Anunciados los ganadores de los Praemium Imperiale 2024, los Óscar del arte


Esta mañana se han anunciado los ganadores de los Praemium Imperiale 2024, los Óscar del arte. Entre los galardonados se encuentran Doris Salcedo y el director Ang Lee.

Esta mañana se han anunciado los ganadores del Praemium Imperiale 2024, el Óscar del arte. Se trata de Sophie Calle (Francia) en pintura, Doris Salcedo (Colombia) en escultura, Shigeru Ban (Japón) en arquitectura, Maria João Pires (Portugal/Suiza) en música y Ang Lee (República de China, Taiwán) en teatro/cine. Se premia a los artistas por sus logros, su influencia en el mundo del arte internacional y su contribución a la comunidad mundial a través de su obra. Cada uno de los galardonados recibirá un premio de 15 millones de yenes (unos 90.000 euros), un diploma y una medalla. Esta última será entregada por el Patrono Honorario de la Asociación Japonesa de Arte, el Príncipe Hitachi, durante la ceremonia de entrega de premios que tendrá lugar en Tokio el 19 de noviembre.

El Praemium Imperiale es el premio de arte más importante que existe y se concede en cinco disciplinas: pintura, escultura, arquitectura, música y teatro/cine. Confiere a las artes un reconocimiento internacional equivalente al de los Premios Nobel. Los ganadores de 2024 se unirán a los 175 artistas que ya han recibido el premio, entre ellos los italianos Claudio Abbado, Gae Aulenti, Luciano Berio, Cecco Bonanotte, Enrico Castellani, Federico Fellini, Sophia Loren, Umberto Mastroianni, Mario Merz, Riccardo Muti, Giulio Paolini, Giuseppe Penone, Renzo Piano, Michelangelo Pistoletto, Maurizio Pollini, Arnaldo Pomodoro y Giuliano Vangi.

La Beca Praemium Imperiale 2024 para Jóvenes Artistas se concedió en cambio al Komunitas Salihara Arts Center (Indonesia). El anuncio y la entrega de la Beca tuvieron lugar el 10 de septiembre en Tokio, durante una rueda de prensa presidida por Hisashi Hieda, Presidente de la Asociación Japonesa de Arte. El Centro de Arte Komunitas Salihara recibió un diploma y una subvención de 5 millones de yenes (unos 30.000 euros). Nirwan Dewanto, conservador jefe y director de programas del Salihara, y Ening Nurjanah, directora de programas, participaron en la rueda de prensa. La Beca se creó en 1997 para apoyar y animar a los jóvenes artistas, en consonancia con los objetivos de las actividades de la Asociación Japonesa de Arte. Pueden optar a ella jóvenes artistas prometedores u organizaciones que contribuyan activamente al desarrollo de nuevos talentos. Los artistas deben ser profesionales o estar en formación. De forma rotatoria, cada Consejero Internacional, en consulta con su comité, selecciona al beneficiario de la beca y lo comunica a la Japan Art Association, que lo aprueba. El premio se concede al mismo tiempo que el anuncio del Praemium Imperiale en el país del Consejero al que se concede. Entre los anteriores ganadores de la Beca Praemium Imperiale para Jóvenes Artistas figuran organizaciones de Vietnam, Cuba, Venezuela, Benín, Myanmar, Malasia y Líbano. Entre otras, han sido premiadas la Scuola di Alta Formazione dell’Istituto Centrale per il Restauro, JuniOrchestra dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia, Orchestra Giovanile Italiana y De Sono Associazione per la Musica.

Perfil de los ganadores

Sophie Calle es una de las principales artistas conceptuales francesas, comprometida con la exploración de la vida de los demás, así como la suya propia, a través de las fotografías y textos que caracterizan su obra. Su estilo innovador de transformar espacios y vidas cotidianas en arte ha captado la atención de un público mundial, culminando con la concesión del título francés Commandeur de l’Ordre des Arts et des Lettres en 2012 y la Beca Honoraria de la Real Sociedad Fotográfica Británica en 2019. El viaje artístico de Calle comenzó con la búsqueda de capturar las voces y las imágenes de los demás. En su primera obra, Les Dormeurs (“Los durmientes”, 1979), invitó a extraños a su casa para fotografiarlos mientras dormían en su cama, entrevistándolos después. Compuesta de fotografías y textos, esta creación no pretendía inicialmente ser “arte”, sino que derivaba de forma natural de su implicación en la vida de los demás a través de un “juego” de su propia invención. Una de sus obras más conocidas, Suite Vénitienne (“Suite veneciana”, 1980), requería que siguiera en secreto a Venecia a un hombre que había conocido en una fiesta en París. Utilizando diversos disfraces, le fotografió en blanco y negro, anotando metódicamente todos sus movimientos. El público se veía así arrastrado al mundo voyeur creado por la artista. Desde entonces, Calle no ha dejado de seguir y explorar la vida de los demás. En Les Aveugles (“Los ciegos”, 1986) preguntó a varias personas ciegas de nacimiento, que nunca habían podido ver, cómo imaginaban la belleza. El artista también expuso con valentía su propia vida en su obra. En Douleur Exquise (“Dolor exquisito”, 1999-2000), utilizó fotografías y palabras para documentar y expresar el dolor que siente un corazón roto. En Prenez soin de vous (“Cuídate”, 2007), obra creada para el pabellón francés de la Bienal de Venecia, pidió a 107 mujeres, seleccionadas por su profesión o sus habilidades específicas, que dieran su interpretación a una carta que le había dejado un amante. Tenían que analizarla, comentarla, responder por ella. Hoy en día, con cada vez más gente compartiendo su vida personal a través de las redes sociales, Calle reconoce que su estilo se adelantó a su tiempo y también señala que ahora le costaría más seguir a un desconocido que en 1979. El artista deja al público la interpretación de sus obras, afirmando que “corresponde al espectador describir su arte”. En última instancia, crea retratos poéticos a través de palabras no dichas, lo cotidiano y lo secreto. Su arte transforma al espectador en cómplice y colaborador.

Doris Salcedo, escultora y creadora de instalaciones que vive y trabaja en Bogotá, utiliza materiales familiares como muebles de madera, ropa y pétalos de flores como metáforas de los temas de la violencia, la pérdida, la memoria y el dolor. Reutiliza y transforma estos materiales para crear su arte. Su pasión por el dibujo surgió a los seis años, edad en la que empezó a tomar clases. Estudió arte en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá antes de trasladarse a Estados Unidos a principios de la década de 1980, donde obtuvo un máster en la Universidad de Nueva York. La guerra civil que asoló Colombia durante más de cincuenta años entre guerrillas de izquierdas, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y fuerzas estatales y milicias de derechas fue la base de su trabajo creativo. Crecer en Colombia me permitió desarrollar una perspectiva desde la que mirar el mundo. Ha definido la totalidad de mi trabajo“. Todas sus obras se basan en las experiencias de las víctimas de la violencia. ”Primero“, explica, ”para dar testimonio de la violencia, para que no se olvide fácilmente. Segundo, mostrar empatía hacia el sufrimiento de las víctimas a través de mi obra. En tercer lugar, quiero que mis obras sean el lenguaje del análisis crítico y la reflexión sobre lo que ocurre en el mundo“. El trabajo de Doris Salcedo comienza con una fase de investigación en profundidad, que incluye varias entrevistas; la producción sólo se inicia una vez que la artista ha adquirido un conocimiento profundo de los crímenes y los temas que pretende abordar. ”Se necesitan años“, señala, ”para comprender realmente el crimen y el efecto devastador que la violencia política tiene en sus víctimas“. Su instalación Shibboleth (2007) en la Tate Modern de Londres le valió un importante reconocimiento. Presentaba grietas en el suelo de la Sala de Turbinas, que representaban los temas de la esclavitud y el racismo de la historia colonial. Otra obra notable, Fragmentos (’Fragments’, 2018), conmemora el final de la guerra civil en Colombia. Consta de 1.296 baldosas fabricadas a partir de 37 toneladas de armas fundidas entregadas voluntariamente por los guerrilleros de las FARC, ensambladas después para crear el suelo de la sala de exposiciones de Bogotá. Veinte mujeres, víctimas de violencia sexual en el contexto de la guerra civil, martillearon el metal fundido hasta convertirlo en las baldosas que pasaron a conformar el suelo de un espacio dedicado al arte y la memoria. ”Este proceso -dijo- les devolvió la fuerza y la dignidad. Se destruyeron las armas. Un gesto muy significativo, porque se salvaron vidas. Al mismo tiempo, las vidas de las víctimas se transformaron. Es quizá la única obra que ha activado realmente un cambio de realidad“. Actualmente está trabajando en una obra hecha con pelo humano para abordar el ”domicidio“, o destrucción masiva de viviendas civiles, un crimen que queda impune. La obra aborda la destrucción deliberada de los hogares de las personas ”con el único propósito de crear sufrimiento y provocar el desplazamiento forzoso de las víctimas, como se puede ver que ocurre en Ucrania, Gaza o Siria“. Su estudio alberga un equipo de unas cincuenta personas y ella describe su trabajo como un esfuerzo de grupo, señalando: ”Lo que hago no es el producto de un solista, sino de un coro". Ha sido galardonada con numerosos premios, entre ellos el Hiroshima Art Prize (2014), el Nasher Prize for Sculpture (2015) y el Nomura Art Award (2019). Es la primera artista colombiana en recibir el Praemium Imperiale.

Shigeru Ban ha revolucionado la arquitectura con su uso innovador de materiales y diseños únicos. Crea edificios tan monumentales como reconfortantes, sin perder nunca de vista su papel como arquitecto en un mundo cada vez más inestable. De niño aspiraba a ser carpintero. “No sabía lo que hacía un arquitecto; creía que todos los edificios los hacían carpinteros”, dice recordando su infancia. Su pasión juvenil por el uso de la madera como material sigue influyendo en su obra actual. Ban decidió ir a Estados Unidos a estudiar arquitectura tras ver en una revista las obras de John Hejduk, un conocido arquitecto estadounidense. Comenzó sus estudios en el Southern California Institute of Architecture, antes de trasladarse a la Cooper Union School of Architecture de Nueva York. Tras regresar a Japón en 1985, abrió su propio estudio de arquitectura. Uno de sus primeros encargos fue el diseño del taller de su madre. Al mismo tiempo, diseñó la sede de una exposición dedicada a la obra de su arquitecto favorito, el finlandés Alvar Aalto. En un principio, Ban quería utilizar madera en el diseño de la exposición, inspirado por el frecuente uso que Aalto hacía de este material. Sin embargo, las limitaciones presupuestarias y la reticencia a utilizar un material tan valioso para una estructura temporal le impulsaron a buscar una alternativa. Así descubrió unos cilindros de cartón reciclado, los mismos que se introducen en el centro de los rollos de papel térmico y calco que utiliza en su estudio. De ahí surgió la idea de utilizarlos para desarrollar estructuras, haciendo realidad el sueño que arrastraba desde la escuela de crear algo único aprovechando los materiales de forma innovadora y original. A medida que crecía su reputación por el uso de materiales reciclados, Ban recibió el encargo de diseñar el pabellón dedicado a Japón en la Expo 2000, celebrada en Hannover, con el tema “Medio ambiente”. Para este proyecto, colaboró con el arquitecto e ingeniero estructural alemán Frei Otto (Praemium Imperiale 2006), a quien admiraba por su capacidad para obtener el máximo espacio con el mínimo uso de energía y materiales. La colaboración fue un gran éxito y ayudó a ampliar los conocimientos estructurales de Ban. El uso de materiales baratos y humildes se convirtió en un aspecto central de su filosofía, orientada a promover una arquitectura socialmente responsable, en particular para proporcionar viviendas a personas que se habían quedado sin hogar a causa de conflictos o desastres naturales. Con esta idea en mente, Ban empezó a construir estructuras de tubos de cartón en 1994 para los refugiados de la guerra que asolaba Ruanda. Estas construcciones, aunque sencillas, demostraron ser extremadamente eficaces y siguen ofreciendo cobijo a los desplazados hasta el día de hoy. En respuesta al devastador terremoto que asoló la ciudad japonesa de Kōbe en 1995, Ban fundó la Red de Arquitectos Voluntarios (VAN). Convertida en organización sin ánimo de lucro en 2013, VAN se ha comprometido a prestar ayuda en todas las regiones de Japón y del mundo afectadas por catástrofes. Ban también ha diseñado un gran número de museos y teatros emblemáticos, como el Centro Pompidou-Metz (2010), con su cubierta y membrana de madera laminada ondulada, y La Seine Musicale (2017). Recibió el Premio Pritzker en 2014, el Premio Madre Teresa de Justicia Social en 2017 y el Premio Princesa de Asturias de la Concordia en 2022 por su labor humanitaria. A lo largo de su carrera, Ban ha aplicado un sistema estructural original a todos sus proyectos, grandes o pequeños, ya sean edificios civiles o refugios de emergencia. En el corazón de su trabajo está la creencia de que la arquitectura debe crear algo positivo para la sociedad. Diseño casas y edificios públicos“, afirma, ”pero ofrecer ayuda en caso de catástrofe es el trabajo de mi vida".

Nacida en Lisboa en 1944, Maria João Pires empezó a tocar el piano por su cuenta a los tres años. Un año más tarde dio su primera actuación en público. Entre 1953 y 1960, estudió en el Conservatorio de Lisboa con el profesor Campos Coelho y Francine Benoit. A los diecisiete años, recibió una beca de la Fundación Gulbenkian de Lisboa para estudiar en Alemania, inicialmente en la Musikhochschule de Munich con Rosl Schmid y después en Hannover con Karl Engel. Reconoce el mérito de Engel al ayudarla a situar la música en el contexto de la vida. Sus recitales de debut en el Queen Elizabeth Hall de Londres en 1986 y en el Carnegie Hall de Nueva York en 1989 fueron el inicio de su carrera internacional. Además de conciertos, grabó música para Erato durante quince años y para Deutsche Grammophon durante veinticinco. Desde los años setenta, se ha dedicado a reflexionar sobre la influencia del arte en la vida, la comunidad y la educación, tratando de descubrir nuevas formas de difundir este pensamiento en la sociedad, de animar a los individuos y a las culturas a respetar y compartir ideas. En 1999, creó en Portugal el Centro Belgais para el Estudio de las Artes, donde formó a varios coros compuestos por niños de origen humilde y organizó talleres y conciertos experimentales para profesionales y artistas aficionados. En 2012, complementó el enfoque de Belgais con otros dos proyectos en Bélgica: los Coros Partitura, que formaron y desarrollaron coros compuestos por niños de entornos rurales y desfavorecidos, y los Talleres Partitura, en los que distintas generaciones comparten escenario para encontrar alternativas a la competencia y crear una dinámica altruista entre artistas. Ambos proyectos pretendían fomentar el respeto mutuo y de todas las culturas, por el medio ambiente, la naturaleza y la vida, incluida la tierra y todo lo que nos rodea.

El director Ang Lee, originario de Taiwán, trabaja principalmente en Estados Unidos. Ha ganado fama mundial creando películas que combinan retratos artísticos de personas que afrontan las corrientes de la época con una entretenida capacidad para atraer a un público amplio. Mientras estudiaba en el instituto, del que su padre era director, Lee desarrolló una obsesión por el cine, hasta el punto de suspender los exámenes de acceso a la universidad. Estudió en la Universidad Nacional de las Artes de Taiwán, donde se dio cuenta de que “pertenecía al mundo del teatro”. Tras graduarse, se fue a vivir a Estados Unidos para estudiar teatro en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign. Obtuvo un máster en producción cinematográfica en la Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York. La película que realizó para su tesis, Fine Line (1984), ganó el premio Wasserman de dirección de la NYU. Mientras vivía en Nueva York, rodó su primer largometraje con una coproducción entre Estados Unidos y Taiwán, Pushing Hands (1991). Ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín en dos ocasiones, con El banquete de boda (1993) y con la coproducción norteamericana y británica Razón y sentimiento (1995). Esta última película, que según el propio Lee “le convirtió en un profesional”, fue nominada a siete Oscar y le catapultó al primer plano de Hollywood. Ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa con El tigre y el dragón (2000), adaptación de una novela china sobre artes marciales. Recibió su primer Oscar al Mejor Director con Los secretos de Brokeback Mountain (2005), una película sobre el amor entre dos hombres. Después ganó el León de Oro del Festival Internacional de Cine de Venecia con Los secretos de Brokeback Mountain y con Lujuria, seducción y traición (2007), una película de espías ambientada en Shanghai durante los años de la ocupación japonesa. Ganó su segundo Oscar al Mejor Director con La vida de Pi (2012), una película en 3D sobre un niño que se encuentra varado en una balsa con un tigre. “Después de leer la novela por primera vez, no pensé que sería posible hacer una película con ella”, comenta. Rodó la mayor parte de la película en Taiwán y consiguió superar las dificultades técnicas. Desde su ópera prima sobre el conflicto entre un padre taiwanés y su hijo residente en Estados Unidos, ha trabajado en distintos géneros y temas, como la Guerra Civil estadounidense, el Watergate, los superhéroes de cómic, la guerra de Irak e historias de acción de ciencia ficción. Cita como fuente de inspiración a varios directores japoneses, como Yasujiro Ozu, y conoce desde hace tiempo a Hirokazu Kore-eda, cuyo padre nació en Taiwán. Como primer artista taiwanés en recibir el Praemium Imperiale, declaró: “Es un gran honor, que acepto de todo corazón. Estoy muy orgulloso de que Taiwán reciba un premio así”.

El Centro Artístico Komunitas Salihara es el primer complejo cultural privado de Indonesia dedicado a promover diversos tipos de actividades expresivas, como la música, la danza, el teatro, la literatura y las artes visuales. Nació como Komunitas Utan Kayu, una organización de inspiración artística, intelectual y política fundada en 1995, durante el régimen militar, y tomó su forma actual en Yakarta, en agosto de 2008, con el apoyo de artistas, escritores, intelectuales y periodistas. El Centro debe su nombre a la calle que lo alberga, Jalan Salihara (calle Salihara), donde “salihara” es el nombre de una flor de la familia de las verbenáceas. La misión del Centro es promover actividades artísticas que apoyen la libertad de pensamiento y expresión, respeten la diversidad y potencien los recursos artísticos e intelectuales. Con este fin, la organización fomenta programas experimentales con una perspectiva a largo plazo y pretende desarrollar un ojo crítico entre su público. El Centro, que ocupa una superficie de 3.800 metros cuadrados, incluye un teatro cubierto con un escenario de caja negra, estudios de danza y música, una galería de arte, una tienda y un bar. Acoge una gran variedad de actos: representaciones teatrales y de danza, conciertos, exposiciones, lecturas y debates. Cada año acoge más de cien programas, incluidos talleres y seminarios. Aunque la mayoría de los actos se celebran en colaboración con otras organizaciones privadas y semipúblicas, tanto indonesias como extranjeras, el Centro Artístico Komunitas Salihara también organiza sus propios festivales. Entre los más populares figuran un festival internacional de artes escénicas, un foro de destacadas producciones teatrales, un minifestival centrado en nuevas coreografías que revisitan tradiciones dancísticas, un festival de literatura e ideas que acoge a numerosos escritores contemporáneos, un foro reservado al jazz con músicos de primera fila y un foro de música contemporánea, con una amplia variedad de géneros. El Centro es conocido por su activa inclusión de jóvenes talentos y su enfoque interdisciplinar de las artes. Una de sus iniciativas innovadoras consistió en la representación de una danza contemporánea basada en movimientos tradicionales de artes marciales dentro de la galería, integrando la representación en la propia obra de arte. En respuesta a las distintas tendencias artísticas, el Centro de Arte Komunitas Salihara descubre ideas innovadoras y nuevos talentos, ayudando al público a encontrar lo que busca. Nirwan Dewanto (poeta y ensayista, comisario jefe y director de programas de Salihara) subraya: “Al centrarnos en el programa, pensamos en distintas formas de entablar un diálogo con la comunidad y, al mismo tiempo, nos comprometemos críticamente con las aspiraciones experimentales de los artistas. Gracias a esta estrecha colaboración podemos fomentar una mayor libertad de expresión y sacar a la luz nuevos talentos”. Jason Mountario, un joven músico de jazz que actuó en el Centro, añadió: “Somos libres de hacer lo que queramos. Tenemos la responsabilidad de responder a esa libertad”.

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