La Virgen con el Niño y los santos Juan Evangelista y Gregorio el Maravilloso, de Guercino (Giovanni Francesco Barbieri; Cento, 1591 - Bolonia, 1666), la obra robada en 2014 de la iglesia de San Vincenzo de Módena y encontrada en Casablanca(Marruecos) en 2017 en estado crítico, volvió a ser visible hace unos días: el lienzo había perdido, de hecho, cerca del 30% de su superficie pintada. Sometida inmediatamente a una larga restauración llevada a cabo por elIstituto Superiore per la Conservazione e il Restauro (ISCR), dirigida inicialmente por Maria Grazia Gattari, de la Superintendencia de Bolonia, y después por Angelandreina Rorro, del ISCR, la obra, que acaba de mostrarse al público en la Galleria Estense de Módena, ha suscitado una fuerte polémica.
De hecho, los críticos han señalado con el dedo el hecho de que no se hayan restaurado muchas de las lagunas. Actuando como caja de resonancia de las críticas, el crítico Philippe Daverio declaraba hace unos días desde las páginas de Il resto del Carlino: “Técnicamente, dadas las partes que faltan, no creo que la restauración hubiera sido particularmente difícil para un profesional. Y aún estamos a tiempo: espero que alguien que no sea yo plantee la cuestión y presione a las autoridades para que contraten a un restaurador que complete la operación”. En resumen: según Daverio (y muchos otros), el lienzo del Guercino debe ser restaurado tal y como estaba antes del robo de 2014.
Y precisamente sobre la restauración hay un enfrentamiento entre Maria Grazia Gattari y Luigi Ficacci, director del ISCR. Ficacci difundió las razones del ISCR (en el trabajo participaron varios profesionales: Carla Zaccheo y Francesca Capanna se encargaron de la dirección técnica y de las fases operativas de la restauración, Angelo Raffaele Rubino se ocupó de la documentación fotográfica, las investigaciones químicas corrieron a cargo de Fabio Talarico y las físicas de Fabio Aramini) en una nota firmada junto a Rorro y Zaccheo. “Los considerables daños sufridos durante los conocidos sucesos del robo y el exacerbado enrollamiento en sentido contrario con la película pictórica hacia el interior”, señalan Ficacci, Rorro y Zaccheo, “hicieron necesaria una fijación preliminar funcional a la manipulación y colocación sobre la superficie de trabajo dispuesta para llevar a cabo las posteriores operaciones de restauración. Éstas consistieron en la retirada del antiguo y pesado revestimiento y la aplicación de uno nuevo, la limpieza de la superficie con la eliminación de las sustancias superpuestas (barnices oxidados, empastes alterados y retoques aplicados durante restauraciones anteriores, residuos de capas de polvo sedimentadas) y la presentación estética”.
En cuanto a la reintegración de las partes ausentes, Ficacci, Rorro y Zaccheo explicaron que “en la búsqueda de un nuevo equilibrio, se reconoció la imposibilidad de reintegrar completamente las lagunas y se evaluó cuidadosamente su morfología y su contexto de relación formal. El objetivo de la actual intervención fue, por tanto, gestionar el hecho ineludible de los huecos, reduciendo al máximo su potencial de interferencia visual, en lugar de reiterar interpretaciones subjetivas o ceder al impulso de expectativas de restauración según el criterio de ’como estaba, donde estaba’. Al proceder, por tanto, por prioridades, valorando progresivamente el nivel de equilibrio sostenible alcanzado, y teniendo en cuenta las legítimas expectativas de disfrute de la imagen, se identificó un criterio unificado, distinguiendo entre las lagunas que podían reintegrarse y las que no. La restauración fue también una oportunidad para identificar y sacar a la luz algunas partes originales del cuadro que habían quedado ocultas por retoques anteriores”.
Maria Grazia Gattari no es de la misma opinión: en una entrevista concedida a Finestre sull’ Arte en octubre de 2017, ya había subrayado, en respuesta a una pregunta clara sobre la restauración de las lagunas, que ’no podemos dejar vacíos los huecos. Una obra de gran talento como esta debe reconstruirse para dar la lectura global correcta". La funcionaria reiteró sus ideas en una entrevista publicada ayer en Il resto del Carlino, en la que hablaba de que los trabajos se estaban llevando a cabo infringiendo el Código del Patrimonio Cultural. “Al principio, cuando la directora del Instituto de Restauración era Gisella Capponi”, declaró al diario boloñés, “tuve una primera reunión con los restauradores y parecía que nuestras directrices podían ser aceptadas. Luego, desde que Luigi Ficacci asumió la dirección, ya no pude realizar las inspecciones necesarias. Se me explicó que todo iba bien y que no era necesaria mi presencia. Todo esto, en mi opinión, infringía el artículo 21 del código del patrimonio cultural, que estipula la supervisión y las inspecciones necesarias por parte de la superintendencia en todas las obras de restauración de interés público”.
En cuanto a las lagunas, Gattari habla de una restauración que no puede considerarse completa. “Todavía es posible completar la restauración”, concluye el funcionario, “aunque haya que hacer frente a muchas dificultades burocráticas”.
En la foto: Guercino, Virgen con el Niño y los santos Juan Evangelista y Gregorio el Maravilloso, antes y después de la restauración (1629-1630; óleo sobre lienzo, 293 x 184,5 cm; Módena, San Vincenzo).
Restauración del Guercino antes y después, es un choque. Ficacci: "no a como estaba donde estaba". Gattari: "obra incompleta". |
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