Rosalba Carriera, vida y principales obras de la dama del pastel


Rosalba Carriera es uno de los grandes nombres del arte veneciano del siglo XVIII, conocida sobre todo por sus pasteles. Su vida y su obra.

El nombre de Rosalba Carriera (Venecia, 1673 - 1757) figura entre los más importantes del arte del siglo XVIII. Se dedicó a pintar miniaturas y pequeños retratos al pastel porque, según la mentalidad de la época, eran las realizaciones más adecuadas para una mujer en la pintura, y fueron sus delicados y elegantes retratos al pastel los que la convirtieron en una de las personalidades artísticas más influyentes, famosas y solicitadas de Europa. Rosalba Carriera empezó a pintar sola, en su entorno familiar, y luego, dado su talento, fue aprendiz de Giuseppe Diamantini y Antonio Balestra en Venecia, su ciudad natal: en pocos años, se convirtió en una artista independiente que supo ganarse la atención de coleccionistas de arte, diplomáticos y soberanos de toda Europa. Su arte fue siempre muy fiel a sí mismo y nunca experimentó una evolución decisiva, pero en su carrera no faltaron algunas obras maestras significativas.

En comparación con los demás estados de Italia, la República de Venecia siempre tuvo una tradición más liberal y esto, en cierto modo, también fue válido en lo que respecta al papel de la mujer, hasta el punto de que algunos estudiosos han llegado a pensar que fue en Venecia, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, donde surgieron tendencias que anticiparon el feminismo, también por la presencia en Venecia de algunas figuras como la escritora Lucrezia Marinella (Venecia, 1571 - 1653), que firmó un tratado titulado La nobiltà et eccellenza delle donne co’ difetti e mancamenti de’ gli uomini (La nobleza y excelencia de las mujeres con los defectos y carencias de los hombres), una obra de la década de 1600 en la que discutía por qué, según la autora, las mujeres eran superiores a los hombres. Se trataba de un caso casi único en el contexto italiano: a la figura de Lucrecia Marinella, sin embargo, se podría añadir también la de Arcangela Tar abotti (Venecia, 1604 - 1652), que desarrolló su feminismo como respuesta a la suerte que corrían las mujeres de su época, ya que en la mayoría de los casos eran entregadas en matrimonio o acababan en un convento, y en ambos casos a menudo contra su voluntad, y el destino de Arcangela Tarabotti fue precisamente el de acabar en un convento, una decisión que ella resintió y que desencadenó la denuncia de la sociedad de la época que leemos en sus escritos, el más conocido de los cuales es elInferno monacale, en el que Arcangela Tarabotti describe la vida de jóvenes nobles y de clase media que, debido a decisiones familiares, se vieron obligadas a profesar.

En el siglo XVIII, la condición social de las mujeres no era muy diferente de la descrita en la obra de Arcangela Tarabotti, pero sabemos que, por ejemplo, a nivel legal las mujeres de Venecia tenían más concesiones que las de otros estados: por ejemplo, podían elegir a quién confiar la crianza de sus hijos, y además asistían a fiestas, teatros, salones y círculos intelectuales. Por lo tanto, no debemos imaginarnos a las mujeres venecianas recluidas en casa o en un convento, ya que disponían de espacios de libertad bastante amplios para la época. Además, algunas mujeres, como Rosalba Carriera, supieron construirse un camino diferente: Rosalba Carriera, de hecho, encontró en la pintura una forma de afirmarse, ella que ya era una mujer de considerable calado cultural y de familia acomodada. Así, en la Venecia del siglo XVIII, las mujeres, aun manteniendo un papel subordinado respecto al de los hombres, supieron labrarse espacios notables para convertirse en protagonistas principales, por una parte, de la vida social y, por otra, de una renovación cultural y de pensamiento que ya desde el siglo XVII había llevado a algunos estudiosos, como Patricia Labalme, importante historiadora del Renacimiento veneciano, a hablar de feminismo ante litteram.

Rosalba Carriera, Autorretrato con retrato de hermana (1715; pastel sobre papel, 71 x 57 cm; Florencia, Uffizi)
Rosalba Carriera, Autorretrato con retrato de hermana (1715; pastel sobre papel, 71 x 57 cm; Florencia, Uffizi)

Biografía de Rosalba Carriera

Rosalba Carriera nació en Venecia el 12 de enero de 1673, hija de Andrea Carriera y Alba Foresti. La familia era de extracción burguesa: su padre ocupaba cargos administrativos en la República de Venecia y su madre bordaba encajes. Hacia 1690, Rosalba acudió al taller del pintor Giuseppe Diamantini (Fossombrone, 1621 - Venecia, 1705), que fue su primer verdadero maestro (también se menciona el nombre de Giovanni Antonio Lazzari, pero no estamos seguros de este último). Poco después estudió también con Antonio Balestra (Verona, 1666 - 1740). Las primeras noticias ciertas de sus obras al pastel, la técnica que haría a Rosalba famosa y solicitada en toda Europa, datan de 1703. Al mismo tiempo, la artista inicia su actividad independiente. En 1705, fue admitida en la Accademia di San Luca de Roma, tras haber presentado la Fanciulla con colomba (Muchacha con paloma). En 1708, pintó un retrato para el rey Federico IV de Dinamarca, mientras que al año siguiente realizó su autorretrato, actualmente en la Galería de los Uffizi: se dice que lo envió como regalo al Gran Duque de Toscana, Cosme III de Médicis.

En 1720, el artista permaneció en París hasta principios de 1721, donde trabajó para Luis XV de Francia, que entonces era aún un niño, y para el regente, el duque Felipe II de Orleans. En París, llevó un Diario en el que anotaba con gran precisión todos los acontecimientos ocurridos durante su estancia. En 1723 realizó una breve estancia en Módena, donde pintó retratos de las princesas Este. De 1724 datan los dos retratos de sus amigos y compañeros pintores Marco y Sebastiano Ricci. Hacia 1725, pinta la Madonna del Museo Correr de Venecia, probablemente la más famosa de sus escasas obras de tema religioso. Hacia el mismo año, comenzó a pintar las Cuatro Estaciones para Joseph Smith, actualmente en la Colección Real de Windsor: el tema alegórico será uno de los más logrados de su producción. En 1730 pinta el retrato de Faustina Bordoni. Durante el mismo periodo, permaneció seis meses en Viena con el emperador Carlos VI.

En 1741, comenzó el ciclo Quattro Elementi (Cuatro elementos ) conservado en la Galería Corsini de Roma. Lo terminó en 1743. Tres años más tarde, en 1746, contrajo una enfermedad ocular que la llevaría a la ceguera en los años siguientes a pesar de varias operaciones y la obligó a abandonar sus actividades pictóricas. En torno a este año pintó uno de sus autorretratos más famosos, aquel en el que se retrataría a sí misma como Tragedia. Rosalba Carriera murió en Venecia el 15 de abril de 1757.

Rosalba Carriera, Retrato de un joven (c. 1708; pastel sobre papel, 36 x 30 cm; París, Louvre)
Rosalba Carriera, Retrato de una joven (c. 1708; pastel sobre papel, 36 x 30 cm; París, Louvre)


Rosalba Carriera, Los cuatro elementos (1741-1743; pastel sobre papel, 33,5 x 30 cm; Roma, Galleria Corsini)
Rosalba Carriera, Los cuatro elementos (1741-1743; pastel sobre papel, 33,5 x 30 cm; Roma, Galería Corsini)

El estilo y la obra de Rosalba Carriera

Según los estudios del historiador del arte Cristiano Malamani, Rosalba Carriera se acercó a la técnica del pastel a principios del siglo XVIII por sugerencia de Christian Cole, secretario del embajador británico en Venecia, y los primeros registros del trabajo de Rosalba con pasteles se remontan a 1703, año al que corresponde una carta de un entusiasta Giuseppe Maria Crespi (Bolonia, 1665 - 1747), un importante artista boloñés que había visto algunas de sus obras y la había elogiado, en la que decía que, para encontrarle un marido adecuado a su talento, tendrían que traer de vuelta al gran Guido Reni. Una de sus primeras obras es un conocido retrato femenino, hacia 1708, conservado en el Louvre. El estilo de Rosalba Carriera se distingue por su delicadeza, la atmósfera casi suspendida (y el hecho de que el sujeto representado sea una muchacha, casi una niña, no hace sino aumentar la suavidad del conjunto), la paleta puesta en tonos blancos para aumentar la blancura de la muchacha y sugerir así la idea de su inocencia (sin embargo, se aprecian matices rosados en el rostro, que le confieren mayor realismo). Por otra parte, una de las características que han hecho del retrato de Rosalba Carriera uno de los más admirados de todos los tiempos es su capacidad para penetrar en la psicología del personaje captando su estado de ánimo y plasmándolo en el soporte sobre el que pintaba. A este respecto, es interesante un cuadro de aproximadamente la misma fecha (1708): el sujeto representado es el rey Federico IV de Dinamarca, que en aquel momento se encontraba en Venecia durante unos meses (por tanto, Rosalba Carriera ya se había fijado en un gobernante importante). Federico IV también había encargado a Rosalba doce retratos de doce damas elegidas entre las más bellas de Venecia, todos ellos en miniatura sobre marfil. En el pastel que representa a Federico IV se aprecia el cuidado que Rosalba Carriera dedica a diversos detalles, como los rizos de la peluca que, gracias a esta técnica, parecen casi más suaves, como si fueran reales (el rey está girado de tres cuartos y parece triste, tiene una mirada que transmite melancolía: la habilidad de Rosalba Carriera para entrar en la psique del personaje lo muestra con este aire triste, para dar naturalidad a su expresión).

Rosalba Carriera también trató a menudo temas alegóricos, con cuadros ejecutados en series o ciclos. Uno de los ciclos más interesantes se conserva en la Galería Corsini de Roma y fue ejecutado entre 1741 y 1743. Se trata de pasteles sobre cartón encargados por Giovanni Francesco Stoppani, nuncio apostólico en Venecia entre 1741 y 1743, junto con un retrato suyo que se encuentra actualmente en el Museo Cívico de Cremona y otro cuadro que se ha perdido. Se trata de un ciclo cuyo tema son los Cuatro Elementos. Los elementos están representados como mujeres jóvenes en primer plano, de modo que sólo se ven sus rostros y cuellos (en otros ciclos Rosalba habría elegido en su lugar una pose de medio cuerpo), y cada una de ellas tiene un atributo que se asemeja al elemento que personifica (el aire tiene un pájaro volando a su lado que sujeta con una cuerda para que no se le escape, el agua sostiene unos peces, el fuego es una joven pelirroja con un pequeño brasero, y la tierra sostiene un racimo de uvas, el fruto de la tierra). Uno de los cuadros alegóricos más conocidos data de alrededor de 1730 y se conserva en el Instituto de Arte de Chicago: es interesante porque no se sabe si es un retrato verdadero o una alegoría. Se trata de La dama del loro, cuya protagonista es una bella muchacha de aspecto travieso, elegantemente vestida con un rico collar de perlas y una túnica azul, que sostiene un loro. Como el loro se consideraba un símbolo de lujuria, este cuadro podría ser una alegoría de la lujuria, dada también la expresión traviesa e incitante de la muchacha representada.

Como ya se ha dicho, Rosalba Carriera es más conocida por sus retratos: son innumerables los que pintó. Un retrato muy interesante data de alrededor de 1725, se conserva en las Gallerie dell’Accademia de Venecia y representa a un niño cuya identidad no conocemos con certeza. El retratado podría ser el hijo del cónsul francés en Venecia, ya que llegó a las Galerías a través de un legado de una familia descendiente de los Leblonds, familia a la que pertenecía entonces el cónsul francés en Venecia. Se aprecia la suavidad típica del pintor, a la que se añade un renovado estudio de la luz que incide de lleno en el rostro del joven y hace que se extienda un ligero halo alrededor de su cabeza, que luego se desvanece en el fondo oscuro. Muchos han comparado la pintura de Rosalba Carriera no sólo con la de Guido Reni, sino también con la de Correggio, con quien comparte la gracia (las composiciones de Rosalba también recuerdan la pintura emiliana del siglo XVII. La gracia de Rosalba también emerge de su arte cuando el retratado es un rey, como en el caso del retrato de Luis XV de Francia. La obra data de 1720, año de la estancia de la pintora en París, y representa al rey a la edad de diez años: la delicadeza del rostro infantil choca con la solemnidad y oficialidad del retrato, uno de los más solemnes de Rosalba (nótese la mirada viscosa y a la vez orgullosa del soberano niño). Otro retrato interesante es el de Caterina Barbarigo Sagred, noble veneciana retratada varias veces por Rosalba (aquí se la ve vestida con una túnica negra bajo la que se vislumbra el encaje blanco de las enaguas: Lleva un collar de perlas, que luce del mismo modo que la niña del loro que vimos antes, tiene una cinta roja mal anudada en el pecho y lleva un tricornio, el típico tocado veneciano, que, sin embargo, está sobre sus veinte años y deja entrever así su espesa cabellera). La mujer está representada con una mirada casi provocativa, en parte enmascarada, sin embargo, por la dulzura de la joven que, como la dama del loro, comunica una gran feminidad y malicia.

Rosalba Carriera, Retrato de Luis XV como Delfín de Francia (1720-1721; pastel sobre papel, 50,5 x 38,5 cm; Dresde, Gemäldegalerie)
Rosalba Carriera, Retrato de Luis XV como Delfín de Francia (1720-1721; pastel sobre papel, 50,5 x 38,5 cm; Dresde, Gemäldegalerie)


Rosalba Carriera, Retrato de Caterina Sagredo Barbarigo (1735-1740; pastel sobre papel, 42 x 33 cm; Dresde, Gemäldegalerie)
Rosalba Carriera, Retrato de Caterina Sagredo Barbarigo (1735-1740; pastel sobre papel, 42 x 33 cm; Dresde, Gemäldegalerie)


Rosalba Carriera, Dama con loro (c. 1730; pastel sobre papel, 60 x 50 cm; Chicago, Art Institute)
Rosalba Carriera, Dama con loro (c. 1730; pastel sobre papel, 60 x 50 cm; Chicago, Art Institute)

Rosalba Carriera y la técnica del pastel

La producción de Rosalba Carriera se compone casi exclusivamente de obras al pastel. La distancia que separa esta técnica de la pintura al óleo es amplia. Desde un punto de vista práctico, la pintura al pastel presentaba varias ventajas con respecto a la pintura al óleo: se necesitaban menos herramientas para preparar la pintura (de hecho, los colores ya estaban listos para su uso: el pastel no es más que pigmento puro unido por un pequeño aglutinante, principalmente aceite o cera, y era precisamente esta pureza la que hacía que el resultado final fuera muy luminoso). Además, como el pastel no tenía que secarse como los óleos, también requería menos tiempo para realizar el cuadro, una característica que, según la mentalidad de la época, permitía considerar el pastel como una técnica adecuada para las mujeres que, de este modo, tenían tiempo para dedicarse a las tareas domésticas sin enfrascarse demasiado en la pintura. Tampoco había que subestimar las ventajas de que el material podía transportarse más fácilmente que la pintura al óleo y los costes eran más bajos.

Sin embargo, el pastel también tenía algunas desventajas: debido a la naturaleza extremadamente pura de los colores al pastel, las pinturas realizadas con esta técnica eran muy frágiles. En consecuencia, para garantizar la durabilidad de las pinturas al pastel, había que utilizar fijadores con cuidado y, con el paso del tiempo, surgieron muchas recetas para preparar sustancias que pudieran proteger las pinturas al pastel de los daños (es bien sabido que basta con tocar apenas una pintura al pastel para dañarla, si los colores no han sido fijados). Los propios fijadores podían ser otro inconveniente, ya que si se preparaban incorrectamente podían causar aún más daños, alterando los colores de la pintura. Otra desventaja era que corregir una pintura al pastel era más difícil que corregir una pintura al óleo. Por todas estas razones, con el tiempo los pintores prefirieron aplicar la pintura al óleo. Sin embargo, el pastel no fue un invento del siglo XVIII: parece ser que esta técnica fue inventada en el siglo XV por un pintor francés llamado Jean Perréal (Lyon, c. 1450 - Melun, después de 1530), pero fue en el siglo XVIII cuando se generalizó, y gran parte del mérito de esta difusión puede atribuirse a la propia Rosalba Carriera, que no sólo redescubrió esta técnica, sino que la llevó a lo más alto creando composiciones que nada tenían que envidiar a las pinturas al óleo.

Rosalba Carriera, vida y principales obras de la dama del pastel
Rosalba Carriera, vida y principales obras de la dama del pastel


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