By Redazione | 01/12/2024 12:30
Johann Strauss hijo es una de las figuras más famosas de la historia de la música occidental y un símbolo del arte y la cultura vieneses. Nacido el 25 de octubre de 1825 en Viena, también conocido como el "Rey del Vals", este extraordinario compositor transformó el vals en emblema de la sofisticación burguesa y laidentidad cultural vienesas. A lo largo de su vida, Strauss compuso unas 500 piezas de danza, 15 operetas, una ópera y un ballet, dejando una huella indeleble en el panorama musical europeo y mundial.
Hijo mayor de su padre, Johann Strauss, también renombrado compositor y director de orquesta (que, sin embargo, no quería que su "Schani", como la gente de Viena se refiere amistosamente a alguien llamado Johann, se convirtiera él mismo en músico), Johann hijo mostró un extraordinario talento musical desde muy temprana edad. Sin embargo, su camino no fue fácil: su padre, como ya se ha mencionado, se opuso firmemente a su carrera musical, tratando por todos los medios de disuadirle de seguir sus pasos. No obstante, el joven Johann, decidido a surgir, hizo su debut musical a la edad de 19 años, el 15 de octubre de 1844, en el Casino de Dommayer, a pesar de que su padre intentaba impedírselo. Su actuación fue acogida con entusiasmo y marcó el inicio de una carrera luminosa que pronto superaría la propia fama de su padre.
El hijo de Strauss supo ganarse el corazón de los vieneses y más allá. En el contexto de una Austria en crisis, en medio de derrotas militares y turbulencias económicas, Strauss ofreció un refugio musical, capaz de elevar el espíritu y unir a la población en un ritmo armonioso. Sus valses más famosos, como En el bello Danubio azul, Cuentos de los bosques de Viena y el Kaiserwalzer, se convirtieron en auténticos himnos populares, celebrando la belleza y la vitalidad de su Viena natal.
El éxito de Johann Strauss no se limitó a las fronteras del Imperio Austrohúngaro. Su fama se extendió rápidamente por toda Europa y más allá, conquistando al público internacional y convirtiéndole en una auténtica estrella del pop del siglo XIX. En Rusia, su rostro adornaba las cajas de cigarrillos, y en Estados Unidos, el público aplaudía con entusiasmo sus composiciones. Violín en mano, Strauss actuaba en los escenarios más prestigiosos, acompañado por sus hermanos Eduard y Josef, que compartían su talento musical y su pasión por la danza.
A pesar de su éxito mundial, la vida personal de Strauss estuvo marcada por contradicciones y complejidades. Casado tres veces, dependió profundamente de las mujeres de su vida, que a menudo actuaron como sus gestoras y apoyos. Su madre Anna dirigió su carrera en los primeros años, mientras que su primera esposa, Jetty Treffz, le apoyaba como asesora artística y organizadora. Sus otras relaciones fueron a menudo tormentosas, pero su tercera esposa, Adele, se convirtió en una figura central, cuidando de su legado musical incluso después de su muerte.
Strauss no era sólo un genio de la música, sino también una personalidad excéntrica. Tenía un carácter peculiar, era fóbico, odiaba la luz del sol y prefería componer de noche, por ejemplo, también le disgustaba paradójicamente ir a cafés, conciertos y teatros, no bailaba y rechazaba las invitaciones a bailar (prefería jugar al billar), tenía manía al aspecto físico, le disgustaban las montañas y detestaba viajar. Se sentía a gusto durante las tormentas, que estimulaban su creatividad. Su fama no estuvo exenta de habladurías: se decía que escribía cartas indecentes y que tenía aventuras secretas, pero estos rumores no hacían sino aumentar el aura de misterio que le rodeaba. A pesar de su popularidad, a Strauss no le gustaban las multitudes y rara vez frecuentaba cafés o teatros, prefiriendo concentrarse en su música.
Tras una vida dedicada a la creación artística, Johann Strauss hijo falleció el 3 de junio de 1899, a la edad de 73 años, en su casa de Igelgasse 4. Fue enterrado con todos los honores en la iglesia de San Pedro. Fue enterrado con todos los honores en el Zentralfriedhof de Viena, junto a figuras emblemáticas como Beethoven, Schubert y Brahms. Sin embargo, su legado musical sigue vivo. Sus valses siguen siendo símbolos de la cultura vienesa y del encanto intemporal de la ciudad. Hoy en día, Strauss es considerado uno de los más grandes compositores de la historia, un hombre cuyo genio trajo alegría y belleza al mundo, convirtiendo cada nota en una oda a la vida. Y hay muchos lugares en Viena que cuentan su historia. Un viaje a Viena puede significar una inmersión en la vida y la música de Johann Strauss hijo. Veamos, pues, un itinerario por los lugares más significativos para descubrir la legendaria música de uno de los más grandes compositores de todos los tiempos(más información aquí).
La historia de Johann Strauss hijo comienza en el corazón del distrito 7 de Viena, en la antigua Rofranogasse 76, hoy Lerchenfelder Straße 15. Aquí, el 25 de octubre de 1825, nació el futuro rey del vals, en una modesta casa que reflejaba los humildes orígenes de la familia Strauss. Aunque el edificio original ya no existe, queda un importante testimonio histórico gracias a la placa conmemorativa de bronce descubierta el 18 de octubre de 1925, durante las celebraciones del centenario de su nacimiento.
Esta placa, obra del escultor austriaco Gustav Gurschner, representa un retrato en relieve del compositor y es un símbolo de la ciudad para honrar al hombre que encarnó el espíritu vienés. Resulta emocionante pensar que de este humilde lugar surgió el genio capaz de encandilar a las cortes y salones más prestigiosos de Europa. Hoy en día, la placa es fácilmente accesible a los visitantes, pero sin un guía o un ojo avizor, se correría el riesgo de pasar de largo sin percatarse de este fragmento de historia oculto en el tejido urbano.
A pocos minutos a pie de la casa natal de Strauss, el Café Sperl ofrece un ambiente único que parece transportarle a otra época. Fundado en 1880, este histórico café vienés es famoso por su estilo Jugendstil y su encanto bohemio, que lo convierten en uno de los locales más emblemáticos de la ciudad. Frecuentado por intelectuales, artistas y músicos, el Café Sperl representa un microcosmos de la vida cultural vienesa, y su belleza tampoco ha pasado desapercibida para el cine: aquí se rodó la famosa escena del "teléfono" entre Ethan Hawke y Julie Delpy en la película Antes del amanecer.
Entrar en el Café Sperl es sumergirse en una atmósfera de antaño. El interior original, con muebles de madera oscura, lámparas de araña de época y sillas Thonet, crea un ambiente que ha permanecido inalterado durante más de un siglo. Aquí, los visitantes pueden degustar un Melange Vienés (una especie de capuchino, pero con una base de café más larga) acompañado de un "Desayuno Sperl", disfrutando del ritmo pausado de un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. El café también ha sido testigo de momentos históricos ligados a la música de Strauss: se dice que la Filarmónica de Viena tocó algunas de sus composiciones aquí mismo, lo que hace aún más mágico el vínculo entre este espacio y el Rey del Vals.
Siguiendo hacia el corazón de la ciudad, se llega al Naschmarkt, uno de los mercados más animados y emblemáticos de Viena. Este gran mercado gastronómico al aire libre no sólo es un paraíso para los gourmets, con sus puestos de especias exóticas, aceitunas italianas, ostras frescas y quesos artesanales, sino que también es un lugar que invita a mirar hacia arriba. Aquí se encuentran dos espléndidos edificios Jugendstil, diseñados por el famoso arquitecto Otto Wagner, cuyas fachadas adornan la Linke Wienzeile y ofrecen una perspectiva única de la arquitectura vienesa de finales del siglo XIX, un lugar que el hijo de Strauss seguramente conocía bien.
A pocos pasos del Naschmarkt, el Theater an der Wien representa otro capítulo fundamental de la historia de Johann Strauss hijo. Aquí se estrenó en 1874 El murciélago(Die Fledermaus), su opereta más famosa y un hito en la historia del teatro musical vienés. El acontecimiento marcó el cenit de la carrera de Strauss como compositor de operetas, así como del vals. La representación fue acogida con entusiasmo, no sólo por la calidad de la música, sino también por su capacidad para reflejar el espíritu de la sociedad vienesa de la época, mezclando humor, sátira y melodías inolvidables.
Siguiendo por las históricas calles de Viena, se llega al Musikverein, el "templo" de la música clásica, famoso por su perfecta acústica. Este emblemático edificio acoge cada año el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, un acontecimiento al que asisten millones de espectadores en todo el mundo. El Musikverein está estrechamente ligado a la historia de Strauss y su familia. En enero de 1870, Johann Strauss, junto con sus hermanos Eduard y Josef, dirigió una composición especialmente escrita para la Gesellschaft der Musikfreunde de Viena, marcando un momento histórico para la tradición musical vienesa.
Además de ser el escenario de las actuaciones más prestigiosas, el Musikverein representa un vínculo inquebrantable entre Strauss y la ciudad. El Salón Dorado es un símbolo de la grandeza musical de Viena y un lugar donde las composiciones de Strauss, en particular El bello Danubio azul, resuenan cada año con renovada emoción, recordando el genio creativo del compositor.
En el corazón del verde Stadtpark, uno de los pulmones de Viena, se alza una de las estatuas más famosas y fotografiadas del mundo: el monumento dorado de Johann Strauss hijo. Creada por el escultor Edmund Hellmer en 1921, la estatua representa al compositor con su violín, rodeado por un arco decorado con figuras danzantes. Esta escultura se ha convertido en un icono no sólo de Viena, sino de la propia música, y atrae a miles de visitantes cada año.
El parque, con sus avenidas arboladas, estanques y bancos, ofrece un rincón tranquilo en el caos vienés. La estatua de Strauss es la pieza central de este espacio, un homenaje eterno al hombre que hizo de Viena la capital mundial del vals. Los conciertos que se celebran cerca del parque, en el Kursalon Hübner, son una forma única de celebrar la conexión de Strauss con la ciudad, dando vida a sus composiciones en los mismos lugares que le inspiraron.
Uno de los lugares más íntimos y fascinantes para conocer a Johann Strauss hijo es el apartamento-museo situado en la Praterstraße 54, en el distrito 2 de Viena. Esta casa, donde Strauss vivió con su primera esposa Jetty Treffz, es hoy un museo que alberga numerosas reliquias, partituras originales e instrumentos musicales. Aquí cobró vida una de sus obras maestras absolutas, El bello Danubio azul, compuesta en gran parte de noche, cuando el compositor encontraba su mayor inspiración.
El museo ofrece una oportunidad única de adentrarse en la vida cotidiana del compositor, observando su podio original e imaginando las noches en las que trabajaba incansablemente para crear melodías que hicieran bailar al mundo entero. La cita de Richard Wagner colocada en la entrada, llamando a Strauss "el cráneo musical más brillante de la actualidad", atestigua el inmenso respeto que se ganó el compositor incluso entre sus contemporáneos.
En el corazón del Stadtpark se alza el Kursalon Hübner, un espléndido edificio renacentista construido en 1867 como lugar de encuentro de la sociedad vienesa de la época. Esta magnífica sala de conciertos estuvo estrechamente vinculada a la familia Strauss, convirtiéndose en el lugar donde Johann, junto con sus hermanos Eduard y Josef, ofreció numerosos conciertos.
Hoy en día, el Kursalon sigue siendo un centro vital de la cultura musical vienesa. Durante las actuaciones, uno puede imaginarse a Strauss dirigiendo a su conjunto, violín en mano, con el público embelesado por la gracia de sus valses. Fue aquí donde muchas de sus composiciones icónicas cobraron vida, consolidando su estatus como figura clave de la música del siglo XIX. La ubicación del Kursalon, con vistas al parque y al río Viena, creaba una atmósfera ideal para una velada de danza y música.
Hoy en día, el Kursalon Hübner es una visita obligada para todo aquel que desee sumergirse en la época dorada del vals vienés. En él se celebran regularmente conciertos de música clásica, a menudo dedicados a obras de Strauss, y el encanto del lugar permanece intacto gracias a su elegancia histórica y a la calidad de las interpretaciones. La experiencia se ve reforzada por la posibilidad de asistir a bailes y galas, combinando la música con el placer de vivir el ambiente de la Viena de la época de los Strauss.
En el distrito 19 de Viena se encuentra una de las atracciones más recientes dedicadas a la dinastía Strauss: la Casa de Strauss. Este museo interactivo, situado en el histórico Casino Zögernitz, se inauguró para celebrar la grandeza de la familia Strauss y su contribución a la cultura musical vienesa. Al entrar, los visitantes son recibidos por un entorno que combina el encanto de la tradición con la tecnología más avanzada para contar la historia de la familia.
La Casa de Strauss ofrece un viaje multisensorial que va mucho más allá de la exposición clásica. Uno puede explorar las vidas de Johann Strauss padre e hijo, subirse al podio de un director de orquesta e incluso medir su propio "pulso de vals". Este enfoque interactivo hace que el museo sea apto para visitantes de todas las edades, ofreciendo una experiencia educativa y atractiva. Uno de los espacios más impresionantes es el salón de baile, decorado con suelos a cuadros, frescos en el techo y arañas de cristal. Aquí es posible revivir el ambiente de las veladas vienesas del siglo XIX, cuando Strauss actuaba para un público encantado. La aplicación específica, disponible en varios idiomas, guía a los visitantes a través de los secretos de la dinastía Strauss, con narraciones de descendientes de la familia.
Johann Strauss hijo encontró su lugar de descanso eterno en el Zentralfriedhof de Viena, uno de los cementerios más grandes y fascinantes de Europa. Situado a lo largo de la Simmeringer Hauptstraße, este lugar no es sólo un cementerio, sino un verdadero museo al aire libre, que alberga las tumbas de muchos grandes compositores, entre ellos Beethoven, Schubert y Brahms. Junto a ellos descansa Strauss, en una tumba de honor que celebra su legado musical y su contribución a la cultura vienesa.
Su tumba, adornada con símbolos que recuerdan al vals, es lugar de peregrinación para melómanos de todo el mundo. Es un lugar de meditación, donde se puede reflexionar sobre la grandeza de un hombre cuyo genio convirtió a Viena en la capital mundial de la música de baile.
La ubicación de la tumba en el cementerio central es especialmente significativa, ya que Strauss está enterrado junto a figuras que influyeron en su carrera y compartieron su pasión por la música. Visitar el Zentralfriedhof no es sólo rendir homenaje a Strauss, sino también sumergirse en la historia musical europea, en un escenario donde arte y memoria se entrelazan de forma única.