Entre las novedades que propone la edición 2017 de Artissima, la feria internacional de arte contemporáneo que se celebrará en el Oval de Turín del 3 al 5 de noviembre, destaca el programa PIPER. Aprender en la discoteca, que estará comisariado por el aula, un centro de arte y formación dirigido por la historiadora del arte contemporáneo Paola Nicolin, profesora de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo en la Universidad Bocconi de Milán, comisaria de exposiciones, autora de numerosos libros sobre artistas contemporáneos y con experiencia en la Bienal de Venecia y el Ayuntamiento de Milán en su haber. Una serie de encuentros que comienzan con una reflexión sobre Piper, una discoteca histórica de Turín activa de 1966 a 1969, frecuentada por numerosas personalidades de la cultura de la época, entre ellas Michelangelo Pistoletto, Alighiero Boetti, Carmelo Bene, Piero Gilardi, Mario y Marisa Merz. ¿Por qué el Piper puede representar un modelo internacional de espacio no institucional para el arte contemporáneo? Hablamos de ello con Paola Nicolin.
El Flautista en Turín en 1966 |
¿De dónde surgió la idea de crear un programa educativo reflexionando sobre una discoteca de los años 60?
Nace del hecho de que la discoteca siempre ha sido ante todo un espacio de libertad, de contaminación, de diversidad, una especie de defensa contra el aburguesamiento, en todos los ámbitos. Y, por tanto, también el de la educación.
Por otra parte, pensando más en términos históricos, la Piper de Turín nació en el contexto de la profunda reforma cultural de finales de los años sesenta. Pietro Derossi, que fue su diseñador y director junto con su esposa Graziella, participó en Turín en aquellos años en las actividades de manifestaciones y ocupación de edificios universitarios. Y el tema, en Turín y en otros lugares, era precisamente la revisión de la estructura didáctica, la relación entre disciplinas, la experimentación de metodologías participativas. El proyecto de discoteca como centro cultural autogestionado surgió del entrelazamiento de estas temperaturas con los ecos de la investigación radical y pop británica y estadounidense. Una relación bastante fuerte entre contenido y contenedor. Esta tensión exigía espacios diferentes y producía un arte diferente. En este sentido, la clase-discoteca es una metáfora para decir que cada espacio afecta a la forma en que aprendemos: ¿qué podemos aprender entonces de la discoteca?
Paola Nicolin. Foto Crédito: Linda Fregni Nagler |
¿Podemos tener ya alguna información previa sobre el programa?
Se trata de un programa de tres días de encuentros cercanos con artistas y comisarios, precedido por la inauguración de la clase de Seb Patane, la sala Piper reinterpretada por Superbudda, y una entrevista con un conocido protagonista de la escena musical internacional.
Tres días, tres temas, tres obras guía que los invitados declinarán en función de sus subjetividades. Todavía hay que esperar para conocer los nombres.
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