En Pavía ha concluido la restauración del Códice 822 de la Cartuja, un importante ejemplo de “Gradual”, es decir, un volumen que recogía los himnos de las misas del calendario litúrgico de la Iglesia católica: los graduales, libros muy grandes no aptos para la lectura individual, se abrían y hojeaban en grandes atriles, de modo que todos los monjes, desde la sillería del coro, podían seguir la música y las palabras. El Gradual 822, que data de 1544-1548, junto con su gemelo, el número 814, es el más antiguo de una serie de trece libros de coro que los cartujos encargaron a mediados del siglo XVI para sus necesidades diarias. Son códices monumentales, grandes y ricamente decorados: hasta 1782, la Cartuja conservó treinta y nueve de ellos (lo sabemos por el informe del inventariador emitido el 16 de diciembre de ese año, en el momento de la supresión del monasterio).
Tras la supresión, los fondos de la Cartuja se dispersaron: la Biblioteca contenía más de 10.000 volúmenes entre manuscritos iluminados, manuscritos e incunables, la mayoría de los cuales fueron a parar a la Biblioteca Braidense de Milán, a la Biblioteca Universitaria de Pavía y a otros destinos (la mayoría desconocidos hoy en día). Estos libros también fueron importantes desde el punto de vista artístico, ya que muchos de los más grandes artistas del Milán de los Visconti y los Sforza trabajaron en ellos (las familias Visconti y Sforza fueron grandes mecenas de la Cartuja). Los trece códices mencionados han regresado y todos han sido objeto de estudio y restauración durante algún tiempo.
Los trabajos sobre el Códice 822 fueron realizados por Filippo Capellaro y Gianlorenzo Pignatti, y se financiaron en el marco del proyecto La Bella Durmiente de la Dirección General de Museos, cuyo objetivo es recuperar obras no expuestas para iniciar vías de investigación y valorización también en el extranjero. Los mismos fondos se utilizaron también para elaborar una ficha de conservación de cada uno de los trece volúmenes supervivientes.
“Este estudio capilar”, explica Emanuela Daffra, directora del Polo Museale della Lombaria, “es fundamental: proporciona una hoja de ruta para futuras intervenciones, dicta las prioridades y permite esbozar el compromiso financiero necesario para la restauración de todo el conjunto. También ha puesto de manifiesto la insuficiencia, desde el punto de vista de la conservación, del mueble monumental, realizado especialmente para contener los volúmenes a finales del siglo XIX, cuando regresaron a la Certosa. Por ello, se ha previsto su reacondicionamiento, encargado a Luciano Gritti, que permitirá conservar y exponer adecuadamente los códices y estará terminado antes del verano. Gracias a la colaboración de los monjes que dirigen la Cartuja, la biblioteca se abrirá excepcionalmente en octubre: una exposición presentará el volumen restaurado en su contexto actual, el gigantesco contenedor que encierra los demás tesoros iluminados ”dormidos“ La restauración ha ido acompañada de una toma fotográfica de muy alta definición, realizada por Mauro Magliani, de cada página tanto del gradual 822 como de su gemelo 814, restaurado hace unos años por las monjas de Viboldone. Cada códice, a medida que se vaya restaurando, se documentará de la misma manera. Así, será posible hojear virtualmente todo el corpus de libros, ”escuchar“ la música anotada en esas hojas, comparar las decoraciones con las de otros volúmenes de la Cartuja conservados en otros lugares”.
La restauración del Códice 822 es el primer paso de un proyecto global más ambicioso que el Polo Museale della Lombardia quiere completar en 2024: la reunión, física o virtual, en torno a los trece volúmenes, todos restaurados, de lo mejor de la biblioteca cartujana. Ya se han entablado contactos con las instituciones que conservan los volúmenes para volver a acoger, al menos durante el espacio de una exposición, en la que había sido su casa todos los manuscritos iluminados producidos para la cenobio de Pavía. A través del leitmotiv que ofrecen los volúmenes y su comparación, no sólo será posible arrojar luz sobre los autores y las atribuciones, sino sobre todo resurgir en una nueva clave parte de la historia de una de las mayores cartujas del mundo. Junto a Emanuela Daffra y Barbara Galli, directora del Museo de la Cartuja, Cristina Quattrini y Pierluigi Mulas trabajan en el proyecto en colaboración con las instituciones que poseen los demás códices.
Pavía, finaliza la restauración del importante Códice Miniato 822 de la Certosa |
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