Una obra maestra esotérica de Salvator Rosa aterriza en los Uffizi: La bruja comprada


Golpe de efecto en los Uffizi: el museo compra la Bruja de Salvator Rosa, obra maestra sulfurosa y esotérica del maestro napolitano, por 450.000 euros.

Una obra extraordinaria, llena de misterio e inquietud, pasa a formar parte del patrimonio de los Uffizi. La Bruja de Salvator Rosa (Nápoles, 1615 - Roma, 1673), adquirida por el museo por 450.000 euros, representa uno de los ejemplos más elevados y atrevidos del arte esotérico del siglo XVII. Antes de ser expuesto en las salas dedicadas a la pintura del siglo XVII, el cuadro tendrá un espacio dedicado en la prestigiosa Sala Bianca del Palazzo Pitti, donde podrá admirarse inmediatamente después de las fiestas navideñas.

“La preciosa adición a la colección de la Bruja de Salvator Rosa”, afirma el director de los Uffizi, Simone Verde, “nos permite aumentar cualitativamente la colección central de pintura del siglo XVII del museo con un autor que, napolitano de nacimiento y de formación, se movió entre Roma y Florencia, caracterizando el arte italiano y europeo de mediados de siglo de una manera muy original”. Las Galerías de los Uffizi cuentan con un conspicuo número de cuadros de Rosa, principalmente paisajes y escenas de género, pero, aparte de las Tentaciones de San Antonio, el tema de la magia y la brujería, desarrollado por el pintor precisamente en Florencia, había estado ausente hasta ahora; ahora, gracias a la llegada de La bruja, podemos decir que hemos colmado más que satisfactoriamente esta laguna. Con esta obra maestra, auténtico manifiesto teórico de la pintura barroca, los Uffizi se dotan así de otro poderoso icono, devolviendo a Italia una obra maestra que de otro modo habría estado destinada al exilio.



La compra de la Strega representa un gran golpe para los Uffizi, que han conseguido devolver a Italia una obra codiciada por varios museos internacionales. Tras años en el extranjero, el cuadro corría el riesgo de no volver nunca al país.

Salvator Rosa, La bruja (c. 1647-1650; óleo sobre lienzo, 212 x 147 cm)
Salvator Rosa, La bruja (c. 1647-1650; óleo sobre lienzo, 212 x 147 cm)

La bruja: una obra maestra llena de oscuridad

Salvator Rosa, figura perturbadora y atormentada de la pintura barroca, es famoso por su aversión a los poderosos de su época y por su elección de temas alejados de los cánones tradicionales. Uno de los primeros en encarnar el mito del “artista maldito”, Rosa rechazó a mecenas y se enemistó con personalidades influyentes como Bernini. En Florencia, bajo el mecenazgo del cardenal Giovan Carlo de’ Medici, Rosa se sumergió en estudios herméticos y filosóficos que influyeron profundamente en su producción artística, especialmente en la de temas brujescos: retratos de brujas, sabbats y demonios empezaron a entrar copiosamente en su producción.

La Bruja representa un summa de la imaginería oscura de Salvator Rosa. En el centro de la composición, la hechicera aparece arrodillada, con el cuerpo descompuesto y deformado. Sus ojos furiosos y su rostro deformado acentúan su naturaleza maligna, mientras que los objetos esparcidos por el suelo -una calavera, trozos de hueso, una jarra y una sábana con símbolos esotéricos- amplifican la atmósfera siniestra del cuadro. El detalle más escalofriante es la presencia de un niño muerto, envuelto en un paño a espaldas de la bruja, una referencia a las antiguas leyendas sobre la sangre infantil utilizada para ritos mágicos. En primer plano, contrastando con el fondo oscuro, hay una sábana blanca en la que aparecen símbolos esotéricos con el monograma SR de la firma del artista.

La obra, fechable en los años de la estancia florentina de Rosa (1640-1648, periodo en el que el artista fue asalariado del cardenal Giovan Carlo de’ Medici), forma parte de una serie de pinturas dedicadas al tema de la magia, como Las brujas y los hechizos (National Gallery, Londres) y La bruja en los Museos Capitolinos. El lienzo está influido por el ambiente de la academia florentina, muy interesada entonces por los temas esotéricos, filosóficos y herméticos, y aplicada al estudio de los textos de los filósofos antiguos (como el Corpus Hermeticum , que llegó a Florencia en la segunda mitad del siglo XV, traducido por Marsilio Ficino y publicado en una primera edición en 1470), y recuerda la influencia de maestros nórdicos como Durero y Baldung Grien hasta Jacques de Gheyn, conocidos por su fascinación por lo macabro y lo esotérico.

El legado de Salvator Rosa

Además de la pintura, Rosa expresó su interés por el tema de la magia a través de composiciones literarias, entre ellas la oda La Strega (1646), que reproducimos a continuación y que comparte muchos elementos con el cuadro que acabamos de adquirir. La obra no es sólo un homenaje al talento visionario del artista, sino también un símbolo del fervor intelectual de la Florencia barroca, donde arte y filosofía se entrelazaban en un diálogo continuo.

Con la incorporación de La Strega a la colección de los Uffizi, el museo confirma su compromiso de valorizar obras maestras únicas y enriquecer el panorama artístico nacional con obras de gran impacto histórico y emocional.

Notas biográficas sobre Salvator Rosa

Salvator Rosa destaca como uno de los protagonistas más extraordinarios del siglo XVII. Conocido por su carácter impetuoso y su desprecio por los mecenas, encarna uno de los primeros modelos del “artista problemático”. En vida alcanzó una reputación internacional que perduró hasta el siglo XIX, especialmente entre los coleccionistas aristocráticos ingleses. Rosa es conocido sobre todo por sus paisajes agrestes y salvajes, caracterizados por árboles rotos y desfiladeros rocosos a menudo animados por figuras de bandoleros, obras que inspiraron a los pintores de lo sublime de los siglos XVIII y XIX.

Su imagen romántica se vio reforzada por la biografía ficticia de Lady Morgan The Life and Times of Salvator Rosa (1824). Sin embargo, fue el propio Rosa quien contribuyó a la construcción de su mito, al declarar:“No pinto para enriquecerme, sino únicamente por satisfacción personal; es necesario que me deje llevar por los impulsos del entusiasmo y que sólo utilice mis pinceles cuando sienta el impulso irresistible”.

Nacido en Nápoles en 1615, se trasladó a Roma en 1635, donde adquirió notoriedad como pintor de paisajes y escenas de batallas. Sin embargo, su actitud provocadora distanció a muchos de sus contemporáneos, incluido el famoso escultor Bernini. Esta tensión pudo llevarle, en 1640, a aceptar la invitación de Giovanni Carlo de’ Medici para establecerse en Florencia. Aquí Rosa prosperó como pintor, poeta y pensador dentro del círculo intelectual que mantenía el cardenal. Su casa se convirtió en lugar de encuentro de los intelectuales de la Accademia dei Percossi.

Durante su estancia en Florencia, realizó una serie de obras individuales de extraordinaria intensidad poética, que hoy se consideran entre sus obras maestras más admiradas: Filosofía (Londres, The National Gallery), Poesía (Hartford, Wadsworth Atheneum Museum of Art), Autorretrato (Nueva York, Metropolitan Museum of Art) y Autorretrato como Pascariello (colección privada). En estos lienzos se aprecia la singular fusión de pintura y poesía que caracterizó su visión artística.

En 1649 abandonó Florencia para regresar a Roma, donde mantuvo su reputación de figura turbulenta y controvertida. Entre sus obras más emblemáticas figura Demócrito en meditación (Copenhague, Statens Museum for Kunst), pintada en 1651, que refleja su reflexión sobre la vanidad de las ambiciones humanas. Adoptó un estilo más clasicista, lo que le valió una invitación para trabajar para Luis XIV, oferta que declinó. Permaneció en Roma hasta su muerte en 1673. Poco antes de su muerte, se casó con Lucrezia Paolini, que había sido su compañera y musa durante treinta años.

La bruja, poema de Salvator Rosa

Era de noche, y los pasos

A la presa silenciosa del amor
Una turba de Citerea
Una turba que nunca duerme
Porque en el aire marrón
titilando no vio
Bajo los pobres cielos la luz de la luna.
Dentro de esta sombra amistosa
Movía Filli las plantas
enemigo implacable
Del amante despreocupado,
Y parecía al movimiento, al discurso
Agitando su rostro
Con tenaz indignación
De la furia nueva del infierno del amor.
Pues el amor no vale,
dijo ella, llena de rabia,
Para merecer la fe de un traidor,
Giraré este pie,
abriré estos labios,
estallaré desde dentro
De prohibida aleja fatal arte,
Poderoso para convocar a la deidad del Averno.
Nume que venga
La ira de él
Una deidad que la agite
En los reinos oscuros,
Una deidad que truene
Al impío mal nacido, de donde fui traicionado:
Pues el cruel no me escucha,
pues no tiene precio el llanto,
Al fraude, al fraude,
A la vergüenza, a la vergüenza,
Al encantamiento, al encantamiento,
Y el que no mueve los cielos, mueve a Aqueronte.
5Haré caminos mágicos
Para tentar, notas profanas,
Hierbas diversas, y nudos,
Que puedan detener las ruedas celestes,
círculo mágico,
olas heladas,
peces diversos,
aguas químicas,
bálsamos negros,
polvos mezclados,
piedras místicas,
serpientes, y noctules,
sangres pútridas,
vísceras blandas,
momias secas,
huesos y gusanos,
suffumigij,
que ennegrecen,
voces horrendas,
que asustan,
turbios saps,
que envenenan,
fétidas estelas,
que corrompen,
que empañan,
que congelan,
que estropean,
que recuecen,
que conquistan
Las olas estigias.
En esta horrible caverna
Donde nunca llegó un rayo de sol
De las escuelas tartáreas
Sacaré la turba infernal,
Haré que un espíritu negro
Queme un ciprés, un mirto,
Y mientras poco a poco
Purgaré su imago de cera,
Haré que el fuego desconocido
Su imago viva perezca,
Y cuando arda la falsa, que arda la verdadera.
Tal vez así esta belleza burlada
Con mágico poderío
extinguirá para mí al impío que tiene vida,
revivirá para mí la esperanza muerta.
Porque el cruel no me escucha,
pues no cotiza el llanto,
al fraude, al fraude,
a la vergüenza, a la vergüenza,
al encantamiento, al encantamiento,
Y el que no mueve el cielo, mueve el Aqueronte.

Una obra maestra esotérica de Salvator Rosa aterriza en los Uffizi: La bruja comprada
Una obra maestra esotérica de Salvator Rosa aterriza en los Uffizi: La bruja comprada


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