estímulos radique mi interés por una cierta idea de ligereza.
¿Le interesa la dimensión pictórica?
Me intrigan todas las técnicas, pero especialmente su contaminación. La pintura, aunque de forma poco convencional y no exclusiva, siempre ha sido una expresión en mi trabajo, utilizada como medio para alcanzar un estado de transformación. La he utilizado, por ejemplo, como punto de partida de mis obras en vídeo, para tratar de representar otros mundos: en este caso la pintura aparecía de forma dinámica, el temple y el óleo, disueltos en agua, eran convocados para generar explosiones de color y materia, transpuestas posteriormente en forma de imagen en movimiento a través del vídeo. Este uso un tanto atípico del medio pictórico ha guiado mi investigación en más de una ocasión, abriendo múltiples posibilidades de significado. En 2010, con la serie RED, convertí materiales alimenticios en fluidos, pictóricos, utilizándolos para pintar sobre agua; posteriormente fotografiados, las formas y movimientos originados por estos elementos orgánicos sirvieron, a un nivel más profundo, para exorcizar un trastorno, el trastorno alimenticio, realizando una acción creativa y sanadora. En mi investigación más reciente, con la serie Parliamo di Fiori (Hablemos de flores) utilizo la pintura sobre lienzo, empleando pigmentos naturales para crear un fondo de color homogéneo sobre el que aplico porciones de emulsión fotográfica -obtenida a partir de Polaroids previamente realizadas, recortadas y procesadas en agua-. La pintura en estas obras aparece en estado puro -el pigmento del fondo- y, mediada, en el encuentro con la fotografía -la emulsión que utilizo como material pictórico-. De esta gestualidad y unión atípica surgen formas orgánicas y florales que incluso dan lugar a un sutil bajorrelieve, apenas perceptible, en el plano de fondo del lienzo.
La idea del devenir inefable me parece que tiene su propia centralidad en su obra, ¿podría hablarnos de la idea del tiempo en la que intenta centrarse en su trabajo?
Me interesa especialmente cómo utilizamos ese lapso de tiempo que para cada uno de nosotros es inevitablemente un tiempo finito, dado por la existencia, cuyo valor reside en lo que hacemos mientras todo fluye. Por eso la idea del tiempo en mi obra está estrechamente ligada al valor que posee el devenir en su capacidad de introducir un elemento transformador, móvil. Y es esta dimensión la que investigo con mi investigación. En Diario de un tiempo suspendido, por ejemplo, doté a la obra de una dimensión específicamente temporal dada por la digitalización en el espacio de 43 emulsiones de ascensores, realizadas durante el primer encierro, una por cada día de estancia forzosa en Italia debido a la pandemia. En este caso, intenté hacer visible el tiempo mediante anotaciones, como en un conjunto de páginas de diario.
En su carrera ha experimentado con diferentes medios, incluido el vídeo: ¿le sigue interesando la idea de la imagen en movimiento o prefiere hoy las imágenes fijas?
De hecho, el vídeo es un medio que he utilizado mucho. Lo que más me fascina de este lenguaje es la posibilidad de representar un proceso a través de la idea de movimiento. He realizado cinco obras en vídeo y Gaea, de 2015, es la última que he producido y expuesto en Nueva York. Como decía antes, la contaminación de diferentes técnicas y soportes es lo que impulsa mi investigación, lo que me permite ir más allá y experimentar cada vez, confrontándome con diferentes herramientas expresivas. Las obras sobre papel y lienzo, así como las fotografías, son por naturaleza inmóviles, como usted dice; en mi caso, sin embargo, documentan un proceso en movimiento, un constante devenir y transformación, tanto como el vídeo. Todas mis obras se originan en un proceso de transformación de la materia, y este aspecto engloba una idea intrínseca y siempre presente de cambio, ya se trate de imágenes fijas o en movimiento. Sin embargo, no descarto retomar el vídeo como medio expresivo; tengo en proyecto la idea de trabajar en una gran instalación multicanal para recrear un entorno inmersivo, como hice para la exposición 9’/Unlimited en la Collezione Maramotti en 2013.
Qué ocurre con las obras de arte cuando no hay nadie para observarlas, puede la existencia de una obra de arte ser independiente de la presencia de un observador?
Responderé con una de las citas que más ha influido en mi pensamiento y que he citado en Presenze, el catálogo del proyecto de exposición para la sala Gipsoteca de la Galleria Nazionale di Arte Moderna e Contemporanea de Roma (mayo-junio de 2023): "La cuestión de la obra de arte, de su vida. Los últimos cuartetos de Beethoven son bellos incluso cuando nadie los toca, y la Pasión según San Mateo, aunque no hubiera sido exhumada por Mendelssohn y hubiera permanecido olvidada durante todos los siglos de los siglos, seguiría siendo una obra maestra sublime. También lo sería la Venus de Milo, enterrada y desconocida, e incluso las obras desconocidas y posiblemente destruidas de Apeles. Porque las obras de arte son ’espíritus’“ (Fausto Melotti). En el centro de la Gipsoteca de la Galería Nacional, en el rediseño encargado por Cristiana Collu, hay una gran mesa con varios bustos de escayola y terracota, antaño destinados a adornar plazas y palacios italianos y que ahora forman parte de las colecciones permanentes del museo. Los bustos se han colocado de manera que su mirada se dirige hacia las paredes circundantes en varias direcciones. Invitada a realizar un proyecto para este lugar, decidí crear un diálogo entre mis obras y estas ”presencias" silenciosas. Expuse un conjunto de grandes obras sobre papel de acuarela en las que las marcas trazadas mediante el uso de emulsión fotográfica, tomadas de algunas de mis obras anteriores, imprimen en la superficie huellas filiformes y fluctuantes que dan testimonio de una experiencia personal y de una memoria colectiva caracterizadas por estados de aislamiento, división y pérdida. A menudo he fantaseado con la idea de que, al ponerse el sol, cuando el museo estuviera a punto de cerrar sus puertas al público, esos mismos bocetos empezaran a moverse y a bailar, conversando entre sí y con mis obras, ambas con historias y recuerdos que contar. Con esto comprenderá aún más cuánto reconozco la cita de Fausto Melotti con la que empecé a responderle: las obras de arte son espíritus, y no necesitan necesariamente al observador para vivir y activarlas.
¿Dónde cree que se sitúa el artista en relación con su obra?
Siempre he pensado que las obras son hijas de los artistas. ¿No es cierto?
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.