Joan Miró i Ferrà (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983) fue uno de los autores más importantes de todo el siglo XX y dedicó su carrera a la continua experimentación artística. Su trayectoria se ha comparado a menudo con lavanguardia surrealista, de la que formó parte entre 1924 y 1929. Sin embargo, Miró se separó del movimiento a los pocos años, debido al rígido esquematismo impuesto por el teórico más importante de la asociación:André Robert Breton (Tinchebray, 1896 - París, 1966). La imposición de un estilo contrastaba con la continua experimentación de Joan tanto en el terreno técnico como en el estilístico.
La imaginación artística de Joan Miró se nutrió de influencias de diversa índole, empezando por las más antiguas, como por ejemplo las pinturas rupestres primitivas, las obras africanas y las católicas catalanas. Entre sus modelos también figuran las pinturas de los grandes maestros nórdicos del siglo XV, como Hieronymus Bosch (’s-Hertogenbosch, 1453 - 1516) y las obras más modernas del expresionista Edvard Munch (Løten, 1863 - Oslo, 1944). Sin embargo, sus dos mayores fuentes de inspiración fueron las obras y teorías de sus compañeros surrealistas y las del gran maestro Pablo Picasso ( Málaga, 1881 - Mougins, 1973). Joan utilizó estos modelos para crear su estilo, caracterizado por un fuerte espiritualismo y una búsqueda incesante de un lenguaje universalmente comprensible.
Joan Miró i Ferrà nace en Barcelona del matrimonio entre el orfebre Miquel Miró Adzerias y Dolores Ferrà i Oromí. Tras un breve aprendizaje como oficinista, Miró ingresó en la academia privada de Francisco Galí (Barcelona, 1880 - 1965) en Barcelona. Este último fue un maestro innovador, que ayudó a Miró a desarrollar los principios básicos de su pintura, como la percepción intuitiva de las formas y una extraordinaria sensibilidad.
Más tarde, Joan ingresó en la Academia Libre de Dibujo del Cercle Artísticde Sant Lluc de Barcelona. En la ciudad catalana, Miró conoció a otros jóvenes artistas y las obras de algunos de los más grandes maestros europeos. Una de las ocasiones más importantes fue la exposición organizada en Barcelona en 1916 por el galerista francés Ambroise Vollard (Saint-Denis, 1866 - Versalles, 1939), donde se expusieron algunas de las obras maestras de Vincent van Gogh (Zundert, 1853 - Auvers-sur-Oise, 1890) y de la vanguardia expresionista de los fauves. Durante la exposición, el joven Joan quedó impresionado por la acentuada expresividad de las obras. Fue también durante estos años cuando Miró entró en contacto con la vanguardia artística dadaísta, cuyo deseo de romper con la tradición e iniciar una búsqueda artística en constante cambio admiraba.
En 1919 Joan Miró se traslada por primera vez a París, donde descubre un ambiente a medio camino entre la innovación y la tradición. En la capital francesa, el joven catalán pasaba los días discutiendo con Pablo Picasso y estudiando las antiguas obras maestras del Louvre.
El encuentro más importante de su estancia en París fue con la vanguardia surrealista y sus exponentes. La relación entre el surrealismo y Miró fue muy peculiar, ya que el artista catalán nunca se adhirió plenamente al movimiento, sino que siempre se mantuvo junto a él y en parte autónomo. Entre las piedras angulares del movimiento, Joan se apropió de la delautomatismo psíquico, es decir, la transcripción en pintura de los propios pensamientos, sin el filtro de la razón. En 1925 Joan Miró participó en su primera exposición surrealista en la Galería Pierra, que tuvo un éxito considerable.
Sin embargo, a raíz de una serie de enfrentamientos ideológicos, Miró decidió abandonar el movimiento surrealista en 1929, aunque nunca se desvinculó del todo de él, al menos ideológicamente.
El 12 de octubre de 1929 Joan Miró se casa con Pilar Juncosa en Palma de Mallorca y ambos se instalan en París, donde el artista inicia una importante fase de experimentación técnica. De hecho, durante estos años Joan creó numerosos collages y construcciones, con los que inició el"asesinato de la pintura“ como signo de rebelión contra las técnicas pictóricas tradicionales. Por ”asesinato de la pintura", Miró entendía el deseo de ir más allá de la técnica tradicional del óleo para investigar nuevos métodos en respuesta a las necesidades contemporáneas.
Los primeros años de la década de 1930 fueron muy afortunados para el artista catalán, ya que dio a luz a su hija María Dolores y expuso en diversas galerías de todo el mundo, obteniendo reconocimiento internacional.
Este periodo floreciente de la pintura de Miró se vio sofocado por la situación histórica y política de finales de los años treinta. Durante este periodo, Joan presintió que algo terrible estaba a punto de suceder y sus temores se hicieron realidad en 1929, cuando se instauró la dictadura de Francisco Franco (Ferrol, 1892 - Madrid, 1975). La fuerte convulsión influyó también en su arte, que se revistió de un crudo realismo de tonos ácidos, calificado por la crítica de"trágico", del que surgieron obras inquietantes y sombrías.
La guerra le alejó cada vez más de la realidad, empujándole hacia una huida de la vida cotidiana. Este sentimiento de extrañeza y su continuo experimentalismo desembocaron en la serie Constelaciones, que el pintor e historiador Roland Algernon Penrose (Londres, 1900 - Chiddingly, 1984) calificó de “uno de los episodios más brillantes de su carrera”. Durante la realización de estas composiciones, Miró regresó a España en 1941, a Montroig, donde pudo perfeccionar su estilo, caracterizado por la creación de un lenguaje universal y común.
A partir de 1944 Joan Miró comenzó a acercarse a una nueva técnica artística, la cerámica, con la que realizó sus primeras esculturas en 1946. El catalán ya había realizado construcciones, pero con este nuevo material fue capaz de crear esculturas monumentales, caracterizadas por una simplicidad formal propia de las obras primitivistas.
Entre 1947 y 1948 Miró viajó por primera vez a Estados Unidos, donde conoció al famoso pintor Paul Jackson Pollock (Cody, 1912 - Long Island, 1956), inventor del dripping, y al marchante de arte Aimé Maeght (Hazebrouck, 1906 - 1981, Saint-Laurent-du-Var), que empezó a encargarse de la venta de las obras de Miró en Europa.
Entre 1956 y 1958 Joan realizó los dos murales de cerámica para la sede de la Unesco en París, uno representando el sol, el otro la luna. Para los dos murales Miró se inspiró en el Park Güell de Antoni Gaudí i Cornet (Reus, 1852 - Barcelona, 1926) en Barcelona y en las pinturas rupestres de la Cueva de Altamira. Para crear los murales, tras un primer proyecto infructuoso con mayólicas, el artista catalán optó por colocar baldosas irregulares para crear un fondo, sobre el que pintó las imágenes con una escoba hecha con hojas de palmera. La operación era muy complicada, pero el resultado final fue aclamado tanto por el gran público como por las instituciones, hasta el punto de que Miró recibió el Premio Internacional Guggenheim.
En la última parte de su vida, Joan Miró siguió dedicándose a la experimentación, pasando de una técnica artística a otra. Por ejemplo, a partir de 1966 se dedicó a hacer esculturas de bronce, para las que obtenía los materiales para fundir a partir de objetos desechados, de modo que podía combinar una de las técnicas artísticas más antiguas y nobles con la humildad de los objetos inútiles.
Además de las esculturas de bronce, la artista se enfrentó a materiales insólitos y empezó a quemar o rasgar lienzos antes de pintarlos, demostrando una gran tenacidad incluso a la edad de setenta y tres años.
En 1968 Joan recibió un doctorado honoris causa de la Universidad de Harvard, en Cambridge, y se organizaron numerosas exposiciones en su honor. Finalmente, en 1975 se inauguró en Barcelona la Fundació Joan Miró, donde se reunieron más de diez mil piezas. El artista catalán murió en 1983 en Palma de Mallorca.
La formación de Joan Miró se caracterizó por el estudio de las obras de arte de su tierra natal, las de los primitivos, así como las grandes obras maestras de artistas contemporáneos.
Durante una primera etapa, entre 1917 y 1923, Joan se dedicó a la creación de obras de carácter descriptivo e ingenuo. En estos lienzos está presente la fuerte relación del artista con la historia de su tierra natal, Cataluña, que llevaba siglos reclamando su independencia de España. Los paisajes catalanes y sus habitantes se convierten en los protagonistas de sus obras y la dimensión popular se funde con la poética y política. El estilo es caligráfico, a veces incluso descriptivo, como en la obra El jardín y el burro (1918). En este cuadro, Miró representa un paisaje típico de la campiña catalana, en el que los colores cálidos y familiares de su tierra natal se funden con la imaginería cubista. De hecho, el cielo se descompone en varias bandas de color y la disposición geométrica de los campos crea un mosaico compuesto y antinatural. Además, Miró parece anunciar el mundo onírico y de cuento de hadas que se desataría más tarde con su adhesión a la vanguardia surrealista.
Hacia 1924, Joan Miró se acercó a la vanguardia surrealista, que condicionó para siempre su estilo. A partir de este momento, sus obras se tiñeron de imágenes policromadas e imaginativas, en las que los temas catalanes fueron sustituidos por criaturas vivaces y carnavalescas. El manifiesto artístico de esta etapa puede verse en el cuadro Carnaval de Arlequín (1924). El lienzo fue realizado durante una fase de extrema pobreza en la vida de Miró, que le obligó a pasar hambre. Según los relatos del pintor, el hambre y el aislamiento en su estudio le provocaron numerosas alucinaciones, que trató de inmortalizar en sus obras, como en el caso de El carnaval de Arlequín. La obra representa un interior en el que aparecen representadas numerosas criaturas polimorfas con el acompañamiento de algunas notas musicales. Entre los diversos elementos se encuentra la escalera, uno de los temas más recurrentes en el imaginario de Miró, símbolo de una continua experimentación artística. El protagonista de la obra es Arlequín, un personaje cómico cubierto de diferentes colores, al que le encanta gastar bromas. En realidad, se trata de unautorretrato metafórico del autor, que se representa a sí mismo como un anfitrión juguetón dispuesto a abandonar la fiesta que ha organizado, porque está aburrido de un invento que carece ya de nuevas ideas creativas.
En la fase posterior a su adhesión parcial al movimiento surrealista, Miró estudió nuevas formas de representación, para ir más allá de los modelos establecidos. La pintura de esta fase se vacía del elemento figurativo, dejando amplio espacio a fondos monocromos y figuras estilizadas, a veces acompañadas de inscripciones. Una de las mayores obras maestras de este periodo fue el Retrato de Madame K. (1924), en el que la figura parece descomponerse y estilizarse.
El periodo que siguió a la descomposición de los temas pictóricos fue el de la experimentación con obras polimatéricas, compuestas de materiales inusuales. Se trataba de composiciones realizadas con objetos que se hacían eco de un tema concreto a través de una serie de alusiones sensoriales o metafóricas. Por ejemplo, en la serie Bailarinas españolas, nunca aparecen figuras o siluetas que recuerden a bailarinas. Sin embargo, la esencia de las bailarinas queda sugerida por elementos de las composiciones, como la pequeña imagen de una zapatilla hecha con un periódico o una pluma muy ligera.
Tras una fase inicial de agitación, debida a los acontecimientos de la guerra que sacudieron a toda Europa, Joan Miró consiguió encontrar un estado de calma, que le llevó a la ejecución de la serie Constelaciones. Se trata de veintitrés pinturas al temple sobre papel, realizadas entre 1940 y 1941, en las que el artista dialoga con los cuerpos celestes que le habían fascinado desde la infancia. Entre las diversas representaciones de constelaciones aparecen algunos de los temas típicos de la imaginación de Miró, como arabescos, mujeres, notas musicales, pájaros y escalas. Entre las veintitrés obras destaca una de las últimas pinturas al temple de Joan: El pájaro maravilloso revela lo desconocido a una pareja enamorada. En esta obra maestra, el artista conecta las distintas figuras mediante una línea muy fina, que acentúa la conexión intrínseca entre cada imagen, incluidas las aparentemente menos importantes.
Al final de su carrera, Miró se sintió fascinado por la cultura japonesa, que conoció a través de exposiciones en Tokio y Kioto. En particular, lo que impresionó a Joan fue el descubrimiento de la extrema cercanía entre su poética yel haiku (breves poemas japoneses con un significado muy profundo). Un paralelismo entre estos poemas y su arte puede apreciarse en el cuadro El oro del azul (1967), en el que una gran mancha azul se equilibra con otras negras más pequeñas sobre un brillante fondo dorado. En esta obra, el descubrimiento de la cultura japonesa se funde con algunos de los símbolos típicos del arte de Miró, como las constelaciones y su pasión por la música.
Joan Miró fue uno de los artistas europeos más importantes del siglo XX y dedicó su vida a experimentar con nuevas técnicas y a buscar un lenguaje universal que pudiera ser comprendido inmediatamente por todo el mundo.
Debido a la gran fama del maestro catalán, las obras maestras de Joan Miró se conservan en varios países europeos y más allá de sus fronteras. En 1975 se inauguró en Barcelona la Fundació Joan Miró, que alberga unas 10.000 obras, entre esculturas, pinturas, dibujos, pinturas al temple y tapices. También en Europa, una de las ciudades en las que se pueden encontrar numerosas obras del artista catalán es París, donde las obras se reparten principalmente entre el Musée du Louvre y el Musée national d’Art moderne, Centre Georges Pompidou. Además de las obras maestras que albergan los dos museos, la ciudad también alberga los dos murales creados por Miró para la sede de la Unesco. También en Francia se encuentra el Laberinto (1961-1981), realizado para el jardín de la Fundación Maeght de Saint-Paul-de-Vence por Josep Lluis Sert, al que Miró aportó varias estatuas.
Por último, varias obras de Joan Miró se conservan en numerosos museos de Estados Unidos. Por ejemplo, en Nueva York, se pueden admirar obras maestras del artista catalán tanto en el Solomon R. Guggenheim Museum como en el Museum of Modern art. Mientras que en Buffalo, en la Albright-Knox Art Gallery, se conserva El carnaval de Arlequín.
Joan Miró: vida, obra y estilo del artista surrealista catalán |
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