¿Realmenteel ICOM, principal organismo de representación de los museos a nivel internacional, comenta positivamente o apoya plenamente las acciones de los ecologistas que han tenido como objetivo las obras de arte de los museos, con acciones en las que algunos miembros de asociaciones ecologistas se han pegado a los marcos de los cuadros o han vertido comida sobre las obras? En los últimos días, el ICOM ha emitido un comunicado en el que se posiciona, y que ha sido objeto de lecturas equívocas por parte de algunas asociaciones ecologistas, así como de algunos órganos de prensa: se ha difundido la idea de que el ICOM apoya las protestas, lo que ha suscitado mucha inquietud en las redes sociales. Pero no es así.
El comunicado, por su parte, es muy claro: el ICOM, de hecho, afirma que “desea reconocer y compartir tanto las preocupaciones expresadas por los museos sobre la seguridad de las colecciones como las preocupaciones de los activistas climáticos a medida que nos enfrentamos a una catástrofe medioambiental que amenaza la vida en la Tierra”, y que considera que “la elección de los museos como telón de fondo de estas protestas climáticas es un testimonio de su poder simbólico y su relevancia en los debates sobre la emergencia climática”. El resto del comunicado no entra en los méritos de las protestas, sino que subraya el papel clave de los museos a la hora de iniciar y apoyar la acción climática con las comunidades de las instituciones.
En resumen, el ICOM no habla explícitamente de apoyar las protestas de las organizaciones ecologistas, sobre todo porque la primera reflexión (en un comunicado oficial, el orden en que se presentan las preocupaciones tiene un significado preciso) se refiere a las preocupaciones expresadas por los museos. Además, reconocer que la elección de los museos es un testimonio de “su poder simbólico y su relevancia en los debates sobre la emergencia climática” no significa aprobar automáticamente la forma en que se lleva a cabo la protesta. Adele Maresca Compagna, presidenta del comité italiano del ICOM (que se pronunciará mañana con un comunicado), “apoya la causa” de los ecologistas “pero no el método”, nos dice por correo electrónico. Es difícil, después de todo, permanecer insensible ante la causa de los ecologistas (el cambio climático concierne a toda la humanidad): más complejo, sin embargo, apoyar un método de protesta que tiene como objetivo las obras de arte.
Además, conviene precisar que el ICOM no es un bloque que se mueva siempre unido: a menudo los comités nacionales han tomado posiciones particulares (piénsese, por ejemplo, en todo el debate sobre la definición de museo: en aquella ocasión, hubo desacuerdo entre el comité central encargado de diseñar la nueva definición y los comités nacionales). Lo mismo ocurre en este caso, en el que algunos comités nacionales condenan duramente las protestas de los ecologistas en los museos.
Es el caso del comité español, que en una nota publicada el 8 de noviembre se solidarizaba con “todos los museos que han sufrido actos vandálicos por supuestas reivindicaciones contra el cambio climático”, añadiendo: “Condenamos aquellas acciones que no son más que actos vandálicos contra un patrimonio que pertenece a toda la comunidad, y que además alteran el normal desarrollo de un museo, dando una falsa imagen de espacios inseguros e instituciones insolidarias”. El 14 de noviembre fue el turno del comité sueco, que habló de ataques “inquietantes” en una nota publicada en su página web: “Los ataques de activistas climáticos a varios famosos museos de arte en Europa son inquietantes en varios sentidos. El comité sueco del ICOM sigue la evolución de los acontecimientos con la esperanza de que no se produzcan nuevos ataques. Además del daño real causado a objetos irremplazables del patrimonio cultural, estas acciones activistas crean ansiedad tanto entre el personal de los museos como entre los visitantes. Existe un gran riesgo de que se restrinja la apertura y accesibilidad al patrimonio cultural común. La huella climática es algo de lo que todos tenemos que responsabilizarnos, y el camino a seguir es el diálogo y la colaboración, no enfrentar a los distintos sectores”.
De nuevo, el 3 de noviembre, en una entrevista publicada en la página web de ICOM Francia, la presidenta del comité francés, Emilie Girard, se posicionó, advirtiendo de los posibles riesgos a los que también están sometidas las obras protegidas por el vidrio: “Corremos el riesgo de que aumente la tensión del personal de los museos y de que empeoren las condiciones de acogida en los museos. Algunos recintos empiezan a pedir que se depositen las bolsas en la entrada, es decir, que la recepción sea más limitada de lo que era habitual. Además, el riesgo cero, incluso sobre una obra bajo cristal, no existe. Algunos marcos son obras en sí mismas. Poner la mano o la frente sobre un marco puede provocar un deterioro que requiera una restauración posterior. Además, basta que no haya una perfecta adherencia al lienzo para que se produzca una infiltración de producto. Siempre existen riesgos, que hay que tener en cuenta”.
En resumen, el ICOM no da realmente la impresión, ni quiere darla, de ser un organismo que apoya las acciones de los ecologistas. Si bien el ICOM reconoce la importancia de la lucha contra el cambio climático, no apoya la forma en que esta lucha es llevada a cabo por aquellos que arremeten contra las obras de arte en los museos. Los museos, subraya el ICOM, son aliados en la lucha contra el cambio climático. Y siendo aliados, no deben ser objeto de... fuego amigo.
Imagen: activistas pegados a la Primavera de Botticelli durante una protesta
¿Apoya el ICOM las acciones de los ecologistas en los museos? No: ésta es la cuestión |
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