El autor, activo en Verona en la segunda mitad del siglo XV, se llama Francesco Bonsignori. El cuadro, conservado en el Museo di Castelvecchio de Verona, está firmado y fechado en 1483. Representa a una Virgen con el Niño. A primera vista, parece una Virgen corriente; sin embargo, si se observa con un poco más de atención, se advierten dos o tres cosas muy inusuales. El Niño duerme sobre una losa de mármol, lo que es completamente improbable en una pintura naturalista: ningún niño puede dormir sobre una piedra fría y dura. No sólo eso, sino que duerme con una túnica que deja la parte inferior de su cuerpo y sus órganos sexuales completamente al descubierto. Estos últimos, además, parecen estar protegidos por las manos entrelazadas de la Virgen. ¿Qué significa este cuadro? ¿Cómo es que el Niño duerme sobre una losa de mármol y las manos de la Virgen están colocadas en tal relación con el cuerpo del niño? Para comprender plenamente el significado del cuadro, habría que ver el original o, al menos, poseer una buena reproducción en color del mismo. Entonces nos daríamos cuenta de que el mármol sobre el que duerme el Niño es rojizo y veteado de blanco. Es el mismo mármol que reaparece en un cuadro muy famoso de Brera: el Cristo muerto de Mantegna. ¿Cuál es el significado de esta piedra roja veteada de blanco? En primer lugar, fíjese en que el Niño está tumbado: duerme en una actitud casi rígida, como si estuviera muerto. En realidad, la piedra roja veteada de blanco es la llamada Piedra de la Unción, una de las reliquias más sagradas del cristianismo que, hasta el siglo XII, se encontraba en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.
En el siglo XII, esta venerada reliquia fue trasladada a Constantinopla y se desconoce qué fue de ella. Pero los artistas italianos del siglo XV debían conocerla bien. Tal vez aún exista; tal vez fue robada en el saqueo de Constantinopla en 1204, llevada a Italia y perdida. Quién sabe si todavía existe, sin identificar, en algún edificio sagrado italiano. En Jerusalén, la Piedra de la Unción ha sido sustituida por una copia, y se encuentra exactamente a medio camino entre el Calvario y el Santo Sepulcro. Según la tradición, sería la piedra sobre la que se colocó el cuerpo de Cristo tras su deposición de la cruz, cuando fue ungido, antes de ser envuelto en el sudario y enterrado. Por eso se la llamaba la Piedra de la Unción. Según la misma leyenda, la piedra era originalmente roja, pero las lágrimas de Nuestra Señora la cubrieron de blanco. Es el veteado, sobre el rojo, lo que puede verse tanto en el cuadro de Bonsignori como en el de Mantegna. En este último, la Virgen llora ante la piedra, y la referencia a la leyenda es mucho más precisa.
Tras esta aclaración, se puede comprender lo que quiere decir el cuadro de Bonsignori. Se basa en esa figura retórica llamada prolessi: la representación de un objeto, o de un episodio, que anticipa el destino final de la historia. Aquí tenemos a la Virgen con el Niño todavía pequeño; pero el Niño duerme en la misma posición que el Cristo muerto después de la Pasión. Así pues, el cuadro tiene un doble significado: son la Virgen y el Niño y, al mismo tiempo, Cristo Redentor que anticipa, tendido como está sobre una piedra que más tarde será la Piedra de la Unción, su propia muerte. Pero, ¿por qué está desnuda la parte inferior del cuerpo del Niño? El detalle significa que Dios se encarnó en Cristo como verdadero hombre.
A finales del siglo XV, muchos teólogos que escribían sermones para la corte papal, especialmente para Inocencio VIII, Sixto IV y Julio II, insistían en la segunda persona de la Trinidad, que consideraban casi más importante que las otras dos. Mientras que la creación del mundo, según ellos, fue algo imperfecta, porque hizo al hombre sin posibilidad de redención, la Encarnación fue más perfecta, porque dio al hombre la posibilidad de redención; hubo, en definitiva, algo más que la creación original. El cuadro de Bonsignori, al destacar el sexo, representa a Cristo como verdadero hombre. Son conceptos que a nosotros, hoy, acostumbrados a la mentalidad de la Contrarreforma y su sexofobia, nos pueden parecer impíos; pero ya ven que la Virgen protege a su hijo precisamente extendiendo sus manos en señal de oración sobre su parte más delicada, es decir, sus órganos sexuales. Es sabido que el cuerpo humano en pintura, pero también en filosofía, está polarizado. La parte superior, desde el ombligo hacia arriba, es la parte noble; la parte inferior, desde el ombligo hacia abajo, es la parte innoble, la parte carnal, la parte donde acechan los impulsos que deben ser reprimidos. Así, en el cuadro de Bonsignori, la parte inferior es precisamente exaltada, como signo de la Encarnación.
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Federico Zeri, Detrás de la imagen. Conversazioni sull’arte di leggere l’arte, Neri Pozza Editore, Vicenza, 1998 [edición original: Longanesi & C., Milán, 1987], pp. 13-15
Supercult. Federico Zeri sobre Francesco Bonsignori |
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