Una sorpresa Sorpresa clamorosa en Módena, donde expone en el Centro Muratori de Via Castel Maraldo Gianfranco Passoni, el legendario maestro de la ciudad, el gran representante de la tradición pictórica de la capital ducal que regresa ahora tras uno de sus típicos largos periodos de meditación y trabajo. No se puede olvidar que durante muchos años ocupó con mano admirable la Cátedra de Pintura de Figuras del Instituto de Arte “Adolfo Venturi”, contribuyendo de forma excepcional a la continuidad de la representación clásica y naturalista del universo visible. Se trata de una afirmación bien ponderada, ya que en el término “clásico” reside toda la maestría de los maestros de todos los tiempos, pero en la acepción de naturalismo brilla la extrema variedad y vivacidad de cada presencia diferente: desde el paisaje hasta los miles de temperamentos atmosféricos, desde las enigmáticas “cosas silenciosas” hasta el sujeto humano tratado en diversos contextos corporales y sobre todo emocionales.
Debemos decirnos que la sociedad contemporánea tiende hoy a una valorización extensiva del cuerpo y de los cuerpos: del entretenimiento (por todos los medios) a las actividades deportivas, de los lugares de encuentro a los tratamientos estéticos, de la salud a la moda, etcétera. Pero al mismo tiempo, la falta de aliento de cierto llamado “arte contemporáneo” abandona su relación con la naturaleza y se extingue en un halo de artificios sin lenguaje. Éste es el gran problema. Consideremos el lenguaje (todo lenguaje) como una estructura con una fisonomía compleja, históricamente compuesta, no intuitiva sino elaborada sobre un sistema de signos, o voces, correspondientes a símbolos. Es una herramienta esencial para una civilización y la representa. Sin lengua no es posible la vida humana, porque no es posible la comunicación, ni siquiera la autocomunicación (aprendizaje, cultura).
Pedimos disculpas por esta aclaración para volver a Gianfranco Passoni, artista de diseño encantador, observador penetrante, pensador reflexivo y viajero desde la objetividad total hasta el cosmos fermental de la vaguedad lírica o la cogitación sobre la amargura humana. Dotado de una sensibilidad siempre inesperada, nos ofrece en sus impecables cuadros una serie de situaciones que son como un acompañamiento mayéutico, desde la poesía de los paisajes deslumbrantes y precisos hasta las grandes preguntas de los problemas del ser. Una verdadera antología del espacio imaginativo que debe recorrer un auténtico artista, permaneciendo obviamente él mismo en el estilo y en su peculiar capacidad de transfiguración formal.
El arte de Gianfranco Passoni se sitúa así, históricamente, en la línea divisoria entre el segundo y el tercer milenio y entrega a nuestra sociedad un tipo de documento total que se alza alto, por encima de la divisoria de aguas del tiempo, y al que siempre será necesario mirar.
Gianfranco Passoni, Paisaje sublime Rey de los paisajes, el maestro Passoni los elabora con admirable maestría, sublimando visiones totalmente objetivas en complejos transfigurados y plenamente encantadores. |
Gianfranco Passoni, Humanidad y Naturaleza. Paisaje En las vastas extensiones del marco emocional, los paisajes rocosos e idealmente humanizados respetan estrictamente el gradiente de planos hasta el infinito. La definición lenticular del sombreado y del color ha recordado a menudo, con asombro, la extrema agudeza de los antiguos artistas flamencos, especialmente en la vegetación. |
Gianfranco Passoni, En los misterios lunares También en sus dibujos panorámicos, Passoni se muestra maestro de todos los efectos luminosos, ya sean solares, nubosos o lunares, y persigue con increíble satisfacción toda magnificencia o encanto de las modulaciones de la luz. |
Gianfranco Passoni, El enigma de las cosas La “vitalidad sin sentido” de las cosas siempre ha atraído a este “Maestro del Silencio”, que ha dedicado gran parte de su magistral obra a la poética oculta de los objetos sencillos, poseídos pictóricamente hasta el extremo de la verdad. |
Gianfranco Passoni, Ut pictura poesis, con melodía Una pintura que se responde a sí misma, aunque sin referencias crípticas, pero que conquista la soledad musical y totalmente interior de la obra de arte. |
Gianfranco Passoni, El espejo humano En la cúspide de una carrera siempre centrada en el universo visual, la condición humana no podía dejar de calar hondo en ese “traductor” que es el artista figurativo. Un acto fundamental, pues, es este espejo del hombre y de la mujer: un cuestionamiento y una complacencia que también pueden desembocar en el deseo perenne de una bella aventura. |
Gianfranco Passoni, La eterna pregunta En la vida, que es una obligación de vivir, hay preguntas: una angustia casi universal. Passoni no desdeña esta respuesta a sus predecesores supremos, desde la angustia fatal de Miguel Ángel hasta los suspiros del simbolismo reciente. Pero toda la humanidad está llamada a la luz eterna. Y ésta es la respuesta liberadora del aedo que anima, que asegura, que muestra la sublime transfiguración de nuestro destino con esa luz que llega. |
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