Supercult. Eike Schmidt sobre Baccio Bandinelli

La declarada y enérgica aversión de Miguel Ángel a una manera veraz de retratar la semejanza de una persona real marca, desde el punto de vista artístico, la ruptura más sustancial con el busto-retrato del siglo XV: una ruptura que se caracteriza en el plano histórico-político casi como un hiato, debido a la escasez de encargos de efigies esculpidas en el periodo entre las dos repúblicas florentinas, y durante el posterior reinado de Alessandro de’ Medici [...]. Las reservas de Miguel Ángel [...] no se dirigían tanto contra el retrato en sí, o contra el busto (el formato por excelencia del género, transmitido desde la Antigüedad), sino contra la imitación descriptiva de la casualidad de la apariencia individual y de los accidentes externos de la anatomía de la persona representada: la piel arrugada y tostada por el sol de Pietro Mellini, esculpida como si fuera un molde impreso en un material blando por Benedetto da Maiano, su maestro en el arte del cincel, o la nariz tumoral de ese abuelo pintada por Ghirlandaio, su maestro en el arte del pincel [...].

En el busto de Cosme I de unos 25 años, y todavía ligeramente barbudo, esculpido por Baccio Bandinelli hacia 1544, encontramos el primer intento de responder a las nuevas exigencias del busto cortesano. En él es evidente la estilización del rostro, en sintonía con los retratos pintados en los mismos años por Pontormo y Bronzino. Pero más que por la cabeza, atrae la atención del observador la rica iconografía desplegada en la superficie de la coraza de estilo antiguo, con la gran cabeza de capricornio (signo personal del duque) delante del esternón, acompañada de dos discos apotropaicos con cabezas de Medusa. La pareja de protomas leoninos con anillos en las mandíbulas y la variedad de signos zodiacales de la coraza completan la escenificación alegórica de la imagen del duque.

Una clara reacción al modelo de Bandinelli se aprecia en el retrato en bronce de Benvenuto Cellini, más grande que el natural, del duque inmediatamente después de su regreso de Francia, en el que los elementos alegóricos que adornan la armadura se multiplican con acentuado virtuosismo -en una superposición de simetrías y asimetrías compositivas- (incorporando, entre otras cosas, el Toisón de Oro, del que Cosme fue galardonado en 1545). Al mismo tiempo, sin embargo, el artista vuelve a dar importancia a la cabeza, representada en un decisivo movimiento lateral, con los tendones del cuello tensos y los músculos de la frente contraídos en una expresión concentrada y atenta. En comparación con los otros retratos del duque, Cellini “mejora” la verdad sobre todo en lo que se refiere al cabello, descrito como espeso, en claro contraste con la calvicie del duque visible en otros lugares, lo que no sólo añade orgullo a la expresión, sino que quizá tenga también el valor de aludir a su carácter leonino.

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Eike D. Schmidt, La ritrattistica nella scultura fiorentina tra Michelangelo e Pietro Tac ca en Franca Falletti (ed.), Pietro Tacca. Carrara, la Toscana, le grandi corte europee, catálogo de exposición (Carrara, Centro Internazionale delle Arti Plastiche, del 5 de mayo al 19 de agosto de 2007), Mandragora, Florencia, 2007, pp. 41-43

Supercult. Eike Schmidt sobre Baccio Bandinelli

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