By Jacopo Suggi | 01/02/2025 16:02
Cuando Caspar Friedrich Neickel publicó en 1727 su tratado Museografía, sancionando por primera vez el uso del término para las ciencias museológicas, enumeró minuciosamente los museos, estudios y colecciones de Europa en el vasto repertorio que acompañaba a su libro. Entre ellos, de gran importancia, si no preeminentes, son los museos científicos, que responden al gusto por el saber enciclopédico y los nuevos conceptos que propagaba el Siglo de las Luces. En nuestra época contemporánea, sin embargo, los museos científicos, salvo quizá los de historia natural, no parecen suscitar el mismo entusiasmo. Sin embargo, no hay que poner en duda su importancia, ya que no sólo contienen a menudo reliquias que evocan descubrimientos y formulaciones teóricas, sino que también sirven de puente entre la cultura científica y la humanística. Estos casos se dan con frecuencia en los museos universitarios, que se crearon como apéndices educativos y ahora son depositarios de valiosos testimonios del estudio de la ciencia a lo largo del tiempo. El Museo Anatómico Veterinario de la Universidad de Pisa es una demostración plástica de ello.
Situado dentro del Departamento de Veterinaria, el museo se creó con el propósito primordial de documentar las peculiaridades anatómicas de los animales domésticos, en particular de los mamíferos criados por el hombre con fines económicos. Aunque es difícil establecer el año exacto de su fundación, el museo ha sido testigo mudo delcomienzo de la historia de la medicina veterinaria en la Universidad de Pisa. Ya en el siglo XVIII, en la ciudad de la Torre Inclinada, varios eruditos se habían distinguido en el campo de la hipología, la ciencia relacionada con el estudio del caballo. Sin embargo, no fue hasta 1818 cuando el boloñés Vincenzo Mazza, veterinario del Gran Ejército de Napoleón, decidió, tras la caída del Emperador, abrir una escuela pública de zoología en Pisa. A pesar del prestigio de la escuela, en la que participaron importantes figuras como el químico Giuseppe Branchi y el botánico Gaetano Savi (figura fundamental en la historia del museo y el jardín botánico de Pisa), su andadura terminó en 1821.
Pasaron 18 largos años antes de que, en 1839, Melchiorre Tonelli, veterinario municipal y oficial encargado de la Caballería y de las Razas Imperiales, creara la primera cátedra de zooiatría, adscrita a la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Pisa. También esta experiencia fracasaría en 1851 con la supresión de la cátedra. Pero en 1859, el gobierno decidió crear una sección agrario-veterinaria, vinculándola a la Facultad de Ciencias Matemáticas y Naturales de la Universidad, creando finalmente la Cátedra de Medicina Veterinaria y Zootecnia.
En 1874, con la introducción de nuevas disciplinas, el estudio se separó de las ciencias agrarias y se estableció como estructura autónoma en la Regia Scuola Superiore di Veterinaria. En este nuevo espacio se organizaron las preparaciones anatómicas, es decir, las partes obtenidas mediante la disección de un cadáver y tratadas para su conservación, recogidas a lo largo de estos largos años, los más antiguos de los cuales se remontan a la enseñanza de Mazza. Así nació el primer embrión del Museo Anatómico Veterinario, que se enriquecería enormemente con nuevas preparaciones, sobre todo en el periodo comprendido entre los siglos XIX y XX.
Sin embargo, esta afluencia se vio frenada en el nuevo siglo por el uso del formol para conservar los especímenes anatómicos, con lo que el uso de preparados quedó obsoleto. Además, por desgracia, durante la Segunda Guerra Mundial se descuidaron los cuidados necesarios para la conservación de los modelos y las piezas expuestas sufrieron daños, posiblemente también debidos al vandalismo, con la pérdida de parte de los importantes fondos. En 1965, el museo se trasladó a la nueva Facultad de Veterinaria de Le Piagge, donde se conserva en la actualidad.
Hoy en día, la visita al Museo ofrece una experiencia de rara belleza, ya que se distribuye en una vasta sala, repleta de antiguas vitrinas de madera de finales del siglo XIX, que devuelven la atmósfera de un museo detenido en el tiempo. Alberga no menos de 900 animales expuestos, pertenecientes a especies que el hombre ha utilizado o acompañado a lo largo de su historia, como animales de cría, de compañía y de carga. La especie más presente es el caballo, que ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de la civilización en diversos ámbitos a lo largo de la historia de la humanidad.
Dando la bienvenida a los visitantes desde sus primeros pasos en el museo se encuentran esqueletos completos de grandes animales. Los esqueletos, ahora como entonces, se preparaban de varias formas: la natural, en la que se hacía descomponer el cuerpo bajo tierra, o mediante un procedimiento artificial, que consistía en hervir el cadáver y blanquear así los huesos.
En el Museo Veterinario de Pisa, entre los esqueletos completos se encuentran los de caballos, bovinos, pero también ejemplares de la familia de los cérvidos, generalmente pertenecientes a la fauna que prospera en la finca de San Rossore, cerca de Pisa. Precisamente de este lugar proceden los restos de dromedarios. El rebaño de "camellos", como se les conocía comúnmente y como los menciona también Gabriele D'Annunzio en sus versos delAlcyone, llegó al parecer a Toscana ya en el siglo XVII como regalo destinado a la gran familia ducal. Una vez aclimatados, fueron criados posteriormente para ser utilizados en labores agrícolas, llegando a alcanzar un número cercano a los 200 ejemplares. Desgraciadamente, durante la Segunda Guerra Mundial cayeron víctimas del abandono y fueron utilizados como carne de cañón por las tropas alemanas, y se extinguieron definitivamente del parque en la década de 1960. Sin embargo, en los últimos tiempos se han reintroducido algunos ejemplares. En el museo se conservan dos esqueletos de dromedario, uno adulto y otro cachorro, así como otros animales exóticos extinguidos.
Entre las diferentes colecciones se encuentra la sección de craneoteca, donde están dispuestos los cráneos de numerosos animales, entre ellos el delfín, el búfalo, el tigre y el ser humano, lo que permite realizar comparaciones inmediatas. También es interesante la preparación del cráneo explosionado, es decir, desarticulado en todas las secciones que lo componen. Esta técnica se lleva a cabo por diversos métodos, uno de los más comunes consiste en colocar semillas de judías o guisantes en el orificio occipital del animal y luego taponar la cavidad con un corcho humedecido. Las semillas, al brotar, ejercen presión y separan los huesos de forma natural sin afectar a su anatomía.
También es significativa la colección de dientes de carnívoros, équidos y rumiantes, ya que, según el estado de desgaste, se puede deducir la edad del ejemplar. En las vitrinas, los objetos expuestos, a menudo con sus cartuchos antiguos, se clasifican según el aparato al que pertenecen. Una gran vitrina contiene grandes órganos huecos del aparato digestivo de diversos animales.
En las preparaciones insufladas, los órganos se colocan sobre soportes metálicos, se llenan de aire y se dejan secar en su sitio. Esto permite mostrar el órgano en su tamaño real, como el intestino delgado entero de grandes herbívoros que conserva sus características morfológicas. Las preparaciones de miembros anteriores y posteriores fueron fundamentales en el pasado para el estudio de la podología animal, necesaria para una sociedad que encontraba en los animales el principal medio de transporte y de trabajo en el campo. Estas preparaciones ponen de relieve los sistemas esqueléticos, los ligamentos y las articulaciones, las arterias y las venas, y muchos otros aspectos.
En el museo se expone una rica selección de corazones de diversas especies animales, algunos presentados en secciones y preparados mediante la técnica de insuflación o inyección, que consiste en la inserción de cera y arsénico para consolidar el sistema vascular arterial y venoso, mientras que externamente se recubrían con pigmentos coloreados.
Una de las colecciones más raras es la de placentas, en su mayoría de bovinos y pequeños rumiantes. Pero quizá la pieza más asombrosa sea la placenta de un dromedario, de tamaño considerable, que muestra la circulación materno-fetal y el cordón umbilical. Otra rareza expuesta en el museo es la colección teratológica, llamada así por la ciencia que estudia las alteraciones en la composición genética que causan malformaciones que cambian la estructura anatómica y funcional normal de los órganos.
Otras exposiciones muestran el complejo cabeza-cuello-pecho, haciendo visible el aparato esquelético de los animales, la musculatura y la localización de ciertos órganos, mientras que otras muestran el aparato reproductor, mostrado de forma aislada y conservado de diversas maneras o insertado en complejos mayores que identifican varias regiones corporales.
Aún quedan muchas colecciones que en el pasado se utilizaban con fines didácticos, pero que siguen ofreciendo un apoyo útil para el estudio y también son de interés para el visitante no familiarizado con el tema.
El museo cuenta también con un laboratorio didáctico para estudiantes de todas las edades, en el que, mediante la comparación de partes del esqueleto, cráneos o extremidades, es posible identificar y mostrar las diferencias interespecíficas entre diversos animales, así como la relación entre el animal domesticado y su antepasado salvaje. Además, la visita se hace más accesible gracias a una audioguía en línea, que puede consultarse por teléfono o tableta, lo que permite a los visitantes disfrutar por su cuenta de las distintas colecciones del museo.
Aunque el Museo Anatómico Veterinario de la Universidad de Pisa cuenta con colecciones específicas de no siempre fácil lectura, gracias a la sugestión de sus espacios congelados en el tiempo y a la multitud de piezas expuestas de alto valor científico y didáctico, capaces también de relatar aspectos históricos y culturales de nuestro pasado, consigue ejercer una gran fascinación e interés, demostrando lainextricable relación que siempre ha distinguido a nuestra civilización: la existente entre el ser humano y los animales.