Mario Merz (Milán, 1925 - 2003), uno de los principales exponentes delArte Povera, forma parte de la estela de sus contemporáneos italianos, activos entre los años setenta y ochenta, que contribuyeron a la difusión de las nuevas tendencias y la experimentación en el arte, empezando por la obra clásica pintada sobre lienzo y llegando a las instalaciones de los años sesenta, aparentemente sencillas pero en realidad portadoras de ciertos mensajes y elucubraciones filosóficas.
En el caso de Merz, los elementos a los que el artista confía su mensaje artístico son los tubos de neón, reutilizando así un material que nació para un uso diferente para expresar la energía vital; las instalaciones en forma de iglú, que hacen referencia a arquetipos antiguos y que utiliza como forma de investigar la relación entre la obra de arte y el espacio que la rodea; por último, la serie de números de Fibonacci, que al ser progresiva sugiere un razonamiento sobre el crecimiento del individuo.
La obra de Merz, hacia la década de 1990, tras apoderarse de museos y galerías, superando así aún más el concepto de sala de exposiciones en la que colocar la obra (por ejemplo, colocó la serie Fibonacci en una balaustrada del Guggenheim de Nueva York), desembarcó también en contextos urbanos como la Mole Antonelliana y las estaciones de metro de algunas ciudades italianas y europeas, con la intención de compartir al máximo su arte con el público. Sus reflexiones sobre el arte pueden encontrarse también en una recopilación de sus escritos, Voglio fare subito un libro, publicada en 1985.
MarioMerz nació en Milán el 1 de enero de 1925, pero poco después de su nacimiento su familia decidió trasladarse a Turín. Aquí, Merz estudió en el liceo científico. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Merz, entonces un joven veinteañero, quiso unirse al grupo antifascista “Giustizia e Libertà” y fue detenido durante un reparto de octavillas. Durante los meses que pasó en prisión, fue compañero de celda del pintor Luciano Pistoi y empezó a practicar el dibujo. Una vez fuera de la cárcel, se matricula en laUniversidad de Turín para estudiar medicina, pero abandona los estudios muy pronto para dedicarse a tiempo completo a la pintura, gracias a su asociación con los artistas abstractos Luigi Spazzapan y Mattia Moreni. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1954 en la galería La Bussola de Turín. Conoció a su mujer, Marisa, en 1959, y junto con ella y su hija Beatrice decidió trasladarse a la Suiza alemana.
En 1962 se le dedicó una exposición antológica en Turín, en la galería Notizie, donde Merz se presentó como uno de los artistas más interesantes de su generación. Este fue el momento de mayor madurez del artista, que sin embargo decidió durante estos años retirarse temporalmente para reflexionar sobre nuevas búsquedas para su arte. Estas reflexiones encuentran su culminación en las obras volumétricas de 1966-67. Regresa definitivamente a Turín y se convierte en una figura importante del dinámico debate artístico de la ciudad, formado por una mezcla de galerías vanguardistas, como Il Punto de Gian Enzo Sperone, y jóvenes artistas conceptuales como Giulio Paolini, Michelangelo Pistoletto, Alighiero Boetti, Piero Gilardi y, sobre todo, el joven crítico de arte Germano Celant, teórico del movimiento Arte Povera del que él mismo inventó el nombre. Ambos se conocieron en 1967.
Ese mismo año, Merz participó en la exposición colectiva Con temp l’azione y al año siguiente expuso en solitario en la galería Sperone. Con la difusión del Arte Povera, Merz se situó en primera línea entre los exponentes del colectivo, participando con el grupo en 1968 en Arte povera + azioni povere en Amalfi, y al año siguiente en la exposición colectiva Live in your head: when attitudes become form en la Kunsthalle Bern, ocasión que resultó muy importante para el reconocimiento internacional del Arte Povera. Otras exposiciones importantes que tuvieron lugar en la década de 1980 fueron una retrospectiva comisariada por Celant en el Palazzo delle Esposizioni de San Marino en 1983 y el espacio entero que se le dedicó en el Museo Guggenheim de Nueva York en 1989, para una exposición antológica de carácter monumental. En 1985, Merz, muy interesado en compartir externamente sus intenciones artísticas, reunió varios de sus escritos, tanto publicados anteriormente como inéditos, en un volumen editado por su hija Beatrice bajo el título Voglio fare subito un libro.Entre tanto, Merz alcanzó una ilustre reputación mundial y recibió varios honores, como el Premio Arnold Bode recibido en Kassel en 1981, el Premio Oskar Kokoschka en Austria en 1983, el título de cavaliere di gran croce de la República Italiana en 1993 y el título honorífico de la Universidad de Bolonia en 2001. Por último, pocas semanas después de su muerte, el 9 de noviembre de 2003, recibió también el Praemium Imperiale de la Asociación Japonesa de Arte, el máximo galardón del mundo del arte.
Al igual que muchos de sus contemporáneos, los inicios de la producción de Merz fueron predominantemente pictóricos, antes de pasar, a partir de mediados de la década de 1960, a soluciones tridimensionales, como los famosos iglús, y a la aplicación de materiales inusuales, como el neón, que se utilizaba en iluminación pero que Merz convirtió en su principal medio artístico.Así pues, en un principio, las primeras obras de Merz, que datan de la década de 1950, representaban elementos naturales, como flores u hojas, así como temas sociales, por ejemplo El soldador (que realizó en 1959 en varias versiones), con preferencia por la pintura al óleo utilizada con pinceladas rápidas, con un resultado final similar al expresionismo estadounidense.
En la segunda mitad de la década de 1960, Merz dejó a un lado la pintura para dedicarse a las instalaciones, en las que manipulaba y ensamblaba materiales nunca antes utilizados, uniendo de hecho pintura y escultura. Por ejemplo, insertó tubos de neón en sus lienzos, con la intención precisa de simbolizar una infusión de energía capaz de dar vida a la materia inorgánica. Otro ejemplo son las llamadas “pinturas volumétricas”, que creó combinando materiales muy diferentes, como hierro, cera y piedra. En las obras fechadas en torno a 1968 es posible encontrar las manifestaciones políticas e ideológicas que se encendieron en toda Italia, de hecho Merz reprodujo a través de los habituales tubos de neón los eslóganes que escuchó durante las marchas estudiantiles. Pero eso no fue todo: el año en cuestión fue muy productivo y vio cómo Merz se concentraba por primera vez en la creación de objetos alienantes, como la Cestestina, una cesta de mimbre mucho más grande de lo real que se colgaba de una pared, y ese mismo año aparecieron por primera vez instalaciones en forma de iglú, destinadas a ser el elemento distintivo por el que Merz es más conocido.
A través de esta particular construcción circular autoportante, que se producía en varias versiones que diferían en tamaño y materiales (como el yute, la piedra, la arcilla, etc.), Merz citaba ciertos símbolos arquetípicos de la antigüedad como el cosmos y la vida nómada. Además, quería mostrar cómo estas estructuras, aunque se erigían por sí solas, necesitaban de su entorno para existir, ya que circunscribían una porción de espacio. En una de ellas, titulada Iglú de Giap (1968), hecha de tierra, Merz había colocado también la siguiente frase atribuida al general vietnamita Vo Ngyen Giap, que venció a las tropas francesas en 1954: “Si el enemigo se concentra pierde terreno, si se dispersa pierde fuerza”, reforzando precisamente el concepto de interconexión entre obra y espacio.
A partir de 1970, aparece por primera vez en las obras de Merz la serie de Fibonacci, una secuencia de números que comienza con 0 y 1 y continúa de tal forma que cada número sucesivo es la suma de los dos anteriores, creando una progresión que hace pensar en el crecimiento humano. Cuando se intenta reproducir gráficamente la serie numérica en cuestión, se asemeja a una espiral, y de este detalle se inspira Merz para sus instalaciones, recreando la sucesión con espirales o formas circulares y curvas. Puede encontrarse tanto como parte integrante de determinadas instalaciones como aplicada a las estructuras de museos y espacios expositivos, como en el caso de la colocación de la espiral en la balaustrada de la rampa interior del Museo Guggenheim de Nueva York, diseñado por Frank Lloyd Wright, en 1971. Por último, es peculiar la aplicación de la serie de Fibonacci en la obra Acceleration (1972), insertada como si se tratara de dar a un motorista el empujón para acelerar hacia el infinito.
La serie de Fibonacci seguiría presente en numerosas obras posteriores incluso veinte años después, apareciendo por ejemplo bajo otra declinación en la obra The Spiral Appears (1990), en la que una serie de marañas de hayas y castaños se disponen en el espacio, creando una curva, mientras que la sucesión de números creados con neón se coloca en unos periódicos locales, simbolizando el flujo cíclico del tiempo. Volviendo a los años setenta, de esta época data la introducción de una mesa en las instalaciones del artista, como elemento que sugiere convivencia y al mismo tiempo es un espacio plano elevado y aislado. Merz solía colocar la mesa junto a iglús y luces de neón, y dejaba reposar sobre ella fruta que se descomponía siguiendo su curso natural, queriendo representar el paso del tiempo.
A finales de la década de 1980, sin embargo, el artista regresó paralelamente al arte figurativo y a la pintura representando grandes animales como cocodrilos, rinocerontes e iguanas en grandes cuadros sin enmarcar. Además, en este periodo Merz está muy interesado en compartir su arte lo más socialmente posible, como demuestra tanto la publicación de su colección de escritos mencionada en su biografía como su decisión de situar nuevas instalaciones en contextos urbanos. Ejemplos de esta producción son la inserción de la serie Fibonacci en la Mole Antonelliana de Turín en 1984, que también se encuentra en 1990 denominada Manica lunga del 1 al 987 en el Castello di Rivoli, cerca de Turín; en 1994 aparece en la chimenea de la compañía eléctrica Turku Energia en Turku, Finlandia; también se insertará en el techo de la estación Vanvitelli del metro de Nápoles y en el tranvía subterráneo de Estrasburgo en una versión de más de un kilómetro de longitud. En 1992, en el interior de la Estación Central de Zúrich, Merz creó la instalación El Huevo Filosófico, que consistía en una serie de espirales de color rojo hechas con el típico neón junto con animales suspendidos con la habitual serie de Fibonacci.
Hay muchas obras de Merz en Italia, en particular en el Centro per l’arte contemporanea Luigi Pecci de Prato, donde se puede admirar, entre otras obras, La spirale appare (1990). En el MAMBo - Museo de Arte Moderno de Bolonia, hay algunas obras de Merz y su esposa Marisa expuestas en la parte de la colección denominada “Arte povera”.
Otros museos italianos que conservan obras de Merz son el Museo de Arte Contemporáneo de Rivoli, el Museo Nacional de Arte del Siglo XXI de Roma y el Museo Nacional de Capodimonte de Nápoles, donde se conserva especialmente bien Onda d’urto (1987).
Además, en el Museo del Novecento de Milán se encuentra Zebra (Fibonacci) (1973), mientras que en Venecia, en el Museo Guggenheim, está Se la forma scompare la sua radice è eterna (1989), que consiste en la frase que da título a la obra escrita de puño y letra del artista y reproducida con los habituales tubos de neón.
Mario Merz, el artista iglú del Arte Povera. Vida, obras, estilo |
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