La restauración del crucifijo de la Compagnia di Sant’Agostino en la iglesia de Sant’Angelo a Legnaia (en las afueras de Florencia) ha confirmado la atribución de la obra al gran Donatello (Donato di Niccolò di Betto Bardi; Florencia, 1386 - 1466), iniciador del Renacimiento en escultura. Se trata de una obra en madera de álamo, de dimensiones modestas (mide 89 cm de alto y 82,5 cm de ancho, pesa 3,3 kg), hueca por dentro (hubo que aligerarla para que los miembros de la cofradía de Sant’Agostino pudieran llevarla fácilmente en procesión por las calles del pueblo de Legnaia), y que ha llegado hasta nosotros en su estructura original de madera. Ha llegado hasta nosotros en su estructura original de madera, sustancialmente bien conservada, a excepción de la elaboración plástica de la cabeza (antiguamente completada por un revestimiento de yeso modelado, lamentablemente perdido), y de los extremos inferiores de los mechones de cabello.
La obra había sido atribuida anteriormente a Donatello por el historiador del arte Gianluca Amato, que dedicó su tesis doctoral (2013) en la Universidad “Federico II” de Nápoles a los crucifijos de madera de la Toscana producidos entre finales del siglo XIII y la primera mitad del siglo XVI: ahora, el estudioso, que se valió del análisis de los materiales y de las técnicas de ejecución resultantes de los trabajos de restauración, así como de la comparación ulterior de datos estilísticos, reconstruyó las vicisitudes artísticas del Crucifijo y confirmó la atribución al gran escultor del siglo XV. “La paternidad de la escultura -afirmó Amato- se basa en pruebas estilísticas sólidas”. Según estas pruebas, el Crucifijo inédito es una obra emblemática de la producción tardía de Donatello, fechable a principios de la década de 1560. En Legnaia, el artista volvió a abordar el tema del Crucifijo con una actitud cambiada en comparación con sus monumentales ejemplos anteriores, a saber, el ejemplar en madera de Santa Croce en Florencia, su obra temprana, y los dos testigos, en madera y bronce, respectivamente en la iglesia de Santa Maria dei Servi y en la Basílica de Sant’Antonio en Padua’.
Existen, según Amato, varios puntos de contacto con otras obras conocidas de Donatello. Muchos aspectos de la talla de Legnaia -explica el erudito- ofrecen sorprendentes paralelismos con el Holofernes del grupo de Judith de los Medici (Florencia, Palazzo Vecchio, Sala dei Gigli). A ello se añaden las similitudes entre el taparrabos, modelado en lienzo empapado en cola y yeso, y las intensas modulaciones de los copiosos drapeados de la Judith. El grado de acabado de la obra parece haber estado influido por las vicisitudes personales del anciano escultor; desde finales de la sexta década del siglo XV Donatello se vio agobiado por numerosos encargos que no siempre pudo completar. El Crucifijo inédito representa, pues, una obra realizada por Donatello en el último periodo de su vida. La policromía original redescubierta se remonta a la fase final de la obra, comparable, en el plano conceptual, a los bocetos de los pintores florentinos culturalmente afines a Neri di Bicci".
El descubrimiento del Crucifijo se remonta a enero de 2012, mientras que la restauración comenzó a finales de 2014, financiada con fondos de la Superintendencia Especial para el Complejo Museístico Florentino y el Ayuntamiento de Florencia. Gracias al esfuerzo conjunto de dos figuras muy activas en Legnaia en aquellos años, el párroco Don Moreno Bucalossi y la historiadora del arte Anna Bisceglia, funcionaria de la Soprintendenza, la “vieja” iglesia de Legnaia había conocido una serie de importantes obras de restauración de algunas de las pinturas conservadas en su interior. Unos años antes, el Oratorio de Sant’Aurelio, gracias a un feligrés benefactor, había sido completamente restaurado (tanto en sus bienes muebles como en sus superficies pintadas al fresco), devolviendo a esta pequeña joya toda su gracia original del siglo XVIII.
La restauración del Crucifijo de madera conservado en la anticapilla del Oratorio se convirtió así en la coronación de una importante campaña de conservación en Legnaia. Hasta entonces, el Crucifijo no había sido tenido en cuenta por los estudios, y era objeto de la atención exclusiva de los feligreses: Muy querido por los fieles, que lo custodiaban con esmero, celosamente conservado en un ambiente adecuado para la reflexión espiritual y la oración, pero permanecía en la sombra, quizá porque Legniaia es una localidad ajena a los circuitos turísticos que atraviesan el centro de Florencia, y quizá también porque es poco conocido incluso entre quienes, por pasión o estudio, se ocupan del patrimonio histórico-artístico. Un anonimato que, por otra parte, comparten muchos muebles de altísima calidad que aún se conservan en iglesias delinterior de Florencia, situadas en zonas de reciente urbanización, ciertamente periféricas a un “centro” como Florencia, pero capaces de reservar sorpresas inesperadas y extraordinarias.
La importancia del papel desempeñado por el Crucifijo en la vida religiosa de la comunidad de Legnaia queda atestiguada por otro aspecto que surgió durante la restauración: En efecto, el “exceso de celo” devocional condujo a la sucesión en diferentes épocas (resumidamente desde el siglo XVII hasta la segunda mitad del siglo XIX) de no menos de cinco intervenciones pictóricas, tanto en el cuerpo como en el taparrabos, lo que hizo que se malinterpretara la verdadera significación artística de este objeto y su valor plástico, de muy alta calidad.
La restauración de la obra, realizada por Silvia Bensi, fue dirigida por Anna Bisceglia. Los trabajos no comenzaron hasta que la obra se sometió a una campaña de investigaciones diagnósticas para identificar y analizar las capas pictóricas. En una segunda fase, se recopilaron datos más detallados sobre la conservación de la escultura y los materiales utilizados mediante una serie de análisis científicos y radiográficos y documentación fotográfica. Las investigaciones estratigráficas realizadas con un microscopio óptico polarizador revelaron la presencia de las cinco intervenciones pictóricas superpuestas mencionadas, realizadas en periodos diferentes, e intercaladas con al menos cinco películas de sustancias orgánicas. De acuerdo con la dirección de la obra, se decidió eliminar todas las capas de materiales superpuestos que desfiguraban la superficie de la obra, con el fin de sacar a la luz el original, o en todo caso el más antiguo en sentido cronológico. El trabajo de limpieza se llevó a cabo en diferentes etapas, capa por capa, porque los materiales que había que eliminar eran variados y diferenciados: desde pigmentos aglutinantes de aceite hasta pigmentos aglutinantes de proteínas. La restauración se acompañó de un estudio radiográfico digital que proporcionó valiosa información sobre el artefacto, como la excelente conservación de la madera de álamo, especie maderera destacada por los análisis xilológicos realizados por la Universidad de Florencia, Departamento GESAAF, Profesor Marco Fioravanti, momento importante del conocimiento de las características morfológicas de la madera.
Florencia, un erudito confirma la atribución a Donatello de este crucifijo descubierto en el pueblo de Legnaia |
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