A propósito del supuesto retrato de Nicolás Maquiavelo atribuido a Leonardo da Vinci y del que hace unos días aportábamos algunos elementos para descartar tan elevada atribución, nos llega un interesante artículo publicado en La Tribune de l ’Art y escrito por Stéphane Toussaint, director de investigación del CNRS (el homólogo francés de nuestro CNR) en el Centro André Chastel de la Universidad de la Sorbona: En la obra, se rechaza secamente el nombre de Leonardo da Vinci para la obra hallada en el castillo de Valençay, y también se niega la identificación del sujeto con el filósofo florentino.
“La atribución explícita a Leonardo”, explica Toussaint, “se remonta al 24 de octubre de 1874, cuando Léon Chevrier envió la obra a París”. ¿Quién era Chevrier? ¿Un historiador del arte, un entendido? En absoluto: el secretario-tesorero del castillo. Antes de él, la atribución del retrato a Leonardo no era más que una vaga fantasía. En su estudio, Anne Gérardot [nota del editor: funcionaria de los archivos departamentales de Indre, el departamento francés donde se encuentra Valençay] sugiere que no se trata de una obra de Leonardo, sino de una copia del siglo XIX".
Además, Toussaint también explica por qué la obra ni siquiera representa a Maquiavelo: “el pseudo-Maquiavelo barbudo -escribe- muestra una vellosidad muy improbable para el glabro secretario florentino. Si mis recuerdos son correctos, la única aparición de un Maquiavelo barbudo es en el frontispicio de la edición de las obras completas publicadas por Poggiali en Livorno en 1796”. Un Maquiavelo barbudo que, añade Toussaint, asombró en 1799 al rival de Poggiali , Gaetano Cambiagi: “La sorpresa de ver una fisonomía completamente nueva y desconocida”, escribió Cambiagi en la edición de 1799 de las obras completas de Maquiavelo, "con barba en la cara, y un traje a la española, que en aquellos tiempos no se usaba en ninguna parte de Italia, y de ninguna manera en Florencia. Cuántos retratos se han hecho de Maquiavelo, con la única excepción de éste de la edición de Livorno con la fecha de Filadelfia, todos lo representan de manera muy diferente, con barba afeitada y traje ceremonial, como el que usaban los funcionarios públicos de la República florentina. También fue fácil para ese editor observarlo con tal atuendo e imberbe hasta los frontispicios de la Edizione delle Testine, e igualmente imberbe en el medallón del Mausoleo que modernamente se le erigió, del que él mismo, siguiendo el ejemplo de nuestra edición, ha dado la representación en cobre. Ahora bien, el retrato de Niccolò, tal como lo hemos dado, y tal como lo dio anteriormente el compilador de la colección de hombres ilustres florentinos, está tomado de los conocidos originales que existen en la familia Ricci de Florencia, uno de Santi di Tito, y el otro de Bronzino, y éstos se corresponden perfectamente con el busto de terracota de tamaño natural, que también posee la propia familia Ricci, o que se hizo sobre la máscara que se talló en el rostro de Maquiavelo después de su muerte".
Artista florentino, Nicolás Maquiavelo (siglo XVI; terracota policromada, tamaño natural; Florencia, Palazzo Vecchio) |
François Quesnel, Retrato de Montaigne (c. 1588; lápiz y piedra negra, 33,5 x 23 cm; Colección particular) |
Raffaello Morghen, Nicolás Maquiavelo (1796; grabado, 13 x 10 cm; edición de Livorno de 1796). Ph. Créditos Gino Bogliolo |
La edición de Poggiali reproduce, señala Toussaint, un grabado dibujado por Georg von Dillis en 1794 e impreso por Morghen en 1795, a su vez derivado de una obra no identificada de Bronzino o de su escuela (aunque es dudoso que este cuadro representara realmente a Maquiavelo). Sin embargo, la terracota mencionada por Cambiagi se encuentra actualmente en Florencia, en el Palazzo Vecchio. El personaje representado por Dillis, según la hipótesis de Toussaint, “se parece mucho a Montaigne, pensador tradicionalmente representado con barba, como atestiguan los retratos, los dibujos y su cenotafio de Burdeos. [...] Y el pseudo-Machiavelli con barba de Valençay evoca a un Montaigne envejecido”. Esto es también lo que Anne Gérardot señaló sobre el tema del cuadro“. La obra de Valençay, concluye Toussaint, ”se parece infinitamente menos a Maquiavelo que a Montaigne, y el personaje está pintado en una pose que recuerda esencialmente un boceto de François Quesnel".
Toussaint ni siquiera ahorra una estocada contra la moda de lanzar atribuciones fantasiosas cuando se trata de un gran artista como Leonardo da Vinci: “Hoy en Francia, el nombre de Leonardo da Vinci vende cualquier cosa”, observa el director del Centro, André Chastel, “tanto peor para el público, maltratado a través de continuas ficciones mediáticas. Vender se ha convertido en la única prueba ontológica de nuestra sociedad: vendo, luego existo. Todo lo demás (erudición, investigación, verdad) suscita poco interés. Y en este ejercicio, los medios de comunicación suelen limitarse a observar una falsa modestia: el uso de un pequeño condicional que lo promete todo pero no afirma nada. De ti depende creértelo. En la mercantilización cultural de nuestra hermosa ”economía del conocimiento", la falsificación está permitida, y como ya observaba Deleuze a propósito de nuestros intelectuales mediáticos, poco importa su ausencia de ideas o la vacuidad de sus libros, si en torno a esa ausencia y ese vacío el marketing hace maravillas.
En la foto: Desconocido, siglo XVI, Retrato de caballero (siglo XVI; óleo sobre tabla, 55 x 42 cm; Valençay, Castillo de Valençay)
¿"El hombre de Valençay"? No es Maquiavelo, y la obra no es de Leonardo". Habla el erudito Stéphane Toussaint |
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