Profesional del diseño, la música, las artes visuales y el cine, Lucio Arese (Milán, 1964) trabaja en la industria de las artes visuales y el cine desde 2008. A lo largo de su carrera, ha colaborado con artistas, sellos y marcas de renombre y su obra se ha expuesto en lugares internacionales como onedotzero Adventures in Motion, Ars Electronica, Cyclope, ArtFutura, SIGGRAPH, Interfilm Berlin, SICAF, FICUVAQ, The Lovie Awards, MTV, Bayerischer Rundfunk, IAMAG, Fubiz, Vimeo Staff Picks, IdN Magazine, Stash, The Webby Awards y la 23ª edición de Saatchi New Directors Showcase. En 2021, su cortometraje experimental Les Dieux Changeants obtuvo un amplio reconocimiento en el circuito de festivales de cine, con más de 100 selecciones y 40 premios, incluidos dos Lovie Awards y una nominación a los Webby Awards 2022. Arese también ha impartido talleres y conferencias en destacados lugares como el Chiyoda Arts Center 3331 de Tokio, el Liceo Artistico de Cuneo y la Accademia di Belle Arti de Bolonia. En esta entrevista, nos habla de su arte y nos ofrece algunas ideas sobre un tema de gran actualidad: la relación entre el arte y la inteligencia artificial.
NC. ¿Cómo han influido sus orígenes como arquitecto, músico y compositor en su enfoque del arte visual? ¿Cómo se acercó a esta técnica artística?
LA. Esa es una buena pregunta. Todo empezó durante mis estudios de arquitectura, donde empecé a utilizar el 3D como herramienta para el diseño arquitectónico. Estamos hablando de principios de la década de 2000, una época en la que esta tecnología aún se estaba desarrollando. Ya entonces veía muchas posibilidades y me fascinaba. Me llamaban especialmente la atención los gráficos tridimensionales, el diseño de espacios virtuales y el uso de lo digital. A partir de ahí, mi curiosidad creció y se convirtió en una pasión que cultivé como artista autodidacta. Después de las clases, pasaba horas buscando materiales en Internet y aprendiendo por mi cuenta, analizando todos los recursos posibles. Cuando terminé mis estudios de arquitectura, decidí no seguir la carrera de arquitecto. En su lugar, me dediqué a crear vídeos y gráficos en 3D y convertí mi pasión en un trabajo real en un par de años. En mi camino, estudié tanto música como arquitectura, disciplinas que no se traducían directamente en una carrera profesional tradicional. Sin embargo, encontré una especie de término medio, combinando los aspectos creativos de ambas en un único lenguaje visual y sonoro. Mi trabajo siempre se ha basado en la combinación de imágenes y música, una unión que es la columna vertebral de todo lo que he hecho en los últimos 15 años. Desde 2008, he seguido este camino profesionalmente y hoy puedo decir que tengo unos quince años de experiencia en este campo a mis espaldas.
Hablemos de Les Dieux Changeants, un proyecto de 2021 que ha recibido reconocimiento internacional. ¿Qué influyó en la realización del cortometraje?
El cortometraje es, hasta la fecha, mi obra más conocida. Nació durante los encierros relacionados con la pandemia de Covid, en el segundo semestre de 2020, y recuerdo bien el periodo invernal: una época pesada para todos, caracterizada por la angustia y el aislamiento. Obligado a permanecer encerrado durante meses, decidí centrarme en el proyecto, que al principio no era más que un experimento técnico relacionado con la destrucción de objetos en 3D. Me fascinaba cuál era la mejor manera de representar el destrozo y la deconstrucción en entornos tridimensionales. Un día, buscando inspiración en Internet, me topé con los modelos tridimensionales del Statens Museum for Kunst de Copenhague y del Museo Nacional de Dinamarca. Ambos habían digitalizado sus colecciones de vaciados de estatuas antiguas, poniéndolas a disposición gratuitamente, y la idea de utilizar esas obras me asaltó de inmediato. “¿Por qué no destruir una estatua?”, pensé. Así que empecé a trabajar en el proyecto. Elegí cinco modelos de estatuas grecorromanas, obras maestras de la escultura antigua, y empecé a modificarlas. Presté mucha atención a las texturas, utilizando programas como Substance 3D Painter para conseguir un resultado visualmente interesante. El trabajo resultó todo un reto y tardé cinco meses en terminarlo. Antes de publicar el cortometraje, lo envié al museo de Copenhague y, para mi sorpresa, quedaron impresionados. Entonces tuve la oportunidad de conocer a Merete Sanderhoff, una de las conservadoras, que desde entonces ha presentado el proyecto en numerosas conferencias y reuniones internacionales y nos conocimos en persona este año, cuando vino a Cesano Maderno para un acto. El cortometraje recibió un gran reconocimiento, tanto del público como de los festivales de cine. Ganó numerosos premios y selecciones y se convirtió en uno de los cortometrajes italianos más premiados de 2021. Lo que más me conmovió fue ver cómo mi trabajo llegaba profundamente a tanta gente. Cada uno encontró un significado personal: algunos revivieron momentos difíciles de su vida, otros reflexionaron sobre la fragilidad de nuestro patrimonio cultural o la importancia de la belleza. Saber que he despertado estas emociones fue, para mí, la mayor satisfacción.
Les Dieux Changeants comenzó como una prueba técnica de fragmentación y destrucción de objetos en 3D. ¿Qué le inspiró para dar vida y poner en movimiento la estática y la belleza de las estatuas clásicas?
Creo que me movió, al menos en parte, un malestar interior. Probablemente sentí la necesidad, incluso inconsciente, de romper una situación personal que me frenaba. Este estado de ánimo se reflejó en el proyecto, representado simbólicamente en el acto de destrucción y ruptura. Sin embargo, la obra no termina con este gesto. Desde el principio, quise que estuviera abierta a interpretaciones filosóficas, dejando espacio a la visión personal del observador. Al fin y al cabo, el acto destructivo también puede ser un acto creativo. Para subrayar la idea, incluí una cita de Nietzsche de Así habló Zaratustra al final del cortometraje. Curiosamente, no la descubrí hasta después de terminar la obra, pero resultó ser perfecta para el mensaje que quería transmitir. La cita nos exhorta a tener el valor de destruir lo que parece intocable para abrirnos a nuevas posibilidades, tomar nuevos caminos y seguir nuevas sendas. Esta apertura de interpretación permitió a cada uno encontrar un significado personal en el cortometraje. Muchos entendieron el gesto destructivo como una metáfora del cambio o del renacimiento, mientras que otros se centraron en la fragilidad del patrimonio artístico o en reflexiones filosóficas. Curiosamente, las reacciones fueron muy variadas: no proporcioné... llamémoslas “instrucciones de uso” o pautas para interpretar la obra, precisamente porque quería que fuera una experiencia libre y subjetiva. Evidentemente, no todo el mundo apreció la obra. Algunos la criticaron duramente. Algunos llegaron incluso a compararme con los talibanes por destruir, incluso virtualmente, obras de arte clásico. Hay que decir que no he dañado ninguna obra real: se trata de modelos digitales puestos a disposición precisamente para ser utilizados de forma creativa. Sin embargo, comprendo que el gesto pueda resultar provocador y que no todo el mundo esté dispuesto a aceptarlo. Dicho esto, la mayoría de las reacciones han sido extremadamente positivas. Muchos espectadores han tenido un profundo impacto emocional y psicológico, encontrando en la obra una reflexión personal o un significado universal. Las críticas, aunque presentes, son minoritarias, y las acojo con satisfacción. Para mí, el valor de una obra reside también en su capacidad de generar debate y suscitar emociones, para bien o para mal.
Hablemos de los elementos 3D del proyecto. Les Dieux Changeants presenta versiones virtuales de cinco esculturas clásicas, entre ellas el Laocoonte y el Apolo del Belvedere. Los escaneados 3D, realizados por el Statens Museum for Kunst (SMK) y disponibles en MyMiniFactory, proceden de la Royal Cast Collection del museo y se crearon gracias al proyecto voluntario Scan The World. La obra forma parte de la iniciativa SMK Open, cuyo objetivo es digitalizar toda la colección del museo para hacerla accesible al público y fomentar la creación de nuevas obras de arte. ¿Cómo refleja el proyecto la importancia de compartir y reelaborar el patrimonio cultural digital para la creación de nuevas formas de arte?
Me parece un programa extraordinario por parte del museo, sobre todo porque invierte el papel tradicional del público y lo transforma de mero usuario pasivo en parte activa del proceso artístico. Normalmente, el visitante del museo se limita a observar las obras expuestas, analizando lo que ve de forma personal sin implicarse directamente. En cambio, el proyecto Statens Museum for Kunst ofrece la oportunidad única de acceder libremente a la colección y utilizarla como punto de partida para crear arte nuevo. Una iniciativa así es profundamente civilizadora; estimula la creación de cultura contemporánea y, al mismo tiempo, pone en valor nuestro patrimonio artístico. En mi caso, trabajar con estas estatuas me llevó a reinterpretarlas, estudiar su historia y descubrir detalles y significados que antes había ignorado. Todo esto demuestra cómo un proyecto de este tipo no es una poderosa herramienta de sensibilización y conocimiento. Tiene el mérito de implicar al público en un diálogo activo con el patrimonio artístico europeo, al tiempo que promueve el redescubrimiento y la reinterpretación de nuestras raíces culturales. Es un enfoque que fomenta la reflexión, la expresión personal y crea un puente entre el público y los operadores de museos. Conozco otros proyectos realizados sobre estas estatuas y los considero igualmente importantes. Espero que todas estas iniciativas salgan adelante y que se creen muchas más, no necesariamente similares a mi obra, pero que fomenten el encuentro entre el público, los museos y la creación de arte y cultura nuevos.
¿Cómo ha evolucionado su práctica artística hasta la fecha en comparación con sus trabajos anteriores (también más centrados en la unión de música y vídeo)?
Sí, tiene razón: sin duda hay un camino de transformación que se ha desarrollado a lo largo del tiempo, en varios frentes. Por ejemplo, el cortometraje Les Dieux Changeants marcó un punto de inflexión importante en mi producción artística. En el pasado, mis obras eran decididamente más abstractas y abordadas con un enfoque quizás más racional, casi técnico, en el que buscaba múltiples formas de entrelazar música e imágenes sin pretender necesariamente un significado concreto. Con el tiempo, sin embargo, me di cuenta de que tenía cierta aptitud para canalizar significados que dejaran espacio a distintas interpretaciones, creando obras abiertas a múltiples lecturas. Esto ha sido especialmente evidente en mis cortometrajes, así como en las imágenes vinculadas a proyectos como Images From The Subconscious (Imágenes del subconsciente), en el que llevo trabajando más de un año. Las obras que surgen de estas ideas parecen estimular al público a proyectar algo personal en ellas. Es un proceso que me parece interesante y refleja la propia naturaleza del arte... interpretar significa inevitablemente poner un poco de uno mismo en lo que se observa. Tras varios años de experimentación, me he dado cuenta de hasta qué punto mi trabajo ha evolucionado hacia la creación de obras con un significado estratificado y profundo. Ahora estoy trabajando en nuevos proyectos, entre ellos otro cortometraje que tengo previsto terminar a mediados del año que viene. También será una obra diseñada para ser interpretada de diferentes maneras, con un importante componente filosófico. En los últimos años también he vuelto a hacer música. La música siempre ha sido una parte fundamental de mi vida: además de estudiar arquitectura, he tenido una profunda formación musical y siempre me he considerado, ante todo, músico. Durante mucho tiempo trabajé en la música, pero sobre todo en composiciones ajenas. Hoy, sin embargo, he vuelto a crear mi propia música, un camino que me entusiasma y que pretendo integrar cada vez más en mi trabajo. El objetivo es poder combinar todas mis pasiones -imágenes, diseño espacial, música- de forma armoniosa. Hasta la fecha, intento encontrar soluciones que hagan que este conjunto sea orgánico y coherente. Creo que el proceso de combinar lo que nos gusta y apasiona es una de las experiencias más gratificantes porque nos mantiene curiosos, motivados y abiertos a nuevos descubrimientos.
Su último proyecto, convertido en volumen, Images From The Subconscious (Imágenes del subconsciente ) trata sobre el potencial de la inteligencia artificial en la generación de imágenes artísticas. ¿En qué consiste el proyecto?
El proyecto consiste en una serie de imágenes desarrolladas a lo largo de los últimos meses, un trabajo en curso. Por un lado, hace uso de herramientas nuevas e increíblemente potentes que permiten traducir ideas en imágenes de forma inmediata y sencilla, superando las dificultades técnicas del pasado. Por otro, surge la peculiaridad de estas herramientas, en particular las basadas en la inteligencia artificial, que abren muchas posibilidades pero también plantean interrogantes. Su utilización genera debates, sobre todo en lo que se refiere al riesgo de que, en el futuro, sustituyan al trabajo humano. Personalmente, veo la relación entre el hombre y la máquina como una integración más que como una sustitución y creo que nuestro presente ya apunta hacia soluciones cada vez más híbridas. Trabajar con redes neuronales proporciona una experiencia única: es como navegar en un océano de conceptos visuales preempaquetados. Se puede realizar cualquier imagen imaginable, lo que cambia nuestra forma de abordar la creación artística. Sin embargo, estas herramientas no son realmente inteligentes. Se basan en el aprendizaje automático, una tecnología que les permite reconocer y reproducir patrones a partir de enormes cantidades de datos. En el caso de los generadores de imágenes, se trata de inmensas colecciones de material visual reelaborado para producir nuevas soluciones. Por mucho que los resultados parezcan fruto del razonamiento, en realidad son procesos automatizados, refinados por la cantidad y calidad de la información. Este tipo de enfoque también ha influido en mi proceso creativo, enseñándome a no apegarme demasiado emocionalmente a una idea inicial. Al trabajar con estas herramientas, uno descubre que cada variación puede abrir nuevas posibilidades y a veces puede conducir a resultados inesperados que son más eficaces que la idea original. La experiencia con herramientas de este tipo me ha enseñado que todo es mejorable. En el pasado, por ejemplo, tendía a apegarme a mis intuiciones, aunque no funcionaran como imaginaba. Ahora, en cambio, al experimentar con las infinitas variaciones que pueden generar las máquinas, he aprendido a dejarme llevar y a buscar soluciones más sencillas o más adecuadas, aunque no se correspondan con mi idea inicial. Todo esto me ha llevado a reflexionar sobre la flexibilidad necesaria en el proceso creativo y la importancia de explorar posibilidades que de otro modo habría ignorado.
¿Qué le impulsó a emprender el proyecto y cómo cree que la inteligencia artificial (IA) puede enriquecer el proceso creativo de los artistas?
No estoy seguro de cómo evolucionará esto. Creo que depende mucho de la sensibilidad personal y de cómo cada persona decida utilizar estas herramientas. De momento, por lo que veo observando el panorama que me rodea, la inteligencia artificial, desde los generadores de imágenes a los de vídeo, parece facilitar la creación de obras de mala calidad en lugar de buenas. La mayoría de las obras que veo realizadas con estas herramientas no me convencen: carecen de verdadera profundidad. Por supuesto, hay excepciones, pero son pocas y suelen proceder de artistas que poseen una visión clara y utilizan la IA como herramienta para alcanzarla sin dejarse llevar por la tecnología en sí. Por el contrario, muchos parecen seguir pasivamente lo que proponen las máquinas, con resultados poco apreciables. No puedo asegurar cómo evolucionará en el futuro la relación entre creatividad e inteligencia artificial. Está claro que estas herramientas seguirán perfeccionándose dado el enorme capital económico que se ha invertido en ellas, y su difusión no se limita al ámbito artístico. Se utilizan en campos como la medicina o la economía, donde mejoran la productividad y abren nuevas posibilidades. En el campo del arte, sin embargo, temo que el crecimiento de la cantidad de obras producidas no coincida necesariamente con un aumento de la calidad. El riesgo es que la facilidad de uso provoque una proliferación de contenidos poco cuidados. Quizá el verdadero problema no resida en el temor a que las máquinas sustituyan a los artistas, sino en la posibilidad de que se utilicen para crear obras sin valor.
En su opinión, ¿podemos decir entonces que puede ser una herramienta de co-creación entre artista y máquina?
Por supuesto.
¿Está explorando nuevas direcciones en el arte visual? ¿Puede darnos algunas pistas sobre sus próximos proyectos?
Ahora mismo estoy en una fase de exploración y aprendizaje. Estoy experimentando mucho con tecnologías interactivas en tiempo real, como también se puede ver en el contenido que comparto en Instagram. Una de las áreas en las que me estoy centrando es TouchDesigner. Lo conozco desde hace años, pero solo recientemente he empezado a trabajar con él en serio, sumergiéndome en su potencial. Es una plataforma que permite infinitas posibilidades creativas y estoy descubriendo herramientas increíbles, como módulos basados en aprendizaje automático que facilitan mucho el seguimiento del movimiento. Ahora, con una simple webcam, es posible conseguir resultados comparables a los que requerían tecnologías como la cámara Kinect en el pasado, pero sin necesidad de equipos complejos. Esto me permite desarrollar experiencias interactivas que responden a los movimientos del cuerpo y allanan el camino a nuevas formas de expresión. Ya estoy pensando en cómo integrar estas tecnologías en futuros proyectos, como instalaciones interactivas. Paralelamente, he empezado a trabajar con la guitarra MIDI, otro campo que me resulta sumamente estimulante. Mi idea es crear una performance-concierto en la que la música generada por la guitarra se sincronice con visuales en tiempo real, de nuevo desarrollados con TouchDesigner. El proyecto, que combina audio y visuales de forma dinámica, va en una dirección que definitivamente quiero explorar porque tiene el potencial de convertirse en un espectáculo innovador para presentar al público.
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