By Redazione | 06/04/2025 16:48
Hay un hilo que atraviesa los siglos y une a Pisa y a todo su territorio con un concepto clave de la modernidad: lainnovación. No se trata de una casualidad ni de un fenómeno reciente: Pisa siempre ha sido, desde la antigüedad, un laboratorio de ideas, experimentos y descubrimientos, capaz de anticiparse a los tiempos y de dejar una huella indeleble en la historia de la ciencia, la tecnología y la cultura. Desde los días en que Leonardo Fibonacci introdujo en Europa el sistema de numeración posicional de origen indio hasta las modernas puestas en marcha del Polo Tecnológico de Navacchio, Pisa siempre ha sabido cultivar el cambio. Entre medias, encontramos el genio de Galileo Galilei, que apuntó su telescopio al cielo revolucionando para siempre nuestra forma de concebir el universo, y luego la construcción naval de vanguardia de los Arsenales Republicanos, la excelencia secular de laUniversidad de Pisa, el nacimiento de lainformática italiana, e incluso la transición energética con los parques eólicos diseminados por el territorio.
Si se piensa en la relación entre Pisa y la innovación, la historia viene de lejos. Incluso se podría remontar a poco después del año mil: corría el año 1064 cuando se inició la construcción de la catedral de Pisa, el primer edificio desde la antigüedad que utilizó mármol de Carrara al comenzar de nuevo la extracción en las canteras de Apuano (y dos siglos más tarde, Nicola Pisano será el primer gran artista del que tenemos noticia que se traslada a Carrara durante algún tiempo para elegir los mármoles y organizar su transporte, en un momento en el que el artista estaba trabajando en el púlpito de la catedral de Siena, aunque su taller tenía su sede en Pisa y era en Pisa donde hacía enviar los bloques). Pero en esta historia hay algo más que arte.
El primer nombre que podría mencionarse, elevado casi al rango de leyenda, es el de Leonardo Fibonacci. Nacido hacia 1170, Fibonacci fue el primer gran matemático de la Europa medieval. Fue él quien, en su Liber abbaci de 1202, habló por primera vez de lo que hoy se conoce como " secuencia de Fibonacci" (o "sucesión de Fibonacci), una sucesión de números enteros en la que cada número es la suma de los dos anteriores (0, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987, 1597, 2584, 4181, 6765, 10946, etc.). Aún hoy, las aplicaciones prácticas de esta sucesión son diversas: en informática (para ciertos algoritmos de ordenación), en botánica (se ha observado que algunas flores tienen sus pétalos dispuestos según la sucesión de Fibonacci), en geometría y arte (se utiliza para calcular la sección áurea), en economía (para predecir el rendimiento de los valores bursátiles). Pero el Liber abbaci tiene otra intuición revolucionaria: la introducción en nuestro continente del sistema de numeración posicional de origen indio. Criado entre Pisa y el norte de África, Fibonacci se dio cuenta de la superioridad de este sistema sobre los números romanos, un sistema que marcaría el destino de las matemáticas occidentales. El concepto mismo de innovación está inscrito en la biografía de Fibonacci: fue un pionero de la contaminación entre culturas, capaz de apoderarse de la vanguardia científica árabe y transformarla en elemento fundador del cálculo moderno.
Cuando se habla de innovación y de Pisa, es imposible no mencionar a Galileo Galilei. Nacido aquí en 1564, Galileo fue el hombre que redefinió el método científico, sentando las bases de la ciencia moderna. La observación, la experimentación y las matemáticas se convirtieron con él en instrumentos del conocimiento en una época dominada aún por la especulación aristotélica. Fue en Pisa donde Galileo comenzó a cuestionar la física, estudiando el movimiento de los cuerpos y refutando el dogma de que objetos de distinto peso caían a velocidades diferentes. Según la tradición, su desafío a las teorías aristotélicas culminó con el experimento de la Torre Inclinada, aunque no hay pruebas documentales de este acontecimiento: se trató sobre todo de un experimento mental, aunque hoy casi se considera uno de los "mitos" fundadores del orgullo pisano (también está representado en algunas obras de arte). Lo cierto es que las investigaciones pisanas de Galileo Galilei sentaron las bases de una revolución que cambiaría el mundo.
Pensando más bien en la innovación como capacidad de mirar hacia adelante, la industria naval pis ana de los siglos medievales es un ejemplo sorprendente. Los astilleros republicanos, construidos a partir del siglo XIII, fueron el corazón palpitante de la marina pisana, una industria naval de vanguardia que garantizó a la República de Pisa un papel central en el Mediterráneo y le permitió ser una de las mayores potencias navales de su tiempo. Estos astilleros estaban diseñados para construir y reparar galeras con rapidez, lo que permitía a la ciudad mantener una flota eficiente y competitiva. Su papel no disminuyó cuando Pisa pasó a depender de Florencia: los florentinos construyeron un nuevo complejo diseñado por Bernardo Buontalenti, los Arsenali Medicei, que continuarían con nuevo vigor la tradicional industria naval pisana. Los Arsenales han sido restaurados: los Mediceos albergan hoy el Museo delle Navi Antiche di Pisa (Museo de los Barcos Antiguos de Pisa), donde se pueden admirar pecios de época romana y medieval, testigos de un tiempo en el que Pisa dictaba las reglas de navegación, mientras que los Arsenales Republicanos son sede de exposiciones temporales.
Gran parte de la innovación en la historia de Pisa procede, como cabría esperar, de su universidad. Fundada en 1343, laUniversidad de Pisa, a la que asistió Galileo Galilei, es una de las instituciones académicas más antiguas de Italia y Europa. Durante siglos ha sido un polo de excelencia para la investigación y la innovación, con descubrimientos que van de la física a la medicina, de la biología a la ingeniería. Hoy en día, la Universidad de Pisa está en el centro de proyectos de vanguardia en campos como la inteligencia artificial, la robótica y las ciencias de la vida. El Centro de Investigación "Enrico Piaggio" ha desarrollado tecnologías avanzadas como robots bioinspirados (es decir, sistemas robóticos que imitan el comportamiento de los seres vivos), prótesis biónicas, robots con materiales blandos para aplicaciones médicas e industriales, robótica submarina y mucho más. Son numerosas las misiones arqueológicas dirigidas por la Universidad de Pisa fuera de las fronteras nacionales, por no hablar de los descubrimientos en el campo de la medicina, las biotecnologías y las terapias innovadoras. El vínculo entre conocimiento y territorio también es evidente con la Scuola Normale Superiore y la Scuola Sant'Anna, instituciones de élite que atraen talentos de todo el mundo y contribuyen a hacer de Pisa una ciudad del conocimiento.
Sin embargo, si tuviéramos que elegir un sector en el que Pisa haya sido históricamente un faro de innovación, podríamos citar lainformática: no todo el mundo sabe que Pisa fue la cuna de la informática italiana. En 1961, en el seno de la Universidad de Pisa, se desarrolló y encendió la primera calculadora electrónica italiana: la CEP (Calcolatrice Elettronica Pisana), que tardó siete años en desarrollarse (fue un proyecto tan importante que el entonces Presidente de la República Giovanni Gronchi estuvo presente en la inauguración de la máquina). Fruto de la colaboración entre la universidad y Olivetti, el CEP representó un paso decisivo hacia la modernización del país, allanando el camino de la investigación informática en Italia. Y fue en Pisa, en los laboratorios de Olivetti situados en la ciudad, donde nació el primer PC de la historia, el Olivetti Programma 101, diseñado entre 1962 y 1964 por un equipo dirigido por el visionario ingeniero Pier Giorgio Perotto, y con un diseño vanguardista de Mario Bellini. Todavía hoy, Pisa es un punto de referencia en el sector, con centros de investigación avanzada y un ecosistema que abarca desde start-ups tecnológicas hasta aplicaciones de inteligencia artificial.
La innovación en Pisa también se manifiesta en los retos del presente y el futuro. La zona fue una de las primeras de Italia en invertir en energías renovables, con parques eólicos que salpican las colinas pisanas y contribuyen a la transición ecológica. La provincia de Pisa ha realizado importantes inversiones en energía eólica, contribuyendo a la producción de energía renovable en la Toscana: el parque eólico de Pontedera es probablemente el más conocido y visible de los parques eólicos pisanos, con sus cuatro aerogeneradores que producen unos 10 Gwh de electricidad al año, cubriendo las necesidades energéticas de más de 3.000 hogares y reduciendo las emisiones de CO₂ en unas 3.000 toneladas anuales. Pero la provincia está tachonada de centrales eólicas, y es la de la Toscana que más energía produce a partir de esta fuente: además del parque de Pontedera, inaugurado en 2008, está el de Monte Vitalba, en Chianni, el primero, inaugurado en 2006, más los de Montecatini Val di Cecina, Riparbella y Santa Luce. Estas instalaciones demuestran cómo la provincia de Pisa sigue estando a la vanguardia en la adaptación a los cambios globales, explotando los recursos naturales con vistas a la sostenibilidad.
Sin embargo, todo el territorio de la provincia de Pisa está repleto de instalaciones punteras, centros de investigación y mucho más. Algunosejemplos dispersos: a pocos kilómetros del centro de Pisa se encuentra el Polo Tecnológico de Navacchio, un polo de innovación que alberga start-ups, empresas y centros de investigación. Fundado a finales de los años 90, este polo se ha convertido en un punto de referencia para la transferencia de tecnología y la innovación digital, con proyectos que van de la robótica a la inteligencia artificial, de la ciberseguridad a la biotecnología. Cascina , por su parte, alberga Virgo, uno de los tres únicos observatorios del mundo capaces de detectar ondas gravitacionales, un instrumento fundamental para estudiar los fenómenos que ocurren en el universo. Se trata básicamente de un gran interferómetro con brazos de 3 kilómetros cada uno, diseñado para medir variaciones diminutas en las distancias causadas por el paso de ondas gravitacionales. Su explotación corre a cargo del Observatorio Gravitacional Europeo (EGO), un consorcio internacional fundado en 2000 por el Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS) y el Instituto Nacional de Física Nuclear italiano (INFN). Posteriormente se unió también el Nikhef de los Países Bajos. La colaboración Virgo cuenta con más de 280 científicos e ingenieros de instituciones de Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Hungría y España. De nuevo en Pontedera, Piaggio es un ejemplo emblemático de cómo la innovación puede surgir del encuentro entre la tradición industrial y la investigación avanzada. Desde su fundación, esta histórica empresa nunca se ha limitado a producir simples medios de transporte, sino que ha reinventado constantemente el concepto mismo de movilidad. La Vespa, verdadero icono de estilo y funcionalidad, es el primer gran ejemplo de ello: nacida en la posguerra como una solución asequible para desplazarse, se ha convertido en un símbolo internacional de eficiencia y diseño, asociado indefectiblemente a Italia en el imaginario colectivo.
Hoy en día, la innovación de Piaggio se manifiesta en múltiples direcciones. Por un lado, la empresa ha abrazado la revolución de la movilidad sostenible, con el desarrollo de la Vespa Elettrica y el estudio de nuevos modelos de bajo impacto medioambiental. Por otro, ha sabido mirar más allá del sector tradicional de las dos ruedas, invirtiendo en proyectos de robótica e inteligencia artificial. Un ejemplo concreto de esta evolución es Piaggio Fast Forward, la división creada para explorar las fronteras de la movilidad inteligente, que ha dado lugar a dispositivos innovadores como Gita, un robot autónomo diseñado para facilitar los desplazamientos por la ciudad. Pero la innovación no es sólo una cuestión de productos: es un ecosistema, y es aquí donde el vínculo entre Piaggio y el territorio pisano se hace aún más evidente. La empresa ha fomentado el crecimiento de un distrito tecnológico avanzado, colaborando con realidades académicas de excelencia como laUniversidad de Pisa y la Scuola Superiore Sant'Anna. Gracias a estas sinergias, Pontedera se ha convertido en un polo de investigación en el campo de la mecatrónica, la robótica y lainteligencia artificial aplicadas al transporte. El polo Sant'Anna Valdera, una sección independiente de la Scuola Superiore Sant'Anna de Pisa, creada en 2002, por ejemplo, se creó precisamente con este objetivo (con sede, además, en los almacenes Piaggio), desarrollando proyectos de vanguardia en los campos de la robótica, la bioingeniería, la biotecnología y la informática: prótesis biónicas y robots de diversa índole se cuentan entre los frutos más preciados de este polo de excelencia.
Pisa, en definitiva, no es sólo historia, sino también futuro. Un territorio que siempre ha sabido reinventarse, transformando el conocimiento y la intuición en progreso concreto. De la ciencia de Galileo a las matemáticas de Fibonacci, de la informática a los parques eólicos, Pisa es una encrucijada de innovación que ha atravesado los siglos. Hoy, esta vocación no se ha desvanecido: entre investigación académica, start-ups, tecnologías de la información, robótica y sostenibilidad, la provincia de Pisa sigue siendo un ferviente laboratorio de ideas, donde pasado y futuro se entrecruzan en un diálogo constante. Aquí, la innovación no es sólo un concepto abstracto. Es un sello distintivo, un legado que se renueva cada día.