by Federico Giannini, Ilaria Baratta , published on 03/06/2016
Categories: Entre bastidores
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Cómo saber si un contenido que estamos leyendo en la red ha sido copiado de otro blog, otro artículo u otro sitio. Contra el plagio
La facilidad de manejo de las plataformas de gestión de contenidos (las que se utilizan, por decirlo sin rodeos, para mantener blogs, comercios electrónicos, sitios web complejos, etc.), desde hace varios años, ha tenido el efecto de proporcionar una ayuda considerable a las personas que trabajan de manera seria, pero también ha propiciado el nacimiento de masas de vagabundos con cara de novatos que, incluso sin conocimientos técnicos, han abierto constelaciones de blogs y sitios web llenos de contenidos copiados de sitios ajenos, sin citar debidamente las fuentes. Nuestro sector, el de la historia del arte, no es ciertamente inmune a esta práctica nefasta, que perjudica a todo el entorno en la medida en que resta visibilidad, visitantes y, a menudo, incluso ingresos a quienes trabajan honestamente. Es cierto que la audiencia de los sitios web serios es infinitamente mayor que la de los que viven del copy-paste, y en la inmensa mayoría de los casos no hay que preocuparse por si alguien copia los artículos: a la larga, quienes trabajan así están destinados a perder publicidad y credibilidad, porque siempre son descubiertos. Sin embargo, hay casos de sitios web que han sido expoliados repetidamente, y cuando esto ocurre, la molestia causada es considerable: hay que tener en cuenta que incluso un solo artículo es a menudo el resultado de horas de trabajo, y verlo publicado en sitios web desconocidos bajo el nombre de otra persona es sentirse ofendido y violado.
Son muchas las causas que llevan a los ladrones de contenidos a canibalizar los artículos de otros atribuyéndose el mérito y los honores. Muchos lo hacen simplemente por un narcisismo infantil alimentado por los elogios de amigos y familiares (a menudo los únicos lectores de los “copistas”) que creen estar leyendo un artículo original. Otros lo hacen simplemente porque no tienen tiempo para escribir un artículo propio, o porque no tienen ideas pero son demasiado orgullosos para admitirlo, y por eso recurren a la copia. Y aún hay quien gana dinero con su blog y por eso, para conseguir más lectores más rápidamente, llena el blog de nuevos artículos copiados de las fuentes más dispares. Para todos estos casos de sinvergüenzas empedernidos, la cita de la fuente es un grave obstáculo y es totalmente inadmisible: primero, porque equivale a hacer publicidad de otro sitio web (y a menudo el mal más grave que se les puede hacer a los copiones es leer otros sitios o blogs). Segundo, porque en muchos casos se considera una lesión al respeto propio. Tercero, porque es mejor actuar en la sombra: los autores de los artículos originales pueden ver con malos ojos la práctica de duplicar contenidos, aunque sea con enlaces a la fuente, así que mejor copiar callando. Y así sucesivamente. Y la prueba de que citar la fuente es una práctica tan desagradable para los plagiarios está en la retirada de los artículos infractores una vez descubiertos: sí, porque cuando el sinvergüenza es pillado in fraganti, en la inmensa mayoría de los casos no querrá sufrir la vergüenza de insertar la referencia al original, por lo que preferirá retirar de su web el contenido copiado (o, en ciertos casos, modificar radicalmente el texto: tal vez copiarlo de nuevo, pero de otra fuente). La experiencia nos lo ha enseñado, ya que no son pocos los que se inspiran en el sitio que usted está leyendo.
Pero, en esencia, ¿cómo es posible percibir que un contenido que estamos leyendo ha sido copiado salvajemente de otro sitio? Hemos puesto en marcha unos pequeños trucos, que no pretenden ser decisivos, porque hay muchos copistas que se han espabilado, pero prestar atención a estos detalles puede llevar, en la gran mayoría de los casos, a descubrir que el contenido que estamos leyendo no es más que un plagio. Por supuesto: se necesita un poco de experiencia, y es más fácil descubrir el contenido copiado si se ha leído más de un artículo en la misma web o blog, pero eso no significa que no se pueda descubrir al copión incluso con una sola lectura. Veamos entonces los trucos que sugerimos:
- Elestilo: quizá la pista más decisiva. Probablemente la forma más reveladora sea analizar el estilo del escritor, y a menudo basta con hacerlo incluso en un solo artículo (de hecho: un solo artículo que revele saltos llama tivos en el estilo es mucho más clarificador que analizar varios posts). Si estamos leyendo un artículo que empieza con largas subordinadas, términos cortesanos, adjetivos altisonantes, y vemos que al cabo de unas frases se convierte en una colección de frases paratácticas escritas en un italiano muy sencillo, hay dos casos: o el autor sufre alguna forma de esquizofrenia, o es incapaz de hacer collages decentes (como casi todos los duplicadores en serie). Lo mismo ocurre cuando se analizan varios artículos: como los ladrones de contenidos suelen copiar de distintas fuentes, obviamente el estilo de redacción será diferente cada vez. Por el contrario, quienes escriben contenidos originales suelen inclinarse por dar a sus textos un sesgo personal: algo que quienes copian, por razones obvias, no hacen.
- Atencióna los gráficos. Por lo general, los blogs de los que copian también están mal editados gráficamente: el copiador no tiene tiempo para pensar en una idea original, y mucho menos para pensar en un diseño, ¡o para delegar los gráficos del blog en un diseñador! Por supuesto, los que tienen recursos (o los que son listos) también se ocuparán del aspecto estético de su sitio. Pero le aseguramos que en la mayoría de los casos no es así. Y si bien es cierto que también hay contenidos excelentes presentados a menudo de forma gráficamente descuidada e impersonal, el hecho de que te encuentres ante un diseño poco atractivo debería empezar a hacerte sospechar... ¡!
- La frecuencia de las entradas. Escribir contenidos originales es agotador y requiere mucho tiempo. Por eso, un blog serio dirigido por una o dos personas no puede producir más de tres o cuatro artículos por semana, sobre todo si los responsables están ocupados con otras cosas en su vida cotidiana. Por el contrario, copiar es extremadamente fácil, y copiar puede producir un nuevo artículo incluso en sólo cinco minutos (el tiempo necesario para robar algo de la fuente, copiarlo en el propio sitio web, tal vez cambiar una o dos frases, insertar imágenes y publicar). Así pues, si vemos que un blog dirigido por una sola persona (o un pequeño grupo de personas) produce más artículos que un periódico nacional, se dan dos casos: o tienen mucho tiempo para dedicar al blog, o estamos en presencia de ciertos duplicados.
- Gramática yortografía. El problema de la gramática y la ortografía lo sortean ahora los mejores copistas, pero los menos avispados a menudo, al basarse en varias fuentes, no se molestan en afinar los tiempos verbales, ni en corregir los errores ortográficos que están presentes en una parte del texto copiado, pero no en otra. Si el artículo está copiado íntegramente de una sola fuente, esta estratagema resultará ineficaz, pero como los parlanchines no suelen copiar de una sola fuente, un vistazo a la gramática y la ortografía puede darnos a menudo una medida del origen del contenido que estamos leyendo.
- Referencias a contenidos inexistentes. No ocurre a menudo, pero tampoco es raro encontrar, en un texto copiado, referencias a contenidos que, por diversas razones, el plagiario no ha incluido en su copia. Por ejemplo, si en una frase leemos algo así como “como desarrollaremos a continuación” o “como pone de relieve la imagen que aparece aquí”, y luego no encontramos ni la elaboración ni la imagen, es muy probable que estemos ante un plagio. Del mismo modo, si hay tecnicismos en el texto que no se explican adecuadamente (y sin la explicación sería especialmente difícil entender el significado del texto), es probable que la explicación estuviera contenida originalmente en un pasaje del texto copiado que no se reprodujo en la copia.
- Formato del texto. A veces, quienes copian contenidos de varias fuentes no se molestan en dar al texto el formato habitual. Cambios de fuentes, colores diferentes, abundancia de negrita en una parte del texto y ausencia en otra pueden ser indicios de contenido copiado.
Contra el plagio de blogs y sitios web. Cómo saber si un contenido ha sido copiado
- Experiencias de primera mano. Quienes leen asiduamente nuestra web saben que, muy a menudo, salimos, visitamos exposiciones, asistimos a eventos y, no pocas veces, hablamos de una exposición que hemos visitado o de un evento al que hemos asistido. O, sencillamente, en nuestra página de Facebook publicamos fotos que hacemos cuando estamos fuera. Y esto sucede en muchos otros blogs y sitios web a los que los autores imprimen una cierta connotación personal. Puedes estar seguro de que en los blogs y webs de copiadores en serie no encontrarás nada de esto, partiendo aún de la base de que el copiador, al no estar dotado de personalidad, es incapaz de reelaborar las experiencias que vive en primera persona (o simplemente no le importa). Al menos en la inmensa mayoría de los casos.
- Los que copian siempre hablan de temas trillados. Un tema tratado por muy pocos en la red también es más difícil de encontrar (y, por tanto, de copiar). Pongamos un ejemplo: muy pocos blogs y sitios de historia del arte le hablarán de la Venus de Lorenzo di Credi, o del ciclo de frescos gioachimite de la capilla Contrari de Vignola. Sin embargo, siempre encontrará a alguien que le hable de los nombres conocidos de siempre. Al fin y al cabo, copiar una biografía de Miguel Ángel no es nada difícil. Basta con perder unos segundos de tiempo en Wikipedia.
- Publicidad por todas partes Se ha dicho que quienes copian a menudo lo hacen para tener siempre contenido fresco y así animar a más lectores a acudir al sitio, y disfrutar así de más ingresos por publicidad. Muchos de los duplicadores, sin embargo, no se han dado cuenta de que no tiene sentido llenar la página de banners para ganar más dinero: por lo tanto, si acabas en un sitio atiborrado de banners, o que te molesta presentándote molestas ventanas emergentes con mucho audio y vídeo, es muy probable que el artículo al que has llegado esté tomado de otra fuente.
- ¿Está bien comentar? Muchas veces, los blogueros copiones no permiten que el público comente los artículos: de lo contrario, alguien que se dé cuenta de la copia podría escribir sobre ello. En cambio, quienes producen contenidos originales tienen todo el interés en permitir los comentarios del público: porque pueden surgir debates estimulantes y apasionantes, porque pueden surgir oportunidades de análisis en profundidad e ideas para nuevos artículos, porque alguien puede señalar algún descuido o puede hacer una crítica constructiva. Así que, si llega al final del artículo y observa las palabras “comentarios cerrados”, o no ve ningún formulario que rellenar para dejar sus impresiones, empiece a sospechar, y tal vez busque en su buscador favorito algunas frases del artículo. No se sorprenda si descubre que lo que leyó no era un artículo original...
Pues bien: dados algunos trucos para saber quién copia, podemos preguntarnos a qué se arriesga el ladrón de contenidos cuando es descubierto. Podemos asegurar que, en casi todos los casos, el sentido común sugiere un intercambio de mensajes privados, que siempre acaba con la supresión o inserción de la cita. En el caso de duplicadores especialmente obstinados o reincidentes,Agcom (la Autoridad de Garantía de las Comunicaciones italiana) puede intervenir: el 31 de marzo entró en vigor el reglamento sobre derechos de autor en línea, un instrumento que protege a los productores de contenidos evitando procedimientos judiciales largos e inútiles. Según este reglamento, cualquiera que vea infringidos sus contenidos puede presentar una solicitud a Agcom, que se pondrá en contacto con el proveedor que aloja el sitio web del script y, si se puede localizar, con el propio script. En este caso, se puede estar casi seguro de que el proveedor eliminará autónomamente los contenidos (a menudo también todo el sitio o blog) del duplicador sin pestañear: la alternativa es alargar los trámites con Agcom y arriesgarse a que todo acabe ante laautoridad judicial. Y obviamente el proveedor, que no quiere problemas, no correrá el riesgo. Por último, en casos graves y reiterados, es posible que el perjudicado recurra directamente a la vía judicial.
Y ahora llegamos al último aspecto de este artículo, y quizás el más importante: ¿cómo defenderse de los plagiarios? Por desgracia, siempre habrá alguien que copie los artículos de otros, así que no hay soluciones definitivas. Sin embargo, incluso en este caso, podemos poner en práctica algunos trucos para aumentar nuestras defensas. Los lectores pueden hacer una selección de blogs y periódicos, prefiriendo los sitios, revistas y periódicos cuya calidad sea cierta. Hay muchas formas de distinguir una publicación de calidad: atención al contenido, sesgo original, bagaje cultural de los autores, posibles premios recibidos, debates interesantes al pie de los artículos (tanto si leemos un blog como una página web), señal de que el público lector también está formado por personas que ya han valorado positivamente la calidad del contenido. Por otro lado, si escribes en la web y quieres evitar que alguien robe tus textos, puedes crear descargos de responsabilidad advirtiendo a los posibles plagiarios de los riesgos que corren copiando el contenido, equiparte con dispositivos técnicos (por ejemplo, programas JavaScript que desactiven la función copiar-pegar) o incluso insertar referencias al nombre del blog o sitio web. Nunca tendremos una garantía del 100% de que no volveremos a ver circular contenidos copiados: ¡pero al menos podremos reducir el riesgo!
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